—Dante, eres un hombre muy guapo. Seguro pasarás la noche con una mujer más atractiva que yo. —una pregunta se asomó en su cabeza—. ¿Será que ya tienes el corazón ocupado y por eso no me miras?Haciendo una mueca de desilusión, se apresuró a colocar los alimentos en la alacena. Para despejar su mente y no pensar tonterías, buscó un vino que había comprado para una ocasión especial. Al no llegar ese día, decidió poner música y relajarse con una copa. Estando sola, ¡qué más daba!Dante terminó de revisar unos documentos y, al mirar su reloj, se dio cuenta de que ya eran las doce de la noche. Cansado, se levantó de su asiento, tomó su chaqueta y salió de la oficina. Se dirigió al estacionamiento con la intención de ir a su mansión. Al sentarse en el auto, inclinó la cabeza hacia atrás, su chofer le preguntó.—Señor, ¿lo llevo a su casa?Dante guardó silencio durante unos segundos. Por alguna razón, deseaba descansar en ese sofá incómodo. Suspiró profundamente e inclinó la cabeza, acomodá
El lunes, Dante se encontraba sentado como un rey en su gran trono.—¡¿Estás seguro?! No creo que sea buena idea dejarla sin protección —soltó Benjamín, incrédulo ante la petición de su amigo.Dante se inclinó hacia adelante, con sus ojos amielados clavados en su amigo. Señaló con un dedo hacia la herida, y con voz baja y cargada de reproche soltó.—¿De verdad crees que necesita protección? —Dejó escapar una risa amarga, como si la idea fuera un mal chiste—. Ella sabe defenderse sola, mira que lo sabe hacer muy bien.—Dante no la dejes sola, sin tu apoyo. Recuerda que su papá llegó borracho a formarle un escándalo en el restaurante para que lo cerrara y, si no fuera por la protección que le colocamos, todavía estaría merodeando el local. También esta esa persona que ha estado rondando el restaurante y haciendo preguntas sobre la familia de Ava —expresó benjamín, desconcertado por lo que había estado descubriendo sobre la procedencia de Ava.Dante movió los labios como si estuviera a p
Benjamín irrumpió en la oficina de su jefe como un rayo.—¡Dante! ¡Sofía llamó! ¡Ava está en peligro! Unos hombres armados invadieron el restaurante. Mandé un grupo de nuestros hombres apoyar a Sofia.Dante sintió que el alma se le helaba. «Si algo le pasa, será mi culpa», pensó, mientras se levantaba del sillón y, a grandes zancadas, salía de la oficina. Sin esperar el ascensor, bajó por las escaleras a toda velocidad. Llegó al estacionamiento con la legua afuera, pero eso era lo menos que le importaba, con rapidez se metió en el carro.—Llévame al restaurante de mi esposa, rápido. Necesito saber cómo está, date prisa —su voz sonaba desesperada.Luis arrancó el carro, y el trayecto transcurrió en silencio. La mente de Dante solo rogaba que fuera un susto, que ella estuviera bien.Ava, con el dolor que sentía, aprovechó que el hombre se distrajo y le dio una patada en la entrepierna, haciéndolo caer a su lado. Gateó para alejarse, pero él fue más rápido y la sujetó por una pierna.Sof
Dante rozó la punta de sus dedos por el pómulo herido de Ava.—Mira cómo dejaron tu hermoso rostro. Perdóname por ser un imbécil y no protegerte estando bajo mi dominio —murmuró con voz rota.Desesperado por llegar al hospital, le gritó a Luis.—¡Acelera! No me importa si te comes las luces, quiero llegar al hospital ya.Luis, viendo la angustia reflejada en la voz de su jefe, esquivó varios autos mientras pisaba el acelerador. Al llegar a la entrada del hospital, un enfermero tomó a Ava cuidadosamente de las manos de Dante y la colocó en una camilla.—¡Dante! Tranquilo, yo me encargo de ella —dijo Josué, intentando calmarlo antes de entrar en la sala de emergencia.En la sala de espera, Dante se paseaba de un lado a otro, cada minuto se le hacía eterno. Fue entonces cuando llegaron Benjamín y Sofía.—¿Qué te ha dicho el médico? —preguntó Benjamín con preocupación.—¡Nada! Josué no ha salido de esa maldita habitación —respondió Dante, su voz era forzada, cargada de impaciencia. Luego
