La historia inicia con un paseo en el bosque, 4 brujas deciden pasear por los predios, hasta que la tierra se abre debajo de ellas. Decenas de demonios emergen, uno en especial de estirpe. La bruja mística que se encuentra liderando la expedición es obligada a descender al mismo infierno como esposa del demonio. Después de esto se desatan los vínculos y pasiones más retorcidas así como efervescentes.
Leer másMiami Florida. Su hermana se acababa de desconectar, sin esperar sus explicaciones. Sus sueños no dejaban de atormentarla, en especial, el más reciente...su hermana siendo arrastrada al infierno. Tiró el teléfono sobre el colchón. Conociéndola entendía, que se volvería a conectar en unos días, quizás más. Camino de un lado a otro. Intentando armar una estrategia para viajar hasta "Golden Land". Estaba de vacaciones en la universidad, fácil lo podía hacer, su madre adoptiva era bastante distraída, más con el nuevo romance en puerta. Eso le quitaría su atención, así podria escaparse por unos días. Según sus últimas visiones su padre y un demonio rastreador estaban muy cerca de Sol, un descuido de ella y la atraparía. Aparte de ese hecho había una sombra humeante más peligrosa para la existencia de su hermana...sabía que su padre no la eliminaría, sin embargo algo más deseaba aniquilarla.Se llevó la mano al pecho, giro tres veces, vueltas que casi la hacen besar el piso. Volvió a ve
Acaricio con sutileza el rostro de su demonio dorado antes de apartarse de él, envuelta en una sábana de seda. Estaba felíz, después de este poner en su lugar a la bruja de Ines se pasaron el resto del día encerrados en la habitación disfrutando de sus cuerpos, apenas dejaba de tener su verga dentro cuando ambos se alimentaban entre caricias. Con el embarazo su apetito sexual no había disminuido, todo lo contrario, quería más, siempre estaba ardiente, le parecía que la parte más infernal de ella se avivaba con la criatura que llevaba en sus entrañas. Se deslizó despacio por la cama, hasta tocar el frío piso con la punta de sus pies y de ahí terminar de plantarse con firmeza. Por suerte sabía ser escurridiza ayudada, por lo relajado que estaba su León luego de todo el sexo que habian compartido. Dormía como un lindo bebé recién amamantado. Para asegurarse de su estado, se quedó unos minutos observandolo antes de ir hasta el vestidor y arrodillarse frente a uno de los armarios antigu
—¿Por qué le gritas a Sol, mamá?.—La voz a grave de su León, resonó con fuerza ante las paredes cutre de esa habitación opaca.Su accionar fue girarse para verlo a los ojos y fingir una tristeza que no sentía; la manipulación era nata en ella, estaba en sus genes de diabla. —¡Mí León!.—Grito Ines. La bruja fingía sentirse desalentada por la forma ruda en que Leoncio le acababa hablar. Por otro lado estaba Brenda, moviéndose como una serpiente descabezada y sin piel, sobre la cama.—Solo hablaba con la diabla. —Se perfectamente lo que escuche mamá. —Este volvió a pronunciarse a la par, la rodeo con sus brazos por la cintura y la atrajo hacia su cuerpo duro y vibrante. Siempre olia tan rico, su papi León. Pensó entre suspiros excitados.—Estabas condicionando a Sol para que me abandone una vez de a luz. —Las venas de su cuello se marcaban más, exponiendo el caos visceral que burbujeaba dentro de él.Cuando lo veía furioso terminaba excitada, deseando que la atravesara sin descanso.—Pap
Tenía mucha rabia, incluso el sello que bloqueaba su naturaleza titilaba resplandeciente, bajo la mirada expectante de la supuesta bruja que la seguía a todos lados. Llevaba más de una hora caminando en las afueras de la mansión; ni la súplicas de doña Consuelo, menos las burlas de Carlota por la ventana que daba a la habitación que había usado Brenda antes de ser prendida en llamas por ella, la hicieron ceder a su huelga ansiosa. —Creo que está haciendo las cosas más grandes de lo que en realidad son.—La mujer de la cual aún desconocía su nombre empezó hablarle, con poco aliento. No le contesto, solo la miro con regaño y doblo por un arbusto, para seguir siguiendo las huellas de sus pasos anteriores.—Se supone que la calcinada es su esposa legal y ante los habitantes de este pueblo, es lógico que supongan, que ella es quien está embarazada del señor Leoncio.—¡De eso nada!.—Freno de golpe.—Esto no debía saberse, aún se tratase de mi nombre, el que apareciera en ese pedazo de papel.
