Ni siquiera tengo motivos para sentirme decepcionada, porque acepté estos sentimientos sabiendo perfectamente que terminaría atrapada en las entrañas del infierno. Toda mi vida he luchado por mantenerme lejos de la oscuridad, pero al final terminé entregándome a ella. La abracé, me fusioné con ella, la amé con una devoción que nunca imaginé capaz de tener. Ahora, me resulta casi imposible despegarme de esta agonía, de la necesidad de estar cerca de él, aunque sé que ya no debo.M*****a adicción a almas perversas.Salgo del edificio residencial y me encuentro bajo un cielo que se va oscureciendo lentamente, sintiendo cómo el frío se cuela bajo mi piel. El aire se ha vuelto denso, como si todo a mi alrededor estuviera marcado por la tristeza que llevo dentro.De repente, un grupo de personas aparece en la acera. Parece que vienen de alguna actividad deportiva, muchos llevan uniformes de fútbol. Me cuesta tanto mantener las lágrimas a raya. Es como si se necesitara una fuerza sobrenatural
Camino hacia la cama en completo silencio, con el cuerpo tenso y los pensamientos atrapados en un torbellino de emociones que no me dejan respirar. Me siento asustada, abrumada, con el pecho oprimido por un peso que no sé si podré soportar. Alexis sigue de pie en la puerta, observándome con una mezcla de comprensión y cautela.—Discúlpame por venir a decirte esto ahora —su voz es baja, casi un susurro—, pero pensé que era importante que lo supieras. Ahora, que Dimitri se ha entregado, tu familia se verá mejor frente a cualquier opinión.No respondo. No porque no tenga palabras, sino porque no sé cuáles de todas las que se atropellan en mi mente podrían escapar de mi boca sin quebrarse. Alexis sostiene mi mirada un segundo más y luego asiente, como si entendiera lo que no me atrevo a decir. Cierra la puerta y me deja sola.Me dejo caer sobre la cama, pero sé que no podré dormir. La oscuridad me aprisiona en ella, y el silencio de la habitación se siente ensordecedor. Dimitri está en pri
Muchos nos esperan, y por eso necesito contener mis miedos, secar mis lágrimas y levantar el rostro. No quiero que mi familia me vea devastada cuando, en teoría, debería estar feliz por reencontrarme con ellos. Son lo único que me queda en esta vida, y ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo más seguirá siendo así. En cuanto nos vean, me exigirán respuestas. No tengo intención de mentirles ni de ocultar detalles, así que les diré la verdad: que por mi culpa terminaron en manos de la justicia londinense.Por eso, debo asegurarme de que este reencuentro sea memorable… porque no sé si será el último.Nos subimos a la oscura camioneta y salimos rumbo a la jefatura metropolitana de Kingston, donde, según Alexis, Delancis y los demás nos esperan. Como la familia es grande, necesitamos otro vehículo para llevarlos a todos. Alexis se mantiene al teléfono con Sebastián, coordinando el transporte.—Sebastián, necesito que consigas una camioneta o una minivan y que vengas a la jefatura de King
Desde la perspectiva de Dimitri Paussini.Embriagué mi mente y le di rienda suelta a mi alma, sin medidas y sin pensar en mí. Subí a un cielo vacío en busca de esa única estrella que dice hacer feliz a una flor de jazmín. Pero cuando regresó mi cordura, me percaté de que sería imposible bajar del cielo y regresar a ella, que justo ahora comenzaba mi era de soledad.Aún recuerdo la primera vez que la vi, cuando su ondulada cabellera y su pálida piel desnuda se fusionaban con la hermosura del lugar. Relajada y despreocupada en aquellas cálidas aguas, parecía esperar a un dador de felicidad. Quise ser yo el único capaz de otorgársela, porque en el instante en que sus ojos se encontraron con los míos, también atraparon mi corazón.Entonces comprendí que aquello que llaman amor a primera vista era real, porque me obsesioné al instante con la ingenuidad reflejada en sus ojos castaños y con el rubor que se expandió por sus mejillas. Desde ese momento, quedó grabado en mi mente un aroma a jaz
