Al salir de la clínica. Kathia se encontró en una cafetería con su mejor amiga, Marina Davis, una profesora de una universidad prestigiosa en la ciudad.
—Kathia querida, luces radiante —sonrió la amiga abrazándola. Cuando ambas tomaron asiento, pidiendo unas bebidas frutales. Kathia no pudo contenerse más y soltó la noticia. —¡Amiga, estoy embarazada!, vengo de la clínica y voy a darle esta noche la sorpresa a William. Prepararé una cena para él. —¿Embarazo?, no sé… Después de todo lo que te ocultó, lo has perdonado muy rápido Kathia —dijo Marina un poco incómoda con la noticia de su amiga. —No lo entenderías… No es por William, yo siempre quise una familia feliz, amo los niños, soy profesora de primaria porque es algo que me apasiona —Kathia posó sus manos en su vientre con dulzura—. Es lo mejor que me ha pasado en la vida~ ¡Una mamá! ¡Yo seré mamá! ………. ✧✧✧ Esa noche en la mansión. ✧✧✧ Kathia caminaba de un lado a otro, en el jardín trasero, mismo que había sido ambientado para una elegante y romántica cena, con música clásica de fondo, y farolas colgantes iluminando las decoraciones con flores frescas. William le dijo que estaría en casa a las ocho, y ya eran pasadas las nueve de la noche y su marido… ¡No había llegado! —Señora Johnson… Por favor, será malo para su salud. Ingrese a la mansión —le pidió el mayordomo, preocupado. Kathia negó lentamente, sus brazos cruzados, sus ojos llorosos, ella volvió a ver la hora y revisar su teléfono móvil a ver si tenía respuestas de su esposo. ¡NADA!, él simplemente parecía ignorarla. —¿Sabes qué haré, Albert?, iré a la empresa y le daré la sorpresa, de seguro Will se a quedado hasta tarde por su trabajo —tomó Kathia su bolso de mano y se dirigió a la salida—. Avisa al chófer que prepare mi auto, iré sola. —Lo haré, señora. Solo tenga mucho cuidado. Kathia asintió, intentando verse calmada, pero en su interior, ese maldito presentimiento crecía, dándole una sensación de náuseas. Necesitaba calmar su corazón, ver a su marido, que él le dijera con su típica dulce sonrisa que todo estaba bien; un dulce beso y que juntos volvieran a su hogar, donde hablarían del embarazo y harían el amor, después de meses sin tener intimidad. ………. Una vez Kathia salió del ascensor. Observó que ya no habían empleados en el piso principal. Ni siquiera la secretaria de su marido estaba en su puesto, algo que le pareció bastante extraño. "¿Me habré equivocado?, no… Él no tenía ninguna cena de negocios o viaje de emergencia" Pensó ella, colocando su mano en la manija de la puerta, hasta que… —Oh, siii, sigue así, Will~ Los gemidos de placer de una mujer, causaron un shock en Kathia, que de inmediato abrió la puerta de golpe. ¡CLANK! El abrupto sonido llamó la atención de William, que volvió a ver hacia su mujer. —¡AAAH! —gritó la secretaria, cuando él la hizo empujada quitándosela de su regazo, la mujer cayó sentada en el piso, tomado sus ropas desesperada comenzó a vestirse. —¡Kathia! ¡No es lo que piensas mi amor! —exclamó el hombre, acercándose a su esposa mientras se abrochaba rápidamente el pantalón. Ella sacó un sobre de su bolso de mano y se lo tiró encima. —¡ES POSITIVO, MALDITO INFIEL! ¡Estoy embarazada, y tú no serás el padre de mis bebés! ¡¡QUIERO EL DIVORCIO!! Kathia comenzó a alejarse, el sonido de sus tacones sobre el mármol, William revisó rápidamente el papel, arruinándolo con desdén, frunció el ceño y siguió a la profesora. Ella estaba a punto de subir al ascensor, cuando él la jaló con fuerza del brazo y le empujó contra la pared. ¡Pum! —¡¡NO PERMITIRÉ QUE TE DIVORCIES DE MÍ KATHIA!! ¡Eres mi esposa y no voy a pasar la vergüenza de ser dejado, ni un juicio por divorcio o hijos! —la encimó reteniéndola de los brazos con rudeza. Ella forcejeaba, pero era inútil, él ejercía más presión. —¡Suéltame! ¡No voy a perdonarte