Capítulo 03: ¿Una propuesta?

⁠✧⁠✧⁠✧⁠ Un día más tarde. ✧⁠✧⁠✧

«En accidentes de este tipo, el paciente puede presentar amnesia, afortunadamente para la señora Johnson. Solo son los recuerdos de los últimos días. Puede que los recupere poco a poco, o puedes ayudarla refrescando su memoria.»

Las palabras del doctor dichas a William antes de irse del hospital privado junto a Kathia, cruzaban por su mente, provocando un profundo alivio en todo su ser.

¡Aún tenía el control de esa mujer, y de su vida marital!

—Iré a mi habitación a descansar, mi amor —le sonrió Kathia a William, que asintió levemente.

Una vez la mujer castaña se marchó. Él volvió a ver al mayordomo.

—Ella no saldrá de esta mansión, Albert. ¿Entendido?

—Sí, señor Johnson.

—Bien. Tengo una cita el día de hoy. Simplemente negocios, volveré tarde.

……….

Poco minutos después de que William se marchó. En las afueras de la mansión Johnson, se estacionó el automóvil de Marina Davis.

—Vengo a ver a mi amiga~ —sonrió la mujer de cabello corto oscuro—. Le traje algunas vitaminas, dulces de sus favoritos, y una flores para festejar su salida del hospital y desearle una rápida recuperación —señaló la mujer a su asistente que venía cargando en sus brazos los obsequios.

—La señora está descansando, pero solo por ser usted, su mejor amiga, la dejaré subir por unos minutos —sonrió amablemente el mayordomo.

Marina ingresó a la habitación matrimonial de Kathia y William, cerrando la puerta tras de ella.

—¡MARI! ¡Por Dios, casi me vuelvo loca esperando! —exclamó Kathia, de inmediato quitándose sus ropas y cambiando con la asistente de Marina.

—Date prisa, no podemos demorar mucho tiempo. El mayordomo vendrá y nos atrapará —decía Marina ayudando a Kathia a cambiarse—. ¿Lograste encontrar tus documentos? ¿No te hace falta nada?

—Llevo todo conmigo, mis papeles de identidad, los de trabajo, dinero, todo.

—Perfecto. No te preocupes por ropa ni nada material, en el aeropuerto hay alguien con una maleta lista para ti, tu vuelo a Roma sale en una hora.

—¿Eh? ¡¿Roma, Italia?! —exclamó Kathia, sorprendida—. Pensé que iría a otro Estado… No puedo irme del país, yo…

—¡Kathia! —exclamó Marina, apoyando sus manos en los hombros de su amiga—. No sabemos hasta dónde llega la influencia de William, pero es un narcisista, controlador y mentiroso, que no te dejará en paz. De Roma irás hacia Nápoles, ahí tengo un tío, él te ayudará a conseguir trabajo, hospedaje y más. No tienes que preocuparte por nada. Por favor amiga, por ti y los bebés, debes irte.

Kathia asintió, sus ojos se llenaron de lágrimas debido al temor de lo desconocido, pero, rápidamente las limpió y continuó su disfraz.

Minutos más tarde, Marina Davis salió de la mansión Johnson, con Kathia disfrazada de asistente.

…………

⁠✧⁠✧⁠✧ Media hora más tarde. ⁠✧⁠✧⁠✧

—¡Oh William! Eres fantástico~ no te detengas~ —gritaba de placer la mujer complemente desnuda bajo ese hombre en la cama de una lujosa suite.

El teléfono en la mesita de noche, no dejaba de vibrar, William distraído lo veía de reojo de vez en cuando.

—Solo ignora~ no pasa nada, Will.

—No. Espera —dijo él levantándose y aceptando la llamada al ver que venía de la mansión.

—¡Señor Johnson, como lo siento, la señora se fue! ¡Huyó junto a la señorita Davis!

—¿Kathia, huyó? —le preguntó él con incredulidad.

"¡No puede ser! ¡¿No tenía amnesia?!"

"¿Me engañaron? ¡¿Ese par de perras se burlaron de mí?!"

Pensó el hombre, estallando de ira.

