✧✧✧ Esa mañana en Nápoles, Italia. En la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ El sol iluminaba el área de la piscina, y el agua reflejaba destellos de luz. El aire fresco traía consigo el aroma de los rosales que florecían en el jardín, mientras el canto de los pájaros llenaba el ambiente con una melodía alegre y relajante. Kathia, con su cabello castaño ondeando al viento, se encontraba sentada en el borde de la piscina. La mujer llevaba un traje de baño azul, sencillo pero elegante, que se ajustaba con delicadeza a su figura. Su vientre, apenas abultado, por los mellizos que esperaba con amor y anhelo, y sus ojos avellana brillaban con emoción al observar al pequeño Alessandro. El niño chapoteaba felizmente en el agua, montado en su inflable de animalito. Su risa era contagiosa y resonaba en el aire, llenando el lugar de una alegría inocente. —Tía Kathia, ¿falta mucho para que nazcan los bebés?, me gustaría jugar con ellos, ya no nadaría en mi inflable solito —decía el pequeño
Giovanni se pasó una mano por el cabello, apartando los mechones que el viento desacomodaba, y soltó una risa. —No es obsesión, y amor nunca hubo, linda. Valentina siempre me utilizó… Sí, le importa realmente Alessandro, pero no por mí, porque le recuerda a Lorenzo, su verdadero amor, yo solo fui su reemplazo —dijo Giovanni, su voz ahora firme pero con un trasfondo de furia, al recordar ese pasado—. Como sea, el niño estará bien, solo es un fin de semana, para cumplir el acuerdo de la custodia. No tengo muchas alternativas. Ella lo miró, su corazón se apretó al escuchar esas palabras. —¿Cómo sabes que esa mujer, no está locamente obsesionada contigo ahora? —preguntó Kathia, buscando alguna señal de duda en él. —Su verdadero amor siempre fue Lorenzo. Créeme, yo le importo un carajo —recalcó Giovanni. Kathia guardó silencio, procesando lo que él le decía. La historia de Valentina, Lorenzo, y Giovanni, siempre había estado presente, llenándola de inquietud y curiosidad. —Aunq
—¿Marina? —dijo Giovanni, con un tono frío que dejaba claro su descontento—. ¿Estás bien? —Sí, Giovanni, estoy bien —respondió Marina, aunque podía percibirse la inquietud en su voz—. Solo me preocupa Kathia. No sé qué está pasando exactamente… Kathia se sintió atrapada, su amiga preocupada por ella y su esposo, que parecía molesto. —Marina, lamento que hayas ido a esa casa. No debiste hacerlo. No hay razón para que te expongas a esto —dijo Giovanni, su voz autoritaria. —Yo solo quería ayudar —replicó Marina, pero su tono había perdido algo de firmeza, como si la situación la abrumara. Kathia sintió que su corazón dolía. Giovanni tenía razón al preocuparse, pero no quería que Marina se sintiera culpable. —Lo siento, Marina —dijo Kathia, tratando de calmar la situación—. No era necesario que fueras… Mi padre… él está vivo, espero, pero no puedo explicarlo todo ahora. —¿Vivo? ¿Dónde? —preguntó Marina, confundida—. Porque no está en su casa. Giovanni, intervino nuevament
✧✧✧ Minutos después, en la oficina del señor Andreotti. ✧✧✧ Un gran escritorio, brillante y pulido, ocupaba el centro de la oficina. Detrás de él, Giovanni, sentado. Su mirada fría y su presencia imponente hacían que cualquiera que entrara en su oficina sintiera una mezcla de respeto y miedo. Con calma, abrió el sobre arrojado minutos atrás frente a su mansión, y sacó el contenido: una carta y varias fotografías. Mientras sus ojos grises recorrían las palabras, su expresión se tornó gélida. Las imágenes mostraban al padre de Kathia, en un estado precario, rodeado de un entorno desconocido. La carta era clara y dura. Las palabras de William eran una advertencia que resonaba en la mente del señor Andreotti. [Giovanni, esta es tu última oportunidad. No me interesa Kathia, pero si no te entregas, me encargaré de acabar con ella y su maldito padre. Te lo advierto, no tendré más remedio que hacer lo que sea necesario. Sin embargo, si decides entregarte, podría considerar
