Haidar Abdelaziz es un millonario que busca venganza, pero su vida cambia cuando conoce a Brenda Saywell. Para ayudar a su madre enferma, Brenda toma la difícil decisión de vender su virginidad. Sin embargo, Haidar, su comprador, le propone ser su esposa y tener un bebé. Brenda se ve atrapada en una situación complicada, sin muchas opciones. A medida que pasan los días, la relación entre Haidar y Brenda se vuelve más intensa. ¿Podrá Haidar cumplir con su plan de venganza sin dejarse llevar por los sentimientos que comienzan a surgir?¿Será capaz el corazón de Brenda de sobrevivir durante un año al lado del Árabe?
Leer másEsa mañana, Haidar se quedó mirando el anillo que aún ocupaba un lugar en su mano. Sabía que tendría que despojarse de él en algún momento, pero una parte de él no podía aceptarlo. La idea de divorciarse de Brenda lo llenaba de tristeza y mucha confusión, aunque la realidad era innegable.Sus ojos se dirigieron a una parte de su armario, donde había colocado los anillos que Brenda le había arrojado aquel día. Con un dolor palpitante en el pecho, se acercó y los tomó entre sus manos, reflexionando sobre la situación. Era evidente que ella no los aceptaría de regreso; todo había terminado, y no había marcha atrás.Él sabía que, desde el principio, su relación había estado marcada por problemas, engaños y verdades ocultas. Pero ahora, con el corazón hecho trizas, se dio cuenta de que era demasiado tarde para entenderlo. La confusión reinaba en su mente, y el panorama se veía cada vez más oscuro.Finalmente, resopló y se quitó el anillo, colocándolo junto a lo
Haidar regresó a su lujoso apartamento después de un día agotador en el trabajo. Marilyn, la asistente doméstica, le avisó inmediatamente que la cena estaba lista. Sin embargo, el hombre no tenía mucho apetito y se negó a comer, agradeciendo a Marilyn con un gesto ausente. Ella, preocupada, no pudo evitar pensar en lo complicado que era todo entre Brenda y su jefe. En su corazón, anhelaba que pudieran resolver sus problemas, aunque el panorama se presentaba sombrío, casi como un milagro improbable.Marilyn continuó con sus quehaceres en el piso, sintiendo que ya le quedaba poco por hacer. Sin embargo, no podía evitar sentir la falta de Alexandra, quien solía ayudarla. Tal vez Haidar, sumido en su propio revuelo emocional, no había considerado contratar a alguien más. Aun así, ella no se atrevía a mencionarlo, temía cargarlo con más preocupaciones.Tras ducharse, Haidar se encerró en su despacho y comenzó a beber. Con un vaso medio lleno sobre el escritorio, so
Mónica se había sentido cada vez más distante de Dylan desde el incidente con Karla. Era como si una pared invisible se hubiera levantado entre ellos, a pesar de vivir bajo el mismo techo. Cuando Dylan le preguntó si se iría con él al trabajo, Mónica respondió con cautela.—Puedo tomar el autobús como siempre o pagar un taxi.Pero esta vez, Dylan no se marchó. En su lugar, detuvo a Mónica agarrándola del brazo y la miró directamente a los ojos. Mónica sabía que había llegado el momento de enfrentar los problemas que los separaban.—Mónica, lo siento mucho si no te conté que Karla y yo salimos por un tiempo, pero eso ya es parte del pasado. Lo que ella te haya dicho sobre mí no debería afectarte. Al fin y al cabo, yo te he elegido a ti. Tú eres la mujer que me interesa, y no estoy pendiente de si tienes dinero o no. No le hagas caso a Karla.Mónica bufó, sintiéndose insegura. —Es que tiene razón, ni siquiera entiendo cómo es que te h
La casa en silencio, apenas interrumpido por el sonido del agua corriendo en la ducha. Madelaine había vuelto, pero su presencia no traía consigo la calma que todos esperaban. Jamal, con la mirada preocupada, sabía que las palabras no eran suficientes para curar las heridas. —¿Está todo bien con ella? —averiguó, tratando de sondear los sentimientos de Madelaine.—En realidad no está muy bien, —admitió, con la voz temblorosa. —Incluso cuando intenta ser fuerte, sé que está rota por dentro. Es lógico que esté así; no ha pasado casi nada desde que todo ha cambiado.Jamal asintió, comprendiendo la profundidad del dolor. Las palabras eran un consuelo fugaz, y ambos sabían que la situación exigía más que eso.—Aún necesita tiempo, —dijo finalmente Jamal, como si eso pudiera aliviar un poco la carga.Madelaine se despidió con un gesto y se dirigió a la ducha, dejando atrás a Jamal, quien no podía evitar sentir una punzada de tristeza por ella.