No le agradaba en lo más mínimo la idea de dejar a Sol sin su protección, aún resguardada en la mansión Badin, en compañía de su madre y la matrona que le fue enviada por la maga Vieda. Su presencia era importante, pero no alivianaba la incertidumbre constante que le generaba pensar el llegar a perder a su linda diablita.La sentía tan de él; como si fuera parte de su alma.Estába dispuesto a todo, incluso aceptar una extraña que no pertenecía a su círculo. Está, apenas le enseño el sello de las místicas, dada por la maga, la dejo entrar a la mansión...confiaba en Vieda, más que en su madre para el cuidado de Sol.2 horas transcurrieron casi de volada, desde su llegada a la empresa. Era mas tormento que avance en las minas de su compañía. Como benefactor del pueblo y mayor contribuyente de las obras de caridad de las instituciones públicas, se mantenía consciente de que debía intentar rescatar su empresa, muchos dependían de ella.Su ausencia por un tiempo tan prolongado tuvo sus cons
3 días y contando; veía a Leoncio algo frustrado, mientras intentaba ayudarla a descender por las escaleras. Al pie de la estructura estaba Carlota simulando una sonrisa sincera. De sobra conocía lo agrio que podía ser su carácter, había sido hiriente y enigmática con ella. Rodó sus ojos y se adhiero más al cuerpo duro de su León cuando terminaron el descenso. —Me encanta que me consientas, papi León. —El brillo dorado en los ojos del demonio, se hicieron visible con un filo de éxtasis, sobre protección y ternura. Por unos instantes se olvidó de los ojos extras, envidiosos de la mujer en su cercanía, que amaba un vibra contraria a ella. —Nunca dejes de decirme así, mi diabla. —Se mordió los labios, era su nuevo juego desde la noche anterior, cuando había reiniciado la faena sexual luego de haber sido castrada en los arbores de la copulación, por su condición física. El encuentro en llamas con Brenda la había dejado agotada, pero algo bueno floreció de su maldad; Leoncio
—«¡Grrr!».—Si, también la sentí.—Le confesó en tono despectivo a la Salamandra que mantenía el enlace, entre él y el Oscuro de forma casi permanente. —Eso quiere decir que tuvo a mis crías. Se le reventaba aun el corazón cuando su imagen se hacía presente o la mencionaban.Sus garras crecieron, rozando la superficie en bronce de su mesa, al otro lado diviso como la Salamandra se sacudía ante el sonido agudo, chirriante.—Mi señor, por favor.—Se tapaba los oídos, sus ojos brotaban. Se freno... la necesitaba viva, a la inútil anfibia. —¡Cof, cof, cof...!. —Esta termino tosiendo.—Estas cada día más débil.«¡Grrr!».— Se levantó del escritorio en busca de la botella de vino que le había dejado Boa sobre el estante. 19 años, 7 meses, 16 días mundanos. Era el tiempo en la tierra, en el infierno de Kairon Loguember un poco mas, en su corazón algo eterno... Esa maldita bruja se había llevado más que sus crias dentro de su vientre, se había llevado todo de él. Lo dejo vacío.Se pegó de la bote
La diabla mística dormía a su lado, acaricio un largo mechón de su cabello, ni la oscuridad antes del amanecer opacaban esa ausencia de luz con un destello azulado majestuoso en las extensiones de sus hebras espesas.Cuando sus ojos azules lo miraban era casi un hechizo. Sol Grace era su perdición, le latio desde el día uno, cuando su descaro los llevo a follar como animales. La sangre de su virtud, fue un aliciente para que se recuperará más rápido ese día en que por primera vez se cruzaron sus destinos. Aúnque en ese encuentro no ató cabos, solo intuyo que era una Graclis más u otro de los experimentos de su madre para que el tuviera descendencia. Acomodo la cabeza de su diabla dormida en la almohada, también la arropó, no quería pecar con su silueta. Lo ideal era dejarla descansar luego del conflicto con Brenda. Aparto la vista de ella y se enfocó en las últimas páginas del libro ancestral, que llevaba algunos días leyendo. Un relato detallado del infierno. Le faltaban algunos
Cuando levantó rostro, Brenda se había puesto delante de ella, aunque su vista se nublo un poco por el dolor, un reflejo natural le ayudo afrenar su segundo ataque, paralizó sus pies que iban directo a impactar con su pelvis. Apretó con fuerza su tobillo.—¡Suéltame!, maldita.—Su grito solo ayudo avivar el fuego que ardía dentro de ella. Brenda se movía para zafarse de su agarre.—Desgraciada, voy acabar contigo.—Su otro pie lo estampó en su rostro.Algo más fuerte que ella salio del resguardo, una lava rugiente se hicieron sus manos. Sus uñas garras violetas, crecieron, se clavaron junto al fuego que emano en la carne de la Graclis.—¡Auxilio!.—El eco, del llanto que se quema, la piel incinerada de Brenda. Nada la contuvo. Estaba fuera de si.Muchos pasos se acercaban, otros incluyendo el aura inconfundible de su León.—¡Sol!—La voz de Leóncio irrumpió en el lugar, parecía haber llegado tarde, se sentía en el limbo. Sus brazos fuertes la rodearon, logro apartarla de la humeante Brenda