En el mundo del crimen no hay cabida para la piedad, y Gael Montenegro lo sabe mejor que nadie. Dueño de un imperio forjado a sangre y fuego, su único propósito es destruir a su mayor enemigo, Octavio del Bosque, el hombre que le arrebató todo hace años. Pero el destino, tan irónico como letal, le ofrece una venganza aún más dulce: secuestrar a su hija. Isabela del Bosque ha vivido en una jaula de oro, ajena a los negocios turbios de su padre. Inteligente, de espíritu rebelde y con un carácter de fuego, se niega a ser solo un peón en un juego que no pidió jugar. Sin embargo, cuando es raptada por Gael y arrastrada a su mundo, se enfrenta a una verdad inquietante: su captor no es el monstruo que imaginó. Entre amenazas, enfrentamientos y un deseo que ninguno de los dos quiere aceptar, la línea entre odio y pasión se difumina. Pero en un mundo donde la traición acecha en cada esquina, enamorarse del enemigo podría ser la sentencia de muerte de ambos. Y en esta historia, nadie está a salvo.
Leer másGAELEl aire en la habitación pesa.Estoy de pie frente a la ventana, observando las sombras de los hombres que patrullan la propiedad. Desde el ataque, nadie ha dormido bien. Ni siquiera yo.La seguridad se ha triplicado, las cámaras están activas las veinticuatro horas del día y Lorenzo ha distribuido armas estratégicamente en toda la casa. Pero algo me sigue carcomiendo por dentro.El ataque no fue orquestado por Octavio del Bosque.Al menos, no directamente.—¿Quién más podría estar detrás? —pregunta Lorenzo desde el umbral de la puerta. Su tono es serio, calculador.Cruzo los brazos, sintiendo la te
ISABELLAEl disparo sigue resonando en mi cabeza.El eco del balazo. El cuerpo cayendo. La expresión de Gael después de hacerlo.No hubo duda en su mirada.No hubo vacilación en su pulso.Un solo tiro. Un solo segundo.Un solo instante que lo separa de la vida y la muerte.Se supone que debería estar horrorizada.Que debería querer gritar, llorar, golpearlo.Pero no lo hago.Porque aunque mis manos están frías y mi corazón golpea contra mi pecho, hay algo en mí que no esperaba sentir.No esperaba dudar.Desde el ataque, la casa se siente diferente.Más silenciosa. Más tensa.Gael no dice mucho, pero su presencia es más imponente que nunca.Me mantiene vigilada.Ya no tengo tanta libertad para moverme.Los hombres que trabajan para él están en alerta constante, murmurando entre ellos, reforzando puertas y revisando cámaras.Pero lo que más me inquieta es cómo lo miran a él.No solo con respeto.Sino con algo más.Algo cercano al miedo.Gael Montenegro no es solo un criminal.Es un líde
ISABELLANo puedo quedarme aquí.No después de lo que pasó anoche.No después de la forma en que casi lo besé.O peor.La forma en que él casi me besó a mí.Sigo sintiendo sus manos en mi cintura, la fuerza con la que me sujetó, como si estuviera a segundos de perder el control. Como si la línea entre odio y deseo se estuviera desdibujando.Pero esto no es un maldito romance.Es un secuestro.Y si no hago algo pronto, voy a perderme en él.La idea de
GAELEl sonido de los disparos es lo único que llena mi cabeza.Pero mi prioridad es clara: ella.Jalo a Isabela con fuerza mientras mi mente trabaja a toda velocidad. Esto no estaba planeado.No así.Sabía que algún día esto pasaría. En mi mundo, la guerra siempre llega. Pero no esperaba que fuera tan pronto, ni que la casa quedara tan expuesta.Y sobre todo, no esperaba tener que proteger a alguien más además de mí mismo.Mi mandíbula se tensa mientras empujo la puerta del refugio con fuerza.El pasillo está despejado, pero eso no durará mucho.
GAELNo he pegado el ojo en toda la maldita noche.Cada vez que cierro los párpados, la veo.La siento.El roce de su piel bajo mis dedos, la forma en que su respiración tembló cuando la toqué.Sus labios entreabiertos.Su maldita boca, siempre lista para desafiarme.Hija de puta.Me levanto de la cama con brusquedad y me paso una mano por el rostro, tratando de borrar esas imágenes de mi cabeza.No puedo permitirme esto.No puedo desmoronarme ahora.Este no era el plan.
ISABELLANo debería pensar en esto.No debería pensar en él.Pero mi mente me traiciona una y otra vez.No puedo ignorar lo que pasó anoche.El calor de sus manos en mi cintura, la tensión en su mandíbula, la forma en que su cuerpo se endureció cuando me sostuvo.Gael Montenegro es un monstruo.Me ha secuestrado. Me ha mantenido cautiva en esta casa, en su mundo.Y sin embargo…No me tocó.No aprovechó la cercanía. No me hizo daño.¿Es posibl
GAELNo he podido dormir bien.Y no es por culpa del insomnio, ni de los recuerdos, ni de la jodida vida que llevo.Es por ella.Isabela del Bosque.Desde que llegó a esta casa, las cosas han cambiado. No es lo que esperaba, no se comporta como una rehén debería hacerlo. No llora, no ruega, no suplica. Lucha. Me desafía con cada palabra, con cada maldito gesto.Y yo, como un idiota, la dejo hacerlo.Me he dicho una y otra vez que no significa nada. Que es solo parte del juego. Pero en las últimas horas, esa certeza ha empezado a resquebrajarse.Porque la verdad es que me jode la cabeza.Me desconcentra.Me pone al maldito límite.Y lo peor de todo… es que ella lo sabe.Bajo a la cocina, tratando de ignorar el malestar que me provoca saber que en cualquier momento la veré.Y ahí está.I
ISABELLAEl insomnio se ha convertido en mi compañero constante. No importa cuánto lo intente, el sueño nunca llega del todo.Tal vez es el colchón ajeno, la incertidumbre de estar encerrada aquí o el simple hecho de que mi mente se niega a apagarse.Pero sé que no es solo eso.Es él.Gael Montenegro.El hombre que debería ser mi enemigo. El villano de esta historia.Pero hay algo en él que no cuadra, algo que no encaja con la imagen que mi padre me inculcó de él.Y cada día que pasa, me es más difícil ignorarlo.
GAELIsabela del Bosque es un problema.Uno grande.Desde el primer momento en que la vi, supe que no sería una prisionera fácil. Pero lo que no esperaba era que, con cada día que pasa, se me meta más bajo la piel.La maldita no se quiebra.No llora, no suplica, no se rinde.Pelea.Y lo peor es que… eso me gusta.—Estás jodido, hermano —murmura Lorenzo, apoyándose en el escritorio de mi oficina mientras me observa con los brazos cruzados—. No me engañas.Levanto la vista de los documentos que intento leer sin éxito.