Aisha estaba furiosa. Su voz resonaba en el ambiente, llena de frustración y enojo. Gritaba sobre la situación de su sobrino Haidar y la joven Brenda. "¡No pueden estar juntos!", clamaba, su tono lleno de desespero. Ibrahim, su marido, la miraba con preocupación, intentando hacerla entrar en razón. — ¿Y qué harás? —cuestionó Ibrahim, tratando de comprender la intensidad de su emoción.Aisha, sin dudar, respondió con firmeza: "Solo quiero separarlos. No quiero que haya ningún tipo de relación entre ellos". Su deseo de proteger a Haidar era palpable, pero Ibrahim sabía que eso era imposible.— Aisha, no puedes obligar a tu sobrino —replicó Ibrahim, su voz tranquila contrastando con la agitación de Aisha. La discusión continuó, con Aisha insistiendo en su postura, mientras Ibrahim trataba de hacerla ver que el amor no se puede controlar, que Haidar debía tomar sus propias decisiones.Mientras tanto, Madelaine y Jamal estaban al tanto de la tensión familiar. Madelaine, que había sido ami
Mónica marchó al trabajo con Dylan, manteniendo un trato profesional dentro de la oficina. Fuera de ella, sin embargo, todo era diferente. Ambos habían acordado no hablar sobre su relación en el trabajo, así que nadie sabía que estaban saliendo. Aunque había ciertas sospechas. Por ejemplo, la asistente de Karla estaba siempre alerta, siguiendo órdenes de su jefa, quien quería averiguar si había algo más que una simple relación laboral entre Mónica y Dylan.Al final, Julia regresó a la oficina de Karla. La jefa la miró con curiosidad.—¿Has podido descubrir algo o de nuevo has notado que solo actúan como jefe y empleada? —preguntó Karla, con un tono de expectativa.—Lo siento mucho, pero parece que la única relación que tienen es de carácter profesional. No he visto nada que sugiera lo contrario. No creo que estén saliendo juntos, además, ¿por qué lo haría? Ella claramente no es su tipo —soltó Julia, tratando de ser objetiva.—Por supuesto que no es su tipo. Dylan es un idiota. Estuvim
Mónica todavía no se acostumbraba a los detalles cariñosos de Dylan, ni a la forma en que él la trataba. Era un florecimiento que nunca se había imaginado, pero que estaba viviendo y escribiendo con mucho cariño. Cada momento con él era una página nueva de su vida que disfrutaba enormemente.Dylan era un hombre caballeroso, justo, amable y atento. Había llegado a su vida en un momento en que ella pensaba que todo estaba perdido, iluminando su existencia en medio de una profunda oscuridad.—Dylan, hay algo que quiero preguntarte, pero solo ahora me atrevo a hacerlo —inició Mónica, con un tono de nerviosismo en su voz.—Mónica, ¿de qué se trata? —respondió él, mirándola con curiosidad.—Lo que quiero saber es la razón por la que te fijaste en mí. Entre tantas mujeres de tu posición y nivel social, no entiendo cómo elegiste a una persona como yo, tan diferente a ti. Somos como polos opuestos.Dylan asintió, comprendiendo la inquietud y curiosidad de Mónica. Sabía que su pregunta era váli
Cuando Brenda llegó al nuevo departamento, se quedó mirando a su alrededor. El lugar era hermoso, y aunque no lo admitiría en voz alta, en el fondo de su ser sabía que Haidar había escogido este espacio pensando en ella. Se sentía acogedor y cálido, un refugio que, a pesar de su situación, le ofrecía una pizca de consuelo.Alexandra se detuvo a su lado, observando el entorno con una sonrisa.—Este lugar es perfecto para ti —comentó—. No hay duda de que Haidar tiene un buen ojo para esto.Brenda se aclaró la garganta, como si no quisiera hablar de él en ese momento. Avanzó y se dejó caer en el enorme sofá, sintiendo cómo la comodidad la envolvía. Alexandra, comprendiendo el estado de ánimo de Brenda, no dijo más. Se puso a desempacar algunas cosas, dejando a Brenda disfrutar de su silencio.Mientras Alexandra trabajaba, Brenda permaneció en el sofá, observando todo con atención. Sabía que tendría que acostumbrarse a este nuevo espacio y habituarse a una vida diferente. —Brenda, he ter
Brenda se despertó a la mañana siguiente con la luz del sol filtrándose a través de la ventana. Al principio, la luz era molesta, pero rápidamente se acostumbró a su brillo cálido. Se levantó lentamente de la cama, todavía sintiendo el peso de la noche anterior, y caminó hacia el baño para ducharse. Mientras el agua caía sobre ella, reflexionó sobre el día que tenía por delante: el día en que finalmente dejaría el lujoso piso que había compartido con Haidar y se mudaría a un nuevo lugar que él había escogido.Cuando terminó de peinarse, sonaron suaves golpes en la puerta.—¿Quién es? —preguntó Brenda, su voz aún un poco adormilada.—Soy yo, Alexandra. ¿Puedo pasar? —expresó la mujer al otro lado.Brenda respiró hondo y le dijo:—Sí, por supuesto que puedes pasar.En pocos momentos, Alexandra entró en la habitación con una sonrisa cálida.—Buenos días, Brenda. Espero que hayas dormido bien. El desayuno ya está listo. Haidar me indicó que empaques lo que consideres necesario; se encarga