Desde la perspectiva de Dimitri Paussini.No demora mucho en recuperar la conciencia luego de aquella golpiza. A pesar de la mareante sensación en mi cabeza y el dolor punzante en mi costilla, me obligo a ponerme de pie. Cada movimiento me duele, pero no me detengo. Me llevan hasta la habitación de visita conyugal, y en mi mente, un deseo me consume: que fuera Inocencia quien me estuviera esperando, aunque no con la intención de hacer algo pecaminoso, sino simplemente para verla. Hace demasiado tiempo que no la veo, la extraño profundamente.El custodio me conduce por un pasillo que nunca antes había transitado. Con pasos lentos y medidos, abrimos varios portones hasta que finalmente me señala una puerta de madera oscura.—Es aquí, Paussini — dice con seriedad, abriendo la puerta y, en un gesto protocolario, entregándome un par de sábanas limpias.Al entrar a la habitación me encuentro con la sonrisa coqueta de Bárbara, está parada al lado de una cama doble que está en medio de la hab
Hace seis meses.—¿Inocencia, por qué tan solita? —La voz de Jennifer me saca de mis pensamientos mientras se sienta a mi lado. Estamos en el patio izquierdo de la mansión, sentadas sobre el frío cemento de una banca. Frente a nosotras, las montañas se visten de neblina, como si la naturaleza misma compartiera mi melancolía.—Aquí..., disfrutando del paisaje —respondo con una sonrisa que apenas consigo forzar.—Déjame hacerte compañía, mujer. Sé lo difícil que es extrañarle a cada rato, y no es bueno lidiar sola con eso.Pero no es la soledad lo que me pesa. No necesito a alguien a mi lado para no extrañarle. La ausencia no siempre es un vacío; a veces es una presencia constante en la mente, una sombra que camina contigo. Le extraño porque, a pesar de todo, sigue aquí, en cada pensamiento, en cada suspiro contenido.—Ya no deberían preocuparse tanto por mí —digo, pero algo en mi cuerpo se siente extraño, como una alerta silenciosa que empieza a crecer—. Primero las preocupaciones de De
Hace un mes que me casé con Dimitri. No hubo vestidos deslumbrantes, ni iglesia, ni una mega fiesta, pues ahora es la familia Evans quien está de luto, y en este momento, nadie tiene ganas de celebrar nada. Pero les aseguro que, a mi manera, estoy feliz con esta boda civil. Ahora soy la señora de un hombre renovado, uno que, hace un mes, hackeó el servidor del registro civil del gobierno para crear una nueva identidad: Iam Newman. Un nombre que me parece sospechoso, pero, ¿qué puedo hacer? Mi amado esposo lo eligió, y en este mundo, ya no hay espacio para cuestionamientos.Ahora mismo, estamos cumpliendo una promesa que hice en el pasado, porque, a pesar de todo lo que he perdido, aún puedo decir con certeza que soy una mujer de palabra. Dimitri y yo estamos en aquella casa hogar que visitamos la Navidad pasada, tramitando los últimos papeleos para la adopción de Liam, el pequeño que marcó el inicio de este cambio en nuestra vida.—¡Oh, Inocencia! Liam se pondrá muy feliz cuando le di
¿Soy la única en este mundo que creyó que su vida jamás se desplomaría? Si estás en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto y con la persona incorrecta, ten por seguro que sucederá lo más pronto posible.A mí me pasó justo ayer, cuatro días después de ser consagrada oficialmente como monja. Ahora estoy frente al portón principal del monasterio, junto a la mujer que me crio y me enseñó todo lo que soy, me mira con cara de «qué decepción» y me hace dejar sobre sus manos mis hábitos perfectamente doblados..., y así pierdo lo único que tenía en esta vida.Mejor retrocedamos hace un día, antes de que mi vida se fuera por un tubo.Es una fría noche de invierno en Londres, hace tres días que la nieve empezó a caer y aún no se detiene. Desde la ventana de mi habitación puede apreciarse cómo las luces navideñas embellecen los techos de varios conventos y capillas que conforman el monasterio. Algunas monjas, con pala en mano, se encuentran abriendo camino sobre toda la gruesa capa de nieve