En el despiadado mundo de la mafia, Mateo Crown es una figura temida y respetada. Cuando el esposo de Harper Visconde ataca a su familia, Mateo lo asesina sin piedad, desatando una guerra entre los dos clanes. Para poner fin a la sangrienta enemistad, el suegro de Harper, aprovechando su poder sobre ella, propone un matrimonio, pues es para lo único que ahora le sirve. Ella, por su parte, le guarda un profundo rencor a su ahora prometido, porque fueron sus actos los que la llevaron a esa situación. En venganza, le dispara el día de su matrimonio, dejándolo anonadado al experimentar el dolor físico por primera vez. Ese dolor, intensificado por la furia, marca el inicio de una relación llena de giros peligrosos. Mientras ambos se sumergen en una espiral de atentados, una pasión incontrolable comienza a surgir entre ellos. Cada encuentro está cargado de tensión y deseo. ¿Podrán superar el odio y la venganza? ¿Seguirán su destino de destruirse mutuamente? ¿O tomarán ambos caminos?
Leer másA miles de kilómetros de Manhattan, las noticias esperadas no llegaban tan rápido cómo se necesitaban.—¿Es válida?— consultó el rubio que enterraba la aguja en la piel, para luego tirar de ella.—Es real— mencionó el Circe Blaine, el consiliario del clan, el cuál mantenía la mirada al frente, pese a lo tremebundo que resultaba la escena del nuevo líder cosiendo la piel de un individuo con otro.—No pregunté si era real, lo vi también— alcanzó otro de los cuchillos para realizar una incisión más. —Pregunté si era válida. El grito del sujeto que soltaba lágrimas espeluznantes de dolor, veía al consiliario buscando ayuda. La aguja lo torturó al entrar a su piel, cortando aún más con el hilo oscuro que lo unía a la mujer que ya había perdido el conocimiento. —Al tenerla en el lugar donde la solía colocar su padre, hacerse pública y no estar él para desmentir o confirmar, la única forma de validarlo— Valente presionó el botín en el cuerpo unido para tensar el hilo encerado que se rompió
Se preparó para ir a la agencia, siendo acompañada por Ken, el cuál en el camino le brindó información sobre los contactos que tenía listos. Se quedó con ella en la agencia, viendo folletos, en lo que Harper paseaba con gracia entre los vehículos que no le generaban una sola mueca. —¿Cuál modelo considera ideal para usted? —preguntó el asesor de la agencia, después de que Harper hubiera descartado múltiples opciones.—Un Crown solo utiliza los mejores —intervino otro de los asesores, reconociéndola—. Señora, su esposo suele solicitarnos la importación de sus vehículos, así que creo que puedo asistirla en su elección.—Harper Visconde, dejemos el Crown de lado; no deseo causar revuelo con un apellido que siempre provoca miradas a dondequiera que vaya —mintió, pues no deseaba ser vista de esa manera, dado que en pocos días dejaría de tener su estado civil actual.Aunque este pretexto le sirvió para que le mostraran los mejores vehículos de la agencia. No estaba interesada en algo oste
Las lágrimas de Harper descendieron por sus mejillas cuándo entró al apartamento, en dónde Ken borró su risa divertida. Dejó el tazón con palitos de pepino mal cortados que llevaba hacia la sala sobre una mesa.—¿Qué te hicieron?— Harper negó y se abrazó a él de inmediato. Eso fue aún más confuso. La Reina Roja jamás buscaba consuelo y verla de esa manera fue cómo si cientos de alarmas se encendieran a la vez. Dijo algo ininteligible en un susurro, sin soltar el maletín que apretaba más.—¿Qué cosa?—Soy libre, Kennedy— su voz estrangulada por sus propias emociones, se acompañó con la mirada vidriosa que seguía temblando. —¡Soy libre, por fin!—¿Cómo es que…?No quiso preguntar más al verla lanzarse a sus brazos de nuevo. Franzua apareció con una campera de cuero con sus vaqueros azules, quedándose con la pregunta en la boca cuándo fue Harper la que se lanzó a sus brazos de forma abrupta. —¡Soy libre, Mushu! —reveló, mientras él sentía los temblores de la mujer que se escondía entre
A medida que abandonaba el escenario, Harper sintió esa felicidad que no se podría apagar con nada. Era una llama ardiente en su interior, una sensación de triunfo y realización que jamás había experimentado. Sentía como si por fin hubiera encontrado la fuente de energía inagotable, el cuál era hacer lo que quería y lo que deseaba era poder… —Lo hice— le dijo a Winifred cuándo la vio de frente. —Por supuesto que lo lograste, mi niña— el trofeo era lo de menos para su nana, verla tan emocionada fue justo lo que quiso ver siempre y al fin lo presenciaba. La abrazó cómo si fuera la bebé que corría por toda la casa, mientras Harper soltó sus lágrimas, viendo a Noelle observándola desde atrás de su nana. Se veía tan diferente, finalmente tenía el gesto que esperaba desde su niñez. —Sé que no es tan… Noelle se abalanzó hacia ella, rodeando la cabeza que dejó que se posara en su hombro, mientras limpiaba una lágrima que descendió de su mejilla. —Tal vez nunca lo haya dicho y quizás
