Bianca
La chica no dejaba hablar a mí hija, mal miraba a Lucas, hizo muecas de asco ante mi comida y de paso no le quitaba la mirada de encima a Mateo. Sophia la miraba con los ojos entrecerrados cada vez que le pedia algo a Mateo. Yo me mantuve serena, pero iba a reaccionar si volvía a interrumpir a mi bebé. Con Bárbara nadie se mete y menos si yo estaba de testigo. —Justo hoy estaba en clase se ciencias y el profesor me dijo que había pasado con buena nota y... Gabriella volvió a interrumpirla. —Todo el mundo le pasa la materia a ese profesor, linda. Bárbara la miró con una ceja alzada. Pero antes de que mi hija replicara lo hice yo. —Claro, Gabriella, todo el mundo le pasa pero mi hija no es todo el mundo y estoy orgullosa de sus logros académicos. Ella se puso pálida ante mis palabras con cero tono de broma y asintió. Lucas sonrió con burla y la comida prosiguió. —Me puedes servir más ensalada, Mateo. Y de nuevo con lo mismo. Pero esta vez fue turno de Sophia. Tomó el cuenco de ensalada y se lo dió en las manos, —Sírvete tú misma, Mateo no es tu mandadero. Ella quedó tiesa pero igual tomo el recipiente y le dio las gracias. Sophia le acarició el brazo a Mateo cuando él le dió las gracias. —¿Y tú qué pintas en todo ésto? —le preguntó directamente Sophia. —Nunca te habíamos visto y no me mal intérpretes, Bianca permite a quien quiera en su casa, pero tú no eres ni amiga de los chicos. Automáticamente las conversaciones se detuvieron y caímos en un momento incómodo. Mi mejor amiga tenía una lengua bastante afilada. —Pues la verdad es que siempre he visto a Barbie en la universidad y es buena onda, pero la verdad vine aquí para ver a Mateo. Fue inevitable no rodar los ojos con fastidio. —Él no parece cómodo con tu presencia, ¿O lo estás, cariño? —le preguntó mi amiga a Mateo. El carraspeó, pero no dudo en hablar. —No lo estoy, llevo dos años sin tener contacto con ella. Sophia le sonrió falsamente a la chica que estaba roja y no sabía si de la ira o de la pena, pero ya yo estaba harta de ésto. Quería una cena tranquila, no este circo y por algo le había pedido a mi ex marido que se fuera. —Mira, Gabriella. Normalmente no soy grosera o antipática —comencé, ganándome la atención de todos. —Pero te pido encarecidamente que cuando termines de cenar te retires de mi casa. Con eso me levanté de mi asiento dejándola pasmada. —Iré a la cocina, acompañame, nena. Le pedí a mi hija y ella con una sonrisa triunfal también se levantó y me acompañó dejando todo el show detrás de nosotras. —Eres una Diosa, mami —me dijo mi hija, y fue inevitable no sonrojarme porque así me llamaba su amigo. —Ya estaba harta que te interrumpiera —confesé, mientras caminaba a la nevera y sacaba de él cheesecake de frutos rojos que había hecho en la mañana. Era el postre favorito de mi hija y de Mateo. Ella sonrió feliz por ver el postre. —Esperemos que se vaya la loca para poder sacarlo. Ella soltó una carcajada que me llenó de vida. —¿No sé qué haría sin ti, mami? —vino a mí y me abrazó y yo a ella. Sintiendo su aroma a flores gracias a los productos de cabello que me pedía que le comprara. Tal vez no trabaje, pero mis padres me había dejado una buena herencia cuando murieron haces algunos años, y con eso pretendía organizarme e invertirlo en algo para que a Bárbara le quedase algo cuando yo ya estuviera presente, pero del resto vivíamos bien y bueno, Iván es un esposo terrible, pero no un mal padre. Él se encarga de pagar cada centavo de los estudios de nuestra hija, y también sería capaz de darle un riñón sin que ella se lo pidiera. Escogí un buen padre para mí hija, pero no un buen esposo y eso estaba bien, siempre y cuando mi hija fuera feliz. —Harías todo, porque no me necesitas para brillar —le susurré y le llene su carita de besitos. Ella solo reía pero me miró a los ojos y soltó unas palabras que me dejaron fría. —Te necesito para brillar. Porque tu luz ilumina a todos y aunque no me digas algunas cosas, sabes que yo estaré para tí sin importar nada. Inmediatamente sentí mis ojos cristalizarse, pero no quise saber a qué se referían sus palabras. Internamente si sabía, pero tenía miedo de perderte. —No te digo algunas cosas porque no quiero perderte. Ella asintió con sus ojos cristalizados también pero me dió una sonrisa radiante. —Tú te aseguraste de darme una vida feliz aunque mi padre no te estuviera devolviendo ni la