Un día después, fue el funeral. En el cementerio, había pocas personas acompañándolos debido a que, por su padre, su madre había perdido muchas amistades. Olivia estaba llorando amargamente aferrada con fuerza a los brazos de su hermana. Ava se hacía la fuerte para no desmoronarse delante de ella.
Los llantos de Olivia eran desgarradores, y Ava solo podía abrazarla para que no se cayera.
Su mirada se oscureció al ver a un hombre mayor, no muy lejos de ellas. Se preguntaba por qué no se acercaba. Aunque lo odiaba por haber abandonado a su hija y haber cortado todo lazo con ella, no entendía por qué, en ese momento, no mostraba un mínimo de humanidad y se despedía de Ángela.
Desvió la mirada hacia el frente, donde su padre caminaba con paso lento hacia el ataúd de su madre, interpretando el papel de viudo dolido. Lo fulminó con la mirada mientras, en silencio, le pedía a Dios fortaleza para no perder el control, Murmuró para sí misma «Como quisiera acercarme y empujarte con todas mis fuerzas en ese hueco, junto a Angela».
Ava antes de retirarse con lágrimas en los ojos, se aproximó a la tumba de su madre para despedirse.
—Aquí estoy, Ángela. Espero que encuentres la paz que buscabas lejos de Jorge. Todavía recuerdo las palabras que siempre me decías: No seas débil como yo y tienes que ser una mujer fuerte sin que nada perturbe tu vida. —Echó una ojeada a su padre que no apartaba la mirada de ella—. ¡Te prometo ser fuerte! Por qué sé que lo que se aproxima no va a ser nada bueno. —Lanzó una rosa blanca sobre el ataúd y junto a su hermana se marcharon del lugar.
Una semana después, Ava ingresó en el despacho del abogado de la familia Johnson. El abogado la miró y le indicó con la mano que tomara asiento. Ella frunció el ceño al ver a Sergio sentado en una de las sillas, y, en silencio, tomó su lugar.
El abogado, sentado frente a ellos, tomó un documento que estaba sobre su escritorio y comenzó a hablar:
—Bienvenida, señorita Ava. Solo esperábamos por usted para comenzar a leer el testamento de la señora Ángela Johnson. Yo soy Patric Miller, el abogado de la familia Johnson. Voy a comenzar con la lectura del testamento; espero no tener interrupciones —expresó el abogado, bajando la vista al documento—. Yo, Ángela Johnson, en pleno uso de mis facultades y sin coacción alguna, manifiesto que Ava Hayek y Olivia Hayek recibirán cada una el 50% del dinero que mensualmente deposita la empresa Mack Truck Asembler en la cuenta familiar. El restaurante Mack Mon pasará a ser administrado por mi hija Ava cuando cumpla uno de mis requisitos, que es el siguiente: debe contraer matrimonio y permanecer casada por al menos un año. Mientras permanezca soltera, los bienes de mis hijas serán administrados por su padre.
—¿Cómo? ¿Qué me case? Si ella sabía que no quería saber nada de matrimonio —gritó Ava, ampliando sus ojos incrédula por lo escuchó.
El abogado levantó la cabeza, su mirada reflejaba una mezcla de seriedad y profesionalismo. Con voz firme exclamó.
—Señorita Ava, esas son las condiciones que estipuló su madre. Ahora continúo con lo establecido en este documento: mi hija Ava Hayek podrá administrar la cuenta familiar y obtener la custodia de Olivia Hayek una vez que haya cumplido este requisito. La casa familiar pasará a nombre de Olivia Hayek al cumplir la mayoría de edad.
Sergio permanecía en silencio, furioso y decepcionado. No podía creer que Ángela no le hubiera dejado nada.
El abogado notó la expresión de decepción en el rostro de Sergio y prosiguió:
—De los depósitos mensuales de la empresa Mack Truck Assembler, usted, señor Sergio, tendrá el deber de proveer a sus hijas de comida, vestimenta y educación hasta que Ava cumpla con el requisito de matrimonio. Tenga claro, señor Sergio, que los bienes que pertenecían a la señora Ángela Johnson serán transferidos a su hija mayor con la tutela de Olivia Hayek, si todavía es menor de edad.
