El aire se llenó de un aroma acre, la presión se disparó y un rugido animal lo cubrió cuando Valente se lanzó hacia Mateo en respuesta. Su cuerpo había sido impulsado por pura adrenalina y odio desmedido, además de la finalidad de salir con vida, contrario a los otros. No había estrategia, no había cálculo, sólo el instinto primitivo y una furia descontrolada que comandaba el deseo por romper los huesos del otro. Mateo, cual máquina de guerra, recibió el impacto de Valente como si fuera una pared de acero. Ambos cuerpos chocaron con tal fuerza que el suelo bajo ellos crujió al estrellarse de esa manera, el polvo se levantó y los fragmentos de escombros salieron disparados en todas las direcciones.Valente tenía los ojos inyectados de sangre y una sonrisa que bordeaba la locura, la cuál no poseía más que una letal objetividad, misma con la que lanzó un puñetazo directo al rostro del mafioso. El golpe conectó con una furia brutal, un impacto rotundo que habría destrozado la mandíbula d
Valente había jugado bien sus cartas. Había hecho favores, había sabido a quién salvar y a quién cobrarle caro la ayuda. Tenía cazadores desperdigados, asesinos que le debían silencios, y algunas deudas que aún podía cobrar si las cosas se torcían. Pero lo suyo era una red frágil, tejida con hilos de conveniencia. Ninguno moriría por él.Mateo, en cambio, tenía la lealtad de los Demons, un grupo de casi treinta guerreros entrenados no solo para matar, sino para desaparecer tras hacerlo. Cada uno valía por diez hombres comunes. No eran mercenarios, ni soldados, ni bestias sin control. Eran una élite nacida del caos, moldeada por el dolor y entrenada bajo un código que solo los Crown conocían por completo. No se le obedecía por miedo, sino por respeto. No se le seguía por dinero, sino por convicción.Su lenguaje era la guerra. Cada uno de ellos hubiera matado por el otro. Y todos habrían incendiado una ciudad entera si Mateo lo ordenaba.Ninguno usaba emblemas. Sus cicatrices eran el un
Siendo las 3:24 p.m, la situación no pintaba nada bien, pues habían sido avisados sobre la presencia de la croata en ese territorio y sí las leyendas sobre ellas eran verdad, lo mejor era tomar medidas. Zorina Smirak era llamada de muchas formas, pero lo que sí sabían era su gusto por el filo. Nadie la quería cerca, no con un ejército de tantos hombres acompañándola.—Un grupo de hombres se acercan por la Ruta Szarych Szeregów— informó Krysia sin levantar la mirada del teléfono, mientras otra línea zumbaba con interferencia. —No tenemos más de cinco minutos. Tal vez menos. Nos adelantamos o nos adelantamos, es la única forma de salir de aquí. La casa estaba en silencio, pero no el silencio normal de una tarde con cielos avisando sobre una tormenta, sino ese espeso y denso que avisaba que algo estaba a punto de romperse. Krysia se devolvió desde la ventana con pasos grandes, mientras se sacaba la pistola de la espalda y avanzaba por las escaleras que subía de dos en dos. Ajustó el au
Minutos antes....Como un sujeto acostumbrado a las malas miradas, a los caminos llenos de explosivos y una vida de mierd@ capaz de hacerte perder más que sólo la vida, Mateo Crown descendió del helicóptero, pisando la superficie del yate que esperaba por ellos. Su abuelo lo recibió de la misma manera que lo hizo antes su padre. Verlo con vida les daba alivio, no era fácil pensar en repetir el pasado, no con ninguno de ellos. El helipuerto acondicionado para recibirlos estaba con la seguridad de no ser encontrados en ese lugar, mientras podían ver todo el caos que dejaban atrás. El mafioso observó a su alrededor, miró sus nudillos reventados y apretó los puños. Otra jugarreta pendeja de parte de un tipo que no pensaba en otra cosa que no fuera joderle la existencia. Ni cazandolo con todo su arsenal había podido volver a ponerle una cadena al cuello y si eso no le quitaba peso de encima era porque no tenía a la maldit@ rata portuguesa y no sabía nada de…Harper. Helena soltó el aire
