Inocencia es una mujer que fue criada en un monasterio y quien más tarde se convirtió en monja. Esto no le duró mucho, ya que unos días después fue expulsada al ser descubierta rompiendo su voto de castidad. Antes de irse del monasterio recibió información de su verdadera familia y se propuso ir a conocerlos. ¿Será que Inocencia acepta quedarse con su verdadera familia?
Leer másHace un mes que me casé con Dimitri. No hubo vestidos deslumbrantes, ni iglesia, ni una mega fiesta, pues ahora es la familia Evans quien está de luto, y en este momento, nadie tiene ganas de celebrar nada. Pero les aseguro que, a mi manera, estoy feliz con esta boda civil. Ahora soy la señora de un hombre renovado, uno que, hace un mes, hackeó el servidor del registro civil del gobierno para crear una nueva identidad: Iam Newman. Un nombre que me parece sospechoso, pero, ¿qué puedo hacer? Mi amado esposo lo eligió, y en este mundo, ya no hay espacio para cuestionamientos.Ahora mismo, estamos cumpliendo una promesa que hice en el pasado, porque, a pesar de todo lo que he perdido, aún puedo decir con certeza que soy una mujer de palabra. Dimitri y yo estamos en aquella casa hogar que visitamos la Navidad pasada, tramitando los últimos papeleos para la adopción de Liam, el pequeño que marcó el inicio de este cambio en nuestra vida.—¡Oh, Inocencia! Liam se pondrá muy feliz cuando le di
Hace seis meses.—¿Inocencia, por qué tan solita? —La voz de Jennifer me saca de mis pensamientos mientras se sienta a mi lado. Estamos en el patio izquierdo de la mansión, sentadas sobre el frío cemento de una banca. Frente a nosotras, las montañas se visten de neblina, como si la naturaleza misma compartiera mi melancolía.—Aquí..., disfrutando del paisaje —respondo con una sonrisa que apenas consigo forzar.—Déjame hacerte compañía, mujer. Sé lo difícil que es extrañarle a cada rato, y no es bueno lidiar sola con eso.Pero no es la soledad lo que me pesa. No necesito a alguien a mi lado para no extrañarle. La ausencia no siempre es un vacío; a veces es una presencia constante en la mente, una sombra que camina contigo. Le extraño porque, a pesar de todo, sigue aquí, en cada pensamiento, en cada suspiro contenido.—Ya no deberían preocuparse tanto por mí —digo, pero algo en mi cuerpo se siente extraño, como una alerta silenciosa que empieza a crecer—. Primero las preocupaciones de De
Desde la perspectiva de Dimitri Paussini.No demora mucho en recuperar la conciencia luego de aquella golpiza. A pesar de la mareante sensación en mi cabeza y el dolor punzante en mi costilla, me obligo a ponerme de pie. Cada movimiento me duele, pero no me detengo. Me llevan hasta la habitación de visita conyugal, y en mi mente, un deseo me consume: que fuera Inocencia quien me estuviera esperando, aunque no con la intención de hacer algo pecaminoso, sino simplemente para verla. Hace demasiado tiempo que no la veo, la extraño profundamente.El custodio me conduce por un pasillo que nunca antes había transitado. Con pasos lentos y medidos, abrimos varios portones hasta que finalmente me señala una puerta de madera oscura.—Es aquí, Paussini — dice con seriedad, abriendo la puerta y, en un gesto protocolario, entregándome un par de sábanas limpias.Al entrar a la habitación me encuentro con la sonrisa coqueta de Bárbara, está parada al lado de una cama doble que está en medio de la hab
Desde la perspectiva de Dimitri Paussini.Embriagué mi mente y le di rienda suelta a mi alma, sin medidas y sin pensar en mí. Subí a un cielo vacío en busca de esa única estrella que dice hacer feliz a una flor de jazmín. Pero cuando regresó mi cordura, me percaté de que sería imposible bajar del cielo y regresar a ella, que justo ahora comenzaba mi era de soledad.Aún recuerdo la primera vez que la vi, cuando su ondulada cabellera y su pálida piel desnuda se fusionaban con la hermosura del lugar. Relajada y despreocupada en aquellas cálidas aguas, parecía esperar a un dador de felicidad. Quise ser yo el único capaz de otorgársela, porque en el instante en que sus ojos se encontraron con los míos, también atraparon mi corazón.Entonces comprendí que aquello que llaman amor a primera vista era real, porque me obsesioné al instante con la ingenuidad reflejada en sus ojos castaños y con el rubor que se expandió por sus mejillas. Desde ese momento, quedó grabado en mi mente un aroma a jaz
