Capítulo cinco 5

Ava no sabía qué hacer. No podía creer que se habían quedado sin casa. Se estremeció al escuchar una voz suave detrás de ella.

—Ava, desde que mamá murió y veo a papá llegar borracho cada noche, me siento como una extraña en esta casa. —Hizo una pausa, mirando al suelo como si buscara fuerzas para continuar—. Después de la escuela, prefería vagar sin rumbo antes que regresar aquí. Al no ver a mamá, siento un dolor tan fuerte en el alma que apenas puedo soportarlo. Ahora Zoe me invita a su casa, y su madre me trata con respeto y cariño, algo que aquí ya no siento —Respiró hondo, como si las palabras que estaban por salir le costaran demasiado—. Después de múltiples conversaciones con Cecilia, he decidido irme a vivir con ellas hasta que termine la preparatoria. Ya pronto seré mayor de edad. Con esto, Ava, quiero decirte que no iré con ustedes.

Ava estaba impactada por las palabras de su hermana. Volteó lentamente y, sin pensarlo, la tomó de los hombros y la abrazó con fuerza.

—Oli, perdóname por no estar pendiente de ti —manifestó Ava, con la voz entrecortada, mientras las lágrimas caían sin control—. Me he dedicado a buscar un esposo sin éxito, y te he descuidado. Perdóname, mi amor. Por mi rencor hacia papá, te he abandonado sin darme cuenta.

Olivia se separó suavemente de su hermana, y aunque sus ojos seguían reflejando tristeza, le dedicó una sonrisa pequeña pero reconfortante. Con ternura expresó.

—No tengo nada que perdonarte. Te aconsejo que te cases rápido para que te liberes de papá. A mí no me toma en cuenta, ni sabe cuándo estoy en la casa. Por eso he tomado la decisión de irme a vivir a la casa de mi amiga.

—Olivia, cómo me gustaría que estuvieras a mi lado. Hoy conocí a una amiga de mamá y prometió ayudarme a conseguir esposo. Ya pronto nos liberaremos de papá. Yo trabajaré y luego podrás vivir conmigo. —comentó emocionada.

—Ava, respeta mi decisión, por favor. No voy a ser un estorbo en tu matrimonio. Estaremos en contacto, te lo prometo.

—Mi niña, cuánto has madurado. Está bien, te quedarás con Zoe. —Trató de mantener la calma para no preocupar más a Olivia—. Llevarte conmigo y con papá en este momento no es buena idea. Yo soy fuerte y podré defenderme de él, pero tú... —El temor por la seguridad de su hermana la hizo temblar—. Me da miedo que algún día uno de sus amigos te haga daño.

—Gracias hermana por ser razonable, te prometo que nos veremos seguido —respondió Olivia, abrazándola con cariño.

Olivia salió de la habitación y Ava se recostó en la cama. Se sentía frustrada. Por primera vez en su vida, estaba desesperada por conseguir un esposo para poder liberarse de su padre. Llevaba seis meses buscando sin éxito.

De repente, escuchó el sonido del teléfono. Alargó la mano, tomó el aparato que estaba dentro de su bolso y miró la pantalla. Al no reconocer el número, respondió con incertidumbre:

—¡Hola! ¿Quién es?

—¡Hola, Ava! Es Greta, la amiga de tu madre.

—Señora Greta, un gusto escucharla.

—Te tengo buenas noticias: ya te conseguí esposo.

—¿Lo dice en serio? —Una pequeña mueca de esperanza se dibujó en su rostro.

—Sí. Es una persona humilde que trabaja como chofer, pero me puso una condición.

—¿Cuál?

—Que se casen mañana y que vivas con él en su humilde casa.

Greta sonreía, ya había arreglado todo para que su hijo se casara al día siguiente.

Ava no quería aceptar, pero era su única salida. Estaba insegura. Le parecía horrible casarse con un desconocido y vivir con él sin saber qué tipo de hombre era. «¿Y si es feo? ¿Y si es viejo y quiere consumar el matrimonio?» Sintió un escalofrío recorrer cada bello de su cuerpo que la asustó.

Greta, al notar su silencio, intentó tranquilizarla.

—No te preocupes, lo conozco desde hace años. Es un joven muy apuesto y honesto. Él solo quiere ayudarme, por un año será tu esposo. Estoy segura de que se llevarán bien.

Ava sabía que, si lo pensaba mucho, no lo haría. Cerrando los ojos respondió.

—Está bien, pásame la dirección y dime a qué hora nos casaremos mañana.

—Claro, mi niña. Te la pasaré toda la información por mensaje. No cambies de opinión, ni lo dejes esperando. Además, yo me encargaré del contrato de matrimonio, para que todo sea transparente.

