Mateo
Me duché en contra de mi voluntad, porque no quería quitarme el aroma de Bianca de encima, pero tenía que ser razonable. Cuando terminé de arreglarme, me eché perfume y bajé a la sala para ver si ya habían llegado los muchachos. Pero al bajar me encontré con la grata sorpresa, noten el sarcasmo, al padre de mi mejor amiga saliendo por la puerta principal. No entendí muy bien, pero solo me bastó con verle la cara de fastidio a mí amiga que al verme vino a mi encuentro y me abrazó. La apreté a mi pecho y besé su cabello con cariño. Yo la amaba, ella siempre estuvo cuando más la necesité y yo siempre estaré con ella, aunque él corazón me doliera por no poder decirle que también amaba a su madre desde hace mucho tiempo. —¿Pasó algo? —le pregunté en un susurro. —Mi padre quería recuperar las cosas, según él pero mamá lo corrió de la casa —susurró y soltó una risita. —Su descaro es impresionante. Yo reí con ella y le dije al oído. —La única impresionante es tu madre, que le puso las tablas en la cabeza. Ella se carcajeó y se separó de mi para luego besar mi mejilla e ir a los brazos de Lucas que me saludo como siempre. —Hola, Mateo —escuché una voz familiar y de inmediato miré a Bárbara. Ella se encogió de hombros con una sonrisa burlona y no me quedó de otra que voltear hacia ella. —¿Qué haces aquí? —le hablé con fastidio. Hace mucho que no la veía, era una loca acosadora. Claro, nunca le especifique a Bárbara porque había dejado de verla y supongo que está loca la manipuló para terminar aquí. —Queria verte, hace mucho no respondes mis mensajes —dijo con voz melosa. Bárbara la vio raro. Allí está, le mintió diciéndole que seguíamos hablando. —Si no te respondo, es porque no me interesa hablar contigo —le corté el rollo y la dejé ahí parada. Bárbara no sabía lo que había hecho al traerla aquí, Gabriella es la psicópata con más problemas mentales que conozco. Es una chica hermosa pero con el corazón totalmente negro. Solo llegamos a dos encuentros sexuales y ella ya se creía que era mi novia, así que corté todo de raíz antes de que las cosas empeorarán. Ella siguió acosandome por un tiempo, pero luego solo se dedicaba a escribirme mensajes que yo solo dejaba ahí hasta que la bloquee. No entiendo cómo fue que llegó a Bárbara, ellas estudiaban en la misma facultad pero no eran amigas. Fui a la cocina para buscar a Bianca, pero la puerta que estaba ahí que daba al jardín se abrió y por ahí entró Sophia con unos tacones ridículamente altos y una botella de vino en cada mano. —Casi me mato con estos tacones de m****a —soltó con molestia. —No te los pongas —le replicó Bianca con una sonrisa burlona. Ella es la mujer más hermosa del mundo y ese vestido le queda de muerte. —¿Y dejar de lado mi estilo? —replicó su amiga. —En la perra vida dejo de usarlos, así me parta el puto ocico. Me reí con sus palabras y Bianca también. —Hola Mateito bonito —me saludo Sophia. Dejó los vinos y paso por mi lado palmeando mi pecho con cariño como siempre lo hace y siguió hasta la sala. Automáticamente fui al encuentro de Bianca y la tomé de la cintura para darle un beso. Estaba deseándola ya. —Nos pueden ver —soltó en un susurro mientras se reía tiernamente. —No nos verán —le dije y besé su cuello, su clavícula y luego el valle de sus pechos que estaban ajustados dentro de ese vestido que me estaba matando. Antes podía controlarme pero ya probé el paraíso que hay entre sus piernas y es imposible no empalmarme por ella. Me separé a regañadientes de ella y la ayudé con lo que faltaba. Saqué el pollo del horno con sus indicaciones y lo llevé a la mesa con ella detrás mío con las botellas de vino. Organizamos todo y me envió a buscar a los demás, pero antes de irme me acerqué a ella y le bese los labios tiernamente. —Hay una chica allá afuera que manipuló a Bárbara para venir, salí con ella hace un par de años, pero la chica está loca —le expliqué, porque lo veía correcto. Ella frunció el entrecejo y habló. —¿Por qué me dices todo ésto? —Porque me importas, y sé que ella estará encima mío como chicle y no quiero que malinterpretes las cosas. Ella asintió y me sonrió con suavidad. —Todo estará bien, si la veo muy fastidiosa la saco de mi casa. Yo me reí porque dijo todo eso con tono inocente pero esa mirada intensa me decía que lo haría con toda la mala intención. —Me encantas —le