¡CLANK! ¡Un cartón de huevos golpeó fuertemente su parabrisas!
Los ojos de la profesora Kathia Johnson se nublaron al instante ante ella, y un líquido amarillo corrió por la ventanilla de forma repugnante. Salió del coche enfadada destapándose el cinturón de seguridad, acababa de salir del trabajo y había aparcado en las afueras de su mansión cuando se encontró con esta escena. —¡¿Qué le sucede?! ¡¿Qué está haciendo fuera de mi casa?! —¡¡TU MARIDO ES LO QUE ME SUCEDE!! —le gritó una mujer rubia furiosa. Kathia frunció el ceño mientras levantaba la mano para sujetar sus gafas y se quedó mirando a la mujer con los brazos cruzados sobre el pecho. —¡No, mamá, detente! —exclamó una niña de ocho años, jalando de la blusa blanca a su madre, que con un aspecto desaliñado y ojos rojizos como si hubiese estado cansada de tanto llorar, hacía todo un escándalo. Kathia bajó la mirada y vio una mini versión de esa mujer. Sus ojos se desviaron entre las dos, y un pensamiento ridículo se apoderó de repente de su cerebro. —¿Mi marido? —preguntó ella, confundida, clavando su mirada avellana en la desconocida. —¡Soy la amante de tu esposo! ¡La confesión dejó en shock a Kathia! —¿Disculpa? —ella arqueó sus cejas con sorpresa e incredulidad. ¡Imposible! ¡Lo que esa desconocida decía, no tenía sentido para ella! Confía en su marido. Kathia se dio la vuelta para marcharse sin querer enredarse con ella, pero la mujer la agarró del brazo. —Dije: soy la… —Escuché eso, ¿señora…? —Smith. Layla Smith —se presentó la mujer de cabellera corta rubia. —Señora Smith. Bajé de mi automóvil solo porque golpeó mi coche al llegar a mí hogar —recalcó Kathia, tratando de ser lo más educada posible—. Son las seis de la tarde, fue un lunes muy agotador y solo me gustaría ingresar a mi hogar y descansar. No sé de qué está hablando y no me interesa saberlo. —No, ¡necesita escucharme! ¡Tengo la hija de su marido! —dijo la mujer mientras tiró de la niña hacia ella y la empujó con fuerza hacia Kathia—. ¡Mira cuánto se parece a su padre! Kathia se llevó la mano a la frente, le dolía la cabeza, simplemente no podía creer que su marido la traicionara, estaban tan enamorados. Esa mujer debe estar loca. Retrocedió unos pasos y marcó rápidamente un número de teléfono antes de detener con la otra mano la aproximación de la mujer. —Albert. Abre los portones, ya llegué. También envía a seguridad, y de ser necesario llamen a la policía. Hay una mujer… —¡ESPERE! —alzó la voz la señora Smith, agarrando del brazo a Kathia de nuevo. Kathia reaccionó más rápido esta vez, y la mujer cayó al suelo a un costado de la profesora. —Mami… Solo vámonos —pidió la niña de ocho años y se agachó junto a su madre con preocupación. Pero la mujer no escuchó en absoluto, puso sus manos alrededor de las piernas de Kathia. —Suélteme —le exigió Kathia, frunciendo el ceño a la vez que sus ojos avellana se clavaron fríamente en la mujer. —¡Tengo que hablar con su esposo! —alzó la voz, Layla—. Él dijo que se haría responsable de nosotras si guardaba el secreto. Pero lleva tres meses sin pasarnos dinero. La niña es suya, se llama Alicia Smith, no tiene el apellido de su marido, porque fue parte del trato por mi silencio… Pero hay una prueba de ADN que él posee. ¡Kathia abrió sus ojos de par en par!, rápidamente negó con una expresión de burla. —Usted está loca. Mi marido jamás me sería infiel —Ella forcejeó, liberándose del agarre de la rubia e ingresó al automóvil, a la vez que los portones fueron abiertos y los hombres de seguridad aparecieron para llevarse a la mujer y la niña. —¡No me iré hasta que vea