¿Qué puede ser peor que descubrir que tu esposo te ha reemplazado por otra mujer justo cuando planeabas sorprenderlo con los resultados de tu fertilización in vitro? Que los hijos que esperas no sean suyos… sino de un hombre bastante peligroso. Andy Davis no solo enfrenta la traición de su esposo, sino un error en la clínica que la ha convertido en la madre de los mellizos de Damián Ashford, un CEO implacable que necesita un heredero para consolidar su poder. Escapar de él es su única opción, pero Damián no es un hombre que acepte un "no" por respuesta. Entre ellos, la química es intensa, un juego de seducción y desafío donde ninguno está dispuesto a ceder. Andy hará todo por proteger su libertad y criar a sus hijos lejos de su control, pero el destino no ha terminado con ellos. Tarde o temprano, tendrá que regresar a las garras de ese hombre al que odia… y al que desea con la misma intensidad. Damián está decidido a domarla… Andy se niega a caer en su red… Pero cuando dos fuerzas imparables chocan, solo hay un desenlace posible: una explosión de pasión que podría consumirlos a ambos.
Ler maisCAMILLE ASHFORDEntré a la habitación con el peso de la noche sobre mis hombros. La imagen de Damián mirando a Andy con tanta devoción seguía clavada en mi mente, como un eco de algo que yo jamás había tenido y, aunque lo negara, siempre había deseado. Recordé a mi padre y cómo solía mirar a mi madre, con esos pequeños gestos que solo ahora entendía como amor genuino. O tal vez solo era una farsa bien ensayada, como todo en nuestras vidas. Fuera lo que fuera, me encontré con una punzada de anhelo absurdo.¿Qué se sentía ser mirada de esa forma, ser deseada no solo con el cuerpo, sino con el alma?Suspiré y di un paso hacia el interior. La habitación se sentía tan vacía, incluso má
DAMIÁN ASHFORDEl cuerpo inerte de Bastián yacía a mis pies, un patético recordatorio de la farsa que había construido. Andy se inclinó con frialdad, despojándose del anillo de compromiso y dejándolo caer sobre el pecho de aquel imbécil. Fue un gesto simple, pero cargado de la fuerza de su desprecio.—Un hombre como él no vale ni una sola lágrima… —susurró Andy tomando de la mano a Rachel, quien había dejado de llorar y ahora tenía la mirada cargada de una profunda y tranquila tristeza.Cuando la jovencita se quitó su anillo y lo dejó sobre el pecho de Bastián, este tuvo un breve momento de lucidez, tomando la muñeca de Rachel para mantenerla cerca.
DAMIÁN ASHFORDDe pronto sentí un tirón en la manga. Camille estaba medio encima de mí, intentando ver mejor la escena, cuando noté a los mellizos sentados a su lado, con los pies balanceándose tranquilamente.Ambos, tanto Camille como yo, los vimos fijamente con atención y algo de sorpresa.—Mami nos dijo que nos quedáramos calladitos aquí atrás —explicó León con un resoplido de aburrimiento.Victoria miró a Camille y luego me miró a mí, al principio confundida, como si estuviera armando un rompecabezas. Sus ojos se iluminaron con una conclusión demasiado lógica para un niño.—Ustedes parecen
DAMIÁN ASHFORDLa noticia de que Andy y Bastián habían adelantado la boda solo fue la cereza sobre el pastel, pues toda la semana después de esa noche en el «chalet» fue como si Andy solo estuviera concentrada en evitarme a toda costa. Como si lo que habíamos vivido no significara nada.Eso no encajaba. Nos habíamos amado toda la noche y pensé que estábamos en la misma sintonía, que ella ambicionaba lo mismo que yo, que por fin aceptaba que lo que sentíamos por el otro no podía seguirse negando y que podríamos mezclar nuestras vidas y tener la familia que deseábamos.Pero aquí estaba, afuera de las puertas del evento, con la rabia fluyendo por mis venas, caminando de un lado para otro preguntándome qué fue lo que hice mal y de qué manera irrumpir en ese maldito lugar para exigir respuestas y salir con lo que era mío. Lo medité más de lo necesario. ¿Interrumpir la boda era realmente lo correcto? ¿O estaba siendo egoísta imponiendo mi voluntad sobre la suya? Tal vez Andy quería esa vid
