Plantada en el altar por el hombre que ama profundamente, el mundo de Altagracia se derrumba en mil pedazos y su infierno comienza. Luego de haberlo perdido todo y desheredada de su millonaria fortuna Altagracia regresará a vengarse del hombre responsable de cada una de sus desgracias sin saber que Gerardo Montesinos, el hombre más poderoso, rico de la región y el culpable de su calamidad, tiene un plan elaborado también para destruirla, y la venganza es solo el inicio para el fin de los dos. ¿Altagracia logrará su propósito antes de que la venganza la arrastre consigo?
Leer másAltagracia se adentra al carro, acomodando a Matías entre sus brazos con un Gilberto tan horrorizado que no sabe ni qué decir cuando tanto Azucena como Altagracia entran al vehículo.—¡Arranca! —Azucena le exige a un Gilberto apenas sabiendo lo qué ocurre a su alrededor. Pero lo hace. Acelera al instante—. No puedo creerlo —Azucena se gira hacia su hermana—. ¡Altagracia, explícamelo…!Pero Altagracia sólo tiene la atención en el bebé. En estos momentos puede admirarlo mejor qué antes, y cada rincón de él es perfecto. La gente puede decir que está loca, que no es verdad…pero ella no lo cree. Ella está totalmente segura del bebé que acurrucado empieza a bostezar en sus brazos.¿Cómo podría olvidar esos grandes ojos que vieron el mundo por primera vez cuando ella más lo necesitaba? ¿Cómo podría olvidar la única luz que la mantuvo de pie en esos oscuros días? Con sus nudillos acaricia la piel suave de la mejilla de Matías.Altagracia sonríe mientras la nostalgia, la emoción, la adrenalina
Y así la sonrisa más hermosa qué puede haber visto le pertenece a éste ángel qué tan rápido como un destello de la estrella más resplandeciente de la noche que acompaña a un deseo. Altagracia no recuerda cómo se respiraba.Sus manos sudan, más de lo qué pensó. La palabra salió de su boca sin pensarlo, y mientras se fija aún más en la sonrisa del precioso bebé frente a sus ojos, sus manos empiezan a sudar peor qué antes. La necesidad por cargarlo, por sostenerlo entre sus brazos carcome los pensamientos de Altagracia. No sabe qué hacer salvo dejar que lágrimas se escapen. Un tierno sonido deja la vocecita del bebé frente a ella, y el corazón salta disparado ansioso.Jazmín se aleja de ella cuando estira la mano hacia Matías.Altagracia parpadea, las lágrimas saliendo de ellas. La expresión de confusión y desesperación aparece en Jazmín.—Lo l-lamento, yo —Altagracia se le quiebra la voz, volviendo a Matías. Se agarra de las manos cuando sus ojos se transforman en un anhelo desesperado—
Soledad sonríe disimuladamente tras el teléfono mientras escucha al oficial el posible final de Guadalupe. Desde que al niño, según cuenta ella, se lo arrebataron de las manos porque Guadalupe tenía cómplices para llevar a cabo el secuestro, ha armado un plan perfecto para que la culpa caiga en Guadalupe. —No permita que esa mujer se salga con la suya oficial, por favor —solloza Soledad—. Guadalupe tiene que pagar. Y no debe parar con la búsqueda de nuestro hijo. Mi esposo está perdiendo la cabeza.—¿Está diciendo que otra trabajadora se llevó al niño cuando usted lo dejó en el departamento? —reitera el oficial que la atiende. Esa es su declaración de los hechos. Una mentira tras otra.Soledad solloza.—Sí, así es. Cuando llegué al departamento el niño ya no estaba. ¡Oficial, haga algo! ¡Mi esposo vendrá a Nueva York y no puedo permitírselo! Tiene que hacerse cargo de su empresa que está en sus peores momentos. Desde el fondo de mi corazón le pido que envié a todas las patrullas
¿Por qué es un deja vú para Altagracia estar en ésta misma posición? Matrimonio. Boda. Unión. Palabras siniestras para una mujer que ha sido herida y que ha visto el matrimonio como algo de lo que tiene qué huir. Ignacio insistió antes, durante, e incluso ahora.—No merezco perderte otra vez. Sé mi señora, Altagracia —Ignacio vacila con su desesperación porque mirar a Altagracia es como si le faltase el aire. Vuelve a besar sus nudillos—. Hazme el hombre más feliz del mundo. No pretendas qué te deje sola otra vez en medio de la ruina donde te puso Gerardo Montesinos. Dame tu mano.—Ignacio, ¿Estás escuchándote? —Altagracia empuja sus manos hacia atrás, descansándolas en su regazo, cayendo en la misma incomodidad de siempre al tener cara a cara a Ignacio—. No puedo casarme contigo. N-no ahora.—Lo entiendo, siempre lo he entendido. Pero yo siempre te he amado. Usa éste anillo, sé mi esposa, Altagracia. Antes de que sea demasiado tarde y no pueda protegerte como lo hice antes —Ignaci
