6 - Parte II

Mateo

Me duché en contra de mi voluntad, porque no quería quitarme el aroma de Bianca de encima, pero tenía que ser razonable.

Cuando terminé de arreglarme, me eché perfume y bajé a la sala para ver si ya habían llegado los muchachos.

Pero al bajar me encontré con la grata sorpresa, noten el sarcasmo, al padre de mi mejor amiga saliendo por la puerta principal.

No entendí muy bien, pero solo me bastó con verle la cara de fastidio a mí amiga que al verme vino a mi encuentro y me abrazó.

La apreté a mi pecho y besé su cabello con cariño. Yo la amaba, ella siempre estuvo cuando más la necesité y yo siempre estaré con ella, aunque él corazón me doliera por no poder decirle que también amaba a su madre desde hace mucho tiempo.

—¿Pasó algo? —le pregunté en un susurro.

—Mi padre quería recuperar las cosas, según él pero mamá lo corrió de la casa —susurró y soltó una risita. —Su descaro es impresionante.

Yo reí con ella y le dije al oído. —La única impresionante es tu madre, que le puso las tablas en la cabeza.

Ella se carcajeó y se separó de mi para luego besar mi mejilla e ir a los brazos de Lucas que me saludo como siempre.

—Hola, Mateo —escuché una voz familiar y de inmediato miré a Bárbara.

Ella se encogió de hombros con una sonrisa burlona y no me quedó de otra que voltear hacia ella.

—¿Qué haces aquí? —le hablé con fastidio.

Hace mucho que no la veía, era una loca acosadora. Claro, nunca le especifique a Bárbara porque había dejado de verla y supongo que está loca la manipuló para terminar aquí.

—Queria verte, hace mucho no respondes mis mensajes —dijo con voz melosa.

Bárbara la vio raro.

Allí está, le mintió diciéndole que seguíamos hablando.

—Si no te respondo, es porque no me interesa hablar contigo —le corté el rollo y la dejé ahí parada.

Bárbara no sabía lo que había hecho al traerla aquí, Gabriella es la psicópata con más problemas mentales que conozco.

Es una chica hermosa pero con el corazón totalmente negro. Solo llegamos a dos encuentros sexuales y ella ya se creía que era mi novia, así que corté todo de raíz antes de que las cosas empeorarán. Ella siguió acosandome por un tiempo, pero luego solo se dedicaba a escribirme mensajes que yo solo dejaba ahí hasta que la bloquee.

No entiendo cómo fue que llegó a Bárbara, ellas estudiaban en la misma facultad pero no eran amigas.

Fui a la cocina para buscar a Bianca, pero la puerta que estaba ahí que daba al jardín se abrió y por ahí entró Sophia con unos tacones ridículamente altos y una botella de vino en cada mano.

—Casi me mato con estos tacones de m****a —soltó con molestia.

—No te los pongas —le replicó Bianca con una sonrisa burlona.

Ella es la mujer más hermosa del mundo y ese vestido le queda de muerte.

—¿Y dejar de lado mi estilo? —replicó su amiga. —En la perra vida dejo de usarlos, así me parta el puto ocico.

Me reí con sus palabras y Bianca también.

—Hola Mateito bonito —me saludo Sophia.

Dejó los vinos y paso por mi lado palmeando mi pecho con cariño como siempre lo hace y siguió hasta la sala.

Automáticamente fui al encuentro de Bianca y la tomé de la cintura para darle un beso. Estaba deseándola ya.

—Nos pueden ver —soltó en un susurro mientras se reía tiernamente.

—No nos verán —le dije y besé su cuello, su clavícula y luego el valle de sus pechos que estaban ajustados dentro de ese vestido que me estaba matando.

Antes podía controlarme pero ya probé el paraíso que hay entre sus piernas y es imposible no empalmarme por ella.

Me separé a regañadientes de ella y la ayudé con lo que faltaba. Saqué el pollo del horno con sus indicaciones y lo llevé a la mesa con ella detrás mío con las botellas de vino.

Organizamos todo y me envió a buscar a los demás, pero antes de irme me acerqué a ella y le bese los labios tiernamente.

—Hay una chica allá afuera que manipuló a Bárbara para venir, salí con ella hace un par de años, pero la chica está loca —le expliqué, porque lo veía correcto.

Ella frunció el entrecejo y habló.

—¿Por qué me dices todo ésto?

—Porque me importas, y sé que ella estará encima mío como chicle y no quiero que malinterpretes las cosas.

Ella asintió y me sonrió con suavidad. —Todo estará bien, si la veo muy fastidiosa la saco de mi casa.

Yo me reí porque dijo todo eso con tono inocente pero esa mirada intensa me decía que lo haría con toda la mala intención.

—Me encantas —le susurré y la atraje del cuello para darle un beso inocente y luego morder su labio inferior lentamente.

Ella soltó un gemido bajito y al bajar la mirada hacia sus tetas cubiertas por el vestido noté como sus pezones erectos se marcaban.

—¿No llevas ropa interior? —pregunté con voz ahogada y ella negó con una sonrisa juguetona y me dejó ahí parado, literalmente, mientras se iba a organizar las cosas y colocaba un plato más.

Me quedé unos segundos y me acomodé la erección ante ella que me miraba con hambre y esa m*****a sonrisa que solo me hacía pensar en sacarla de aquí y llevarla a mi habitación.

Con un poco de incomodidad fui a la sala y llamé a todos para que vinieran a comer.

Lucas fue el primero en levantarse y prácticamente corrió hacia mí. —Esa chica está completamente loca —me dijo y pasó de largo.

Todos entraron al comedor y cuando Gabriella se disponía a entrar la tomé bruscamente del brazo.

—Espero que te comportes, porque esta no es mi casa y la madre de Bárbara puede sacarte de aquí a la primera estupidez que hagas o digas.

Mi voz fue amenazante y su mirada asustada lo demostró, la solté con brusquedad y la dejé de última, yo entré al comedor y me senté al lado de Sophia que me sonrió y palmeó mi mejilla con suavidad y cariño.

Yo le sonreí y le hice el favor de destapar el vino.

—Espero que disfruten la comida, chicos —habló con dulzura la mujer que me tiene la mente en otro lado.

—Siempre disfrutamos de tu comida, hermosa mamá —le dijo Bárbara y Lucas la apoyó.

—Hola, soy Bianca —se presentó con Gabriella.

Ella me miró de reojo con miedo y luego le sonrió a Bianca, —Soy Gabriella, estudio en la misma facultad que Barbie.

Bianca sonrió y asintió. —Disfruta de la comida y bienvenida.

La comida iba por buen camino, hasta pensé que las cosas terminarían bien, pero Gabriella comenzó a hacer todo lo que le dije que no hiciera.

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