8Evelyn Al regresar a la casa principal, noté que los preparativos para la Luna Lilakuu ya estaban en marcha. El aire estaba cargado de expectación, los lobos se movían de un lado a otro preparando los rituales y decorando el claro donde se celebraría la noche sagrada. Pero todo eso quedó en segundo plano cuando vi a Annie corriendo hacia mí.Su rostro estaba pálido, sus ojos reflejaban puro terror.—Luna Evelyn… no consigo a las niñas —jadeó con angustia, aferrándose a mis brazos como si temiera desplomarse.El mundo pareció detenerse.—¿Qué? —Mi voz salió temblorosa, sintiendo cómo el color se escapaba de mi rostro.Kristal y Kristen… mis pequeñas.El pánico me golpeó como un vendaval.—¡Llama a Orión y busquen a Kristal y Kristen, YA! —grité con desesperación mientras mi mente se llenaba de escenarios aterradores.Sin perder tiempo, me lancé a buscarlas por todos lados. Mi corazón latía con fuerza, un nudo de ansiedad se apretaba en mi pecho. Mis niñas eran traviesas, pe
9Evelyn Al observar bien a esos lobos, me di cuenta de que eran carroñeros, lobos solitarios que no formaban manada. Su mirada fija en mí me heló la sangre, pero no dejé que me dominara el miedo.—¿Qué quieres? —les pregunté, caminando en círculos mientras me acercaba al río. La corriente estaba más rápida, enloquecida por la reciente lluvia, y me dio la sensación de que la naturaleza misma estaba alerta.Uno de ellos dio un paso adelante, con una sonrisa perversa en su rostro.—Quiero a una esclava como tú… Mi alfa estaría encantada contigo. —dijo con desdén.—¿Alfa? —pregunté, sorprendida por sus palabras. La mención de un alfa en ese grupo de lobos renegados me desconcertó. Estos lobos no deberían tener un alfa. Algo no encajaba.—Estos lobos no deberían tener alfa. ¿Qué está pasando? —murmuré para mí misma, incapaz de entender la situación.Uno de los hombres avanzó hacia mí, un brillo malicioso en su mirada.—Cállate y desnúdate —ordenó, sin inmutarse. Di un paso atrás,
10Evelyn Caímos rendidos a la pasión, sin pensar en nada más que en el momento. La intensidad del Lilakuu siempre nos consumía, y esta vez no fue la excepción. A la mañana siguiente, la luz del alba filtrándose entre los árboles me despertó. Sentí el fresco del amanecer sobre mi piel desnuda y, al abrir los ojos, observé mi cuerpo cubierto de marcas. Resoplé con fastidio. Cada luna llena era lo mismo. Cerverus siempre se excedía. Me cubrí rápidamente con las manos y me incorporé con torpeza. Mi cuerpo aún estaba sensible, y aunque mis heridas de la batalla habían sanado, las marcas que él había dejado en mí seguían ahí, recordándome lo ocurrido. Bufé, levantándome con cuidado. Necesitaba taparme. Miré a mi alrededor hasta encontrar un matorral alto y corrí hacia él para buscar algo con qué cubrirme antes de regresar a la casa. Cerverus… No, Magnus, había licuado mi cerebro con sus estúpidas hormonas de apareamiento. —¿A dónde vas? —La voz profunda de Magnus me
11EvelynMe ataron a la viga principal y central del granero, mis muñecas sujetas con gruesas cuerdas que raspaban mi piel con cada movimiento. Los guardias me rodearon, expectantes, listos para descargar su violencia si hacía el más mínimo intento de escapar.Me mantuve callada, observando con atención cada rostro a mi alrededor. Algunos estaban ahí solo por el morbo, para tener un pedazo del chisme y contar su versión de los hechos después. Otros… otros realmente querían verme sufrir.Los memoricé a todos.Uno a uno, sus rostros quedaron grabados en mi mente. Si salía de esta, y lo haría, me aseguraría de que cada uno pagara su parte.Sentí mi lobo queriendo rugir dentro de mí, exigiendo sangre, venganza. Mis ojos brillaron de un plateado intenso, reflejando la rabia helada que me inundaba. Quería despedazarlos, verlos arrodillarse y suplicar. Nadie, absolutamente nadie, amenaza a mis hijos y vive para contarlo.El aire cambió de repente y dieron un paso atrás al ver mi mirad