una m@ldita infidelidad! —le escupió al rostro y lo empujó con rudeza, en ese instante, él retrocedió, y ella corrió al ascensor. —¡M@LDITA SEA, KATHIA! ¡¡VUELVE AQUÍ O HARÉ DE TU VIDA UN INFIERNO!! —corrió él tras la mujer—. ¡¡Te encerraré y te obligaré a abortar si no me obedeces!! ¡William finalmente llegó al ascensor, pero no a tiempo! CLINK~ El ascensor se cerró, él le dio una patada con rudeza. —¡¡MALDICIÓN!! Cuando el ascensor se cerró la mujer recostó su espalda, en lágrimas cubrió su boca con su mano temblorosa. ¡Desconoció a William! ¿Él era su esposo? ¿Qué pasó con el hombre con el que se casó? ¿Todo fue una mentira? ¿Ocho años de falsedad? Al llegar al estacionamiento, Kathia subió a su automóvil, intentando calmarse, comenzó a conducir. William que llegó unos minutos después, por otro ascensor, subió también a su vehículo y comenzó a perseguir a Kathia. La tensión solo aumenta en las calles, observó el auto de su esposa y continuó su persecución sin que ella se diera cuenta, hasta que llegaron a una zona menos transitada, donde buscando que se detenga. ¡GOLPEÓ EL AUTO DE KATHIA! ¡EL VEHÍCULO DERRAPÓ CON KATHIA EN SU INTERIOR! ¡¡¡BOOOOOM!!! Se produjo un aparatoso sonido del coche de la mujer contra un poste. ¡William se puso pálido por un instante! "¿Murió? ¿La… La mate?" ¡Asustado, se dio a la fuga! Su corazón acelerado y su respiración agitada. "¡Maldición, no iré a prisión por culpa de esa desgraciada! ¡Debo calmarme, si ella murió puedo jugar el papel del trágico viudo!" Pensó ese hombre, furioso, haciendo una llamada telefónica con desesperación. —Necesito que me ayudes con algo, amigo. Tengo que ocultar un crímen. ……….. ✧✧✧ Al día siguiente. ✧✧✧ En un hospital privado. Marina, en la habitación de Kathia, sin querer dejarla sola ni un momento, observó cuando su amiga comenzó a abrir los ojos. —¡Kathia! ¡Oh Dios mío, qué alegría! —se acercó tomándola de la mano. Kathia volvió a ver a sus alrededores, notando la habitación vip del hospital. Recordó su pelea con un William, recordó su escape y cómo chocó contra ese poste. —¡Es un milagro Kathia, es un milagro que no te haya pasado nada malo! —lloraba de alegría, Marina. —¿Nada…? —susurró Kathia, recordando su embarazo—. ¡Mis bebés! ¡¿Cómo están?! —Bien amiga. No los perdiste… Eres una mujer muy afortunada. "¿Fortuna?" Pensó Kathia con lágrimas en los ojos. —No es fortuna, mi vida se derrumbó… —habló la mujer, con voz temblorosa— Tengo miedo de Will… Marina, necesito alejarme. Siento asco solo pensar en que me engañó por ocho años. Como una tonta… Se burló a mis espaldas, fui su juguete, fui… Tan estúpida… —sollozaba desconsolada. —¿Huir?… ¡Házlo! ¡Es algo repentino, pero te apoyaré!, pero no puedes irte así, sin más, él ya venía de camino… —hizo Marina un gesto pensativo—. ¡YA SÉ! ¡TENGO UNA IDEA! ¡FINGE AMNESIA! ¡Hagamos un poco de tiempo!, te ayudaré a irte con tus bebés, necesitas estar lejos de él y sus amantes. —¿Amnesia? —la vio Kathia con confusión. —¡Sí! La puerta se abrió en ese momento, ambas mujeres guardaron silencio, William Johnson se acercó a su esposa. —Cariño~ qué bueno que ya estás despierta, saliste ilesa, ¿puedes creer lo afortunada que eres? Ya atraparon al maldito que chocó tu automóvil, me aseguraré que nunca salga de prisión —la abrazo ese hombre—. Nuestros bebés también están a salvo y… —¿Qué bebés? —le preguntó Kathia, su expresión falsa de total confusión. William se sorprendió y Marina comenzó a sollozar. —Will… Intenté hacer que entre en razón, pero… ¡Creo que Kathia tiene amnesia!✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ «En accidentes de este tipo, el paciente puede presentar amnesia, afortunadamente para la señora Johnson. Solo son los recuerdos de los últimos días. Puede que los recupere poco a poco, o puedes ayudarla refrescando su memoria.» Las palabras del doctor dichas a William antes de irse del hospital privado junto a Kathia, cruzaban por su mente, provocando un profundo alivio en todo su ser. ¡Aún tenía el control de esa mujer, y de su vida marital! —Iré a mi habitación a descansar, mi amor —le sonrió Kathia a William, que asintió levemente. Una vez la mujer castaña se marchó. Él volvió a ver al mayordomo. —Ella no saldrá de esta mansión, Albert. ¿Entendido? —Sí, señor Johnson. —Bien. Tengo una cita el día de hoy. Simplemente negocios, volveré tarde. ………. Poco minutos después de que William se marchó. En las afueras de la mansión Johnson, se estacionó el automóvil de Marina Davis. —Vengo a ver a mi amiga~ —sonrió la mujer de cabello corto o
Kathia se encontraba sentada en ese salón, cuyo ambiente tenso la llenaba de escalofríos.Su mirada llena de ansiedad, viendo a ese hombre que caminaba hacia ella con un par de copas en sus manos. —Toma —le entregó él, la copa con agua. A la vez que llevaba la de whisky a sus labios y le daba un sorbo—. Tómala toda, he escuchado que las emociones fuertes no son buenas para las mujeres embarazadas. Kathia abrió sus ojos de par en par, levantando la mirada hizo contacto visual con ese hombre.Él la veía con atención y ella intimidada, llevó el agua a sus labios, dando un sorbo. "¿Sabe de mi embarazo?, imagino… William le contó todo. Según lo que dijo, es su trabajo llevarme de regreso…" Seguidamente, el señor Andreotti, se sentó en el sofá individual frente a ella, relajando su postura.Kathia volvió a llevar la copa a la boca, mientras su mano temblaba. —Kathia Carter. Te casarás conmigo. —¡Puuff! —la mujer escupió el agua de su boca impactada, su copa cayó al suelo alfombrado.
—¡NO VOY A ACEPTAR ESTA BURLA! —exclamó Valentina Bianchi, con lágrimas asomando en sus ojos celestes mientras agarraba su bolso del sofá—. ¡Me voy! —gritó, plantándose frente a Giovanni y Kathia—. Te arrepentirás de esto, Gio. Yo no soy un puto juego —amenazó, dirigiendo una mirada fulminante hacia la mujer castaña. El sonido de sus tacones se desvaneció con un fuerte golpe en la puerta del elegante salón. —¡INACEPTABLE! ¡Saca a esa mujer de nuestra casa y corre a disculparte con Valentina! —gritó doña María, furiosa. —¿Disculpa?, madre. Desde hace mucho dejaste de tener poder en mi vida. ¿Cuándo fue? Ah, sí, cuando dijeron: "no nos sirves para nada. Por eso tu hermano lo tendrá todo". Los ojos avellana de Kathia se abrieron desmesuradamente, sintiéndose como un pez fuera del agua, completamente fuera de lugar. La mujer de sensual vestido rojo se puso de puntillas, apoyándose en el alto italiano, susurrando como si fuera un secreto íntimo: —Señor Andreotti… ¿Puedo irme ya? Lo
Kathia se quedó inmóvil. Ella sentía el calor de los labios del señor Andreotti sobre los suyos, su mente por un momento, quedó en blanco. De repente, con ambas manos, lo empujó con fuerza, rompiendo el beso. —¡¿Qué demonios cree que está haciendo?! —gritó la profesora Kathia, apartándose hasta que su espalda chocó contra la puerta del auto. PUM~ Ella hizo un pequeño gesto de dolor, pero rápidamente se enderezó. Su respiración estaba entrecortada, su pecho subía y bajaba con rapidez. Giovanni se reclinó hacia atrás con una sonrisa fría en su rostro. Se pasó la lengua por los labios en un gesto provocativo, mientras la miraba con sus ojos grises y penetrantes. —Estábamos sellando nuestro trato, linda. ¿No te gustó? Kathia lo fulminó con la mirada, sus manos temblaban aferrándose a la falda de su seductor vestido rojo, luchando por mantener la compostura. —¡Usted es un… es un…! —incapaz de encontrar el término adecuado para él, ella guardó silencio un instante—. ¡Es
