—Vino aquí por ti, Suzanne.Sus palabras me provocarón un escalofrio helado en todo el cuerpo. Tanto Jonathan como yo nos tensamos. Luego de esa advertencia por parte de Samuel, Jonathan aumentó la seguridad dentro y fuera de casa. Se volvió más precavido, casi histerico. Tanto él como Demetri comenzarón a barrer la ciudad de extremo a extremo, tratando de hallar a los acreedores de Samuel y a Cris. Pero fue en vano, ellos no aparecierón por ningún lado. Mientras tanto, yo me concentré en cuidar de mi bebé y tratar de ser un apoyo para mi hermano.A pesar de las constantes negativas de Jonathan para que siguiera visitando a Sam en el hospital, yo no podía abandonar a mi hermano.—No deberías volver a salir, Sue, menos despues de lo que Miller nos dijo —intentó convencerme de quedarme.Sin embargo, yo negué y me alisté para ir a visitar a Samuel. No pensaba dejarlo pasar todo ese tiempo a solas, en ese hospital, sin recibir ninguna visita o el más minimo apoyo.Él era mi hermano, a pe
¿Matrimonio? En otro momento de mi vida, incluso despues de enamorarme de ese tipo, esa posibilidad era remota. Nunca deseé casarme con Jonathan Verstappen, le temía a su carácter, su descontrolado estilo de vida.No obstante, ahora acababa de aceptar. Y estaba feliz de volverme su mujer. —Gracias —Emily, mi cuñada, me acomodó el velo sobre los hombros.El matrimonio se había organizado en tiempo record. En menos de 2 semanas, Emily había enviado invitaciones, planeado la ceremonia y cada detalle de la fiesta. Yo solo había tenido el deber de elegir un vestido.—¿Por qué? —le pregunté.Ella meneó suavemente la cabeza y dio un paso atrás, para apreciar mi aspecto.—Solo... estoy agradecida de que hayas aparecido en la vida de mi hermano, y que eligieras formar parte de su vida.Un suave rubor tiñó mis mejillas, bajé la vista y observé la amplia falta del vestido blanco. En mis planes de vida, casarme nunca fue una meta, vivía para ayudar a mi hermano y trabajar. Sí vislumbré llegar al
Luego de la fuerte bofetada que Cris me dio en la mejilla, que me produjó un leve aturdimiento, él se puso al volante y a mí me mandó a la parte trasera. Salimos del estacionamiento y, bajo el sonido de la lluvia golpeando el techo del coche, sentí como tomaba un rumbo muy diferente al que me llevaba a casa.En otras circunstancias, luego de sentir el labio partido y que mi cabeza se recuperará de la bofetada, habría tratado por todos los medios de escapar de esa situación. Quizás habría gritado, pateado a Cris y tratado de abrir las puertas para arrojarme en la autopista.No obstante, no estaba sola en el asiento trasero. Había un hombre sentando que, sin perder un momento, me cubrió la boca con una mano poderosa.—No vayas a cometer la estupidez de asfixiarla —le advirtió Cris, siguiendo a los dos coches que lideraban esa caravana.El hombre soltó un bufido burlón. Era mucho mayor que yo, tal vez arriba de los 30s, piel tostada, la cabeza rapada y tenía un rostro poco amigable. Me q
Cris se mantuvo encima mío, viendo con ojos indiferentes cómo las lágrimas salían de mis ojos. Simplemente todo lo que acurría, desde que salí de la habitación de Samuel en el hospital, el secuestro, la llegaba allí y ese grillete alrededor de mi tobillo, se sentía como parte de una irrealidad muy ajena a mí.Ese hombre tenía la cara, pero no era mi amigo.—Nunca dije que quisiera una vida contigo —le hice saber con voz temblorosa.Mi labio sangraba y me doliá la mejilla por la bofetada que me había dado, pero nada de eso me preparó para la siguiento. Vi su mano elevarse, luego descender con gran rápidez y sentí el potente golpe de la palma en mi mejilla. Mi visión vaciló, la piel me ardió y un gritó manó de mis labios.Las calientes lágrimas rodarón por mi piel.—¿Eso calma tu conciencia, Sue? Sabías de mis sentimientos.Parpadé unas cuantas veces, aturdida y con los oídos llenos de un agudo sonido. Cris me tomó de la mandibula y me hizo verlo cuando traté de alejar la vista. Nos mir