mitad de lo que tú nos dabas. Ahora es mi momento de verte feliz, mamita, cuando sea el momento hablaremos de todo. Yo sollocé y ella volvió a abrazarme. —Nunca ha sido una carga amarte, mi bebé, tampoco lo fue cuando lo hice con tu papá, pero a veces hay cosas que no se pueden recuperar. —Eso lo entiendo, mami, por eso ahora es tu momento de vivir. Nunca es tarde para volver a querer, ni para volver a quererte. Estás preciosa y lo que más quiero es que seas feliz. Yo le sonreí y le limpié sus ojitos, ella había sacado todo de Iván, pero al menos teníamos los ojos parecidos y tenía unas pecas preciosas que había amado desde que noté como le fueron saliendo en su infancia. Ella es lo más bonito que me pasó en la vida, y nunca interpondría mi felicidad por encima de ella, porque es mi beba, mi niña, ella es lo más importante que tengo. —Tenerte es mi felicidad, linda —besé si frente con dulzura. Al momento escuchamos la puerta principal ser abierta y luego cerrada de un portazo. Suspiramos ambas y luego de limpiarnos los ojos por haber llorado tanto, nos fuimos al comedor. Yo con el postre en las manos y ella con los platos y cucharas para el este. Apenas dejamos todo en la mesa, entró Mateo también y nos sonrió por el postre que le esperaba en la mesa. —Eres la mejor, Bianca —dijo, con esa voz melodiosa que me daba escalofríos en la piel. —Mi mamá es una Diosa —habló Bárbara, sumida en su pedazo de cheesecake. —Lo es, si —respaldó Sophia con la boca llena de pastel. Lucas ni podía hablar por lo llena que tenía la boca y fue inevitable no reírnos de él. —Eres un desastre, cariño —le dije entre risas y él se sonrojó por vergüenza, pero se le pasó de inmediato cuando le puse otra porción en el plato. —Lo mal acostumbras siempre —refunfuñó mi hija. Yo le besé la mejilla y me senté para comer de mi porción. En definitiva, siempre quisiera estar así, en familia y unidos. ________Mateo—Mira, Gabriella. Normalmente no soy grosera o antipática —escuché a la mujer que me tenía loco, hablar. —Pero te pido encarecidamente que cuando termines de cenar te retires de mi casa.Y con eso se levantó de la silla dejando a Gabriella pasmada y sin nada que argumentar. —Iré a la cocina, acompañame, nena.Invitó a mi mejor amiga a ir detrás de ella y gustosa se levantó si siguió a su madre.—Te lo advertí, ahora levántate, que te acompañaré a la salida.Le hablé con brusquedad a la mujer que dió más problemas en menos de una hora.Ella sin nada que decir se levantó y se disculpó con Sophia y Lucas que quedaron en la mesa. El único en responderle fue mi amigo, porque Sophia la ignoró por completo.—De verdad lo siento, Mateo —decia ella mientras caminaba hasta la puerta. —No sabía que te iba a causar problemas con tu novia.Yo me detuve y por un momento pensé en ahorcarla.—No sabía que te gust
Bianca—¡Quiero el divorcio! —le grité a la cara al que se supone que es mi esposo.—Estás exagerando, Bianca. —su indiferencia y falta de empatía me hacían pensar en todo lo que habíamos vivido.No puedo creer que de éste hombre me enamoré en mi adolescencia y pensé, solo pensé que nuestro amor duraría toda la vida.Pero no fue así, Iván Méndez se había convertido en el peor esposo desde hace años.Él ya no me quería y eso se notaba, y yo tampoco me esforzaba por gustarle de nuevo, ya estaba decepcionada de todo ésto.Justo hoy le había encontrado muchos mensajes de una mujer pelinegra y unas fotos de su cuerpo desnudo. Más que sentirme molesta, me sentía triste porque a mis cuarenta años, no tengo el cuerpo tan perfecto como antes.Mis tetas estaban un poco más abajo que antes y de los lados de la cadera tengo piel colgando, no es algo para morirse, pero si algo que me genera muchas inseguridades.Ya no quiero sentirme así.—Hoy mismo hablaré con mis abogados, ya basta de obligarnos
Bianca —¿De verdad dijo eso? —me preguntó Sophia con indignación.—Sí, lo hizo, —le respondí apartando los ojos de ella y centrándome en los cuatro chicos en la piscina.Lucas tenía a Bárbara sobre sus hombros y Mateo tenía a Gaby, la hermanita de diez años del novio de mi hija.Los veía tan felices que me contagiaba solo de verlos.—Iván es un imbécil. —finalizó mi mejor amiga.—Solo quiero divorciarme lo antes posible, así yo vivo en paz y él puede cogerse todo lo que quiera, —dije encongiendome de hombros.—¿Hace cuánto dejaste de amarlo?La pregunta de mi amiga me dejo pensando por unos minutos, sin embargo, esa respuesta la sabía desde hace mucho.—Creo que desde la primera infidelidad, yo estaba recién parida y con algo de depresión postparto. Él nunca se detuvo a pensar en mis duros momentos ni en que lo necesitaba cerca para poder seguir adelante y eso mató todos mis sentimientos hacia él.Ella me miró fijamente con los ojos cristalizados y no es para menos, Sophia ha sido mi
