Domar...

En verdad la condenada estaba bastante cerrada. Volvió a intentar entrar su punta frondosa con más fuerza.

En la siguiente puesta, empujó con tanta violencia que pudo percibir el desgarro. Este a la vez lastimó su punta frondosa.

—¡Joder, coño!. —Retiró la parte de su miembro que había atravesado la vagina estrecha de la bruja.

Al sacarlo, afianzó su vista carmesí para tener mejor visión ante la luz tenue de la habitación. Notó que estaba bastante ensangrentado, no precisamente de la suya.

Enfocó a la cretina, yacía inmóvil, incluso retraída por el aparente dolor, cuerpo vencido ante la conmoción del impacto poderoso de su verga. Volvió a repasar la sangre, sus tetas, la piel impecable de la bruja, con más determinación el coño a su disposición y semi desvirgado.

—¡No jodas, una bruja virgen!.—Dijo con desprecio, nunca había tenido eso, siempre le habían gustado las hembras que sabían a lo que iban.

—Se supone que soy mística, pedazo de animal. —La perra cretina fue muy grosera. E
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