Haidar seguía manejando en dirección al departamento de Brenda. En su mente, una batalla interna lo consumía. Había decidido no decirle nada sobre su tumor cerebral, pero mientras el auto avanzaba por las calles, no podía dejar de pensar si estaba tomando la decisión correcta. Ocultar su estado de salud parecía lo mejor para no alterar las cosas ni preocuparla innecesariamente, pero también sentía que estaba siendo injusto con ella al no compartir algo tan importante. Sin embargo, al final, optó por guardar silencio. No quería que la dinámica entre ellos cambiara, y mucho menos que Brenda lo tratara con lástima.Mientras los pensamientos lo abrumaban, Brenda comenzó a removerse en el asiento, despertando lentamente. Haidar la observó de reojo y sonrió ligeramente al verla intentar disimular que se había dormido. En cuestión de minutos, el trayecto llegó a su fin. El tiempo se había sentido mucho más corto de lo habitual, y Haidar no pudo evitar un deseo egoísta: dar una vuelta más, al
Haidar se sintió presionado al confesar la verdad a su mejor amigo. Ya no podía seguir ocultándole lo que estaba pasando. Con el corazón acelerado, finalmente se decidió a hablar.—La razón por la que me desmayé en la oficina y por la que fui trasladado al hospital no solo se debe al estrés. Tengo un tumor cerebral —informó, dejando caer la bomba.Jamal abrió los ojos, completamente sorprendido ante la confesión de su amigo. Era algo inesperado, y el peso de la noticia lo dejó aturdido.—¿Estás hablando en serio o es una broma? —preguntó, buscando en la voz de Haidar algún indicio de que todo era un malentendido.—No estoy bromeando. Nunca jugaría con algo así, mucho menos con mi salud. El diagnóstico que me dio el médico fue claro. El tumor es peligroso, pero es operable. Sin embargo, la cirugía implica riesgos significativos. Podría morir en el proceso, pero si no lo intento, no sabré si hay una posibilidad de salvarme. Así que estoy atrapado entre decidirme a operarme o dejar que e
Brenda sentía que su corazón se salía de su pecho cada vez que recordaba toda la situación que estaba viviendo. Permanecía en medio de la sala de espera, su corazón latía con fuerza, y no entendía por qué se sentía así. Tenía miedo de ser la culpable de que algo malo le hubiera pasado a Haidar. ¿Y si su exesposo no pudo con el hecho de que ella se estaba yendo para siempre y por eso se desplomó en medio del aeropuerto? La incertidumbre la mantenía en un estado de alerta constante.De pronto, levantó la vista al escuchar su nombre. Era Alexandra, que había llegado tan pronto como supo lo que había ocurrido. La abrazó con fuerza, y Brenda sintió una mezcla de alivio y culpa.— Brenda, aquí estás. En cuanto me enteré de todo, vine lo más rápido que pude. Dime, por favor, ¿cómo se encuentra Haidar?Brenda, sintiéndose avergonzada, no podía mirarla a la cara. No había tenido el valor de despedirse de ella en persona; solo dejó una carta escrita. Además, estaba avergonzada por romper su pro
Todo cambió cuando de pronto apareció Aisha junto a su marido, Ibrahim. La tía de Haidar había llegado, y su presencia no era bien recibida por ninguno de los allegados de Haidar. Alexandra se sintió incómoda al ver a Aisha allí. — Exijo ver a mi sobrino de inmediato. Jamal, sin pensarlo dos veces, se puso en pie, decidido a no permitir que esos dos se salieran con la suya. Nadie tenía el derecho de exigir nada en ese momento.— Con todo respeto, Aisha, estoy al tanto de todos los inconvenientes que han pasado entre tú y tu sobrino, y te pediré que te retires de aquí. No creo que tu visita sea gratificante para mi amigo.Aisha se quedó descolocada por las palabras directas de Jamal. Su expresión cambió a una de indignación y molestia, bufando con desdén.— ¿Eres consciente de la forma tan grosera con la que te diriges a mí? Jamal, por supuesto que tengo todo el derecho de estar aquí y preguntar por la salud de mi sobrino. ¡Es el hijo de mi hermana!Ibrahim, que parecía más calmado
