Después de la trágica muerte de su madre, Ava descubre que solo podrá heredar el restaurante familiar y obtener la custodia de su hermana menor si permanece casada durante un año. Hasta entonces, su padre, un hombre alcohólico y adicto al juego, mantendrá el control de los bienes y la tutela de Olivia. Un día, Ava se encuentra en el cementerio con una antigua amiga de su madre. Desesperada por la mala vida que llevan bajo el yugo de su padre, Ava le cuenta las dificultades que enfrenta. Greta le ofrece un matrimonio con un desconocido. Dante, un hombre arrogante y ambicioso, acepta la propuesta solo por la promesa de tomar el control total de la empresa familiar. Sin embargo, decide ocultar su verdadera identidad y se hace pasar por un hombre pobre para probarle a su madre que su futura esposa es otra casa fortunas. A medida que Ava y Dante se adentran en su relación, surgen malentendidos, enemigos ocultos y un pasado lleno de malicia. ¿Podrá Ava superar el engaño y reconocer los sentimientos de Dante? ¿Será capaz él de superar el pasado y abrir su corazón nuevamente?
Leer másAva se volvió a sentar y suspiró varias veces, tratando de encontrar las palabras adecuadas para liberarse del peso que había cargado durante años.— Sé la historia de cómo llegaste a la vida de mi madre, pero solo fuiste un pobre hombre que quería ser mantenido. Lástima que mi madre era una ilusa y débil mujer que se enamoró de quien no debía —Hizo una pausa. Reflexionó. Ahora que era madre, entendía más de lo que antes podía —. Te perdono, porque no tuviste nada que ver en la muerte de mi madre. Pero mi confianza, esa tendrás que ganártela.Sergio se limpió las lágrimas con torpeza, su mirada mostraba una cargada de gratitud y resignación. Con voz quebrada murmuró.—Olivia tiene razón, no merezco ser su padre. Nunca lo fui. Y a ti, Ava…—pronuncio soltando un largo suspiro—. Gracias por retirar la denuncia. Eres un alma noble, demasiado para alguien como yo. Me has perdonado sin que lo merezca. —Sus ojos vidriosos recorrieron el rostro de su hija—. —Mi corazón está orgulloso de cada
Un mes después, Ava se encontraba en su mansión junto a su hermana, la tensión en el aire era palpable. Ambas esperaban la llegada de su padre. Sergio había salido de la cárcel gracias a Ava, quien retiró los cargos en su contra. Con el tiempo, comprendió que guardar rencor no era el ejemplo que quería dar a sus hijos. Al final, lo único que realmente importaba era que su padre no había sido el culpable de la muerte de su madre.—No puedo creer que estes haciendo esto —dijo Olivia, rompiendo el silencio mientras se pasaba nerviosamente una mano por el cabello.—Yo tampoco —respondió Ava, mirando por la ventana con los brazos cruzados—. Pero creo que es lo correcto. Mis hijos merecen conocer a su abuelo, y yo necesito darle un cierre al pasado y que mi corazón se mantenga en paz.Olivia asintió, aunque su corazón no lo perdona.—Yo solo estoy aquí para ver que tiene que decirme. ¿Y si él no ha cambiado? ¿Qué pasará si vuelve a ser el mismo de antes? ¿Qué harías si te vuelve a utilizar?
Dante la miró por unos segundos antes de vociferar.—Sabes que mereces un castigo, Ava —Dante se quitó el cinturón—. Como tu esposo solo debes mirarme a mí, por tu osadía vas a pagar con tu cuerpo.—¿Qué vas a hacer? —preguntó temblorosa.—Algo que te va a gustar mucho, pero que también te recordará que soy el único hombre en tu vida —susurró con voz ronca y cargada de deseo.Se acercó a ella con firmeza y tomó sus manos, guiándola al centro de la cama. Con una mirada intensa, las levantó sobre su cabeza y le ato las muñecas a la cabecera de la cama con el cinturón.—Eres solo mía, Ava —murmuró contra sus labios antes de besarlos con hambre.—Dan, por favor, suéltame. —balbuceó ella separándose de su boca.—No sabes lo furioso que estaba cuando tu primo me contó dónde estaban. Me molestó que me hayas tomado por tonto y que pensaras que no nos íbamos a enterar —su voz era grave, cargada de tensión. —Se quitó la ropa delante de ella, quedándose completamente desnudo. Su mirada ardía con
De repente, unos gritos fuertes rompieron la atmósfera del lugar. La música se apagó de golpe y las luces se encendieron, dejando a la vista una escena caótica. Las chicas se miraron entre sí, con el estómago encogido. Sus miradas se dirigieron hacia la entrada, donde un grupo de hombres avanzaba con paso firme hacia ellas.—Chicas, se los dije… estamos en serios problemas —susurró Sofía, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.Ava tragó saliva al encontrar la mirada oscura y asesina de su esposo. En ese momento, deseó que la tierra se la tragara.—Ay, Dios… estamos condenadas al encierro —murmuró, mientras ella, Sofía y Dafne giraban la cabeza lentamente hacia Olivia.Dante dio una orden seca a sus hombres, quienes comenzaron a sacar del lugar a los meseros semidesnudos. Luego, avanzó con paso firme hacia su objetivo.—No puedo creer que una mujer casada y con hijos se exponga de esta manera —espetó Dante, fulminando a Ava con la mirada.Ella abrió la boca, pero no logró artic