—Hola, Ángela —contestó Ava perezosa, recostada en su cama, estaba a punto de conciliar el sueño cuando escuchó su teléfono móvil.—Hija, perdóname por ser tan débil. Si algo me llegará a pasar, cuida de tu hermana. Tú eres fuerte y encontrarás la felicidad al lado de alguien que realmente te demuestre amor.—¡Mamá! ¿Qué dices? ¿Sabes que no creo en el amor? ¿Dónde estás? ¿Dime ahora mismo que voy por ti? —se levantó asustada, escuchando la voz quebrada de su madre como si estuviera llorando.—¡Soy masoquista! Como continuamente me lo recriminas. Dejé mi comodidad y abandoné a mi familia por Sergio —hizo una pausa para tomar aire—-. Siempre creyendo en el amor de tu padre, he aguantado engaños y malos tratos. Pero él siempre me convence de que va a cambiar y como una ilusa vuelvo a caer. No me justifico, pero tu papá fue el único hombre al que he amado y amaré hasta la muerte.—¡Mamá! ¿Por qué dices eso ahora? ¿Viste a papá con otra mujer? —expresó con el teléfono en la oreja mientras
Un día después, fue el funeral. En el cementerio, había pocas personas acompañándolos debido a que, por su padre, su madre había perdido muchas amistades. Olivia estaba llorando amargamente aferrada con fuerza a los brazos de su hermana. Ava se hacía la fuerte para no desmoronarse delante de ella.Los llantos de Olivia eran desgarradores, y Ava solo podía abrazarla para que no se cayera.Su mirada se oscureció al ver a un hombre mayor, no muy lejos de ellas. Se preguntaba por qué no se acercaba. Aunque lo odiaba por haber abandonado a su hija y haber cortado todo lazo con ella, no entendía por qué, en ese momento, no mostraba un mínimo de humanidad y se despedía de Ángela.Desvió la mirada hacia el frente, donde su padre caminaba con paso lento hacia el ataúd de su madre, interpretando el papel de viudo dolido. Lo fulminó con la mirada mientras, en silencio, le pedía a Dios fortaleza para no perder el control, Murmuró para sí misma «Como quisiera acercarme y empujarte con todas mis fu
Un mes después, en la facultad de medicina, el director le informó a Ava que no podía entrar a clases porque no había pagado la matrícula de ese semestre.Ella regresó a su casa furiosa y se encontró con su padre, quien estaba tirado en el sofá con una botella de cerveza en la mano.—¿Dónde está el dinero que mamá dispuso para nuestros estudios? —preguntó Ava parada frente a su padre.—Lo siento, hija, hay muchos gastos y ese dinero se utilizó para cosas más importantes —respondió Sergio con indiferencia mientras se rascaba la barriga y veía un partido de fútbol.—¡Me imagino! Para andar de borracho, jugando y con mujerzuelas —respondió Ava, perdiendo el control de sus palabras. El hombre frente a ella lograba sacar lo peor de su carácter—. Recuerda que mamá estipuló que con ese dinero también se deben pagar los estudios de Olivia y míos.Sergio enfureció inmediatamente, se levantó como un resorte y sin darle tiempo a Ava a reaccionar le dio una fuerte bofetada. No entendía por qué su
Greta reflexionaba en silencio, buscando la manera adecuada de decirle a su hijo que había encontrado la esposa perfecta para él. Una joven hermosa, diferente a aquella mujer que, le había causado tanto daño y destruido su imagen ante la sociedad.—¡Dante! Como tu madre, sabes que siempre hago las cosas por tu bien.—¿Qué está pasando por esa cabecita? —expresó él, volviendo a su expresión fría.—Quiero que te cases con la hija de mi difunta amiga Ángela —dijo Greta, con tono serio, buscando captar la atención de su hijo—. Ava, tiene 20 años, sé que es joven para ti, pero vive con un padre desalmado y borracho, que no tiene el más mínimo interés en el sufrimiento de ella ni de su hermana. —Hizo una pausa, observando la reacción de Dante antes de continuar—. Para acceder a los bienes de su madre, debe estar casada durante un año. Ese hombre ha espantado a todos sus pretendientes, y la situación es insoportable, las está dejando sin nada. Tú podrías ayudarla, Dante.—¿Qué crees que soy,