MateoEs increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pec
BiancaRaro...Fue la palabra que se me vino a la mente. -¿Pasó algo? -pregunte a mi hija y a su novio.Pero ella parecía tan impresionada como yo.-No sé que mosca le picó, mamá -soltó ella y se concentró en la tv.Pero miré a Lucas y este se encontraba riendo por lo bajo. Él sabia lo que había pasado.-¿Lucas? -lo llamé sacándolo de sus pensamientos y pegó un salto al escucharme.-Si, suegrita -respondió dándome una sonrisa angelical y detrás de él, mi hija soltó una risita por cómo me llamó.-No te la des de gracioso y dime, ¿Qué le pasó a Mateo? -lo miré con los ojos entrecerrados.-Creo que le dió ganas de cagar, mami Bianca -le sonreí con ternura por como me llamó.Lucas es un yerno muy atento y lo quería como a un hijo.-Tan bello mi niño, -le hablé como si fuera un bebé y se acercó a mi como perrito. Le sonreí abiertamente hasta que estuvo frente mío y ágilmente llevé una mano a su oreja y lo hale de ahí haciéndolo chillar como niña.-Ay, mami, me lastimas -lloró como bebé y
MateoUn sueño. Es en todo lo que puedo pensar estando acostado en la cama de mi cuarto.Tenía como dos semanas sin venir a mi casa y mi madre se estaba quejando por mi ausencia. Algo completamente innecesario porque ella no estaba en casa. Siempre estaba trabajando y mi padre igual.Son un matrimonio muy raro, y cada quién lleva su vida por separado.A veces no entiendo por qué siguen juntos, ellos dicen que es por mi, pero ya yo soy un hombre que entiende cuando alguien no es feliz con otra persona.Lo había visto en primera fila con Bianca e Iván, siempre estaban juntos, pero no revueltos, él no la respetaba a ella y ella solo esperaba a que él cambiara hasta hace unos días cuando me sorprendió cuando Bárbara me dijo que su madre le había pedido el divorcio a su padre y lo había despachado de la casa.Fue el día de la piscina, hace unos cuatro días atrás.Fui el hombre más feliz por eso y más cuando me dejo acercarme a ella para consolarla, y fui el más afortunado cuando pude tener
BiancaMi mente estaba en blanco, no pensaba, no razonaba. Solo lo sentía a él y a sus movimientos bruscos en mi interior.Mateo tenia una manera de hacerme olvidar el mundo que me tenia muy pero muy inestable.Nunca me imaginé estar sobre el mesón de mi cocina abierta de piernas para alguien, pero heme aquí, con Mateo introduciéndose tentadoramente en mi interior. —Dame más, —le pedí, perdida en mi propio placer.Ahora mismo me importaba una mierda ser encontrada por mi hija o quien sea. Solo quería venirme junto a él.—¿Te gusta? —soltó él, con la voz ronca elevándome el placer por escucharlo.Yo le asentí repetidamente, mirándolo fijamente a los ojos con la boca entreabierta y un gemido suave saliendo de mis labios. —Te sientes tan bien, —sus palabras cada vez me llevaban lejos de aquí. —Apretada, caliente y húmeda para mi.Gemí ruidosamente y giré mis ojos dejándolos en blanco. Sus palabras me estaban llevando lejos de aquí, me sentía caliente y necesitada de él.Quiero que esto
MateoMe duché en contra de mi voluntad, porque no quería quitarme el aroma de Bianca de encima, pero tenía que ser razonable.Cuando terminé de arreglarme, me eché perfume y bajé a la sala para ver si ya habían llegado los muchachos.Pero al bajar me encontré con la grata sorpresa, noten el sarcasmo, al padre de mi mejor amiga saliendo por la puerta principal.No entendí muy bien, pero solo me bastó con verle la cara de fastidio a mí amiga que al verme vino a mi encuentro y me abrazó.La apreté a mi pecho y besé su cabello con cariño. Yo la amaba, ella siempre estuvo cuando más la necesité y yo siempre estaré con ella, aunque él corazón me doliera por no poder decirle que también amaba a su madre desde hace mucho tiempo.—¿Pasó algo? —le pregunté en un susurro.—Mi padre quería recuperar las cosas, según él pero mamá lo corrió de la casa —susurró y soltó una risita. —Su descaro es impresionante.Yo reí con ella