—¿Te acostaste con él? —soltó William la pregunta con rudeza. —¿Qué? —Kathia arqueó las cejas, incrédula ante la pregunta. —¡¡¡CONTESTA!!! —estalló William, levantando la voz—. ¡¿Fuiste tan… tan zorra como para revolcarte con Giovanni para que te ayudara?! Antes de que Kathia pudiera reaccionar, Giovanni la sorprendió al levantarse de golpe, haciendo chirriar su silla. En un instante, ese italiano caminó con pasos firmes hacia William. —¡¿Qué demonios…?! ¡Ugh! —las palabras de William se detuvieron en seco cuando Giovanni lo agarró del cuello. Se inclinó hacia él, lanzándole una mirada que irradiaba peligro. —Discúlpate con ella. William arqueó una ceja, consciente de cómo era realmente ese hombre, pero su orgullo no le permitía ceder fácilmente. Frunció el ceño, negándose a disculparse. La mano de Giovanni apretó aún más. —¿No me oyes? Dije: DIS-CÚL-PA-TE con ella, William. No permitiré que la trates así, menos en mi presencia —la voz grave de Giovanni resonó llena de aut
Giovanni se levantó de su silla con su porte elegante y seguro que parecía rodearlo de un aura imponente, casi triunfal. Con una sonrisa burlista en los labios, se inclinó ligeramente hacia William. —Hablas de la "linda profesora" como si realmente te hubiera importado. Como si la amaras… Pero dime, William, ¿olvidaste que yo estaba ahí? ¿Olvidaste que vi en primera fila cada vez que la traicionaste? —sus palabras fueron un golpe directo, llenas de una frialdad que cortaba como un cuchillo—. Lo sabes. Nunca la amaste. William bajó la mirada hacia los documentos. Sus ojos, azules y furiosos, ahora estaban nublados por la impotencia. Stéfano, sin perder tiempo, colocó la pluma en su mano. Las opciones habían desaparecido. Era el fin de su control y… Era el principio de su derrota. —Aprovecha que también soy tu abogado. No necesitas llevar esto más allá —rió Stéfano con un aire de malicia. —Malditos sean… —susurró la voz grave del CEO Johnson, lanzando una mirada fulminante hac
✧✧✧ Más tarde, esa noche, en la casa de playa del señor Andreotti. ✧✧✧ El sonido de las olas rompiendo contra la orilla llenaba el aire. Kathia Cárter estaba en el balcón de su habitación, envuelta en una manta, mirando el horizonte con la mente perdida. Su mente era un caos, su corazón latía dolosamente. Después de intentar tomar una siesta por algunas horas, la buscaron para que baje a cenar… Por supuesto, no lo hizo. ¿Qué apetito tendría después de lo que vivió esa mañana? Clack~ En ese momento, la puerta corrediza del balcón se abrió de repente. Kathia no necesitó girarse para saber quién estaba ahí tras de ella, ya que… Giovanni Andreotti tenía una presencia que era imposible ignorar. —¿Siempre huyes cuando las cosas no están a tu favor? —preguntó él con su tono bajo y arrogante, ese que lograba hacerla hervir de rabia y, al mismo tiempo, estremecerse. Kathia se giró lentamente, sus ojos avellanas hinchados por el llanto. Giovanni estaba ahí, impecable como siempre
Giovanni la observó en silencio, su mirada era gélida, casi una amenaza silenciosa y aún así… Kathia finalmente se levantó de la cama, evitando el contacto visual. —No te arrepientas, Kathia. Lo que pasó aquí fue real. La primera, de muchas más veces. Ella no respondió. Simplemente se fue a encerrar al baño, dejando a Giovanni solo. ¡CLANK! Tras el portazo de Kathia, él se quedó ahí, su rostro endurecido por la molestia… No estaba acostumbrado a que las mujeres se alejaran de él… y esa profesora de primaria, era la segunda en toda su vida, que le hacía algo así. ……………… ✧✧✧ Mientras tanto, en una propiedad del CEO Johnson. ✧✧✧ William caminaba por un pasillo oscuro, su mente llena de planes retorcidos. "¡MALDITO SEAS GIOVANNI! ¡M@LDITA CUALQUIERA RESULTASTE SER, KATHIA!" Pensaba ese hombre rubio, sumergido en la ira, y la humillación que vivió ese día. En una habitación al final del pasillo, Marina, la mejor amiga de Kathia, estaba sentada en la cama. Su rostro lucía
