—«¡Grrr!».—Si, también la sentí.—Le confesó en tono despectivo a la Salamandra que mantenía el enlace, entre él y el Oscuro de forma casi permanente. —Eso quiere decir que tuvo a mis crías. Se le reventaba aun el corazón cuando su imagen se hacía presente o la mencionaban.Sus garras crecieron, rozando la superficie en bronce de su mesa, al otro lado diviso como la Salamandra se sacudía ante el sonido agudo, chirriante.—Mi señor, por favor.—Se tapaba los oídos, sus ojos brotaban. Se freno... la necesitaba viva, a la inútil anfibia. —¡Cof, cof, cof...!. —Esta termino tosiendo.—Estas cada día más débil.«¡Grrr!».— Se levantó del escritorio en busca de la botella de vino que le había dejado Boa sobre el estante. 19 años, 7 meses, 16 días mundanos. Era el tiempo en la tierra, en el infierno de Kairon Loguember un poco mas, en su corazón algo eterno... Esa maldita bruja se había llevado más que sus crias dentro de su vientre, se había llevado todo de él. Lo dejo vacío.Se pegó de la bote
3 días y contando; veía a Leoncio algo frustrado, mientras intentaba ayudarla a descender por las escaleras. Al pie de la estructura estaba Carlota simulando una sonrisa sincera. De sobra conocía lo agrio que podía ser su carácter, había sido hiriente y enigmática con ella. Rodó sus ojos y se adhiero más al cuerpo duro de su León cuando terminaron el descenso. —Me encanta que me consientas, papi León. —El brillo dorado en los ojos del demonio, se hicieron visible con un filo de éxtasis, sobre protección y ternura. Por unos instantes se olvidó de los ojos extras, envidiosos de la mujer en su cercanía, que amaba un vibra contraria a ella. —Nunca dejes de decirme así, mi diabla. —Se mordió los labios, era su nuevo juego desde la noche anterior, cuando había reiniciado la faena sexual luego de haber sido castrada en los arbores de la copulación, por su condición física. El encuentro en llamas con Brenda la había dejado agotada, pero algo bueno floreció de su maldad; Leoncio
No le agradaba en lo más mínimo la idea de dejar a Sol sin su protección, aún resguardada en la mansión Badin, en compañía de su madre y la matrona que le fue enviada por la maga Vieda. Su presencia era importante, pero no alivianaba la incertidumbre constante que le generaba pensar el llegar a perder a su linda diablita.La sentía tan de él; como si fuera parte de su alma.Estába dispuesto a todo, incluso aceptar una extraña que no pertenecía a su círculo. Está, apenas le enseño el sello de las místicas, dada por la maga, la dejo entrar a la mansión...confiaba en Vieda, más que en su madre para el cuidado de Sol.2 horas transcurrieron casi de volada, desde su llegada a la empresa. Era mas tormento que avance en las minas de su compañía. Como benefactor del pueblo y mayor contribuyente de las obras de caridad de las instituciones públicas, se mantenía consciente de que debía intentar rescatar su empresa, muchos dependían de ella.Su ausencia por un tiempo tan prolongado tuvo sus cons
Tenía mucha rabia, incluso el sello que bloqueaba su naturaleza titilaba resplandeciente, bajo la mirada expectante de la supuesta bruja que la seguía a todos lados. Llevaba más de una hora caminando en las afueras de la mansión; ni la súplicas de doña Consuelo, menos las burlas de Carlota por la ventana que daba a la habitación que había usado Brenda antes de ser prendida en llamas por ella, la hicieron ceder a su huelga ansiosa. —Creo que está haciendo las cosas más grandes de lo que en realidad son.—La mujer de la cual aún desconocía su nombre empezó hablarle, con poco aliento. No le contesto, solo la miro con regaño y doblo por un arbusto, para seguir siguiendo las huellas de sus pasos anteriores.—Se supone que la calcinada es su esposa legal y ante los habitantes de este pueblo, es lógico que supongan, que ella es quien está embarazada del señor Leoncio.—¡De eso nada!.—Freno de golpe.—Esto no debía saberse, aún se tratase de mi nombre, el que apareciera en ese pedazo de papel.