—Me dicen que Alaric tiene una herida vamos a igualar el juego, hay órdenes de que el mismo trato que le diste a mi familia, la va a recibir ella —Harper con un tono suave pero peligroso, dejó que escuchara el sonido de teclas al otro lado y selló la amenaza. Marek obedeció sabiendo que por culpa de los Bohemond Beagle había muerto, mientras Harper tenía en mente a Ken, quién había logrado darle herramientas para no estar en desventaja frente a ellos. Los disparos no tardaron en escucharse . La transmisión llegó a Zorina como una bofetada de realidad. Su mandíbula se tensó con ese rugido de su estómago repleto de desprecio. Odiaba admitirlo… pero su hija había sido tan estúpidamente fácil de ubicar que ya habían dado con ella. —¿Hacemos sesión de fotos? Zorina giró lentamente. El punto rojo brillaba como una joya en su frente. La furia se acumuló en sus ojos, pero no había escape. —¿Esto es lo que eres? —escupió entre dientes— ¿Una niña rica con juguetes nuevos? Un arma n
Harper no sabía qué sucedía. No entendía qué pasaba. El aturdimiento era demasiado para comprender la situación. Solo veía la sangre de su esposo derramada en el suelo. Dos balas, una en el pecho y otra en la frente. Sus manos temblorosas envueltas en el mismo líquido la hicieron perder la noción de su entorno. Las pastillas para dormir que tomaba cada noche habían funcionado demasiado bien en esa ocasión, porque no escuchó los disparos. —Fue él. Fue Mateo Crown quien lo hizo —le dijo su suegro con la voz rota—. Lo mató porque no cedió a sus órdenes. Lo mató porque no aceptamos su dominio sobre nuestras vidas. No sabía quién era Mateo Crown. No entendía nada de lo que Lorcan decía. Sólo comprendió que habían matado a su esposo. Solo entendió que Mateo Crown había masacrado a casi todo un clan. La había convertido en una viuda. No amaba a su esposo, pero él la había mantenido segura de todos en ese lugar, y ahora estaba a la deriva. En el funeral de Orvyn Bohemond, solo
El mundo de Harper se tambaleó. ¿Casarse con el asesino de su esposo? La idea era repugnante, pero antes de que pudiera protestar, su suegro continuó. —Como comprenderás, no puedo arriesgarme a que vuelva a atacarnos —suspiró vertiendo un poco de su licor en un vaso—. Tú ya entiendes este tipo de negocios y eres en quien más puedo confiar para que haga bien su trabajo. Salvarnos. Su hipocresía no tenía fin. —Tienes hijas —le hizo ver cuando recuperó el habla. —Seré sincero —Lorcan se sentó cruzando una pierna sobre la otra—. Sabes la fama que esa familia se carga. La prueba está en que vino a matar a mi hijo a su casa, mientras dormías y no te diste cuenta de que lo hizo —dejó caer su barbilla sobre sus dedos con amargura, también presente en sus ojos—. No quiero a alguien así en mi familia. Tu padre no me llevará la contraria, durante los seis meses que dure esto, porque desde que firmaste tu matrimonio con Orvyn por la razón que sabemos, eres de mi propiedad, ¿tu mente capt
—¿Te lo dijo? —cuestionó su nana al verla con las manos enguantadas aferradas a la cómoda. Harper asintió solamente. —¿Le pedirás ayuda a tu padre? —No moverá un sólo dedo— lanzó su cabellera a su espalda. —Debo casarme con ese…asesino. Decirle asesino a alguien cuando esa marca la llevaba también era hipócrita. Pero lo suyo no se comparaba a ir a la habitación de alguien por la noche a acabar con su vida y aún presumir el hecho. Lo suyo fue accidental y sus manos recibieron castigo por haberlo causado. No sucedía lo mismo con el asesino de su marido y su salvación. —Mi niña, el mundo no siempre es justo, pero tú tienes la fuerza para cambiar tu destino— susurró Winifred, su nana acariciando su cabellera rojiza, para brindar consuelo. —¿Cómo puedo cambiar algo que ya está decidido? —dijo forzándose a no flaquear. —No soy más que una sombra en esta casa, Win. Tenía un poco de importancia con Orvyn vivo, pero ese maldit0 me quitó la única posibilidad de vivir medianamente tranq