Bianca
Mi mente estaba en blanco, no pensaba, no razonaba. Solo lo sentía a él y a sus movimientos bruscos en mi interior. Mateo tenia una manera de hacerme olvidar el mundo que me tenia muy pero muy inestable. Nunca me imaginé estar sobre el mesón de mi cocina abierta de piernas para alguien, pero heme aquí, con Mateo introduciéndose tentadoramente en mi interior. —Dame más, —le pedí, perdida en mi propio placer. Ahora mismo me importaba una m****a ser encontrada por mi hija o quien sea. Solo quería venirme junto a él. —¿Te gusta? —soltó él, con la voz ronca elevándome el placer por escucharlo. Yo le asentí repetidamente, mirándolo fijamente a los ojos con la boca entreabierta y un gemido suave saliendo de mis labios. —Te sientes tan bien, —sus palabras cada vez me llevaban lejos de aquí. —Apretada, caliente y húmeda para mi. Gemí ruidosamente y giré mis ojos dejándolos en blanco. Sus palabras me estaban llevando lejos de aquí, me sentía caliente y necesitada de él. Quiero que esto nunca termine, quiero seguir sintiendo sus caricias en mi cuerpo. Y aunque sé que esto está mal, no quiero pararlo. —Mateo, me encanta —solté en un quejido cuando sentí sus dientes rozar suavemente mi cuello. Él aceleró los movimientos y me atrajo más a él dejándome el culo en el borde del mesón para darme más duro con movimientos torpes y desesperado. Yo aun gimiendo lo tomé del cabello de su nuca y me tensé alrededor de él hasta que sentí como mis paredes vaginales lo apretaron arrancándole un gemido, no tardamos mucho en venirnos juntos. Mi frente terminó en su hombro mientras trataba de regular mi respiración. Sentía su respiración igual que la mía y como con sus manos me acariciaban mi espalda y cabello, el cual se había soltado del moño que tenia sujeto con una pinza. Ya con la respiración normalizada, le di un vistazo al reloj que tenia en una pared cerca de la salida de la cocina, lentamente me separé de él. —Tenemos que... —Meteo interrumpió lo que decía con un beso. Sus labios calzaban con los míos como un rompecabezas, la conexión inmediata me hacía dar un vuelco en mi estómago, porque nunca me había sentido así y me preocupa la intensidad de éstos encuentros. Porque sé que se va a meter en mi piel y no creo poder sobrevivir a otra decepción. Ya ahora que probé lo que es tenerlo dentro de mi, podía asegurar que ésto será una necesidad. —Sé que tenemos que separarnos, pero no me culpes por no poder hacerlo justo ahora —me susurró, pegado a mis labios y juntando nuestras frentes. —Hay que hacerlo, ya los chicos deben estar en camino y Sophia también, ya tendremos tiempo de salir y repetir —le dije, mientras le daba un beso inocente en los labios. —Claro que vamos a repetir, Diosa, eso es lo que pasará. Su mirada intensa me hacía estremecer. Salió de mi interior y ambos gemimos por el movimiento. Él me ayudó a bajar del mesón y entre los dos limpiamos la cocina, porque había quedado en un desastre sospechoso. Lo bueno es que la cena ya estaba lista y solo hacía falta el vino que traía Sophia. Subí para ducharme y quitarme el olor a sexo, aunque sabía que la sonrisa de idiota me delataría ante Sophia y tarde o temprano le tendría que decir. Salí de la ducha y fui a mi vestidor para buscar un vestido que ponerme. Encontré uno de tirantes en color vino que me quedaba a unos cuantos centímetros por encima de mis rodillas. Era holgado de la cintura para abajo y tenía diminutas flores en blanco. Me subí a mis plataformas blancas y sequé mi cabello hasta poderme hacer una cola baja con el. No me maquillé, solo apliqué un bálsamo labial con color en mi boca porque tenía el aspecto de estar recién besada y no quería preguntas incómodas por el momento. Salí de la habitación y bajé hasta el primer piso dirigiéndome a la cocina para ver qué todo estuviera en orden, fui a ver el pollo en el horno, me aseguré de sacar la ensalada y ya como había puesto la mesa fui a llevar las cosas para allá, que si los panes horneados y el plato de quesos. Mientras estaba entretenida organizando todo escuché la puerta principal abrirse y voces que acompañaban el sonido hasta la cocina. Era Bárbara la que había entrado, porque conocía el sonido de las llaves. —Esto es incómodo —la escuché murmurar. —Solo mantén la calma, cariño —respondió Lucas. Escuché que refunfuñó. —Mamá —me llamó. —En el comedor, cariño —le respondí. A los segundos ella llegó al