—¿Por qué le gritas a Sol, mamá?.—La voz a grave de su León, resonó con fuerza ante las paredes cutre de esa habitación opaca.Su accionar fue girarse para verlo a los ojos y fingir una tristeza que no sentía; la manipulación era nata en ella, estaba en sus genes de diabla. —¡Mí León!.—Grito Ines. La bruja fingía sentirse desalentada por la forma ruda en que Leoncio le acababa hablar. Por otro lado estaba Brenda, moviéndose como una serpiente descabezada y sin piel, sobre la cama.—Solo hablaba con la diabla. —Se perfectamente lo que escuche mamá. —Este volvió a pronunciarse a la par, la rodeo con sus brazos por la cintura y la atrajo hacia su cuerpo duro y vibrante. Siempre olia tan rico, su papi León. Pensó entre suspiros excitados.—Estabas condicionando a Sol para que me abandone una vez de a luz. —Las venas de su cuello se marcaban más, exponiendo el caos visceral que burbujeaba dentro de él.Cuando lo veía furioso terminaba excitada, deseando que la atravesara sin descanso.—Pap
Acaricio con sutileza el rostro de su demonio dorado antes de apartarse de él, envuelta en una sábana de seda. Estaba felíz, después de este poner en su lugar a la bruja de Ines se pasaron el resto del día encerrados en la habitación disfrutando de sus cuerpos, apenas dejaba de tener su verga dentro cuando ambos se alimentaban entre caricias. Con el embarazo su apetito sexual no había disminuido, todo lo contrario, quería más, siempre estaba ardiente, le parecía que la parte más infernal de ella se avivaba con la criatura que llevaba en sus entrañas. Se deslizó despacio por la cama, hasta tocar el frío piso con la punta de sus pies y de ahí terminar de plantarse con firmeza. Por suerte sabía ser escurridiza ayudada, por lo relajado que estaba su León luego de todo el sexo que habian compartido. Dormía como un lindo bebé recién amamantado. Para asegurarse de su estado, se quedó unos minutos observandolo antes de ir hasta el vestidor y arrodillarse frente a uno de los armarios antigu
Miami Florida. Su hermana se acababa de desconectar, sin esperar sus explicaciones. Sus sueños no dejaban de atormentarla, en especial, el más reciente...su hermana siendo arrastrada al infierno. Tiró el teléfono sobre el colchón. Conociéndola entendía, que se volvería a conectar en unos días, quizás más. Camino de un lado a otro. Intentando armar una estrategia para viajar hasta "Golden Land". Estaba de vacaciones en la universidad, fácil lo podía hacer, su madre adoptiva era bastante distraída, más con el nuevo romance en puerta. Eso le quitaría su atención, así podria escaparse por unos días. Según sus últimas visiones su padre y un demonio rastreador estaban muy cerca de Sol, un descuido de ella y la atraparía. Aparte de ese hecho había una sombra humeante más peligrosa para la existencia de su hermana...sabía que su padre no la eliminaría, sin embargo algo más deseaba aniquilarla.Se llevó la mano al pecho, giro tres veces, vueltas que casi la hacen besar el piso. Volvió a ve
California, Marzo del 2015. Debajo de las aguas y una oscuridad confusa, se abrazaron. Estaban escondidas, esa parada era una sentencia de lejanía. Sus pequeñas manos se mantuvieron unidas en el estrecho rincón. El lenguaje de su destino llegaba a los oídos de la pequeña de cabello plateado "Luna". Sol vió a su hermana llorar por primera vez. Le pasó con suavidad sus dedos, por su pálida tez con pecas andarinas. —Esta muy caliente tu dedo.—Su hermana luna era una bruja mística, como su madre, en cambio ella era una diabla Carmesí, la herencia de su progenitor corría de una forma más pura entre sus venas. A pesar de su edad ya reconocían su naturaleza. Lo único que era ajeno a su inocencia era el rostro de quien las engendró. No debía ser bueno, su mamá le temía. Los chasquidos de unos pies las sacaron de su apego. Amaba a luna, desde el vientre de su madre habían compartido todo. Cuando un foco las alumbró, un hilo de dolor la envolvió. —Mis pequeñas. Ya es hora.—La voz dulce