a tu marido! Ahhh. Los gritos desgarradores de la mujer resonaron en los oídos de Kathia mientras agarraba el volante con ambas manos y el olor a sangre llenaba el vagón mientras se mordía el labio. ………. Esa misma noche. La puerta principal se abrió. Dando paso al señor de la mansión, William Johnson, un galante hombre de negocios que había llegado por sus "propios medios" a la cima en tan solo una década, con su exitosa empresa. —Bienvenido, señor —le saludó Albert, el mayordomo, recibiendo de inmediato la gabardina de William y su maletín, en el vestíbulo. —¿Dónde está mi esposa? —preguntó de inmediato ese hombre rubio, su mirada azul fija en Albert, mientras con su mano aflojaba su corbata tras quitarse el saco de su traje—, escuché de una loca mujer que vino a hacer una vulgar escena frente a mi mansión. —Sí señor, fue así —asintió el hombre de mediana edad—. La señora Johnson, lo está esperando en la sala principal. ……….. Apenas Kathia vio a su esposo, soltó un suspiro lleno de tensión; sentada en un sofá individual, lo veía con frialdad acercarse a ella. —Querida, escuché de… —¿Me estás engañando, William? La pregunta directa y cortante de Kathia, interrumpió de inmediato a William, que se quedó inmóvil, viendo fijamente a su esposa, una con la que ya había compartido ocho años de matrimonio. El hombre rubio apoyó sus manos en su cintura, exhalando, su mirada aún en Kathia se llenó de dulzura. —Amor —negó de inmediato, acercándose a ella, se puso de rodillas delante de Kathia, sosteniendo sus manos con delicadeza—. Sí, te engañé, pero… No de la manera que estás pensando. Kathia se sorprendió, sintió su corazón agitarse, una punzada de dolor, apretó su mandíbula intentando no derrumbarse. —La niña es mi hija, y la mujer fue solo una aventura del pasado, mucho antes de estar contigo o casarnos. NUNCA te he sido infiel mi amor, desde que te conocí he respetado nuestra relación —él acercó las manos de Kathia a sus labios, besándola con dulzura. ¡Kathia apartó sus manos!… ¡Esa información no era suficiente para calmar su corazón! La mujer tragó saliva con inquietud, intentó calmar el temblor en su cuerpo que sudaba helado, y preguntó: —Pero… Me mentiste, ¿por qué no me lo dijiste antes?, yo lo hubiera entendido… ¿Es por ese motivo que no has querido darme hijos?, William, sabes lo mucho que quiero ser mamá… —la voz de Kathia se quebraba, esforzándose por no derramar sus lágrimas. William inclinó su cabeza, como un perrito regañado, y negó lentamente, volvió a ver a su esposa, su expresión llena de "dolor y arrepentimiento" conmovió a Kathia. —Amor… La verdad, me sentí terriblemente culpable luego de ese hecho y me realicé la vasectomía. ¡Kathia quedó en shock! —¿Qué? ¡¿Por qué no me dijiste algo tan importante, William?! ¿Dices que nunca podré ser mamá? —las lágrimas inevitablemente se deslizaron de sus mejillas, él intentó secarlas con su mano, pero en ese instante. Plaf~ ¡Kathia lo apartó de un manotazo!, ella se apartó del sofá, dejando a William de rodillas ante la nada. —Amor, no es lo que crees —se puso él de pie, acercándose a Kathia—. Fui a una clínica y congelé mi esperma por cualquier eventualidad a futuro. ¡Mi amada, intentemos tener un bebé! —la retuvo él del brazo. Kathia volvió a verlo por encima de su hombro, en el rostro de la mujer, la ilusión de por fin ser mamá y sentirse completa como mujer, apareció. "Eso es, solo acepta y terminemos con esta estupidez." Cruzó por la mente de William, ese pensamiento interno. —Sí… Está bien. Tendremos un bebé —sonrió Kathia, limpiando sus lágrimas torpemente con sus