12MagnusMe sentía nervioso, pero no permitía que nadie lo notara. Oculté mis pensamientos detrás de una máscara impenetrable mientras observaba cómo Evelyn era asistida por mi hermana y mi beta, Orión. Mi mirada se deslizó hasta mi Delta, Hunter, una mujer pelirroja de unos dos años mayor que yo. Era una guerrera capaz, leal hasta la médula.—Llévalos a dos celdas separadas, lejos el uno del otro —ordené con voz firme—. No quiero que se comuniquen. Siempre debe haber un guardia vigilando, solo un pan al día y nada de luz lunar para ellos.—Sí, Alpha Nyx —respondió Odette sin titubear antes de ponerse en marcha.“Hay que averiguar qué mierda está pasando, es imposible que Evelyn sea informante del enemigo”Cuando me quedé solo con Serena, noté su inquietud. Cambiaba su peso de un pie a otro, incapaz de mantenerse inmóvil. Me acerqué con lentitud, obligándola a sentir el peso de mi presencia.—Mag… —intentó hablar, pero la interrumpí cerrando mi mano alrededor de su garganta.Apreté c
13SerenaDestrocé toda la habitación, arrojando lo que encontraba a mi paso. La furia me consumía, la frustración me ahogaba. Todo había salido mal.—Señora, cálmese —pidió Estella con voz apremiante.—¿¿Calmarme?? ¿¿Calmarme?? —grité histérica, girándome hacia ella con los ojos encendidos de rabia—. ¡Todo salió mal, Estella! ¡Y para colmo, esas mocosas siguen vivas!Mi respiración era errática, mis manos temblaban de pura rabia.—Baje la voz —susurró Estella, nerviosa—. Nos van a oír.Los pedazos de porcelana crujieron bajo mis pies mientras daba vueltas por la habitación como un animal enjaulado. Mi respiración salía entrecortada, mis manos temblaban de pura rabia.—¡Todo salió mal, Estella! ¡Todo! —grité, ignorando a esa perra, lanzando una lámpara contra la pared. El estallido del vidrio me dio un mínimo consuelo, pero no lo suficiente.Estella dio un paso atrás, con los ojos bien abiertos, como si temiera que le arrojara algo a ella también.—Señora, baje la voz. Nos van a oír y
14EvelynAhora que las niñas están en casa quiero investigar más a fondo sobre esos pícaros en la manada justo en la noche del Lilakuu. Había cosas extrañas y no confiaba en nadie para averiguar. Siguiendo unas cuantas pistas decidí vestirme con unos legging negros y un suéter bastante grande gris oscuro, estaba haciendo frío y me convenía un gorro metiendo mi cabello bajo este y salí a hurtadillas de la mansión luego de que las niñas estuvieran dormidas.Antes de irme, pasé por la habitación de las niñas y les di un beso más. Me quedé mirándolas un segundo más, disfrutando de la calma que solo ellas me daban. Al salir, caminé hasta la siguiente puerta, la abrí con cuidado, y allí estaba.Kasius.Mi niño.Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me acerqué a él, le di un beso en la frente y lo arropé bien. Mientras lo hacía, me lamenté en silencio, preguntándome por qué mi hijo no me quería a pesar de todo lo que hacía por él. Siempre me esforzaba por que estuviera bien, por darle lo mejor,
15Evelyn Cuando me senté frente al hombre, él seguía en silencio, observándome con un brillo frío en los ojos. No aparté la mirada. El aire a nuestro alrededor olía a madera vieja, licor fuerte y algo más: un olor terroso, salvaje, con un matiz metálico que reconocí de inmediato. Un oso. Un cambiaformas de oso.—Estás lejos de casa, lobita —dijo con una voz profunda y rasposa, como si cada palabra le costara esfuerzo.No reaccioné. No podía permitirme mostrar debilidad.—Necesito información —respondí con calma, apoyando los codos sobre la mesa de madera gastada—. Me dijeron que eres el indicado.Sus labios se curvaron en una sonrisa que no me gustó en absoluto. Era la sonrisa de un hombre que disfrutaba jugando con su presa antes de destrozarla.—Toda información tiene un precio —dijo deliberadamente despacio.Tomó un trago de su bebida ámbar sin apartar su mirada de la mía. Lo observé con atención: al menos dos metros de altura, barba desaliñada, cabello enmarañado y unos o