Bianca Ludovica, de 40 años, atravesaba uno de los momentos más difíciles de su vida. El proceso de divorcio de su marido infiel la había dejado emocionalmente agotada. Su hija Bárbara, de 19 años, era su mayor apoyo, junto con Mateo, el mejor amigo de ella. Mateo, un joven de 23 años, se había convertido en una presencia constante en la casa. Siempre dispuesto a ayudar, ya fuera arreglando algo en el jardín o simplemente escuchando a Bianca cuando necesitaba desahogarse. Con el paso de los meses, Bianca empezó a notar cambios sutiles en su interacción con Mateo. Las conversaciones se volvían más profundas, las miradas más prolongadas. Se sorprendía a sí misma arreglándose un poco más cuando sabía que él vendría. Un día, mientras cocinaban juntos para una cena familiar, sus manos se rozaron accidentalmente. Bianca sintió una descarga eléctrica que la dejó sin aliento. Confundida y avergonzada, se dio cuenta de que estaba desarrollando sentimientos por Mateo. La culpa la consumía. No solo era el mejor amigo de su hija, sino que además era casi 20 años menor que ella. Bianca luchaba internamente, tratando de reprimir estos sentimientos inapropiados. Mientras tanto, Bárbara empezaba a notar algo extraño en la dinámica entre su madre y su mejor amigo. La situación amenazaba con complicarse, poniendo en riesgo las relaciones entre los tres. Bianca se enfrentaba ahora a un dilema ético y emocional. ¿Debería ignorar sus sentimientos por el bien de su hija y de su propia integridad? ¿O el corazón tiene cosas que la razón no entiende? El futuro era incierto, pero Bianca sabía que tendría que tomar decisiones difíciles para proteger a su familia y a sí misma.
Leer másMateo—Mira, Gabriella. Normalmente no soy grosera o antipática —escuché a la mujer que me tenía loco, hablar. —Pero te pido encarecidamente que cuando termines de cenar te retires de mi casa.Y con eso se levantó de la silla dejando a Gabriella pasmada y sin nada que argumentar. —Iré a la cocina, acompañame, nena.Invitó a mi mejor amiga a ir detrás de ella y gustosa se levantó si siguió a su madre.—Te lo advertí, ahora levántate, que te acompañaré a la salida.Le hablé con brusquedad a la mujer que dió más problemas en menos de una hora.Ella sin nada que decir se levantó y se disculpó con Sophia y Lucas que quedaron en la mesa. El único en responderle fue mi amigo, porque Sophia la ignoró por completo.—De verdad lo siento, Mateo —decia ella mientras caminaba hasta la puerta. —No sabía que te iba a causar problemas con tu novia.Yo me detuve y por un momento pensé en ahorcarla.—No sabía que te gust
BiancaLa chica no dejaba hablar a mí hija, mal miraba a Lucas, hizo muecas de asco ante mi comida y de paso no le quitaba la mirada de encima a Mateo.Sophia la miraba con los ojos entrecerrados cada vez que le pedia algo a Mateo.Yo me mantuve serena, pero iba a reaccionar si volvía a interrumpir a mi bebé.Con Bárbara nadie se mete y menos si yo estaba de testigo.—Justo hoy estaba en clase se ciencias y el profesor me dijo que había pasado con buena nota y...Gabriella volvió a interrumpirla.—Todo el mundo le pasa la materia a ese profesor, linda.Bárbara la miró con una ceja alzada. Pero antes de que mi hija replicara lo hice yo.—Claro, Gabriella, todo el mundo le pasa pero mi hija no es todo el mundo y estoy orgullosa de sus logros académicos.Ella se puso pálida ante mis palabras con cero tono de broma y asintió.Lucas sonrió con burla y la comida prosiguió.—Me puede
MateoMe duché en contra de mi voluntad, porque no quería quitarme el aroma de Bianca de encima, pero tenía que ser razonable.Cuando terminé de arreglarme, me eché perfume y bajé a la sala para ver si ya habían llegado los muchachos.Pero al bajar me encontré con la grata sorpresa, noten el sarcasmo, al padre de mi mejor amiga saliendo por la puerta principal.No entendí muy bien, pero solo me bastó con verle la cara de fastidio a mí amiga que al verme vino a mi encuentro y me abrazó.La apreté a mi pecho y besé su cabello con cariño. Yo la amaba, ella siempre estuvo cuando más la necesité y yo siempre estaré con ella, aunque él corazón me doliera por no poder decirle que también amaba a su madre desde hace mucho tiempo.—¿Pasó algo? —le pregunté en un susurro.—Mi padre quería recuperar las cosas, según él pero mamá lo corrió de la casa —susurró y soltó una risita. —Su descaro es impresionante.Yo reí con ella