—¡Ángela! ¿En qué momento hizo ese testamento? ¿Cómo se le ocurre dejarle la tutela de Olivia a Sergio? —Ava soltó una sonrisa irónica, incrédula vociferó—. Con lo jugador y borracho que es mi padre, ya me veo en unos meses durmiendo bajo un puente.
—¡Ya cállate, hija! Las nalgadas que no te di cuando eras niña creo que te hacen falta en estos momentos. Te pido que tengas un poco de respeto delante del abogado —comentó Sergio, conteniendo las ganas de estrangular a su hija.
Ava estaba furiosa. Ella no quería casarse, además ni novio tenía. No comprendía por qué su madre quería dejar la custodia y administración del patrimonio familiar en manos de su padre. No entendía qué pretendía Ángela con esa decisión.
El abogado, al ver la expresión de decepción en el rostro de Ava, respondió:
—Hace diez meses, la señora Ángela se presentó aquí en el despacho y, redactó su testamento.
—Sr. Miller, disculpe las palabras de mi hija Ava. Hace una semana que su madre falleció y está sufriendo por su pérdida. Yo también extraño a mi esposa. No se preocupe por ellas, abogado. Como su padre, las protegeré y haré cumplir la última voluntad de su madre. —Sergio se levantó, con tristeza en la mirada tomó la mano del abogado y la apretó con respeto. Luego miró a su hija y dijo—: Ava, nos vemos en casa.
Ava refunfuñó mientras se despedía del abogado y también salió del despacho.
En la habitación de Ángela, las dos hermanas estaban recogiendo sus cosas y colocándolas en cajas para donarlas a la iglesia. Solo se quedarían con las fotos. Porque ya Sergio se había adueñado de las pocas joyas que su madre tenía.
—Oli, hay que ser fuertes. Hasta que me case, tenemos que seguir las órdenes de nuestro padre, aunque no queramos. Así lo decidió Angela —dijo Ava, mirando fijamente a su hermana con ternura.
—Extraño mucho a mamá. Siempre éramos las tres para todo —respondió Olivia con voz apagada, limpiándose unas lágrimas que rodaban desperadas por sus mejillas.
Ava, comprendiendo la vulnerabilidad de su hermanita, le colocó suavemente una mano sobre el hombro derecho y comenzó a frotarlo con cariño.
—Lo sé, Oli. Yo también la extraño, pero ya no está entre nosotros y muchas cosas van a cambiar en esta casa. Desde hoy, tienes que ser independiente, pasar desapercibida delante de Sergio y no llevarle la contraria.
—Está bien, Ava, pero por ahora no me dejes sola con él mientras te casas.
Ava sintió una fuerte presión en el corazón al escucharla. Su alma se encogía al pensar que pronto tendría que casarse y dejarla con esa alimaña.
—Prométeme que vas a ser fuerte y que no vas a andar llorando por cada rincón de la casa. Debes enfocarte en tus estudios y ocupar tu tiempo fuera de aquí. Yo voy a estar ocupada en el restaurante y pasaré menos tiempo contigo.
—Te lo prometo, Ava. Haré lo que me digas. —Olivia forzó una sonrisa y se lanzó a los brazos de su hermana.
Esa noche, Sergio llegó acompañado de tres amigos a la casa. Reían a carcajadas, llenando el aire con una música estridente y el sonido de las botellas de ron abriéndose se escuchan en el segundo piso. Ava observaba incómoda la escena. Dio un paso hacia las escaleras, pero una mano la detuvo. Era Olivia que, con su mirada llena de miedo y repulsión, le impedía bajar.
—No bajes. ¿Viste el aspecto asqueroso de esos tipos? Eres mujer y podrían faltarte al respeto —expresó Olivia con voz temblorosa.
—Cuando mamá estaba viva, este hombre no traía a nadie a la casa para beber. Solo quiero sacarlos de aquí —el tono de desilusión y rabia era evidente en cada palabra, y su hermana podía percibirlo con claridad.
—Ava, por favor, razona. Hazlo por mí. Esos hombres pueden hacernos daño. —Olivia comenzó a llorar de miedo.
—Tienes razón, hermanita. Ya no llores. Vamos a mi habitación.
Ava la tomó de la mano, cerraron la puerta con seguro y colocaron un mueble como obstáculo. Las dos hermanas se acostaron en silencio, con el corazón latiendo desbocado, rogando que la noche pasara rápido.