—Gracias, Greta, agradezco de corazón su ayuda.

Colgó la llamada y volvió a recostarse en la cama.

Al día siguiente, Ava, junto a su hermana, preparó una mochila con sus cosas más importantes. Greta le había enviado la dirección a donde debía presentarse. Se despidió de Olivia con nostalgia y con promesas de siempre estar en contacto. Luego se subió a su Fiat Panda plateado y emprendió el viaje.

Una hora después, Ava se encontraba frente a una pequeña casita, su corazón latía con fuerza mientras levantaba la mano para tocar la puerta. Apenas unos segundos después, esta se abrió, revelando a un hombre atractivo. Era alto, con una presencia imponente, y esos ojos amielados, la dejaron sin aliento. La sorpresa la paralizó, y un pensamiento fugaz cruzó por su mente: «No puedo creer que este tipo tan guapo vaya a ser mi esposo».

Intentando mantener la compostura, respiró hondo y se preparó para hablar, pero una voz ronca se le adelantó.

—¿Te quedarás echando raíces ahí o vas a pasar? —murmuró Dante con arrogancia, al ver las mejillas sonrojadas de la hermosa niña de cabello oscuro frente a él.

Ava se sobresaltó y ese comentario arruinó por completo el momento. El hombre le dio la espalda y caminó hacia el interior de la casita. Fue entonces cuando Ava comprendió que su futuro esposo era hombre odioso.

Lo siguió hasta una pequeña sala, donde lo observó sentarse en una mesa junto a otro hombre vestido con un traje negro, quien con tono profesional expresó.

—Hola, soy Fausto Jones, el abogado. Aquí tengo el documento para que ambas partes lo lean y lo firmen.

Ava sintió un nudo de nervios en el estómago ante la mirada penetrante de Dante, por lo que bajó la cabeza para evitar que él notara cuánto la intimidaba.

—Y yo soy Dante Musk, tu futuro esposo. Puedes tomar asiento —añadió él, con su voz cargada de autoridad.

Notando que ambos hombres la observaban, ella se sentó con cierta incomodidad. Tomó el documento que le extendía el abogado, pero, presa de los nervios, apenas lo hojeó antes de firmarlo. Dante no tardó en tomar el papel y estampar también su firma.

—Ahora están casados. Llevaré este documento al registro civil para formalizar su matrimonio —indicó Fausto, guardando los papeles en su maletín.

Dante estudió cada expresión de su esposa. «No es fea la mujer que me consiguió mi madre. Ahora veremos qué intenciones tiene la nueva señora Musk».

El abogado se despidió y salió de la casa.

—Así que te llamas Ava.

—Sí señor Dante.

—Estamos casados, llámame Dante. Acepté casarme contigo para devolverle un favor a la señora Greta. Me contó que debías casarte para recibir una herencia. Pero veo que no eres fea. —Dante la analizó con seriedad—. ¿Por qué no conseguiste un marido normal?

—Lo intenté muchas veces —respondió frustrada—. Pero unos no querían enredarse con la mala fama que mi padre había creado y otros simplemente mi padre los intimidaba.

Pasaron un largo rato conversando, mientras Dante, con voz tranquila pero directa, le hacía preguntas sobre su familia. Ava, aunque algo incómoda, respondió a cada una.

Finalmente, después de un breve silencio, Dante expresó con seriedad señalando con la mano una puerta.

—Ahí dormirás tú. Yo me quedaré en el sofá. —Se levantó de la silla y caminó hacia la habitación. Ava lo observó con cierta confusión, pero lo siguió en silencio.

—¡No! No quiero incomodarlo, Usted puede dormir como siempre en su cama.

—¿Acaso quieres que durmamos juntos? —respondió con malicia, mientras rebuscaba en el closet.

Ava se sonrojó y apretando su mochila respondió.

—¡Estás loco! Como crees que voy a dormir con un hombre que apenas conozco, yo puedo dormir en el sofá sin ningún problema.

Dante no le respondió. Sin decir una palabra, salió de la habitación llevando una almohada y una cobija bajo el brazo.

Mientras tanto, Ava se quedó sola en la habitación, mirando la puerta cerrarse. El silencio y la soledad en aquel espacio pequeño se hizo pesado, la hacía arrepentirse de haberse casado con un extraño. Se dejó caer en la cama con tristeza. Sus pensamientos comenzaron a llenarse de dudas y arrepentimientos.

—¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Cómo aguantare un año casada con este pedante? —comenzó a exhalar profundamente para relajarse un poco—. tranquila Ava, todo estará bien, solo tienes que ser fuerte y ser distante con este hombre. El tiempo pasa rápido.  

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