—¿Qué dices, Sue? ¿Cooperaras conmigo para recuperar a nuestra bebé? Acercó su boca a mi oreja, su aliento me cosquilleó y puso mis nervios de punta.—No podría hacer eso... nunca —le respondí a media voz, temblando solo de imaginarlo.Cris me quitó pacientemente algunos mechones de cabello de la cara, estaban empapados en sudor. Él había apagado el aire acondicionado y el almacen era un infierno caliente.—¿No es mejor plan tener a Emily con nosotros y criarla juntos? ¿No es una mejor idea a vivir lejos de ella para siempre? Ella sin su madre y tú sin esa hija que tanto amas...Mis parpados se cerrarón, lloré en silencio, con el corazón hecho pedazos por la cruel elección que él me obligaba a hacer. ¿Podría engañar a Jonathan para que me entregará a nuestra bebé? ¿Cómo podría arrebatarle a esa hija que tanto adoraba?Al verme devastada, Cris me dio un agresivo beso en la mejilla y recogió mi cena intacta.—Piensalo y dime qué harás, Sue. Estoy seguro de que elegiras bien, ambos sabe
Esa misma noche, Cris al fin me dio la oportunidad de beber agua. Me llevé la botella que me trajo y la bebí freneticamente, ahogandome en ese valioso liquido, hasta que tosí y terminé apretando la botella vacía en una mano.Sentía en el estomago el flujo del agua, reviviendo mi cuerpo luego de tantos días sin él. Cris tambien encendió el aire acondicionado, permitiendo que me refrescara lo suficiente. Cuando estuve un poco mejor, me sostuvo y me llevó a un baño pequeño a un costado del almacén. Me hizo entrar en una desgadastada tina de metal y comenzó a lavarme el cabello.Yo me mantuve quieta, sentada con las rodillas en el pecho y mirándo ausente el suave movimiento del agua a mi alrededor. Beber agua me había impedido morir, pero el resto de mi estado no era mejor que antes; me sentía aturdida totalmente, mis pensamientos no tenían pies ni cabeza...Y solo era capaz de ver a mi hija.Ni siquiera me di cuenta de en qué momento me sacó de la bañera, ni tampoco cuando me quitó la ro
—¿A-ayudarme a escapar? Mi voz fue trabajosa por la incredulidad en ella. Christian asintió y, serio, verificó que nadie nos estuviera espiando por las escaleras. Luego recorrió el recito de un lado a otro, buscando una salida adicional. Aunque mi cabeza seguía envuelta en una tensa nube caliente por la presión a la que él mismo me había sometido, traté de entender lo qué hacía.—Christian, ¿qué has dicho?Él movió tablas con cuidado, movió baldes de agua abandonados y se asomó por una de las ventanas. Señaló al exterior.—Puedes saltar, Sue. Hay un techo en el que podrías caer. Solo son pocos metros...La urgencia de su voz me asustó. Di un precavido paso atrás.—¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Por qué de repente me ayudas? —de verdad quería saber las intenciones de ese hombre. Y es que ya no confiaba en él, me había hecho tanto daño que no podía verlo como en el pasado, cuando incluso lo quería.—Sue, por favor, tienes que salir de aquí...—¡Tú mismo me trajiste aquí! —mi voz subió
Esa noche la casa estaba llena, había clientes y apuestas en cada mesa, la música resonaba por las salas y las bebidas llegaban una tras otra. Miré a los apostadores en mi mesa y con una sonrisa profesional les coloqué 2 cartas delante de cada uno. El juego de esa noche era el blackjack, un juego de cartas sencillo donde ganaba quién se acercará más a los 21 puntos con solo 3 cartas, y yo era quién dirigía el juego, era la Crupier. —¿Podría invitarte un trago, preciosa? —musitó a uno de los apostadores, estirando los dedos sobre la mesa y acariciando mi mano—. Cuando acabe esto, ¿qué tal sí te llevo a cenar? Reprimí una expresión de desagrado. Ya llevaba 3 años trabajando en ese casino y los clientes siempre me pedían cenas, salidas, citas e incluso intimidad, pero ya había aprendido a manejar todo eso. Mi trabajo consistía en ser mejor que ellos y sacarles cuanto dinero pudiera. —Nena, ¿me rechazarás un simple trago? —insistió el hombre. Con cortesía le sonreí al cliente y reve