Gerfried dejaba su esfuerzo en el escenario, entre giros impresionantes con descensos que lo hacían ver livianos. Mientras tanto, en el clan Bohemond, cientos de balas se lanzaban al aire para dar por sentada la muerte de su líder actual. Yara mantenía su rostro abajo, viéndose sola frente al féretro de su padre. Siendo las tres de la madrugada el luto del clan comenzaba. En cuánto Gerfried culminó con su presentación, Phiama salió a la suya. Dejando claro que su meta esa noche era salir de ese sitio con su trofeo. La agilidad y la seguridad con la que se movía en el escenario no dejaba dudas de que cada entrenamiento había rendido frutos. Entre pirouettes hipnotizaba al público que la veía, impresionado. Un rosa delicado la cubría, con un vestuario que la hacía destacar, mostrándola como un ser lleno de ternura, bondad y dulzura. Sus gestos, la mímica y cada pincelada de maquillaje en su rostro resaltaba eso, en la interpretación de la bella doncella que en sus puntas giraba, ob
—Esos maldit0s ladrones— farfulló Milkar viendo lo que les llevó horas crear en manos de la castaña que se mostraba victoriosa ante el público. Su risa dejaba claro que lo hizo a propósito y sabía que sí veían esa misma rutina, por muy dueños que fueran de ella, se vería mal, antes de las aclaraciones. Que por supuesto, no podrían hacer tan rápido. Fannie estaba que explotaba, Grettel presionó su puntero retráctil, mientras su colega le hacía una señal para que lo siguiera. Ambos abandonaron el sitio, en tanto Mateo acariciaba la cabeza de Horus, viendo al albanés presente, aunque con la cabeza en alguien del público. No había que adivinar en quién, quedaba más que claro para él. —No me equivoqué al elegirla— comentó Wyatt Finneghan al ver a su novia en el escenario. —Sólo se supera cada día. Tiene una mente muy creativa para lograr eso. —Creo que elegí muy bien, hermano— apoyó Úrsula viendo a Amnón servirse un poco de vino. —Prometo no jactarme tanto ante tí. —Las vic
Mateo se vistió rápidamente y tomó el desayuno junto a Beagle y Marek, el último insistió en que podía seguir con su trabajo. Sentarse a esperar a que el resto hiciera el trabajo no estaba en los planes de nadie, los Demons no hacían eso, hasta donde se les había inculcado cuándo se unieron a ellos. Incluso los hijos de los antiguos Demons lo sabían y aún no entraban de lleno. —Puedo conducir aún— indicó Marek levantándose de la mesa. —Por eso irás conmigo— demandó Mateo dejando la mitad de su plato para comenzar su trabajo casi por horas del mediodía. Con meses trabajando con él, Beagle era quién estaba acostumbrado a su forma de trabajar, por lo que cuándo Marek indagó sobre quién iría con la pelirroja, él ya tenía la respuesta. —Me haré cargo de la seguridad de la señora esta vez— se adelantó Beagle con la taza de café que se llevó a los labios. Mientras Mateo dejaba claro que debían marcharse en ese instante. Un descuido en Aegis representaba tener atrasos que no se podía
—No puedes estar en las calles por mucho tiempo— la fatalidad de su presencia llegaba con la responsabilidad sobre ella. —Hoy pueden ser polacos, mañana holandeses o Siberianos.Mateo subió después de ella al vehículo. —Alguien raptó o algo a Lorcan— alegó Harper al verlo recibir las identificaciones. —Y ahora no sé qué me conviene más. —Por ahora estar fuera del ojo público— cerró las ventanillas. —Apégate al sistema de seguridad, y hagas lo que hagas, no hables con nadie, por muy confiables que sean, ninguno debe saber dónde te encuentras. —¿No iré al apartamento?—Ese lugar es conocido y mi casa es muy obvio, no la quiero estropear con sangre de gente de mierd@ —dio una nueva dirección y al escuchar supo que era el lugar donde alguna vez se quedaron. —Los ensayos…—No los necesitas, en forma estás y todos están descansando— el auto no tardó en estar en movimiento. Contaba con la facilidad de conocer la ciudad cómo el lugar que había visto desde su niñez, por lo que sabía cuále
En cuánto amaneció, Harper debía acompañar a Alaric y Noelle, ya que Delphine había vuelto un poco más tarde y según Obed, tenía otras cosas para resolver con sus propios padres. Los marqués iban a visitarlos y la obligación de su esposa era estar ahí para recibirlos. Esperar no era tan agradable y ver a médicos pasar sin ser a quiénes esperaban, solo los tenían a la expectativa a los dos hijos de Noelle que seguían en silencio. Aunque en esta ocasión, ya sentían tanta incomodidad cómo la vez anterior. —Pueden pasar —la puerta se abrió dejando ver a Gálata. Noelle estaba leyendo los resultados y ellos tuvieron que entrar. Harper tenía sus dilemas propios, aunque saber lo que tenía Noelle también era prioridad. Al menos eso le quedaría como satisfacción. Haberle devuelto un poco de lo que ella hizo todos esos años. —Los análisis muestran un alto nivel de proteínas anormales en la sangre —dijo Gálata con seriedad. Alaric presionó el hombro de su madre con suavidad, Harper mantuvo s