En el despiadado mundo de la mafia, Mateo Crown es una figura temida y respetada. Cuando el esposo de Harper Visconde ataca a su familia, Mateo lo asesina sin piedad, desatando una guerra entre los dos clanes. Para poner fin a la sangrienta enemistad, el suegro de Harper, aprovechando su poder sobre ella, propone un matrimonio, pues es para lo único que ahora le sirve. Ella, por su parte, le guarda un profundo rencor a su ahora prometido, porque fueron sus actos los que la llevaron a esa situación. En venganza, le dispara el día de su matrimonio, dejándolo anonadado al experimentar el dolor físico por primera vez. Ese dolor, intensificado por la furia, marca el inicio de una relación llena de giros peligrosos. Mientras ambos se sumergen en una espiral de atentados, una pasión incontrolable comienza a surgir entre ellos. Cada encuentro está cargado de tensión y deseo. ¿Podrán superar el odio y la venganza? ¿Seguirán su destino de destruirse mutuamente? ¿O tomarán ambos caminos?
Ler mais—He estado pensando en algo— exclamó la inglesa siendo firme en su voz, aunque tambaleaba su cordura. —Valente me repitió muchas veces sobre pensar igual y hacer algunas cosas similares. —¿Se supone que debes saber a qué se refiere?— ella lo miró por un segundo. —¿Cómo se conocieron? —Me arrastró a la habitación de mi abuelo para matarlo— Anthony aclaró su voz. —Dijo que perdería todo. Y siento que no se refería sólo a mi familia. Porque según él, pienso de la misma forma que él. Anthony largó un suspiro pesado. Evocó a su padre repetir que Keyla casi nunca fue de su agrado. Su abuelo repetía que Sara, en alguna época de su vida, no le agradaba. Aunque la diferencia estaba en que ninguna de ellas trató de asesinar a sus maridos, ni conspiraron contra la familia completa. Aquel pensamiento le causaba una pequeña chispa de ira, porque sabía que el daño que una sola mujer podía causar a su familia, en especial una tan dispuesta a hacer lo impensable, no solo ponía en peligro a su s
El mafioso se quedó en el muelle, adoptando la apariencia de un turista despreocupado hasta que la noche se adueñó del lugar. Con la calma de quien conoce el terreno, saboreó fruta en rodajas, observando a lo lejos cómo un grupo de sujetos discutía en voz baja sobre el inminente inicio del viaje en el barco destinado para ese embarque. Con su conocimiento sobre los procesos creó una distracción; empujó una caja de producto hacia el agua, creando un alboroto inesperado que capturó la atención de todos.Ninguno se esperaría que mientras la tripulación se dispersaba para recuperar el objeto caído, él se deslizaba a bordo sin ser notado. Absorto en su plan, avanzó por un pasillo estrecho y oscuro, cuyos muros descascarados y tuberías oxidadas apenas dejaban entrever la humedad acumulada. Cada paso era un acto calculado de sigilo, consciente de que cualquier movimiento en falso podría alertar a la policía y, en consecuencia, a Valente.El pasillo lo condujo a una red de corredores interco
Mateo, sin embargo, plantaba su pie en la arena, su cabello mojado se pegaba a su frente, mientras su mano seguía en su costado, su espalda se sentía, aún así no se detuvo al ver el muelle, en el cuál caminó sin llamar la atención. Nadie le prestaría su interés a alguien que se mezcló entre ellos. Todos simplemente estaba preocupados al ver helicópteros rondando el lugar, aún amaneciendo, no dejaban de buscarlo y sabía que iban a continuar.No podía estar a la vista. —A esta hora no será fácil que el comisario te atienda—, le mencionó Gunnar recogiendo la red. —Pero puedes esperar afuera de la comisaría. Quién dice que no tengas suerte. Si un turista se pierde le da más prioridad. Mateo observó a todos lados, mientras decidía que ruta tomar. No era idiota para creer que había dejado en enviar perros de caza, cómo los llamaba el sin cerebro que lo tuvo cautivo todos esos días. —¿Qué habrá sucedido?— preguntó el pescador ante todo el alboroto que se escuchaba aproximarse a ellos. Mat
—Hace mucho frío— musitó Harper con el tiritar de su cuerpo siendo incontrolable. Winifred masajeó sus brazos tratando de darle alivio, pero no aminoraba. Parecía tener fiebre, aunque no era así. Su cuerpo temblaba, mientras no entendía de dónde surgía tal cosa, pues la temperatura había sido ajustada. Sus ojos estaban entreabiertos, aunque su mente tenía el rostro de una sola persona en ese instante. Siendo correspondida de la misma manera por dicho sujeto. Ya que, aún cuándo Mateo no encontraba la manera de salir del sitio en donde se hallaba, rendirse no estaba en su vocabulario. Las olas violentas del mar lo tenían con las manos moviéndose inestables, sus zapatos no le servirían de mucho, pues lo que debía tener la habilidad necesaria para escapar de la red que se había formado. Un helicóptero rondaba por esa zona, algunas embarcaciones pequeñas se movían también y él, con heridas en todo el cuerpo, se mantenía en su determinación de salir de ese lugar. Nadó aún con sus fuerza
