Sue Miller, una crupier en un casino de Las Vegas, se convierte en una moneda de cambio cuando es repentinamente tomada como "rehén" por Jonathan Verstappen, dueño del casino y sicario de la mafia. Johann ha perdido a su hermana a manos del gemelo de Sue y tomarla a ella es su método para recuperarla.
Leer másCris y yo nos instalamos en una pequeña ciudad, a dos días de dejar Las Vegas. Con el dinero de Sasha, rentamos un pequeño departamento y compramos algunos muebles. Luego acudimos a un hospital para llevar el control de mi embarazo y establacer la fecha de parto. Cris no trató de hacer nada conmigo, fue un caballero y nos quedamos en habitaciones separadas. Él consiguió empleo y yo me encargué del hogar, como sí fuesemos un matrimonio tradicional. Lo despedía por las mañanas desde la puerta, como una esposa y al volver, lo esperaba con la cena. Pero no iba más allá. Nuestra relación era más como compañeros de renta, no como amantes.—Aquella mujer me dio su numero —me dijo a los pocos días de instalarnos.Me mostró su celular, en la cena. En una foto muy clara, vi un rostro imposible de olvidar. Un hombre alto y esbelto, joven, de cabellos rubios y un perfil atractivo. Era Jonathan.Aparté la vista enseguida, con el dolor contrayendo mi corazón. No quería saber más de él, era doloros
Sasha miró en torno y torció el gesto ante el pequeño espacio que era el departamento de Annabelle. Y yo sentí el impulso de perdirle que se fuera, no obstante, seguro estaba allí por una buena razón.—¡Sue!Cris pasó al lado de la mujer y me alcanzó. Me abrazó y expiró lleno de alivio. Yo también lo abracé, aunque no sabía qué hacía él allí.—¡Cris! —hundí la cara en su hombro.—Esta mujer me contactó —me dijo Cris sin soltarme—. Me pidió que viniera con ella si quería verte.Entorné los ojos y la miré a ella. Incluso cuando Cris y yo nos separamos, seguí mirandola con recelo. Estaba feliz de verlo, pero no pensaba agradecerselo.—¿Quién eres? —inquirió Anny, sin saber qué ocurría allí.Sasha le dirigió una breve mirada despectiva y luego se centró en mí. Dejó su bolso costoso sobre un sillón y caminó por el departamento con los brazos cruzados bajo el escote.—Jonathan está desesperado. Tiene un humor terrible que no puedo soportar ahora.Se detuvo y miró su reloj con cansancio.—Le
No tomé nada ni me llevé siquiera ropa, solo abandoné el comedor donde cenaba con Sasha y aprovechándo la soledad de la casa, corrí al exterior y subí al auto de esa mujer. Lo llevé a la salida y con el corazón en la garganta, esperé a que los vigilantes me detuvieran.Pero, por primera vez desde que vivía allí, nadie apareció para detenerme y salí sin el menor percance. Pero cuando me interné en las calles, no supe a donde ir. No tenía dinero para salir de la ciudad y hacer otra vida, y tampoco podía ir a mi viejo departamento, porque seguro allí me buscarían primero. Tampoco podía acudir a Cris, Jonathan sospecharía de él y seguramente esa misma noche irrumpiría en su casa.Despues de pensarlo mucho e incluso llegar a pensar en regresar, rendida a la mansión, me acordé de mi amiga en el casino. Anabelle. Puse el coche en movimiento y me dirigí a su casa. Ella se sorprendió mucho cuando llamé a su timbre y salió, viendo que era yo.—¿Sue?Sonreí con esfuerzo. La mirada sorprendida de
Me pregunté qué desencadenaría la discusión de esa noche y su promesa de llevar una vida donde yo no fuera una limitante. Me llenó de inquietud pensar qué haría Jonathan y cómo me afectarian sus acciones. Aunque por días no hizo nada, se mantenía sumergido en el trabajo, iba de la casa al trabajo sin mirar a otro lado.Bajo ese actuar, llegué a pensar que no haría nada, que sus amenazas no tendrían un fin y que seguro todo lo dijo para hacerme sentir nerviosa. Pero me equivoqué, una noche Cecy entró estrepitosamente a mi habitación con expresión sorprendida.—El señor Vertappen te espera abajo, Sue —me dijo evadiendo mi mirada.Hice una mueca de extrañeza, no solo por su actitud evasiva, sino porque Jonathan desde nuestra pelea no me dirigía la palabra, ni siquiera me buscaba. —Quiere que cenes con él —agregó, presionándome.Dejé el libro que leía y salí de la habitación con ella caminando detrás mío. Y solo cuando estabamos por llegar al comedor, fue que Cecy me dio información.—Sas