Valentina se aferró a los brazos de su padre, llorando con desesperación. Él la abrazó con fuerza, acariciando su cabello con cariño. —Al menos… —dijo ella entre lágrimas—. Al menos la señora María Andreotti está de mi lado. Ella no quiere que Giovanni esté con esa… esa desconocida. ¡No voy a permitir que una cualquiera venga a quitarme lo que es mío! No sé quién es, pero sé que es una interesada. Lo sé, papá. Sólo quiere aprovecharse de la fortuna de mi Gio… Salvatore la apartó suavemente, sosteniéndola por los hombros. Su mirada era firme, segura, como si en ese momento tomara una decisión irrevocable: —No te preocupes, hija mía. Yo me encargaré de esto. Nadie humilla a una Bianchi. Nadie. Estoy orgulloso de ti, Valentina. Eres fuerte, no permitas que nadie te derrote. ……………… ✧✧✧ Un Día Después. Los Ángeles, Estados Unidos. ✧✧✧ En la casa de playa de los Andreotti. Los muros altos, cubiertos de enredaderas floreadas, rodeaban la propiedad dando un ambiente natural y glamuro
—¿Te acostaste con él? —soltó William la pregunta con rudeza. —¿Qué? —Kathia arqueó las cejas, incrédula ante la pregunta. —¡¡¡CONTESTA!!! —estalló William, levantando la voz—. ¡¿Fuiste tan… tan zorra como para revolcarte con Giovanni para que te ayudara?! Antes de que Kathia pudiera reaccionar, Giovanni la sorprendió al levantarse de golpe, haciendo chirriar su silla. En un instante, ese italiano caminó con pasos firmes hacia William. —¡¿Qué demonios…?! ¡Ugh! —las palabras de William se detuvieron en seco cuando Giovanni lo agarró del cuello. Se inclinó hacia él, lanzándole una mirada que irradiaba peligro. —Discúlpate con ella. William arqueó una ceja, consciente de cómo era realmente ese hombre, pero su orgullo no le permitía ceder fácilmente. Frunció el ceño, negándose a disculparse. La mano de Giovanni apretó aún más. —¿No me oyes? Dije: DIS-CÚL-PA-TE con ella, William. No permitiré que la trates así, menos en mi presencia —la voz grave de Giovanni resonó llena de aut
Giovanni se levantó de su silla con su porte elegante y seguro que parecía rodearlo de un aura imponente, casi triunfal. Con una sonrisa burlista en los labios, se inclinó ligeramente hacia William. —Hablas de la "linda profesora" como si realmente te hubiera importado. Como si la amaras… Pero dime, William, ¿olvidaste que yo estaba ahí? ¿Olvidaste que vi en primera fila cada vez que la traicionaste? —sus palabras fueron un golpe directo, llenas de una frialdad que cortaba como un cuchillo—. Lo sabes. Nunca la amaste. William bajó la mirada hacia los documentos. Sus ojos, azules y furiosos, ahora estaban nublados por la impotencia. Stéfano, sin perder tiempo, colocó la pluma en su mano. Las opciones habían desaparecido. Era el fin de su control y… Era el principio de su derrota. —Aprovecha que también soy tu abogado. No necesitas llevar esto más allá —rió Stéfano con un aire de malicia. —Malditos sean… —susurró la voz grave del CEO Johnson, lanzando una mirada fulminante hac
✧✧✧ Más tarde, esa noche, en la casa de playa del señor Andreotti. ✧✧✧ El sonido de las olas rompiendo contra la orilla llenaba el aire. Kathia Cárter estaba en el balcón de su habitación, envuelta en una manta, mirando el horizonte con la mente perdida. Su mente era un caos, su corazón latía dolosamente. Después de intentar tomar una siesta por algunas horas, la buscaron para que baje a cenar… Por supuesto, no lo hizo. ¿Qué apetito tendría después de lo que vivió esa mañana? Clack~ En ese momento, la puerta corrediza del balcón se abrió de repente. Kathia no necesitó girarse para saber quién estaba ahí tras de ella, ya que… Giovanni Andreotti tenía una presencia que era imposible ignorar. —¿Siempre huyes cuando las cosas no están a tu favor? —preguntó él con su tono bajo y arrogante, ese que lograba hacerla hervir de rabia y, al mismo tiempo, estremecerse. Kathia se giró lentamente, sus ojos avellanas hinchados por el llanto. Giovanni estaba ahí, impecable como siempre