manos—. Pero tienes que pasarle dinero a tu hija, y ser responsable, Will. Esa pobre mujer parecía estar sufriendo y en necesidad económica. —Lo haré —sonrió William, abrazando a su esposa—. Ya verás, me ocuparé de todo. ………….. ✧✧✧ Dos semanas más tarde. ✧✧✧ En una clínica de fecundación in vitro en Los Ángeles. —¡Felicidades señora Johnson! ¡Está embarazada! ¡Serán un par de hermosos mellizos! —sonrió el médico tras practicarle el ultrasonido. —Bebés… Dos… —susurró Kathia, sus ojos llenándose de lágrimas de felicidad—. ¡Seré mamá! ¡Oh mi Dios, por fin seré mamá! —exclamó la mujer en un estallido de alegría.Al salir de la clínica. Kathia se encontró en una cafetería con su mejor amiga, Marina Davis, una profesora de una universidad prestigiosa en la ciudad. —Kathia querida, luces radiante —sonrió la amiga abrazándola. Cuando ambas tomaron asiento, pidiendo unas bebidas frutales. Kathia no pudo contenerse más y soltó la noticia. —¡Amiga, estoy embarazada!, vengo de la clínica y voy a darle esta noche la sorpresa a William. Prepararé una cena para él. —¿Embarazo?, no sé… Después de todo lo que te ocultó, lo has perdonado muy rápido Kathia —dijo Marina un poco incómoda con la noticia de su amiga. —No lo entenderías… No es por William, yo siempre quise una familia feliz, amo los niños, soy profesora de primaria porque es algo que me apasiona —Kathia posó sus manos en su vientre con dulzura—. Es lo mejor que me ha pasado en la vida~ ¡Una mamá! ¡Yo seré mamá! ………. ✧✧✧ Esa noche en la mansión. ✧✧✧ Kathia caminaba de un lado a otro, en el jardín trasero, mismo que había sid
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ «En accidentes de este tipo, el paciente puede presentar amnesia, afortunadamente para la señora Johnson. Solo son los recuerdos de los últimos días. Puede que los recupere poco a poco, o puedes ayudarla refrescando su memoria.» Las palabras del doctor dichas a William antes de irse del hospital privado junto a Kathia, cruzaban por su mente, provocando un profundo alivio en todo su ser. ¡Aún tenía el control de esa mujer, y de su vida marital! —Iré a mi habitación a descansar, mi amor —le sonrió Kathia a William, que asintió levemente. Una vez la mujer castaña se marchó. Él volvió a ver al mayordomo. —Ella no saldrá de esta mansión, Albert. ¿Entendido? —Sí, señor Johnson. —Bien. Tengo una cita el día de hoy. Simplemente negocios, volveré tarde. ………. Poco minutos después de que William se marchó. En las afueras de la mansión Johnson, se estacionó el automóvil de Marina Davis. —Vengo a ver a mi amiga~ —sonrió la mujer de cabello corto o
Kathia se encontraba sentada en ese salón, cuyo ambiente tenso la llenaba de escalofríos.Su mirada llena de ansiedad, viendo a ese hombre que caminaba hacia ella con un par de copas en sus manos. —Toma —le entregó él, la copa con agua. A la vez que llevaba la de whisky a sus labios y le daba un sorbo—. Tómala toda, he escuchado que las emociones fuertes no son buenas para las mujeres embarazadas. Kathia abrió sus ojos de par en par, levantando la mirada hizo contacto visual con ese hombre.Él la veía con atención y ella intimidada, llevó el agua a sus labios, dando un sorbo. "¿Sabe de mi embarazo?, imagino… William le contó todo. Según lo que dijo, es su trabajo llevarme de regreso…" Seguidamente, el señor Andreotti, se sentó en el sofá individual frente a ella, relajando su postura.Kathia volvió a llevar la copa a la boca, mientras su mano temblaba. —Kathia Carter. Te casarás conmigo. —¡Puuff! —la mujer escupió el agua de su boca impactada, su copa cayó al suelo alfombrado.
