CONTROL Y CAOS

GAEL

El aire dentro de la habitación se siente espeso.

Me inclino sobre el escritorio, los nudillos apoyados con fuerza sobre la madera oscura mientras observo los monitores de vigilancia.

Todo está en calma.

Pero no dentro de mí.

Muevo la mandíbula, tenso.

Maldición.

Isabela está jugando conmigo.

Y lo peor de todo es que yo también quiero jugar.

Pero no puedo.

No debo.

Respiro hondo, tratando de ignorar la imagen de su sonrisa burlona en mi mente, el sonido de su voz deslizán

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