susurré y la atraje del cuello para darle un beso inocente y luego morder su labio inferior lentamente. Ella soltó un gemido bajito y al bajar la mirada hacia sus tetas cubiertas por el vestido noté como sus pezones erectos se marcaban. —¿No llevas ropa interior? —pregunté con voz ahogada y ella negó con una sonrisa juguetona y me dejó ahí parado, literalmente, mientras se iba a organizar las cosas y colocaba un plato más. Me quedé unos segundos y me acomodé la erección ante ella que me miraba con hambre y esa m*****a sonrisa que solo me hacía pensar en sacarla de aquí y llevarla a mi habitación. Con un poco de incomodidad fui a la sala y llamé a todos para que vinieran a comer. Lucas fue el primero en levantarse y prácticamente corrió hacia mí. —Esa chica está completamente loca —me dijo y pasó de largo. Todos entraron al comedor y cuando Gabriella se disponía a entrar la tomé bruscamente del brazo. —Espero que te comportes, porque esta no es mi casa y la madre de Bárbara puede sacarte de aquí a la primera estupidez que hagas o digas. Mi voz fue amenazante y su mirada asustada lo demostró, la solté con brusquedad y la dejé de última, yo entré al comedor y me senté al lado de Sophia que me sonrió y palmeó mi mejilla con suavidad y cariño. Yo le sonreí y le hice el favor de destapar el vino. —Espero que disfruten la comida, chicos —habló con dulzura la mujer que me tiene la mente en otro lado. —Siempre disfrutamos de tu comida, hermosa mamá —le dijo Bárbara y Lucas la apoyó. —Hola, soy Bianca —se presentó con Gabriella. Ella me miró de reojo con miedo y luego le sonrió a Bianca, —Soy Gabriella, estudio en la misma facultad que Barbie. Bianca sonrió y asintió. —Disfruta de la comida y bienvenida. La comida iba por buen camino, hasta pensé que las cosas terminarían bien, pero Gabriella comenzó a hacer todo lo que le dije que no hiciera.BiancaLa chica no dejaba hablar a mí hija, mal miraba a Lucas, hizo muecas de asco ante mi comida y de paso no le quitaba la mirada de encima a Mateo.Sophia la miraba con los ojos entrecerrados cada vez que le pedia algo a Mateo.Yo me mantuve serena, pero iba a reaccionar si volvía a interrumpir a mi bebé.Con Bárbara nadie se mete y menos si yo estaba de testigo.—Justo hoy estaba en clase se ciencias y el profesor me dijo que había pasado con buena nota y...Gabriella volvió a interrumpirla.—Todo el mundo le pasa la materia a ese profesor, linda.Bárbara la miró con una ceja alzada. Pero antes de que mi hija replicara lo hice yo.—Claro, Gabriella, todo el mundo le pasa pero mi hija no es todo el mundo y estoy orgullosa de sus logros académicos.Ella se puso pálida ante mis palabras con cero tono de broma y asintió.Lucas sonrió con burla y la comida prosiguió.—Me puede
Mateo—Mira, Gabriella. Normalmente no soy grosera o antipática —escuché a la mujer que me tenía loco, hablar. —Pero te pido encarecidamente que cuando termines de cenar te retires de mi casa.Y con eso se levantó de la silla dejando a Gabriella pasmada y sin nada que argumentar. —Iré a la cocina, acompañame, nena.Invitó a mi mejor amiga a ir detrás de ella y gustosa se levantó si siguió a su madre.—Te lo advertí, ahora levántate, que te acompañaré a la salida.Le hablé con brusquedad a la mujer que dió más problemas en menos de una hora.Ella sin nada que decir se levantó y se disculpó con Sophia y Lucas que quedaron en la mesa. El único en responderle fue mi amigo, porque Sophia la ignoró por completo.—De verdad lo siento, Mateo —decia ella mientras caminaba hasta la puerta. —No sabía que te iba a causar problemas con tu novia.Yo me detuve y por un momento pensé en ahorcarla.—No sabía que te gust
Bianca—¡Quiero el divorcio! —le grité a la cara al que se supone que es mi esposo.—Estás exagerando, Bianca. —su indiferencia y falta de empatía me hacían pensar en todo lo que habíamos vivido.No puedo creer que de éste hombre me enamoré en mi adolescencia y pensé, solo pensé que nuestro amor duraría toda la vida.Pero no fue así, Iván Méndez se había convertido en el peor esposo desde hace años.Él ya no me quería y eso se notaba, y yo tampoco me esforzaba por gustarle de nuevo, ya estaba decepcionada de todo ésto.Justo hoy le había encontrado muchos mensajes de una mujer pelinegra y unas fotos de su cuerpo desnudo. Más que sentirme molesta, me sentía triste porque a mis cuarenta años, no tengo el cuerpo tan perfecto como antes.Mis tetas estaban un poco más abajo que antes y de los lados de la cadera tengo piel colgando, no es algo para morirse, pero si algo que me genera muchas inseguridades.Ya no quiero sentirme así.—Hoy mismo hablaré con mis abogados, ya basta de obligarnos
