—¡Es positivo, maldito infiel! ¡Estoy embarazada, y tú no serás el padre de mis mellizos! ¡¡QUIERO EL DIVORCIO!! Tras descubrir un antiguo engaño, la profesora Kathia Cárter había intentado salvar su matrimonio, perdonando a su esposo al enterarse de que había congelado su esperma antes de hacerse una vasectomía, lo cual les permitió concebir mediante fecundación in vitro. Pero un nuevo comienzo se convierte en un desastre. Cuando planeaba sorprenderlo con la noticia de su embarazo... ¡Descubre que él en realidad NUNCA dejó de traicionarla! Devastada, Kathia exige el divorcio. Sin embargo, un accidente inesperado la obliga a fingir amnesia y huir a Italia, ahí, recibe una oferta de trabajo como tutora de un niño huérfano, pero su nuevo jefe, Giovanni Andreotti, un hombre atractivo y peligroso, le propone un trato que cambiará su destino: —Te ayudaré a conseguir el divorcio y a llevar a cabo tu venganza. A cambio, serás mi esposa por un año. ¿Podrá Kathia encontrar el amor y la felicidad para ella y sus bebés?
Leer más✧✧✧ Más tarde. En la mansión del señor Andreotti, en horas de la cena. ✧✧✧ La cena estaba servida en el elegante comedor, con candelabros brillantes que iluminaban la mesa bien decorada. Giovanni, sentado al cabecero, observaba a Kathia y a su sobrino Alessandro, que intentaban mantener una actitud relajada mientras el silencio se hacía incómodo. —Tío, terminé todos mis trabajos con tía Kathia, saque calificaciones excelentes~ —sonrió Alessandro, orgulloso de sus logros en sus clases con Kathia como profesora. —excelente, Alessandro —felicitó Giovanni, con una sonrisa leve. Su mente estaba ocupada en otros asuntos. Kathia, con la mirada fija en su plato, sentía que el ambiente estaba lleno de tensión. Después de un momento de silencio, Giovanni decidió que era tiempo de hablar: —Kathia, tengo que informarte que partiré a Los Ángeles esta misma noche —anunció Giovanni, con un tono serio. Las palabras cayero abruptamente como una explosión, sorprendiendo a esa mujer
✧✧✧ Minutos después, en la oficina del señor Andreotti. ✧✧✧ Un gran escritorio, brillante y pulido, ocupaba el centro de la oficina. Detrás de él, Giovanni, sentado. Su mirada fría y su presencia imponente hacían que cualquiera que entrara en su oficina sintiera una mezcla de respeto y miedo. Con calma, abrió el sobre arrojado minutos atrás frente a su mansión, y sacó el contenido: una carta y varias fotografías. Mientras sus ojos grises recorrían las palabras, su expresión se tornó gélida. Las imágenes mostraban al padre de Kathia, en un estado precario, rodeado de un entorno desconocido. La carta era clara y dura. Las palabras de William eran una advertencia que resonaba en la mente del señor Andreotti. [Giovanni, esta es tu última oportunidad. No me interesa Kathia, pero si no te entregas, me encargaré de acabar con ella y su maldito padre. Te lo advierto, no tendré más remedio que hacer lo que sea necesario. Sin embargo, si decides entregarte, podría considerar
—¿Marina? —dijo Giovanni, con un tono frío que dejaba claro su descontento—. ¿Estás bien? —Sí, Giovanni, estoy bien —respondió Marina, aunque podía percibirse la inquietud en su voz—. Solo me preocupa Kathia. No sé qué está pasando exactamente… Kathia se sintió atrapada, su amiga preocupada por ella y su esposo, que parecía molesto. —Marina, lamento que hayas ido a esa casa. No debiste hacerlo. No hay razón para que te expongas a esto —dijo Giovanni, su voz autoritaria. —Yo solo quería ayudar —replicó Marina, pero su tono había perdido algo de firmeza, como si la situación la abrumara. Kathia sintió que su corazón dolía. Giovanni tenía razón al preocuparse, pero no quería que Marina se sintiera culpable. —Lo siento, Marina —dijo Kathia, tratando de calmar la situación—. No era necesario que fueras… Mi padre… él está vivo, espero, pero no puedo explicarlo todo ahora. —¿Vivo? ¿Dónde? —preguntó Marina, confundida—. Porque no está en su casa. Giovanni, intervino nuevam
Giovanni se pasó una mano por el cabello, apartando los mechones que el viento desacomodaba, y soltó una risa. —No es obsesión, y amor nunca hubo, linda. Valentina siempre me utilizó… Sí, le importa realmente Alessandro, pero no por mí, porque le recuerda a Lorenzo, su verdadero amor, yo solo fui su reemplazo —dijo Giovanni, su voz ahora firme pero con un trasfondo de furia, al recordar ese pasado—. Como sea, el niño estará bien, solo es un fin de semana, para cumplir el acuerdo de la custodia. No tengo muchas alternativas. Ella lo miró, su corazón se apretó al escuchar esas palabras. —¿Cómo sabes que esa mujer, no está locamente obsesionada contigo ahora? —preguntó Kathia, buscando alguna señal de duda en él. —Su verdadero amor siempre fue Lorenzo. Créeme, yo le importo un carajo —recalcó Giovanni. Kathia guardó silencio, procesando lo que él le decía. La historia de Valentina, Lorenzo, y Giovanni, siempre había estado presente, llenándola de inquietud y curiosidad. —Aunq
