Cris se mantuvo encima mío, viendo con ojos indiferentes cómo las lágrimas salían de mis ojos. Simplemente todo lo que acurría, desde que salí de la habitación de Samuel en el hospital, el secuestro, la llegaba allí y ese grillete alrededor de mi tobillo, se sentía como parte de una irrealidad muy ajena a mí.Ese hombre tenía la cara, pero no era mi amigo.—Nunca dije que quisiera una vida contigo —le hice saber con voz temblorosa.Mi labio sangraba y me doliá la mejilla por la bofetada que me había dado, pero nada de eso me preparó para la siguiento. Vi su mano elevarse, luego descender con gran rápidez y sentí el potente golpe de la palma en mi mejilla. Mi visión vaciló, la piel me ardió y un gritó manó de mis labios.Las calientes lágrimas rodarón por mi piel.—¿Eso calma tu conciencia, Sue? Sabías de mis sentimientos.Parpadé unas cuantas veces, aturdida y con los oídos llenos de un agudo sonido. Cris me tomó de la mandibula y me hizo verlo cuando traté de alejar la vista. Nos mir
—¿Qué dices, Sue? ¿Cooperaras conmigo para recuperar a nuestra bebé? Acercó su boca a mi oreja, su aliento me cosquilleó y puso mis nervios de punta.—No podría hacer eso... nunca —le respondí a media voz, temblando solo de imaginarlo.Cris me quitó pacientemente algunos mechones de cabello de la cara, estaban empapados en sudor. Él había apagado el aire acondicionado y el almacen era un infierno caliente.—¿No es mejor plan tener a Emily con nosotros y criarla juntos? ¿No es una mejor idea a vivir lejos de ella para siempre? Ella sin su madre y tú sin esa hija que tanto amas...Mis parpados se cerrarón, lloré en silencio, con el corazón hecho pedazos por la cruel elección que él me obligaba a hacer. ¿Podría engañar a Jonathan para que me entregará a nuestra bebé? ¿Cómo podría arrebatarle a esa hija que tanto adoraba?Al verme devastada, Cris me dio un agresivo beso en la mejilla y recogió mi cena intacta.—Piensalo y dime qué harás, Sue. Estoy seguro de que elegiras bien, ambos sabe
Esa misma noche, Cris al fin me dio la oportunidad de beber agua. Me llevé la botella que me trajo y la bebí freneticamente, ahogandome en ese valioso liquido, hasta que tosí y terminé apretando la botella vacía en una mano.Sentía en el estomago el flujo del agua, reviviendo mi cuerpo luego de tantos días sin él. Cris tambien encendió el aire acondicionado, permitiendo que me refrescara lo suficiente. Cuando estuve un poco mejor, me sostuvo y me llevó a un baño pequeño a un costado del almacén. Me hizo entrar en una desgadastada tina de metal y comenzó a lavarme el cabello.Yo me mantuve quieta, sentada con las rodillas en el pecho y mirándo ausente el suave movimiento del agua a mi alrededor. Beber agua me había impedido morir, pero el resto de mi estado no era mejor que antes; me sentía aturdida totalmente, mis pensamientos no tenían pies ni cabeza...Y solo era capaz de ver a mi hija.Ni siquiera me di cuenta de en qué momento me sacó de la bañera, ni tampoco cuando me quitó la ro
—¿A-ayudarme a escapar? Mi voz fue trabajosa por la incredulidad en ella. Christian asintió y, serio, verificó que nadie nos estuviera espiando por las escaleras. Luego recorrió el recito de un lado a otro, buscando una salida adicional. Aunque mi cabeza seguía envuelta en una tensa nube caliente por la presión a la que él mismo me había sometido, traté de entender lo qué hacía.—Christian, ¿qué has dicho?Él movió tablas con cuidado, movió baldes de agua abandonados y se asomó por una de las ventanas. Señaló al exterior.—Puedes saltar, Sue. Hay un techo en el que podrías caer. Solo son pocos metros...La urgencia de su voz me asustó. Di un precavido paso atrás.—¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Por qué de repente me ayudas? —de verdad quería saber las intenciones de ese hombre. Y es que ya no confiaba en él, me había hecho tanto daño que no podía verlo como en el pasado, cuando incluso lo quería.—Sue, por favor, tienes que salir de aquí...—¡Tú mismo me trajiste aquí! —mi voz subió