BiancaMi mente estaba en blanco, no pensaba, no razonaba. Solo lo sentía a él y a sus movimientos bruscos en mi interior.Mateo tenia una manera de hacerme olvidar el mundo que me tenia muy pero muy inestable.Nunca me imaginé estar sobre el mesón de mi cocina abierta de piernas para alguien, pero heme aquí, con Mateo introduciéndose tentadoramente en mi interior. —Dame más, —le pedí, perdida en mi propio placer.Ahora mismo me importaba una mierda ser encontrada por mi hija o quien sea. Solo quería venirme junto a él.—¿Te gusta? —soltó él, con la voz ronca elevándome el placer por escucharlo.Yo le asentí repetidamente, mirándolo fijamente a los ojos con la boca entreabierta y un gemido suave saliendo de mis labios. —Te sientes tan bien, —sus palabras cada vez me llevaban lejos de aquí. —Apretada, caliente y húmeda para mi.Gemí ruidosamente y giré mis ojos dejándolos en blanco. Sus palabras me estaban llevando lejos de aquí, me sentía caliente y necesitada de él.Quiero que esto
MateoUn sueño. Es en todo lo que puedo pensar estando acostado en la cama de mi cuarto.Tenía como dos semanas sin venir a mi casa y mi madre se estaba quejando por mi ausencia. Algo completamente innecesario porque ella no estaba en casa. Siempre estaba trabajando y mi padre igual.Son un matrimonio muy raro, y cada quién lleva su vida por separado.A veces no entiendo por qué siguen juntos, ellos dicen que es por mi, pero ya yo soy un hombre que entiende cuando alguien no es feliz con otra persona.Lo había visto en primera fila con Bianca e Iván, siempre estaban juntos, pero no revueltos, él no la respetaba a ella y ella solo esperaba a que él cambiara hasta hace unos días cuando me sorprendió cuando Bárbara me dijo que su madre le había pedido el divorcio a su padre y lo había despachado de la casa.Fue el día de la piscina, hace unos cuatro días atrás.Fui el hombre más feliz por eso y más cuando me dejo acercarme a ella para consolarla, y fui el más afortunado cuando pude tener
BiancaRaro...Fue la palabra que se me vino a la mente. -¿Pasó algo? -pregunte a mi hija y a su novio.Pero ella parecía tan impresionada como yo.-No sé que mosca le picó, mamá -soltó ella y se concentró en la tv.Pero miré a Lucas y este se encontraba riendo por lo bajo. Él sabia lo que había pasado.-¿Lucas? -lo llamé sacándolo de sus pensamientos y pegó un salto al escucharme.-Si, suegrita -respondió dándome una sonrisa angelical y detrás de él, mi hija soltó una risita por cómo me llamó.-No te la des de gracioso y dime, ¿Qué le pasó a Mateo? -lo miré con los ojos entrecerrados.-Creo que le dió ganas de cagar, mami Bianca -le sonreí con ternura por como me llamó.Lucas es un yerno muy atento y lo quería como a un hijo.-Tan bello mi niño, -le hablé como si fuera un bebé y se acercó a mi como perrito. Le sonreí abiertamente hasta que estuvo frente mío y ágilmente llevé una mano a su oreja y lo hale de ahí haciéndolo chillar como niña.-Ay, mami, me lastimas -lloró como bebé y
MateoEs increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pec
Bianca —¿De verdad dijo eso? —me preguntó Sophia con indignación.—Sí, lo hizo, —le respondí apartando los ojos de ella y centrándome en los cuatro chicos en la piscina.Lucas tenía a Bárbara sobre sus hombros y Mateo tenía a Gaby, la hermanita de diez años del novio de mi hija.Los veía tan felices que me contagiaba solo de verlos.—Iván es un imbécil. —finalizó mi mejor amiga.—Solo quiero divorciarme lo antes posible, así yo vivo en paz y él puede cogerse todo lo que quiera, —dije encongiendome de hombros.—¿Hace cuánto dejaste de amarlo?La pregunta de mi amiga me dejo pensando por unos minutos, sin embargo, esa respuesta la sabía desde hace mucho.—Creo que desde la primera infidelidad, yo estaba recién parida y con algo de depresión postparto. Él nunca se detuvo a pensar en mis duros momentos ni en que lo necesitaba cerca para poder seguir adelante y eso mató todos mis sentimientos hacia él.Ella me miró fijamente con los ojos cristalizados y no es para menos, Sophia ha sido mi
Bianca—¡Quiero el divorcio! —le grité a la cara al que se supone que es mi esposo.—Estás exagerando, Bianca. —su indiferencia y falta de empatía me hacían pensar en todo lo que habíamos vivido.No puedo creer que de éste hombre me enamoré en mi adolescencia y pensé, solo pensé que nuestro amor duraría toda la vida.Pero no fue así, Iván Méndez se había convertido en el peor esposo desde hace años.Él ya no me quería y eso se notaba, y yo tampoco me esforzaba por gustarle de nuevo, ya estaba decepcionada de todo ésto.Justo hoy le había encontrado muchos mensajes de una mujer pelinegra y unas fotos de su cuerpo desnudo. Más que sentirme molesta, me sentía triste porque a mis cuarenta años, no tengo el cuerpo tan perfecto como antes.Mis tetas estaban un poco más abajo que antes y de los lados de la cadera tengo piel colgando, no es algo para morirse, pero si algo que me genera muchas inseguridades.Ya no quiero sentirme así.—Hoy mismo hablaré con mis abogados, ya basta de obligarnos