Me había dejado arrastrar por los celos y hecho una gran tontería. Y allí estaban las consencuencias, Jonathan había aparecido en casa inesperadamente y le había propinado una violenta golpiza a su amigo. Golpiza que no paró hasta que yo me interpuse y le rogué detenerse, jurandole que habíamos ido más lejos.Y para mi alivio, dejó ir a Demetri y a mí me llevó del brazo al interior de la casa. Los empleados que habían visto la escena con curiosidad, desaparecieron en cuanto nosotros entramos. Nos quedamos a solas.—¡Cómo te atreves a engañarme! Su voz retumbó en los altos muros y en todo mi ser. Observé la sangre en sus puños y sus ojos hirviendo en una mezcla de rabia y celos. No pude creer que creyera que yo le fui infiel, cuando entre los dos ya no existía nada.—¿Acaso hay algo entre tú y yo? Que yo recuerde, me desprecias, Jonathan —traté de no perder los estribos.Había besado a Demetri por despecho, y ahora me arrepentía, pero nunca iba a admitirlo.—Claro que te desprecio, me
Todo en torno a él desapareció. Mis ojos, conmocionados por sus palabras, permanecierón observándolo, mientras la sangre huía de mi rostro y me dejaba tan pálida como una hoja de papel.—Sasha pertenece a mi mundo y me ayudará a encontrar al bastardo de tu hermano, bonita¿Por "mundo" se refería a la mafia? Estaba claro que sí, Sasha era igual a él, una cazadora que rastrearía a mi hermano y lo arrastraría ante ese sicario, ese hombre que yo amaba y que era el papá de mi bebé. Tuve un mareo repentino que me hizo querer salir de allí cuanto antes.—Disculpenme... —me pusé en pie y traté de irme.Fui hasta la puerta, pero antes e poder cruzarla, los largos dedos de Jonathan se cerrarón en torno a mi delgada muñeca. Me jaló hacía él y me arrastró de nuevo a esa extraña reunión. —Te quedas. Sientate —hablado, me forzó a sentarme junto a él, a su derecha.A su izquierda, estaba Sasha. Jonathan se llevó su tragó a los labios y escondió una sonrisa cruel, con mi mano aún atrapada por su aga
Por los próximos días, permanecí sola en ese piso bajo suelo. Claro que el personal seguía acudiendo para mis comidas y cuidados, pero en cuando terminaban, la puerta se cerraba con llave y no volvía a abrirse hasta que Jonathan me visitaba. Por él supe que había extendido a sus hombres por todo el país, empezando por Nueva York, en busca de mi hermano. Aunque aún no daban con él y eso frustraba a Jonathan. Le hacía desesperarse más a cada día y la angustia por su hermana lo tenía de un humor insoportable. —¿Cómo está mi hija? —me preguntó una noche, sacándose la chaqueta y colgándola en un perchero. Entendí que se quedaría a dormir, a veces lo hacía. Cuando se sentía abrumado, su salida era buscarme. —Bien —dije a secas. Piqué la fruta que Cecy me había traído hacía poco, pero que mis malestares no me dejaban probar. —¿Estás segura? Me quitó el plato y yo tuve que verlo, sentado al otro lado de la mesa, justo frente a mí. —Robert me visitó y dijo que todo va bien —agregué en
Apenas bajé del coche, corrí al casino lo más rápido que pude y pregunté por Christian. Sus amigos me dijeron que se encontraba en los vestidores y yo me apresuré a buscarlo. Lo encontré a punto de irse. Al verme, se detuvo y se quedó mirándome fijamente, mejor dicho, se quedó mirando mi vientre, ya bastante visible aún bajo la ropa. —Todos comentan que la mujer de Verstappen está embarazada, supongo que es verdad. Me llevé a mano al vientre y solo en ese momento fui consciente de la enorme sorpresa que debía ser eso para él. Yo le gustaba y él, hasta hace poco, también me gustaba. Pero ahora tantas cosas habían cambiado. Yo esperaba al bebé de Jonathan y, aunque no quería, mis sentimientos estaban con él. —Cris, lo siento —me disculpé acercándome. —Supongo que esto significa que rechazas mis sentimientos, ¿no, Sue? —sonrió con tristeza. Lo observé ir y venir por todo el vestidor, recogiendo sus cosas y alistándose para irse. —Verstappen me mantuvo encerrado en una casa algunos
—¡Carajo, que repitas lo que dijiste, mujer! Su voz estremeció la habitación y mi alma. La ira en sus ojos había sustituido el jugueteo previo y su expresión cariñosa, el deseo, incluso el juicio. Cuando no pude hablar, me sujetó de los brazos y me aplastó contra la cama. —¡Maldita sea, Suzanne, habla ya! Parpadeé un par de veces, saliendo del miedo y reaccionando. Lo primero que hice, fue llevarme una mano a mi vientre a modo de protección. Sus ojos celestes siguieron mis movimientos y entonces Jonathan se alejó de golpe. Bajó de la cama y se paseó de allá para acá con una mano en la cara, tratando de controlarse. —Dime lo que sabes —su voz fue baja y siseante. Volví a sentarme y con la cabeza gacha por la culpa, comencé a contarle todo. Le hablé sobre lo que vi esa noche en el aniversario del casino, su identidad como sicario y mi preocupación por Samuel. Le confesé que hui a Nueva York con la única intención de reunirme con mi hermano y alertarlo, decirle que volviera con Emil