—Altagracia —Azucena sonríe un poco. Su rostro aún es un torbellino de lágrimas, hinchazón por las mismas y rojizo. Apenas se han vuelto a sentar, y una vez la nombra, ella se gira para encontrar unos ojos nostálgicos que le devuelven no odio, ni rencor…sino simple cariño—. Aún no puedo creer que estás viva…jamás imaginé que habías sido tú. Todo éste tiempo había sido tú. Ximena…¿Cómo lograste transformarte en ella?—Es una larga historia. Pero —Altagracia suspira. Abraza a su hermana por los hombros—, Gilberto fue el único que me ayudó. Y Ana tiene razón en cierta parte porque el doctor Sebastián también me ayudó…¡Dios! ¡¿Dónde está Sebastián?!—De camino aquí Rita nos dijo que él se marchó de Villalmar junto a Gerónimo. Pero ahora que Gerónimo está aquí, no sé qué sucedió con él…—Tengo qué preguntarle a Rita. Le dije qué no dejara qué por nada del mundo molestaran a Sebastián. Él no tiene culpa de nada, sólo me ayudó a decirte, y aunque sé que puede haber problemas…defenderé cualqu
—Azucena, hija. Espera, por favor.—¡No quiero hablar con nadie, abuela! —Azucena exclama, desapareciendo hecha un mar de lágrimas en el pasillo que da a la finca.Aleida la sigue por detrás, con la mano en el corazón, totalmente asustada. Altagracia se acaba de ir acompañada por Rita, y la fiesta terminó siendo un desastre. Los invitados tomaron sus cosas, entre impresionados y conmovidos de molestia por ser parte de éste show. Aleida pudo ver a un Ignacio azotado también por la sorpresa desapareciendo por el mismo lugar que tomó Altagracia.—¿Qué acabas de hacer? ¿Estás loca? —Juan Carlo agarra del codo a Ana una vez más, empcujándola hacia su cuerpo. Sus dientes rechinan con la fuerza de su enojo e incredulidad. Ésta revelación lo tiene al borde de la locura—. ¡¿Qué mierda acabas de hacer?!—Esa mujerzuela estuvo todo éste tiempo pisando nuestra casa para que nadie se diera cuenta de quien realmente era. ¡No ves qué se metió aquí y mintió! ¡Sigue siendo Altagracia! ¡Ximena es Altag
Altagracia no puede decir nada. La presencia de Joaquín siempre le trae mala suerte, siempre sucede algo malo cuando se trata de estar en el mismo sitio que su abuelo.Y ahora él lo sabe.Sabe que vive. Sabe que es Altagracia.Las fuerzas se le van del cuerpo al retroceder. Gerónimo ya los ha dejado solos. El cansancio no amaina en su cuerpo ni por un solo momento. Joaquín no demuestra ni felicidad ni molestia. Es un anciano sereno que prefiere intimidarla con la mirada.Altagracia parpadea, engulle, y se queda en la misma posición donde está.—Dime qué es lo que quieres.—No dejas de cometer locura tras locura —Joaquín empieza—, cada vez que sé de ti es porque has hecho una locura. Primero, casarte con el prometido de tu hermana, luego le dejaste casi todas nuestros bienes y dinero, y ahora…muerta. Lo único que siento por ti es decepción, Altagracia.—¿¡Qué quieres?! —exige Altagracia al instante—. No tengo tiempo ni quiero escucharte. ¿¡Qué viniste a hacer en Mérida?! ¿Decirme lo mi
Lo primero que hace Jazmín muy temprano en la mañana es mover las cortinas ligeramente para que la luz del sol se entrometa en la ventana, y así ilumine el nuevo cuarto donde duerme un hermoso bebé.Se da la vuelta. En sus manos lleva unas mantas y una toalla suave para la hora de la ducha del bebé, pero supone que eso no lo hará ella, sino Gerardo. Él entrará a la habitación en cualquier momento, así que debería apresurarse. Se coloca frente a la cuna del bebé para admirarlo dormir. Sólo ha pasado un día desde que llegó aquí, pero no han ido al departamento, aunque todo el edificio ya sea de GerardoEl bebé sigue durmiendo tranquilamente. Es un hermoso niño, quizás, el más bello que haya visto. Pese a que no es de pediatría, puede ver que es un niño sano, sin problema alguno. Sonríe un poco.Jazmín es consciente de todo el problema en el que está metido Gerardo. Aunque sólo actúa como su enfermera personal, no puede ignorar lo que eso se trata. Para Jazmín, Gerardo Montesinos es un ho
—Señora Altagracia —cuando Santiago pronuncia es notable el susto en el tono que lo agobia. Su rostro está bajo los efectos todavía de la dolencia, y sigue un poco pálido. Cuando vuelve a nombrarla, el miedo en sus ojos se hace presente—. Es usted, señora Altagracia.—No vengo a acusarte de nada…—Altagracia toma una de sus manos—, pero tienes qué ayudarme ahora mismo. Me hice pasar por una mujer mucho tiempo. Esa mujer a la que le hablaste es Ximena Serrano. Soy ella. Pero ella ya no existe y soy yo a la única que le debes confesar la verdad. No puedes seguir mintiendo, y tampoco esperar más tiempo para confesar, Santiago.Santiago no palidece por su recuperación que le quita las fuerzas, sino por las palabras, las órdenes de Altagracia. Él no esperaba que justo hoy encontraría a nada más ni nada menos que a la señora Altagracia. La mujer qué mucha gente quería muerta.—Me confesaste que te habían obligado. Fuiste envenenado, te intoxicaron para qué no hablaras, pero vives. Que siga v