umbral de la puerta del comedor. Pero no venía sola, venía con Lucas, una chica que no conocía y detrás de ellos, su padre. Me tense inmediatamente en donde estaba y no le quité los ojos de encima. —Vine a comer en familia —habló él con un tono suave. Evité muy brillantemente voltear los ojos con fastidio. Solo me quedo sonreír de la manera más falsa posible. —Chicos, espérenme unos minutos en la sala y ya los llamo para que vengan a comer. Bárbara entendió directamente y respondieron que estaba bien para luego irse hablando en murmullos. —¿Qué coño haces aquí? —le pregunté bruscamente. Él me miró sorprendido. —Solo quería verlas. —Pero yo no a tí, el único lugar donde nos vamos a ver es en el juzgado. —¿De verdad vas a tirar a la basura todos los años de matrimonio? Me reí, créanme que lo hice. Iván era la basura más descarada del mundo. —Que cínico eres, de verdad —seguí riéndome. —El que daño todo fuiste tú con tus múltiples engaños, así que no te la vengas a dar de esposo ejemplar. —Bianca, yo quiero recuperarte —soltó mientras caminaba hacía mi pero lo detuve a mitad de camino al levantar mi mano. —Lo único que quiero recuperar es mi propia felicidad. Mucho te aguanté, Iván y no está en negociación mi felicidad. Así que te pido encarecidamente que te largues de mi casa y si quieres verme espera la citación para el juicio y si quieres ver a tu hija, llámala y lleguen a un acuerdo lejos de aquí. —No puedo creer que te rindas tan rápido —negó decepcionado. Yo me reí con gracia, él pensaba que me volvería a manipular pero ya no será así. —Yo tampoco quería creer todas esas veces que me engañaste, pero lo hiciste. No siempre se obtiene lo que uno quiere, Iván. Y por favor vete de la casa porque no estás invitado a mi cena. Él se quedó pasmado ante mis palabras, pero volvió en si de inmediato y sin decir nada más lo vi marcharse. Lo escuché hablar con Bárbara y le dijo que le salió una reunión de urgencia en el trabajo, evidentemente mi hija no insistió en qué se quedara y luego escuché la puerta cerrarse. ___________MateoMe duché en contra de mi voluntad, porque no quería quitarme el aroma de Bianca de encima, pero tenía que ser razonable.Cuando terminé de arreglarme, me eché perfume y bajé a la sala para ver si ya habían llegado los muchachos.Pero al bajar me encontré con la grata sorpresa, noten el sarcasmo, al padre de mi mejor amiga saliendo por la puerta principal.No entendí muy bien, pero solo me bastó con verle la cara de fastidio a mí amiga que al verme vino a mi encuentro y me abrazó.La apreté a mi pecho y besé su cabello con cariño. Yo la amaba, ella siempre estuvo cuando más la necesité y yo siempre estaré con ella, aunque él corazón me doliera por no poder decirle que también amaba a su madre desde hace mucho tiempo.—¿Pasó algo? —le pregunté en un susurro.—Mi padre quería recuperar las cosas, según él pero mamá lo corrió de la casa —susurró y soltó una risita. —Su descaro es impresionante.Yo reí con ella
BiancaLa chica no dejaba hablar a mí hija, mal miraba a Lucas, hizo muecas de asco ante mi comida y de paso no le quitaba la mirada de encima a Mateo.Sophia la miraba con los ojos entrecerrados cada vez que le pedia algo a Mateo.Yo me mantuve serena, pero iba a reaccionar si volvía a interrumpir a mi bebé.Con Bárbara nadie se mete y menos si yo estaba de testigo.—Justo hoy estaba en clase se ciencias y el profesor me dijo que había pasado con buena nota y...Gabriella volvió a interrumpirla.—Todo el mundo le pasa la materia a ese profesor, linda.Bárbara la miró con una ceja alzada. Pero antes de que mi hija replicara lo hice yo.—Claro, Gabriella, todo el mundo le pasa pero mi hija no es todo el mundo y estoy orgullosa de sus logros académicos.Ella se puso pálida ante mis palabras con cero tono de broma y asintió.Lucas sonrió con burla y la comida prosiguió.—Me puede
Mateo—Mira, Gabriella. Normalmente no soy grosera o antipática —escuché a la mujer que me tenía loco, hablar. —Pero te pido encarecidamente que cuando termines de cenar te retires de mi casa.Y con eso se levantó de la silla dejando a Gabriella pasmada y sin nada que argumentar. —Iré a la cocina, acompañame, nena.Invitó a mi mejor amiga a ir detrás de ella y gustosa se levantó si siguió a su madre.—Te lo advertí, ahora levántate, que te acompañaré a la salida.Le hablé con brusquedad a la mujer que dió más problemas en menos de una hora.Ella sin nada que decir se levantó y se disculpó con Sophia y Lucas que quedaron en la mesa. El único en responderle fue mi amigo, porque Sophia la ignoró por completo.—De verdad lo siento, Mateo —decia ella mientras caminaba hasta la puerta. —No sabía que te iba a causar problemas con tu novia.Yo me detuve y por un momento pensé en ahorcarla.—No sabía que te gust