Muchos nos esperan, y por eso necesito contener mis miedos, secar mis lágrimas y levantar el rostro. No quiero que mi familia me vea devastada cuando, en teoría, debería estar feliz por reencontrarme con ellos. Son lo único que me queda en esta vida, y ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo más seguirá siendo así. En cuanto nos vean, me exigirán respuestas. No tengo intención de mentirles ni de ocultar detalles, así que les diré la verdad: que por mi culpa terminaron en manos de la justicia londinense.Por eso, debo asegurarme de que este reencuentro sea memorable… porque no sé si será el último.Nos subimos a la oscura camioneta y salimos rumbo a la jefatura metropolitana de Kingston, donde, según Alexis, Delancis y los demás nos esperan. Como la familia es grande, necesitamos otro vehículo para llevarlos a todos. Alexis se mantiene al teléfono con Sebastián, coordinando el transporte.—Sebastián, necesito que consigas una camioneta o una minivan y que vengas a la jefatura de King
Camino hacia la cama en completo silencio, con el cuerpo tenso y los pensamientos atrapados en un torbellino de emociones que no me dejan respirar. Me siento asustada, abrumada, con el pecho oprimido por un peso que no sé si podré soportar. Alexis sigue de pie en la puerta, observándome con una mezcla de comprensión y cautela.—Discúlpame por venir a decirte esto ahora —su voz es baja, casi un susurro—, pero pensé que era importante que lo supieras. Ahora, que Dimitri se ha entregado, tu familia se verá mejor frente a cualquier opinión.No respondo. No porque no tenga palabras, sino porque no sé cuáles de todas las que se atropellan en mi mente podrían escapar de mi boca sin quebrarse. Alexis sostiene mi mirada un segundo más y luego asiente, como si entendiera lo que no me atrevo a decir. Cierra la puerta y me deja sola.Me dejo caer sobre la cama, pero sé que no podré dormir. La oscuridad me aprisiona en ella, y el silencio de la habitación se siente ensordecedor. Dimitri está en pri
Ni siquiera tengo motivos para sentirme decepcionada, porque acepté estos sentimientos sabiendo perfectamente que terminaría atrapada en las entrañas del infierno. Toda mi vida he luchado por mantenerme lejos de la oscuridad, pero al final terminé entregándome a ella. La abracé, me fusioné con ella, la amé con una devoción que nunca imaginé capaz de tener. Ahora, me resulta casi imposible despegarme de esta agonía, de la necesidad de estar cerca de él, aunque sé que ya no debo.M*****a adicción a almas perversas.Salgo del edificio residencial y me encuentro bajo un cielo que se va oscureciendo lentamente, sintiendo cómo el frío se cuela bajo mi piel. El aire se ha vuelto denso, como si todo a mi alrededor estuviera marcado por la tristeza que llevo dentro.De repente, un grupo de personas aparece en la acera. Parece que vienen de alguna actividad deportiva, muchos llevan uniformes de fútbol. Me cuesta tanto mantener las lágrimas a raya. Es como si se necesitara una fuerza sobrenatural
Una oleada de poder ha llegado hasta mis pies, y como el agua salada que borra las huellas en la arena, me hace temer por el olvido de las grandes obras caritativas que alguna vez dejé en mi pasado, por mi humildad, por el desvanecimiento de mi bondad y de mi misericordia. No puedo olvidar quién fui, porque eso es lo que más valoro de mí misma y lo que deseo conservar siempre... Claro, eso lo pensaré después de que termine esta reunión en esta especie de guarida secreta de supervillanos.—Por favor, empecemos rápido, tengo cosas importantes que hacer. —Extiendo las manos, exigiendo que se haga lo que pido. Ellos obedecen de inmediato.Y sí, tengo algo importante que hacer, después de salir de aquí me enfrentaré a Dimitri Paussini.—Antes que todo... ¿Desean algo de beber? —pregunta Mayer.—Sí, por favor —responden al unísono los Wioka.Mayer se levanta de su silla, camina hacia el bar de madera verde musgo, abre una de las vitrinas que cuelga en la pared y empieza a sacar unos vasos de
—¡Señorita Hikari, cuéntenos! ¿Dónde ha estado todo este tiempo? ¿Por qué nadie supo de usted hasta ahora?La avalancha de preguntas es inmediata, voraz, como si hubieran estado esperando este momento durante años.—Ino, no tienes que responderles —me susurra Alexis, su voz cargada de tensión—. Mejor espera a hablar con el abogado.Pero ignoro su consejo. Responder es la única forma de tomar el control de la situación. Tomo un respiro profundo y, con la mirada fija en los reporteros, empiezo a hablar.—Toda mi vida transcurrió dentro de un monasterio. Fui una monja de clausura, lo que significa que viví lejos de mi familia, sin contacto con el exterior.—¿Por qué salió del monasterio? ¿La expulsaron?Aquella pregunta me golpea con fuerza. La verdad es que mi mundo se derrumbó el día que Dimitri Paussini apareció en él. Él fue la razón por la que perdí mi paz, la razón por la que todo cambió.—No pienso hablar de mi vida privada —respondo con firmeza, cerrando cualquier posibilidad de i