Bianca —¿De verdad dijo eso? —me preguntó Sophia con indignación.—Sí, lo hizo, —le respondí apartando los ojos de ella y centrándome en los cuatro chicos en la piscina.Lucas tenía a Bárbara sobre sus hombros y Mateo tenía a Gaby, la hermanita de diez años del novio de mi hija.Los veía tan felices que me contagiaba solo de verlos.—Iván es un imbécil. —finalizó mi mejor amiga.—Solo quiero divorciarme lo antes posible, así yo vivo en paz y él puede cogerse todo lo que quiera, —dije encongiendome de hombros.—¿Hace cuánto dejaste de amarlo?La pregunta de mi amiga me dejo pensando por unos minutos, sin embargo, esa respuesta la sabía desde hace mucho.—Creo que desde la primera infidelidad, yo estaba recién parida y con algo de depresión postparto. Él nunca se detuvo a pensar en mis duros momentos ni en que lo necesitaba cerca para poder seguir adelante y eso mató todos mis sentimientos hacia él.Ella me miró fijamente con los ojos cristalizados y no es para menos, Sophia ha sido mi
MateoEs increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pec
BiancaRaro...Fue la palabra que se me vino a la mente. -¿Pasó algo? -pregunte a mi hija y a su novio.Pero ella parecía tan impresionada como yo.-No sé que mosca le picó, mamá -soltó ella y se concentró en la tv.Pero miré a Lucas y este se encontraba riendo por lo bajo. Él sabia lo que había pasado.-¿Lucas? -lo llamé sacándolo de sus pensamientos y pegó un salto al escucharme.-Si, suegrita -respondió dándome una sonrisa angelical y detrás de él, mi hija soltó una risita por cómo me llamó.-No te la des de gracioso y dime, ¿Qué le pasó a Mateo? -lo miré con los ojos entrecerrados.-Creo que le dió ganas de cagar, mami Bianca -le sonreí con ternura por como me llamó.Lucas es un yerno muy atento y lo quería como a un hijo.-Tan bello mi niño, -le hablé como si fuera un bebé y se acercó a mi como perrito. Le sonreí abiertamente hasta que estuvo frente mío y ágilmente llevé una mano a su oreja y lo hale de ahí haciéndolo chillar como niña.-Ay, mami, me lastimas -lloró como bebé y
MateoUn sueño. Es en todo lo que puedo pensar estando acostado en la cama de mi cuarto.Tenía como dos semanas sin venir a mi casa y mi madre se estaba quejando por mi ausencia. Algo completamente innecesario porque ella no estaba en casa. Siempre estaba trabajando y mi padre igual.Son un matrimonio muy raro, y cada quién lleva su vida por separado.A veces no entiendo por qué siguen juntos, ellos dicen que es por mi, pero ya yo soy un hombre que entiende cuando alguien no es feliz con otra persona.Lo había visto en primera fila con Bianca e Iván, siempre estaban juntos, pero no revueltos, él no la respetaba a ella y ella solo esperaba a que él cambiara hasta hace unos días cuando me sorprendió cuando Bárbara me dijo que su madre le había pedido el divorcio a su padre y lo había despachado de la casa.Fue el día de la piscina, hace unos cuatro días atrás.Fui el hombre más feliz por eso y más cuando me dejo acercarme a ella para consolarla, y fui el más afortunado cuando pude tener
BiancaMi mente estaba en blanco, no pensaba, no razonaba. Solo lo sentía a él y a sus movimientos bruscos en mi interior.Mateo tenia una manera de hacerme olvidar el mundo que me tenia muy pero muy inestable.Nunca me imaginé estar sobre el mesón de mi cocina abierta de piernas para alguien, pero heme aquí, con Mateo introduciéndose tentadoramente en mi interior. —Dame más, —le pedí, perdida en mi propio placer.Ahora mismo me importaba una mierda ser encontrada por mi hija o quien sea. Solo quería venirme junto a él.—¿Te gusta? —soltó él, con la voz ronca elevándome el placer por escucharlo.Yo le asentí repetidamente, mirándolo fijamente a los ojos con la boca entreabierta y un gemido suave saliendo de mis labios. —Te sientes tan bien, —sus palabras cada vez me llevaban lejos de aquí. —Apretada, caliente y húmeda para mi.Gemí ruidosamente y giré mis ojos dejándolos en blanco. Sus palabras me estaban llevando lejos de aquí, me sentía caliente y necesitada de él.Quiero que esto