La pregunta

Oriana

—Quiero que tengas en cuenta que solo me fui para que no nos convirtiésemos en el espectáculo del vecindario —. Álvaro se escuchaba molesto y frustrado. Lo que me hizo sonreír con malicia, mientras untaba el relleno al pastel de chocolate que había hecho en forma de agradecimiento para Stephan —. No tenías derecho a llevar a ese machote para que me amenazase con golpearme si no me iba…

Casi gritó contra el móvil y me vi obligada a apartarlo de mi oído.

—Haber —. Lo detuve y dejé la espátula sobre la isla, luego me apoyé sobre el mármol, mirando de reojo el lugar donde el sucio culo de Noelia había estado apoyado. Aun colocándome en un sitio diametralmente opuesto, sentía los retorcijones en la tripa al recordar que estaba en el mismo espacio. Ni todo el cloro del mundo iban a limpiar la superficie —. No tienes derecho a quejarte. Firmaste el acuerdo, estuviste conforme con mis demandas, porque sabías perfectamente que te permití quedarte aquí porque una parte de mí todavía sien
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