Un mes después, en la facultad de medicina, el director le informó a Ava que no podía entrar a clases porque no había pagado la matrícula de ese semestre.Ella regresó a su casa furiosa y se encontró con su padre, quien estaba tirado en el sofá con una botella de cerveza en la mano.—¿Dónde está el dinero que mamá dispuso para nuestros estudios? —preguntó Ava parada frente a su padre.—Lo siento, hija, hay muchos gastos y ese dinero se utilizó para cosas más importantes —respondió Sergio con indiferencia mientras se rascaba la barriga y veía un partido de fútbol.—¡Me imagino! Para andar de borracho, jugando y con mujerzuelas —respondió Ava, perdiendo el control de sus palabras. El hombre frente a ella lograba sacar lo peor de su carácter—. Recuerda que mamá estipuló que con ese dinero también se deben pagar los estudios de Olivia y míos.Sergio enfureció inmediatamente, se levantó como un resorte y sin darle tiempo a Ava a reaccionar le dio una fuerte bofetada. No entendía por qué su
Greta reflexionaba en silencio, buscando la manera adecuada de decirle a su hijo que había encontrado la esposa perfecta para él. Una joven hermosa, diferente a aquella mujer que, le había causado tanto daño y destruido su imagen ante la sociedad.—¡Dante! Como tu madre, sabes que siempre hago las cosas por tu bien.—¿Qué está pasando por esa cabecita? —expresó él, volviendo a su expresión fría.—Quiero que te cases con la hija de mi difunta amiga Ángela —dijo Greta, con tono serio, buscando captar la atención de su hijo—. Ava, tiene 20 años, sé que es joven para ti, pero vive con un padre desalmado y borracho, que no tiene el más mínimo interés en el sufrimiento de ella ni de su hermana. —Hizo una pausa, observando la reacción de Dante antes de continuar—. Para acceder a los bienes de su madre, debe estar casada durante un año. Ese hombre ha espantado a todos sus pretendientes, y la situación es insoportable, las está dejando sin nada. Tú podrías ayudarla, Dante.—¿Qué crees que soy,
Ava no sabía qué hacer. No podía creer que se habían quedado sin casa. Se estremeció al escuchar una voz suave detrás de ella.—Ava, desde que mamá murió y veo a papá llegar borracho cada noche, me siento como una extraña en esta casa. —Hizo una pausa, mirando al suelo como si buscara fuerzas para continuar—. Después de la escuela, prefería vagar sin rumbo antes que regresar aquí. Al no ver a mamá, siento un dolor tan fuerte en el alma que apenas puedo soportarlo. Ahora Zoe me invita a su casa, y su madre me trata con respeto y cariño, algo que aquí ya no siento —Respiró hondo, como si las palabras que estaban por salir le costaran demasiado—. Después de múltiples conversaciones con Cecilia, he decidido irme a vivir con ellas hasta que termine la preparatoria. Ya pronto seré mayor de edad. Con esto, Ava, quiero decirte que no iré con ustedes.Ava estaba impactada por las palabras de su hermana. Volteó lentamente y, sin pensarlo, la tomó de los hombros y la abrazó con fuerza.—Oli, per
Al día siguiente, Dante se levantó a las cinco de la mañana. Estaba furioso porque no había podido conciliar el sueño; el sofá, para él, era demasiado incómodo. Entró a la habitación en silencio y observó a la mujer dormida plácidamente y eso lo enojo aún más. Caminó hacia el clóset, sacó ropa de trabajo y salió rumbo al baño. Se desnudó y, al sentir el agua helada sobre su cuerpo, recordó a su madre y soltó un largo gruñido.—¿Por qué me metiste en este lío?Se aseó rápidamente; no quería pasar más tiempo en esa casa. Al salir, se encontró con Ava recostada en el marco de la puerta de la habitación, bostezando mientras se frotaba los ojos con una mano.—Buenos días. ¿Te vas tan temprano?—Sí, tengo dos horas para llegar al trabajo. Voy a coger el primer autobús que sale a la ciudad.—Déjame prepararte el desayuno rápido —expresó ella mientras caminaba hacia la cocina.—Gracias, pero no tengo tiempo para esperarlo —respondió secamente. Tomó del estante cerca de la puerta su billetera
