Capítulo once 11

Benjamín irrumpió en la oficina de su jefe como un rayo.

—¡Dante! ¡Sofía llamó! ¡Ava está en peligro! Unos hombres armados invadieron el restaurante. Mandé un grupo de nuestros hombres apoyar a Sofia.

Dante sintió que el alma se le helaba. «Si algo le pasa, será mi culpa», pensó, mientras se levantaba del sillón y, a grandes zancadas, salía de la oficina. Sin esperar el ascensor, bajó por las escaleras a toda velocidad. Llegó al estacionamiento con la legua afuera, pero eso era lo menos que le importaba, con rapidez se metió en el carro.

—Llévame al restaurante de mi esposa, rápido. Necesito saber cómo está, date prisa —su voz sonaba desesperada.

Luis arrancó el carro, y el trayecto transcurrió en silencio. La mente de Dante solo rogaba que fuera un susto, que ella estuviera bien.

Ava, con el dolor que sentía, aprovechó que el hombre se distrajo y le dio una patada en la entrepierna, haciéndolo caer a su lado. Gateó para alejarse, pero él fue más rápido y la sujetó por una pierna.

Sof
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