Greta abrió los ojos poco a poco, aturdida. Trató de balbucear unas palabras, pero su voz apenas salía.—No te desesperes, voy por un médico —dijo su hijo apresuradamente.Con la bebé en brazos, salió corriendo en busca de ayuda. Segundos después, varios especialistas entraron a la habitación. Mientras tanto, Dante se dirigió a la sala de espera para dar la noticia del nacimiento de los bebés y de la reacción de Greta a quienes esperaban con ansias.Un año después...—¡Pues yo sí voy a ir a la despedida de soltera de Sofía, y no tienes derecho a prohibírmelo! —exclamó Ava, con los brazos cruzados, mirando con desafío a su esposo.—Ava, los niños son pequeños. Además, esas despedidas son solo una excusa para ver a otros hombres, y tú eres una mujer casada. El único en quien deberías poner los ojos es en mí —vociferó Dante, molesto.—Amor, te estás comportando como un celópata sin razón —soltó Ava, molesta—. ¿Sabes qué? Le diré a Greta que se quede con los niños, ya que tú no quieres ha
Los enfermeros, al verlo cargar a la mujer inconsciente, corrieron hacia él con una camilla. Alan la depositó con cuidado sobre ella, su mirada fija en su rostro pálido. En ese instante, Olivia abrió lentamente los ojos. Lo primero que encontró fue la mirada triste y preocupada de Alan.—Me salvaste... —susurró con voz débil.—Mi niña... Perdóname. No llegué a tiempo para evitar que Rogelio te hiciera daño. —Alan sintió un nudo en la garganta.Los recuerdos golpearon la mente de Olivia como una avalancha.—¿Dónde está Rogelio? —preguntó, su voz temblorosa—. Él... él quería abusar de mí. Huí, pero me atrapó en el bosque. Recuerdo que me defendí, que me golpeó en la cara... pero después... no recuerdo nada más.Alan la miró con dulzura, aunque su rabia seguía ardiendo por dentro.—No pienses en eso ahora, mi amor. No te muevas, podrías lastimarte más —susurró, tomando su rostro con delicadeza. Depositó un beso suave en su frente—. Rogelio no te hará daño nunca más. Está muerto.Olivia s
Benjamín hizo señas con la mano y los hombres de Dante irrumpieron en la cabaña con sus armas en las manos. Recorrieron la pequeña casa, pero para su sorpresa, no encontraron a nadie en su interior.—¿Dónde demonios están? —vociferó Dante, mirando a su alrededor con frustración. La casa mostraba signos de haber sido ocupada recientemente; en la cocina, la comida aún estaba caliente.Hermes salió de una habitación con el ceño fruncido, sosteniendo un objeto entre sus manos.—Alan, mi prima estuvo aquí —dijo con voz tensa, mostrando la cartera de Olivia.Alan se la arrebató y la revisó con desesperación. Su corazón latió con furia al encontrar su identificación. La apretó entre sus dedos mientras su mandíbula se tensaba.—No lo entiendo. ¿Dónde la tiene?Dante miró a los hombres y ordenó con voz firme:—Registren los alrededores. No deben de estar muy lejos.—¡Revisen el bosque! —gritó Dexter a sus hombres—. ¡Muévanse, busquen a mi prima!En el bosque, Rogelio, apretada la mandíbula, mo
Rogelio abrió la puerta, al ver a Olivia despierta, se formó una sonrisa macabra en sus labios.—Pequeña, despertaste —su voz se deslizó como un veneno espeso mientras avanzaba hacia Olivia con paso lento y calculado.—¿Rogelio? —su voz tembló, traicionando su intento de mantenerse tranquila.—Oh, sí, ya sabes soy tu primo —musitó con burla, ladeando la cabeza—. ¿Qué te parece? Somos familia.Olivia tragó saliva, su mente trabajaba frenéticamente en busca de una salida.—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Cómo llegué aquí? —preguntó, tratando de controlar el temblor en su voz.—Fue fácil, pequeña. Solo necesitaba a alguien que se me acercara a ti, y encontré una pobre anciana en el supermercado. Me gané su confianza, fui un buen samaritano. Un día me invitó a su casa a comer y bueno, ahí terminó su historia. Un poco de relleno, una peluca, un buen disfraz y magia —chasqueó los dedos con teatralidad—. Siempre me mantuve cerca, vigilándote, esperando el momento perfecto. Y hoy llegó cuando
El ambiente tenso fue interrumpido cuando Hermes llegó con su laptop en mano. Saludó rápidamente y, sin perder tiempo, compartió la valiosa información que había obtenido de las cámaras de seguridad de la ciudad.—Una de las cámaras, a dos cuadras de aquí, logró captar el rostro de Rogelio —anunció con urgencia—. Iba en una camioneta negra, pero lo perdí en la salida de un túnel que conduce a las afueras de la ciudad. Tengo la placa del vehículo.Dexter no dudó ni un segundo. Tomó los datos que Hermes le proporcionó y, con el teléfono en mano, llamó a su equipo.—Quiero a todos mis hombres buscando esa camioneta y revisando cada salida de la ciudad. No podemos perder tiempo.Dante asintió con decisión.—Vamos a la casa. La familia necesita estar al tanto.Cada uno de los hombres abordó su vehículo y se dirigieron a la mansión. Minutos después, los autos se estacionaron en la entrada. Ava fue la primera en asomarse, su rostro reflejaba una mezcla de esperanza y temor.—¿La encontraron?