"¿No lo sabe?, todo esto es una farsa. Un contrato. Supongo que… No es amigo cercano de Giovanni…" Pensó Kathia que exhaló. Incómoda de estar ahí… Se sentía fuera de lugar. Simplemente no encajaba. ¿Pero qué podía hacer?, él tenía negocios qué tratar y no la iba a dejar fuera de su vista. El hombre que se había sentado junto a ella, hizo un gesto con su mano, de inmediato le trajeron dos cócteles. Él los tomó en sus manos y ofreció uno a Kathia. —Mi nombre es Christian. Soy el jefe de seguridad —le informó ese hombre—. Si necesitas huir de él algún día, podría llamarme~ —sacó una tarjeta del bolsillo de su traje y en ese momento… —¿Estás buscando quedarte sin mano, Christian? —se escuchó la voz de ese italiano. Kathia levantó la vista y se encontró con Giovanni, que la miraba con una expresión que mezclaba irritación, y algo más que ella no pudo identificar en ese momento. —¿Está molestándote? —preguntó Giovanni, ignorando por completo al hombre y centrando su atención en
El señor Andreotti apretó la mandíbula y se pasó una mano por el cabello, como si intentara contenerse. Finalmente habló, pero su tono era más frío que antes: —Te dije que no te preocupes —se giró hacia el baño, como si quisiera terminar la conversación, dándole la espalda a esa profesora—. Yo me encargo de todo. —Espero que tengas razón —Kathia lo miró con desconfianza mientras se sentaba en la cama—. Porque si no la tienes, me encargaré yo misma de que pague por ello, señor Andreotti. Giovanni dejó escapar una leve sonrisita desde el umbral del baño, una que ella no pudo notar. ……………… ✧✧✧ Tres días más tarde. ✧✧✧ El sol de la mañana bañaba la ciudad de Los Ángeles. Giovanni ajustó su saco mientras caminaba hacia su vehículo oscuro. Tenía asuntos importantes que atender antes de regresar a Nápoles, pero algo en el tono de Kathia cuando pidió acompañarlo durante el desayuno, lo hizo dudar. « Quiero ver a mi padre. » Había dicho ella, con una mezcla de nerviosismo y firm
El doctor Carter no respondió. Permaneció en silencio, mientras veía cómo su hija se daba la vuelta y caminaba hacia la salida. Kathia se detuvo con la mano en la manija de la puerta. Por un momento, pareció dudar. Entonces, giró la cabeza apenas lo suficiente para mirar a su padre por encima del hombro. —Por cierto… —habló ella, su voz temblando ligeramente—. Me voy a casar. Mi futuro esposo se llama Giovanni Andreotti. Me iré a Nápoles con él. Así que… Adiós. ¡CLANK! Tras el portazo. El doctor Carter se quedó de pie, frunciendo el ceño. —¿Giovanni Andreotti? ¿Ese no es…? —susurró para sí mismo. ……………….. Afuera, Giovanni esperaba apoyado contra el auto. La brisa de la mañana movía algunos mechones de su cabellera negra, mientras él exhalaba el humo de su cigarrillo con calma. Parecía completamente ajeno al caos emocional que Kathia acababa de dejar atrás. Cuando la vio salir, supo que algo en esa conversación no había salido bien. Él notó las lágrimas en su ro
A través de las amplias ventanas del restaurante, Kathia vio cómo una limusina negra se detenía frente al lugar. La asistente, preocupada por la posibilidad de que Kathia pudiera desmayarse en su estado, tomó su brazo y la ayudó a salir del local. Al salir. El aire frío de la tarde las envolvió. Dos guardaespaldas bajaron primero de la limusina, abriendo la puerta trasera. Kathia sintió que las piernas le flaqueaban cuando Giovanni descendió del vehículo. El porte altivo e imponente de ese hombre, que ya a ella se le hacía habitual observarlo como un "Rey" de mirada gélida. Giovanni caminó hacia ella y se detuvo a escasos centímetros, con su mirada gris clavándose en ella, indescifrable y fría. —Kathia —dijo su profunda voz. Analizó su rostro con atención, como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos—. ¿Qué está pasando? —Giovanni… —susurró ella, intentando mantener la compostura. Sus ojos se pasearon en los alrededores con nerviosismo, antes de acercarse un poco má