Bianca—¡Quiero el divorcio! —le grité a la cara al que se supone que es mi esposo.—Estás exagerando, Bianca. —su indiferencia y falta de empatía me hacían pensar en todo lo que habíamos vivido.No puedo creer que de éste hombre me enamoré en mi adolescencia y pensé, solo pensé que nuestro amor duraría toda la vida.Pero no fue así, Iván Méndez se había convertido en el peor esposo desde hace años.Él ya no me quería y eso se notaba, y yo tampoco me esforzaba por gustarle de nuevo, ya estaba decepcionada de todo ésto.Justo hoy le había encontrado muchos mensajes de una mujer pelinegra y unas fotos de su cuerpo desnudo. Más que sentirme molesta, me sentía triste porque a mis cuarenta años, no tengo el cuerpo tan perfecto como antes.Mis tetas estaban un poco más abajo que antes y de los lados de la cadera tengo piel colgando, no es algo para morirse, pero si algo que me genera muchas inseguridades.Ya no quiero sentirme así.—Hoy mismo hablaré con mis abogados, ya basta de obligarnos
Bianca —¿De verdad dijo eso? —me preguntó Sophia con indignación.—Sí, lo hizo, —le respondí apartando los ojos de ella y centrándome en los cuatro chicos en la piscina.Lucas tenía a Bárbara sobre sus hombros y Mateo tenía a Gaby, la hermanita de diez años del novio de mi hija.Los veía tan felices que me contagiaba solo de verlos.—Iván es un imbécil. —finalizó mi mejor amiga.—Solo quiero divorciarme lo antes posible, así yo vivo en paz y él puede cogerse todo lo que quiera, —dije encongiendome de hombros.—¿Hace cuánto dejaste de amarlo?La pregunta de mi amiga me dejo pensando por unos minutos, sin embargo, esa respuesta la sabía desde hace mucho.—Creo que desde la primera infidelidad, yo estaba recién parida y con algo de depresión postparto. Él nunca se detuvo a pensar en mis duros momentos ni en que lo necesitaba cerca para poder seguir adelante y eso mató todos mis sentimientos hacia él.Ella me miró fijamente con los ojos cristalizados y no es para menos, Sophia ha sido mi
MateoEs increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pec
BiancaRaro...Fue la palabra que se me vino a la mente. -¿Pasó algo? -pregunte a mi hija y a su novio.Pero ella parecía tan impresionada como yo.-No sé que mosca le picó, mamá -soltó ella y se concentró en la tv.Pero miré a Lucas y este se encontraba riendo por lo bajo. Él sabia lo que había pasado.-¿Lucas? -lo llamé sacándolo de sus pensamientos y pegó un salto al escucharme.-Si, suegrita -respondió dándome una sonrisa angelical y detrás de él, mi hija soltó una risita por cómo me llamó.-No te la des de gracioso y dime, ¿Qué le pasó a Mateo? -lo miré con los ojos entrecerrados.-Creo que le dió ganas de cagar, mami Bianca -le sonreí con ternura por como me llamó.Lucas es un yerno muy atento y lo quería como a un hijo.-Tan bello mi niño, -le hablé como si fuera un bebé y se acercó a mi como perrito. Le sonreí abiertamente hasta que estuvo frente mío y ágilmente llevé una mano a su oreja y lo hale de ahí haciéndolo chillar como niña.-Ay, mami, me lastimas -lloró como bebé y
MateoUn sueño. Es en todo lo que puedo pensar estando acostado en la cama de mi cuarto.Tenía como dos semanas sin venir a mi casa y mi madre se estaba quejando por mi ausencia. Algo completamente innecesario porque ella no estaba en casa. Siempre estaba trabajando y mi padre igual.Son un matrimonio muy raro, y cada quién lleva su vida por separado.A veces no entiendo por qué siguen juntos, ellos dicen que es por mi, pero ya yo soy un hombre que entiende cuando alguien no es feliz con otra persona.Lo había visto en primera fila con Bianca e Iván, siempre estaban juntos, pero no revueltos, él no la respetaba a ella y ella solo esperaba a que él cambiara hasta hace unos días cuando me sorprendió cuando Bárbara me dijo que su madre le había pedido el divorcio a su padre y lo había despachado de la casa.Fue el día de la piscina, hace unos cuatro días atrás.Fui el hombre más feliz por eso y más cuando me dejo acercarme a ella para consolarla, y fui el más afortunado cuando pude tener