LA TORMENTA INTERNA

GAEL

No he pegado el ojo en toda la maldita noche.

Cada vez que cierro los párpados, la veo.

La siento.

El roce de su piel bajo mis dedos, la forma en que su respiración tembló cuando la toqué.

Sus labios entreabiertos.

Su maldita boca, siempre lista para desafiarme.

Hija de puta.

Me levanto de la cama con brusquedad y me paso una mano por el rostro, tratando de borrar esas imágenes de mi cabeza.

No puedo permitirme esto.

No puedo desmoronarme ahora.

Este no era el plan.

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