El día de la cirugía había llegado. Haidar se encontraba en la cama, nervioso, mientras los médicos se preparaban para llevarlo al quirófano. Aunque intentaba mantener la calma, sentía una miedo. Sabía que todo saldría bien; eso era lo que debía creer.Mientras tanto, Brenda había llegado al hospital, acompañada por Jamal y Madelaine. Juntos se dirigieron a la sala de espera, donde la ansiedad se palpaba en el aire. La sala era fría y silenciosa, interrumpida solo por el sonido de los pasos de algunas enfermeras y el murmullo lejano de conversaciones.— ¿Crees que todo saldrá bien? —preguntó Brenda, su voz temblando ligeramente.Jamal intentó ofrecerle una sonrisa tranquilizadora. — Claro que sí. Los médicos son expertos en esto. Haidar está en buenas manos.Madelaine asintió, pero sus ojos también reflejaban preocupación. — Lo importante es que él es fuerte. Y tiene a todos nosotros apoyándolo.Los minutos se convirtieron en horas mientras esperaban, cada uno atrapado en sus propio
El gran día había llegado para Brenda, quien se encontraba a horas de dar a luz. Anhelaba conocer a sus trillizos, tenerlos en sus brazos, pero el temor a lo desconocido también la acechaba. Sin experiencia previa, no podía evitar preguntarse cómo sería todo.Mientras se acomodaba en la cama, un quejido involuntario escapó de sus labios, lo que terminó despertando a Haidar. Él se giró rápidamente hacia ella y, al notar el líquido empapando las sábanas, comprendió que había roto fuente.—Haidar, creo que ha llegado el momento. El miedo se apoderó de Haidar. Abrió los ojos de par en par; si bien la cesárea estaba programada, ahora todo parecía haberse adelantado. — ¿En serio? ¡Dios mío! Tenemos que ir al hospital de inmediato!Brenda trató de inhalar y exhalar con frecuencia, intentando calmarse ante el creciente dolor de las contracciones, que se intensificaban cada vez más. Sin poder esperar por una ambulancia, Haidar la ayudó a llegar al auto y condujo como un loco hacia el hospita
FINAL Támara tenía los ojos tan grises y el cabello castaño, mientras que Amira poseía unos ojos ámbar brillantes. Jamil, por su parte, tenía los mismos ojitos grises que su hermana Támara y su cabello oscuro como el ébano. Indudablemente, los niños se parecían más a su padre que a ella. Brenda no podía evitar sonreír al ver cómo los rasgos de Haidar se reflejaban en sus pequeños, una mezcla perfecta de ambos.Los primeros días de la nueva vida como padres habían sido un verdadero desafío. Brenda y Haidar estaban acostumbrándose a esta etapa tan diferente, aprendiendo y conociendo más sobre sus hijos, aunque no era nada fácil lidiar con tres recién nacidos al mismo tiempo.Haidar se sentía agotado, pero también inmensamente feliz de poder compartir esa experiencia con Brenda. Se esforzaba por estar presente, haciendo todo lo posible para trabajar desde casa y ayudar con las tareas del hogar, de modo que no se perdiera ni un segundo de la vida de sus hijos.Esa noche, Haidar estaba ar
Epílogo El gran día finalmente había llegado. Brenda se sentía tan nerviosa como si fuera la primera vez que enfrentaba un momento tan importante, sí, sí era su primera vez. De pie frente al espejo, envuelta en un vestido blanco de seda que caía con elegancia hasta el suelo, diseñado a la perfección para ella, no podía evitar sentir que estaba viviendo un auténtico cuento de hadas. Sus delicadas manos sujetaban con firmeza un ramo de flores frescas, vibrantes y cuidadosamente seleccionadas. Su cabello, recogido con delicadeza, dejaba escapar algunos mechones que enmarcaban su rostro, mientras que el maquillaje ligero resaltaba sus bellas facciones con sutileza. Brenda era la viva imagen de la felicidad, y todo a su alrededor parecía confirmar que este día era tal como lo había soñado.Cuando llegó el momento de salir, su corazón latía con fuerza, la emoción y alegría eran difícil de contener. Estaba a punto de enlazar su vida con Haidar, el hombre que había conquistado su corazón, el