Esa noche la casa estaba llena, había clientes y apuestas en cada mesa, la música resonaba por las salas y las bebidas llegaban una tras otra. Miré a los apostadores en mi mesa y con una sonrisa profesional les coloqué 2 cartas delante de cada uno. El juego de esa noche era el blackjack, un juego de cartas sencillo donde ganaba quién se acercará más a los 21 puntos con solo 3 cartas, y yo era quién dirigía el juego, era la Crupier. —¿Podría invitarte un trago, preciosa? —musitó a uno de los apostadores, estirando los dedos sobre la mesa y acariciando mi mano—. Cuando acabe esto, ¿qué tal sí te llevo a cenar? Reprimí una expresión de desagrado. Ya llevaba 3 años trabajando en ese casino y los clientes siempre me pedían cenas, salidas, citas e incluso intimidad, pero ya había aprendido a manejar todo eso. Mi trabajo consistía en ser mejor que ellos y sacarles cuanto dinero pudiera. —Nena, ¿me rechazarás un simple trago? —insistió el hombre. Con cortesía le sonreí al cliente y reve
Ni siquiera me permitió vestirme, solo fue mi habitación para tomar mi celular y luego me llevó a la calle. —Llamarás a tu despreciable hermano y solucionaremos esto —dijo empujándome al interior de una camioneta negra con los cristales polarizados. En vano traté de abrir la puerta para escapar, él las aseguró todas y después de ponerse al volante, se puso en movimiento. Bajo las ultimas luces del día, la camioneta recorrió las calles a gran velocidad. Nerviosa, me abracé a mí misma, tenía frío y no traía blusa, además, ese hombre me ponía los pelos de punta. No sabía qué pretendía hacer conmigo, había dicho que me usaría para forzar a Samuel a devolverle a su hermana, pero yo no entendía cómo haría eso. ¿Qué pasaría con mi trabajo? Debía ir al casino, tenía cuentas qué pagar. Luego de un tiempo, la camioneta disminuyó la velocidad, hasta detenerse de golpe. Jonathan bajó y me forzó a salir con él. A alzar la vista, me sorprendió ver que estaba frente a una enorme mansión de muro
En la madrugada desperté con un sobresalto, con el corazón latiendo a mil por hora y empapada en sudor. La noche era oscura y silenciosa, solo interrumpida por el sonido de las luces de la ciudad que brillaban como estrellas en el cielo. Me senté en la cama y miré al alrededor, intentando recordar dónde estaba. Y como un golpe, volvió a mi mente todo lo que había pasado esa tarde conmigo y ese hombre. Recordé cómo él había aparecido en mi departamento, me había llevado a su mansión y cómo Samuel se negó a regresar, condenándome a ser una rehén.La mansión de Jonathan Verstappen era un lugar de lujo y opulencia, pero en ese momento, parecía un lugar de encierro y prisión. Ya no me parecía nada bonita y solo quería salir de allí e irme a casa. La habitación era grande y lujosa, con una cama de matrimonio que parecía haber sido diseñada para un rey. Pero yo no era una reina. Era solo una chica normal, que había sido tomada como moneda de cambio por su desquiciado jefe y ahora, se encont
El alféizar bajo mis pies descalzos se sentía frio, igual que el viento que me daba en la cara, y las manos me temblaban mientras observaba el suelo muy por debajo de mí. ¿Sobreviviría a la caída? Fijé los ojos en el árbol, muy cercano a la ventana y traté de vislumbrar sus brazos en plena oscuridad. Si llegaba a ellas, ¿lograría escapar? Debía hacerlo, sí fallaba, ¿qué me esperaría? No lo pensé demasiado, solo tomé valor y me impulsé tanto como pude, y salté al exterior. Enseguida sentí el golpe de las hojas contra la cara y luego las ramas, hasta que pude sujetarme a un brazo. Sin embargo, mi agarre no fue suficiente y resbalé, golpeándome mientras caía... Contuve un grito cuando me di de lleno contra el césped y por un momento permanecí tendida allí, aturdida de dolor y a punto de desmayarme. No había anticipado que saltaría desde 4 metros. Mientras trataba de mantenerme consciente, vi las luces de la primera planta encenderse y voces urgidas llenar el silencio. ¿Ya se habían da