✧✧✧ Más tarde. En la mansión del señor Andreotti, en horas de la cena. ✧✧✧ La cena estaba servida en el elegante comedor, con candelabros brillantes que iluminaban la mesa bien decorada. Giovanni, sentado al cabecero, observaba a Kathia y a su sobrino Alessandro, que intentaban mantener una actitud relajada mientras el silencio se hacía incómodo. —Tío, terminé todos mis trabajos con tía Kathia, saque calificaciones excelentes~ —sonrió Alessandro, orgulloso de sus logros en sus clases con Kathia como profesora. —excelente, Alessandro —felicitó Giovanni, con una sonrisa leve. Su mente estaba ocupada en otros asuntos. Kathia, con la mirada fija en su plato, sentía que el ambiente estaba lleno de tensión. Después de un momento de silencio, Giovanni decidió que era tiempo de hablar: —Kathia, tengo que informarte que partiré a Los Ángeles esta misma noche —anunció Giovanni, con un tono serio. Las palabras cayero abruptamente como una explosión, sorprendiendo a esa mujer
>>> Valentina Bianchi: Me encontraba en la mansión de Francesco y María Andreotti… Una pareja encantadora que siempre quiso que sea parte de su familia. Esa noche, después de la cena, caminaba por los pasillos, escuchando el sonido de mis pasos resonar. Sostenía una copa de vino en mi mano. M@ldita mansión… Estaba llena de recuerdos para mí. Con un profundo suspiro, cerré los ojos y me dejé llevar por la corriente de mi memoria. ……………….. ✧✧✧ Hace ocho años atrás. ✧✧✧ Sucedió esa noche lluviosa de hace ocho años. En la imponente mansión, de los señores Andreotti. Estaba al volante de mi automóvil, el motor ronroneando suavemente mientras la lluvia golpeaba el parabrisas, creando un sonido leve… Mis manos temblando ligeramente, mi corazón latiendo desenfrenado. Las luces de la entrada apenas iluminaban el camino, y sentí cómo mi corazón latía con fuerza lleno de ansiedad. ¿Debía hacerlo? Pensé, sin poder controlar mi nerviosismo. A medida que me acercaba, mi mente se
>>> Valentina Bianchi: La habitación estaba envuelta en un silencio tenso, solo interrumpido por el sonido de la lluvia que seguía cayendo con fuerza. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza mientras me inclinaba hacia Lorenzo, mi voz un susurro suave y sensual: —¿No quieres que te consuele? —pregunté, sintiendo la atracción entre nosotros. Él siempre me rechazó por mi edad, y quizá, su atracción hacia mí, era por su estado de ebriedad… Pero no lo dejaría ir. No esa noche. Lorenzo cerró los ojos, como si intentara resistirse. Me incliné más, mis labios rozando los de él en un beso suave y tentador. Al principio, él se mostró reacio, pero pronto se rindió, atrapado en la intensidad del momento, de nuestros labios mezclándose. Mis manos comenzaron a despojarlo de sus ropas, y Lorenzo, con un movimiento ágil, me tomó por la cintura, acercándome más a él. —Ah~ —solté un gemido, sintiéndome deseosa. —Esto no debería estar pasando —murmuró él, aunque sus palabras er
¡CLANK! ¡Un cartón de huevos golpeó fuertemente su parabrisas! Los ojos de la profesora Kathia Johnson se nublaron al instante ante ella, y un líquido amarillo corrió por la ventanilla de forma repugnante. Salió del coche enfadada destapándose el cinturón de seguridad, acababa de salir del trabajo y había aparcado en las afueras de su mansión cuando se encontró con esta escena. —¡¿Qué le sucede?! ¡¿Qué está haciendo fuera de mi casa?! —¡¡TU MARIDO ES LO QUE ME SUCEDE!! —le gritó una mujer rubia furiosa. Kathia frunció el ceño mientras levantaba la mano para sujetar sus gafas y se quedó mirando a la mujer con los brazos cruzados sobre el pecho. —¡No, mamá, detente! —exclamó una niña de ocho años, jalando de la blusa blanca a su madre, que con un aspecto desaliñado y ojos rojizos como si hubiese estado cansada de tanto llorar, hacía todo un escándalo. Kathia bajó la mirada y vio una mini versión de esa mujer. Sus ojos se desviaron entre las dos, y un pensamiento ridículo se ap