Capítulo doce 12

Dante rozó la punta de sus dedos por el pómulo herido de Ava.

—Mira cómo dejaron tu hermoso rostro. Perdóname por ser un imbécil y no protegerte estando bajo mi dominio —murmuró con voz rota.

Desesperado por llegar al hospital, le gritó a Luis.

—¡Acelera! No me importa si te comes las luces, quiero llegar al hospital ya.

Luis, viendo la angustia reflejada en la voz de su jefe, esquivó varios autos mientras pisaba el acelerador. Al llegar a la entrada del hospital, un enfermero tomó a Ava cuidadosamente de las manos de Dante y la colocó en una camilla.

—¡Dante! Tranquilo, yo me encargo de ella —dijo Josué, intentando calmarlo antes de entrar en la sala de emergencia.

En la sala de espera, Dante se paseaba de un lado a otro, cada minuto se le hacía eterno. Fue entonces cuando llegaron Benjamín y Sofía.

—¿Qué te ha dicho el médico? —preguntó Benjamín con preocupación.

—¡Nada! Josué no ha salido de esa maldita habitación —respondió Dante, su voz era forzada, cargada de impaciencia. Luego
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