BASTIÁN LEBLANCEl café olía a desesperación. No era el aroma del grano recién molido ni el dulzor del azúcar en las mesas, era el veneno que emanaba de Mindy mientras se cruzaba de brazos frente a mí con la arrogancia que la caracterizaba. —Si yo no gano, Bastián, tú tampoco —su voz era un murmullo frío, calculador. Sus ojos brillaban con la certeza de alguien que ya ha decidido quemarlo todo—. Si no aceptas hacerte cargo de mí y del bebé, Andy lo sabrá todo. Cada detalle, cada mentira, cada traición.»¿Crees que te perdonará? —No te creerá… —Apreté los puños bajo la mesa, intentando mantenerme íntegro y apacible, demostrando la confianza que había perdido después de su amenaza. —Sé la clase de mujer que es. Necesita más que palabras y eso le daré. —Su sonrisa se hizo más grande y sus dedos comenzaron a tamborilear suavemente en su vientre, señalando al bebé—. Una prueba de paternidad será suficiente para que todas esas noches que estuviste ausente, esas llamadas sin contestar y c
ANDY DAVISEsa noche, en el refugio de ese «chalet», nos dejamos llevar. Fue un momento solo nuestro, donde no existía el pasado ni el futuro, solo la calidez de nuestros cuerpos y el roce de nuestras pieles. Damián fue cuidadoso, como si temiera que me desvaneciera en cualquier momento, pero también fue apasionado, como si hubiera esperado demasiado por esto. Y, en cierta forma, yo también lo había hecho.Con un silencio cargado de complicidad y electricidad, nos desnudamos mutuamente, descubriéndonos con besos y caricias, con el crepitar del fuego como único sonido a parte del roce de nuestros cuerpos y nuestras respiraciones agitadas. El calor del fuego era opacado por el que generaban nuestros cuerpos. Damián me hizo sentir lo que nunca sentí en brazos de otro hombre. Me estremecí con cada uno de sus movimientos, mis oídos disfrutaron de sus gruñidos que se volvían cada vez más graves y profundos conforme se adentraba en mí. El primer orgasmo entre sus brazos terminó de romper l
ANDY DAVISLos mellizos llegaron al fondo de sus copas de helado, esa era la advertencia de que el momento con Damián había terminado, mientras yo seguía dándole vueltas a lo que me había dicho, fingiendo ante los mellizos que la verdad sobre Bastián no me había afectado tanto como en realidad era. —¡Gané! —exclamó León alzando su cuchara, mientras Victoria se empinaba la copa para alcanzar a su hermano. —No es justo, tú tienes la panza más grande —refunfuñó Victoria escurriéndose en el asiento, con unos lindos bigotes de helado de vainilla. —Creo que ya fue suficiente azúcar por el día de hoy —contesté con una sonrisa que buscaba demostrar alegría. Evitaba a toda costa encontrarme con la mirada de Damián, porque había llegado el momento de decir adiós—. Denle las gracias a papito por el helado. —¡Gracias, papito! —exclamaron mis niños al unísono y se levantaron de su asiento para rodear la mesa y llegar hasta él. Querían abrazarlo y Damián terminó con un par de besos de chocolate
BASTIÁN LEBLANCMiré a Mindy con desprecio y algo de asco, recordando cada noche que tuve que obligarme a ver en ella, en su piel, a Andy. Me sentía miserable de que ese niño creciera en el vientre de Mindy y no en el de la mujer que amaba.—¿Y qué quieres que haga con esa información? ¿Qué me lance a tus pies y prometa criar a este niño contigo? ¿Quieres que acepte reemplazar a Damián? —pregunté con media sonrisa y cada palabra llena de sarcasmo mientras deseaba que mi café de pronto se convirtiera en vino, era lo mínimo que necesitaba para lidiar con esta situación—. Si es así, perdiste tu tiempo. Yo no voy a caer en tu trampa.—No es una trampa —dijo entre dientes y agachando la cabeza&md
ANDY DAVISNi siquiera pude contestar cuando sus labios se posaron suavemente sobre los míos. Apenas era una ligera presión, pero fue suficiente para arrancarme todo el aliento y acelerar mi corazón hasta hacerlo explotar. Mi mano se posó en su mejilla, sintiendo ligeramente lo rasposo de su barba que comenzaba a brotar.—¡Awww! ¡Qué bonito! —exclamó Victoria con tono meloso.—¡Yei! ¡Lo hizo, besó a mamá! —segundó León y pude escuchar como chocaba la mano con su hermana, en símbolo de victoria.Salieron corriendo hacia los juegos, satisfechos con lo que habían provocado, mientras yo posaba mis manos sobre el pecho de Damián, alejándome d