Ava esperó a Dante para cenar, eran las diez de la noche y él no aparecía. Miró su reloj y, al ver que no llegaba, guardó la comida en la nevera. Se retiró a la habitación inquieta, estaba pendiente del sonido de la puerta cuando la abrieran. Sin embargo, la ansiedad de la espera y la fatiga acumulada hicieron que el sueño la venciera, y poco a poco se quedó dormida.En la madrugada, se despertó para ir al baño y, al cruzar la sala y ver el sofá vacío, la preocupación se apoderó de ella. Regresó a su habitación, con miedo de estar sola en esa casa y atormentada por no saber dónde estaba Dante.El sábado pasó el día distraída, sin saber qué hacer. No tenía su número de teléfono para llamarlo, solo quería saber si estaba bien. Sin embargo, no le quedó más remedio que esperar a que apareciera. Otra noche pasó sin que Dante llegara, y la angustia a Ava la estaba matando.El domingo por la mañana, ansiosa Ava decidió llamar a Greta quien conocía mejor a su esposo. Con voz débil y un nudo e
Ava al ver que él había terminado de comer, expresó.—Ve a descansar, yo me encargo de lavar los platos —bostezó mientras se cubría la boca con una mano. Luego añadió con suavidad—: Mañana no te vayas sin desayunar, por favor.—Está bien, gracias por la comida. Que descanses —dijo mientras se levantaba de la mesa y se dirigía al sofá. Apoyó la cabeza en la almohada y, casi al instante, el sueño lo venció.A la mañana siguiente, Dante despertó con un olor delicioso invadiendo sus fosas nasales. Se inclinó ligeramente y fijó la vista en la cocina. Desde allí pudo ver la figura de Ava de espaldas, concentrada mientras revolvía algo con una cuchara. Sus ojos brillaron con una expresión agradable, se levantó y camino hacia la cocina.—Buenos días, Ava.Ava se sobresaltó al escuchar su voz gruesa y varonil. Se giró hacia él y, con una sonrisa suave, respondió:—Ya está el desayuno. Mientras te arreglas, serviré la comida. Espero que sea de tu agrado —tímidamente bajo la cabeza y volvió su v
—Dante, eres un hombre muy guapo. Seguro pasarás la noche con una mujer más atractiva que yo. —una pregunta se asomó en su cabeza—. ¿Será que ya tienes el corazón ocupado y por eso no me miras?Haciendo una mueca de desilusión, se apresuró a colocar los alimentos en la alacena. Para despejar su mente y no pensar tonterías, buscó un vino que había comprado para una ocasión especial. Al no llegar ese día, decidió poner música y relajarse con una copa. Estando sola, ¡qué más daba!Dante terminó de revisar unos documentos y, al mirar su reloj, se dio cuenta de que ya eran las doce de la noche. Cansado, se levantó de su asiento, tomó su chaqueta y salió de la oficina. Se dirigió al estacionamiento con la intención de ir a su mansión. Al sentarse en el auto, inclinó la cabeza hacia atrás, su chofer le preguntó.—Señor, ¿lo llevo a su casa?Dante guardó silencio durante unos segundos. Por alguna razón, deseaba descansar en ese sofá incómodo. Suspiró profundamente e inclinó la cabeza, acomodá
El lunes, Dante se encontraba sentado como un rey en su gran trono.—¡¿Estás seguro?! No creo que sea buena idea dejarla sin protección —soltó Benjamín, incrédulo ante la petición de su amigo.Dante se inclinó hacia adelante, con sus ojos amielados clavados en su amigo. Señaló con un dedo hacia la herida, y con voz baja y cargada de reproche soltó.—¿De verdad crees que necesita protección? —Dejó escapar una risa amarga, como si la idea fuera un mal chiste—. Ella sabe defenderse sola, mira que lo sabe hacer muy bien.—Dante no la dejes sola, sin tu apoyo. Recuerda que su papá llegó borracho a formarle un escándalo en el restaurante para que lo cerrara y, si no fuera por la protección que le colocamos, todavía estaría merodeando el local. También esta esa persona que ha estado rondando el restaurante y haciendo preguntas sobre la familia de Ava —expresó benjamín, desconcertado por lo que había estado descubriendo sobre la procedencia de Ava.Dante movió los labios como si estuviera a p