Anthony se dedicó a la búsqueda por su cuenta, de una manera más centrada en la información que había pedido. —Realmente hay pocos lugares en los que se puede decir que los Bohemond no estén presentes, aún cuándo se trata de algo mínimo, como una casa, una empresa, hasta dominar una zona completa de edificios— Hermes leía el mapa que había logrado armar con todas las posesiones de los Bohemond. —Portugal es solo el inicio. Heredó territorio Croata por parte de su madre. Quién, en su cargo como única esposa con hijos de Lorcan, ayudó a su esposo a coleccionar una vasta cantidad de inversiones. Mateo dijo, cuándo decidió casarse, que eliminar a los Bohemond era una misión difícil. —Si es un lugar en donde no hay nada que les pertenezca, el norte es donde podemos empezar— indicó Anthony, pues estaba al tanto de que las uniones de clanes en esos países eran una total fuerza impenetrable para muchos. —Dile a todos que detengan las operaciones. El clan cayó. La simple y sencilla o
Cada uno de los médicos se enfocó en acelerar el proceso, atendiendo cada uno de los mandatos del médico a cargo. Debían asegurarse de que no habría consecuencias graves tras su despertar, especialmente considerando la gravedad de sus heridas.Los monitores registraban cada latido, cada cambio en su respiración, mientras el equipo revisaba meticulosamente su estado. El bazo había sido uno de los órganos comprometidos tras la lesión, y aunque habían logrado estabilizarlo en la cirugía, aún existía el riesgo de hemorragias internas o insuficiencia orgánica.Aunque a medida que fueron descartando cada una de ellas, Harper sólo pensaba en que Krysia hubiese recibido lo que Ken debía llevar. Necesitaba saber que sí. Rogaba porque hayan hecho todo, tal cual de planificó. Winifred, aún con el poco tiempo que tenía de verla de esa manera sabía leer ese tipo de miradas. Situación, que la tenía preocupada, porque si haber sepultado a la persona que la hacía reír aún con chistes amargos o sin g
—Demos inicio a todo. Que ese clan no tenga idea de dónde salen tantos golpes— ordenó Valente desde su silla. Mateo Crown estaba con la cabeza abajo, dejando saber su poco conocimiento sobre su entorno. —Interviene sus líneas. Qué cada uno de los peones hagan su tarea. —¿No crees que es muy pronto?— Zorina reparó el aspecto del prisionero. —Justo por eso lo haré ahora— retiró la primera capa de la cáscara de la mandarina en su mano, volvió su mirada hacia su hermana que se adelantara. —No tuviste a un inútil en tus entrañas, mamá. Se puso de pie y le pidió seguirlo. Podía estar inconsciente, pero el cerebro le seguía funcionando. —¿Has escuchado sobre la teoría de que en el mundo tenemos a 7 gemelos?— Zorina alzó una ceja, caminando detrás suyo. —No tuve gemelos y tu buscas a quién se vea idéntico a tí— bufó. —¿Te faltaron hermanos?—Tal vez— le ofreció algunos gajos de fruta. —Uno tú y uno yo, ¿te parece?—Tengo ideas más creativas con él— escuchó el cerrojo ser colocado en la
Con los días transcurriendo tan velozmente, Franzua pudo abrir los ojos, aunque su mirada estaba puesta en la puerta, esperando que lo último que vio al perder el conocimiento fuese mentira. Sin embargo, Ken no iba a regresar. No lo haría, aún cuándo más lo necesitara. Lo había perdido. No volvería cómo otras veces lo hizo. Aunque agradecía para siempre haberla salvado a ella. A la mujer que se metió hasta sus huesos. Fannie en otra habitación intentaba hablar para preguntar por sus amigos, por él, pero su voz fallaba. Cada intento era un susurro áspero, entrecortado, como si su garganta se negara a obedecerla. El disparo en la nuca no la mató, pero el daño estaba hecho. La bala no había atravesado su médula espinal, pero el impacto y la presión afectaron los nervios cercanos a sus cuerdas vocales. Los médicos habían dicho que si no se sometía a tratamiento, el daño podría volverse irreversible, robándole para siempre la voz. —¿Cuál es el diagnóstico? ¿Se puede usar la cura en el
—Wild necesita analgésicos y antibióticos— destacó la mujer cruzando los brazos. Cuando se detuvo frente a su hijo, lo hizo sin apuro, con la precisión de quien no necesita apresurarse para imponer su presencia. Sus dedos, largos y esbeltos, tamborilearon apenas contra su codo, un tic minúsculo que delataba su falta de tolerancia hacia lo obvio. —Ahora vas a negarle eso a tu tío— añadió con un tono helado, casi desinteresado. —En ocasiones demostrarles un poco de compasión te hace ganar su lealtad. Valente apenas alzó la mirada, pero la sonrisa que le dedicó no tenía nada de afecto. —¿Cátedras de humanidad, mamá?— murmuró, ladeando ligeramente la cabeza—. Ahora los premios cambiaron de atención a medicamentos. Gran transformación. Zorina reparó su pierna. —No funciona conmigo. Optemos por ser auténticos, porque detesto la falsedad— fue directo. —Además, voy a suponer que no olvidas el lugar de cada quién. Presionó la muleta, sin dejar el semblante de su madre. —Sabes qué no