—¡NO VOY A ACEPTAR ESTA BURLA! —exclamó Valentina Bianchi, con lágrimas asomando en sus ojos celestes mientras agarraba su bolso del sofá—. ¡Me voy! —gritó, plantándose frente a Giovanni y Kathia—. Te arrepentirás de esto, Gio. Yo no soy un puto juego —amenazó, dirigiendo una mirada fulminante hacia la mujer castaña. El sonido de sus tacones se desvaneció con un fuerte golpe en la puerta del elegante salón. —¡INACEPTABLE! ¡Saca a esa mujer de nuestra casa y corre a disculparte con Valentina! —gritó doña María, furiosa. —¿Disculpa?, madre. Desde hace mucho dejaste de tener poder en mi vida. ¿Cuándo fue? Ah, sí, cuando dijeron: "no nos sirves para nada. Por eso tu hermano lo tendrá todo". Los ojos avellana de Kathia se abrieron desmesuradamente, sintiéndose como un pez fuera del agua, completamente fuera de lugar. La mujer de sensual vestido rojo se puso de puntillas, apoyándose en el alto italiano, susurrando como si fuera un secreto íntimo: —Señor Andreotti… ¿Puedo irme ya? Lo
Kathia se quedó inmóvil. Ella sentía el calor de los labios del señor Andreotti sobre los suyos, su mente por un momento, quedó en blanco. De repente, con ambas manos, lo empujó con fuerza, rompiendo el beso. —¡¿Qué demonios cree que está haciendo?! —gritó la profesora Kathia, apartándose hasta que su espalda chocó contra la puerta del auto. PUM~ Ella hizo un pequeño gesto de dolor, pero rápidamente se enderezó. Su respiración estaba entrecortada, su pecho subía y bajaba con rapidez. Giovanni se reclinó hacia atrás con una sonrisa fría en su rostro. Se pasó la lengua por los labios en un gesto provocativo, mientras la miraba con sus ojos grises y penetrantes. —Estábamos sellando nuestro trato, linda. ¿No te gustó? Kathia lo fulminó con la mirada, sus manos temblaban aferrándose a la falda de su seductor vestido rojo, luchando por mantener la compostura. —¡Usted es un… es un…! —incapaz de encontrar el término adecuado para él, ella guardó silencio un instante—. ¡Es
Valentina se aferró a los brazos de su padre, llorando con desesperación. Él la abrazó con fuerza, acariciando su cabello con cariño. —Al menos… —dijo ella entre lágrimas—. Al menos la señora María Andreotti está de mi lado. Ella no quiere que Giovanni esté con esa… esa desconocida. ¡No voy a permitir que una cualquiera venga a quitarme lo que es mío! No sé quién es, pero sé que es una interesada. Lo sé, papá. Sólo quiere aprovecharse de la fortuna de mi Gio… Salvatore la apartó suavemente, sosteniéndola por los hombros. Su mirada era firme, segura, como si en ese momento tomara una decisión irrevocable: —No te preocupes, hija mía. Yo me encargaré de esto. Nadie humilla a una Bianchi. Nadie. Estoy orgulloso de ti, Valentina. Eres fuerte, no permitas que nadie te derrote. ……………… ✧✧✧ Un Día Después. Los Ángeles, Estados Unidos. ✧✧✧ En la casa de playa de los Andreotti. Los muros altos, cubiertos de enredaderas floreadas, rodeaban la propiedad dando un ambiente natural y glamuro
—¿Te acostaste con él? —soltó William la pregunta con rudeza. —¿Qué? —Kathia arqueó las cejas, incrédula ante la pregunta. —¡¡¡CONTESTA!!! —estalló William, levantando la voz—. ¡¿Fuiste tan… tan zorra como para revolcarte con Giovanni para que te ayudara?! Antes de que Kathia pudiera reaccionar, Giovanni la sorprendió al levantarse de golpe, haciendo chirriar su silla. En un instante, ese italiano caminó con pasos firmes hacia William. —¡¿Qué demonios…?! ¡Ugh! —las palabras de William se detuvieron en seco cuando Giovanni lo agarró del cuello. Se inclinó hacia él, lanzándole una mirada que irradiaba peligro. —Discúlpate con ella. William arqueó una ceja, consciente de cómo era realmente ese hombre, pero su orgullo no le permitía ceder fácilmente. Frunció el ceño, negándose a disculparse. La mano de Giovanni apretó aún más. —¿No me oyes? Dije: DIS-CÚL-PA-TE con ella, William. No permitiré que la trates así, menos en mi presencia —la voz grave de Giovanni resonó llena de aut
Giovanni se levantó de su silla con su porte elegante y seguro que parecía rodearlo de un aura imponente, casi triunfal. Con una sonrisa burlista en los labios, se inclinó ligeramente hacia William. —Hablas de la "linda profesora" como si realmente te hubiera importado. Como si la amaras… Pero dime, William, ¿olvidaste que yo estaba ahí? ¿Olvidaste que vi en primera fila cada vez que la traicionaste? —sus palabras fueron un golpe directo, llenas de una frialdad que cortaba como un cuchillo—. Lo sabes. Nunca la amaste. William bajó la mirada hacia los documentos. Sus ojos, azules y furiosos, ahora estaban nublados por la impotencia. Stéfano, sin perder tiempo, colocó la pluma en su mano. Las opciones habían desaparecido. Era el fin de su control y… Era el principio de su derrota. —Aprovecha que también soy tu abogado. No necesitas llevar esto más allá —rió Stéfano con un aire de malicia. —Malditos sean… —susurró la voz grave del CEO Johnson, lanzando una mirada fulminante hac