✧✧✧ Esa mañana en Nápoles, Italia. En la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ El sol iluminaba el área de la piscina, y el agua reflejaba destellos de luz. El aire fresco traía consigo el aroma de los rosales que florecían en el jardín, mientras el canto de los pájaros llenaba el ambiente con una melodía alegre y relajante. Kathia, con su cabello castaño ondeando al viento, se encontraba sentada en el borde de la piscina. La mujer llevaba un traje de baño azul, sencillo pero elegante, que se ajustaba con delicadeza a su figura. Su vientre, apenas abultado, por los mellizos que esperaba con amor y anhelo, y sus ojos avellana brillaban con emoción al observar al pequeño Alessandro. El niño chapoteaba felizmente en el agua, montado en su inflable de animalito. Su risa era contagiosa y resonaba en el aire, llenando el lugar de una alegría inocente. —Tía Kathia, ¿falta mucho para que nazcan los bebés?, me gustaría jugar con ellos, ya no nadaría en mi inflable solito —decía el pequeño
>>> Kathia Andreotti: Sus ojos grises se posaban sobre mí con una intensidad que me dejaba sin aliento, y una media sonrisa seductora se dibujaba en sus labios, como si supiera el poder que ejercía sobre mí con esos simples gestos. Era simplemente él. —No. Voy a respetar las decisiones de mi esposa, no me aprovecharé de ti —dijo, su tono juguetón contrastando con la seriedad de su rostro. Mi corazón se hundió ante esas palabras. ¿Acaso estaba intentando humillarme? ¿Esperaba que me retractara, que me arrodillara y gritara al mundo cuánto lo amaba? ¿Que él era mi adicción, mi perdición? Y así, comenzó a alejarse, dejando un vacío helado en el aire. ¿De verdad se iría? ¿Era posible que no hiciera nada? Tal vez estaba cansado, pero en el fondo sabía que este hombre estaba jugando conmigo. No iba a dejar que hiciera lo que quisiera… No, señor Andreotti, aquí mando yo. —¿A dónde crees que vas? —le pregunté, con una voz seductora, mientras me sentaba en la cama y lo retenía de
>>> Kathia Andreotti: Abrí la puerta del cuarto de baño, intentando recuperar la compostura. Me había limpiado el whisky que se había adhirido a mi piel cuando Giovanni se acercó a mí. Pero, al alejarme de él, lo hice con un impulso torpe, solo quería ganar tiempo, que él saliera de la habitación y bajara a cenar. Necesitaba un momento a solas. Eso creía en ese instante. Estaba molesta, pero al mismo tiempo… ¡Dios mío, ese hombre me derrite! ¿Cómo podía evitarlo si se acercaba de nuevo? Sentía mi corazón latir desbocado. Sí, el maldito me había mentido. Pero… ¿qué había hecho realmente de malo? Me había quitado la venda de los ojos para mostrarme quién era realmente mi ex. Me había librado del peso de un futuro lleno de sufrimiento, alejada de un hombre al que creía que era el padre de mis hijos. Mis ojos avellana recorrieron la habitación, buscándolo. Pero no lo vi… al menos no al principio. Las puertas del balcón estaban abiertas, dejando entrar una brisa fresca.
Kathia sintió la tensión que emanaba de Giovanni. Ella avanzó un paso, acortando la distancia entre ellos, y lo abrazó con fuerza. —Le mentí al idiota… ¿Cómo puedes desconfiar de mí? ¿Sabes cuánto me duele?, Gio… Te elegí a ti —levantó la mirada, casi suplicando en silencio que él le prestara atención. Giovanni la miró, sus ojos fijos en los de ella—. Te elegí, mi amor. Te elijo, y siempre te elegiré… —Se puso de puntillas y se aferró a su alto cuerpo, besando sus labios suavemente. Al principio, él no correspondió. Él la observaba, como si intentara descifrar cada palabra, buscando la verdad o la mentira en su mirada. —¿No me crees? —preguntó Kathia, su voz quebrándose. —Te creo —respondió Giovanni, besándola de regreso. Se detuvo por un momento, sus labios a centímetros de los de ella—. Lo siento, y… —¿Y…? —preguntó ella, disfrutando lentamente del sabor de sus labios—. Tengo que desnudarte, no me gusta que huelas a tabaco… Es malo para mis bebés. —Nuestros —la corrió él, qui
Una y otra vez… Giovanni Andreotti había reproducido el audio de la conversación entre su esposa y su exesposo. Sentado en la limusina, exhalaba el humo de su cigarrillo mientras las luces de Nápoles parpadeaban a través de los cristales polarizados. No podía creer lo que escuchaba. La idea de que su esposa estuviera dispuesta a traicionarlo lo llenaba de incredulidad. A pesar de que sus hombres le advertían que ella lo iba a traicionar, su corazón se negaba a aceptar esa realidad. Necesitaba verla. Quería hablar con ella, mirar esos hermosos ojos avellana y buscar cualquier señal de mentira en su mirada. Finalmente, la ciudad quedó atrás. Giovanni, vestido con un traje oscuro y una gabardina negra, bajó de la limusina. Su corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de estallar. Pero no podía dejarse llevar por la ira. No se perdonaría si algo le sucedía a Kathia y a los bebés por su enojo. Aunque ella pudiera ser una traidora, una mentirosa que lo había utilizado, au