—Sí. Su amiga ingresó junto a una…

William le colgó al mayordomo, vistiéndose, se apresuró a hacer algunas llamadas, que dieron la última ubicación de Marina Davis.

………

Media hora más tarde. En el aeropuerto.

William Johnson bajó de su vehículo, su rostro lleno de furia. Todo el convoy de autos que lo seguían, también se estacionó sus hombres vestidos de oscuro comenzando a emerger.

—¡BUSQUEN A KATHIA! ¡IMPIDAN QUE TOME EL MALDITO VUELO!

—Eso será muy díficil, Will. Kathia ya no está en el país —se escuchó la voz retadora de Marina Davis—. Una escoria como tú, nunca mereció a mi amiga.

Los ojos azules de William se clavaron gélidos, llenos de odio y desprecio en Marina Davis, que lo había retado y burlado.

—No sabes con quién te has metido, mujer estúpida.

Marina retrocedió unos pasos, pero uno de los hombres de William la retuvo del brazo.

—Te espera un infierno.

……….

⁠✧⁠✧⁠✧ Un mes más tarde, en Nápoles, Italia. ⁠✧⁠✧⁠✧

Su estómago se revolvía ante los nervios y la impaciencia, causando un ligero temblor en sus manos.

Sentada en un sillón aterciopelado del elegante salón de estar, su mirada avellana se dirigió nuevamente a la fotografía que sostenía en sus manos, parte del expediente de su nuevo empleo cómo…

Tutora privada.

El niño en la imagen de apariencia dulce en sus siete años, conmovió su corazón.

Llevó una mano a su vientre.

"En siete meses tendré a mis hermosos mellizos, aquí en Italia, una nueva vida nos espera…"

¡CLACK!

Un sonido la sacó abruptamente de sus pensamientos, su mirada se dirigió a las puertas dobles de cristal en ese salón, que daban rumbo a un extenso jardín.

Sin embargo, no fue el paisaje lo que llamó poderosamente su atención, si no el alto hombre, que ingresó rodeado de un aura imponente.

Caminando hacia ella, se quitaba sus guantes de cuero con sutileza, en segundos su afilada mirada gris oscura, se clavó en la mujer.

Kathia quedó en shock viendo a ese italiano que…

¡YA CONOCÍA!

—Disculpa la tardanza. Daba mi paseo matutino a caballo, uno de mis tanto hobbies —esbozó el hombre una pequeña sonrisita, seguidamente con su mano, alisando su cabellera negra hacia atrás.

—¡¿TÚ?! —alzó la voz Kathia, al mismo tiempo que se levantaba del sofá, alerta.

—Te ves más radiante que la última vez que nos vimos, Katia. ¿Fue hace un año, quizá más? —decía él, sus pasos resonando hasta que se detuvo frente a la mujer.

—¡Esto es un error! ¡Me equivoqué, me tengo que ir! —exclamó Kathia, caminando hacia la salida, cuando… —¡AAH! —un grito salió de sus labios, ese hombre vestido de color marrón oscuro, la jaló de la muñeca izquierda.

Su peligrosa mirada se clavó en su dedo anular izquierdo, Kathia no llevaba su anillo matrimonial.

—Estás huyendo del hombre equivocado, querida Kathia —susurró en tono divertido, como si gozara de las reacciones que causaba en ella.

¡Kathia forcejeó!

¡Ese hombre de aspecto soberbio, la tomó de la otra muñeca y la atrajo con rudeza hacia su cuerpo, de modo que él se rozó contra ella descaradamente!

—¡¡SUÉLTEME, SEÑOR ANDREOTTI!! ¡¡SÉ QUE ES AMIGO DE WILLIAM!! ¡NO VOLVERÉ A ESTADOS UNIDOS! —gritó la mujer, su rostro pálido.

Giovanni Andreotti, ese peligroso mafioso, acercó su rostro hacia ella, sus alientos entrelazándose y con un murmullo imponente, le dijo:

—Escúchame bien, lindura. Tienes dos opciones, uno, te sientas y escuchas mi propuesta a la que dirás "sí", y dos, llamo a William y te envio como un maldito paquete de regreso a Los Angeles. ¿Qué eliges?

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