Mateo
—Mira, Gabriella. Normalmente no soy grosera o antipática —escuché a la mujer que me tenía loco, hablar. —Pero te pido encarecidamente que cuando termines de cenar te retires de mi casa. Y con eso se levantó de la silla dejando a Gabriella pasmada y sin nada que argumentar. —Iré a la cocina, acompañame, nena. Invitó a mi mejor amiga a ir detrás de ella y gustosa se levantó si siguió a su madre. —Te lo advertí, ahora levántate, que te acompañaré a la salida. Le hablé con brusquedad a la mujer que dió más problemas en menos de una hora. Ella sin nada que decir se levantó y se disculpó con Sophia y Lucas que quedaron en la mesa. El único en responderle fue mi amigo, porque Sophia la ignoró por completo. —De verdad lo siento, Mateo —decia ella mientras caminaba hasta la puerta. —No sabía que te iba a causar problemas con tu novia. Yo me detuve y por un momento pensé en ahorcarla. —No sabía que te gustaban mayores. —No sabes de lo que hablas, mejor ahórrate tu maldito veneno y vete. —¿Bárbara lo sabe? —me miró con una sonrisa triunfadora. —¿Saber qué, Gabriella? —pregunté con fastidio. Ella se carcajeó como si supiera algo que yo no. —Que estás saliendo con la amiga de su mamá. Carajo, me reí, pero de alivio. —Estás malditamente loca, de verdad, pero si salgo o no con Sophia no es tu problema. Métete en tus propios asuntos y en vez de estar pendiente de mi vida, busca terapia para que tu pequeño cerebro avance. —le dije mientras le tocaba la frente con mi dedo índice. Abrí la puerta para ella. —Ahora lárgate, y deja en paz a mi mejor amiga. ¿Te queda claro? —Me quedó claro, coge abuelas —se burló. —Me cojo mujeres experimentadas, no a locas y obsesivas como tú. Hablas desde la envidia porque sabes que esas dos cogidas básicas no podrás repetirlas conmigo. Ella quedó boquiabierta y sin dejarla replicar le cerré la puerta en la cara. Normalmente soy un caballero. Pero hoy justamente no, no con ella. Es una m*****a loca. Y aún con el pensamiento de que ella creyó que estaba saliendo con Sophia, me devolví al comedor. Justo cuando llegué al umbral de la puerta, desde la cocina venían Bianca y Bárbara, la primera con el postre favorito de su hija y mío y la otra con los platos que se dispuso a acomodar en cada puesto. —Eres la mejor, Bianca —dije sin pensarlo, solo mirándola fijamente. —Mi mamá es una Diosa —habló Bárbara, sumida en su pedazo de cheesecake, sin prestarle atención a nada más a su alrededor. —Lo es, si —respaldó Sophia con la boca llena de pastel y guiñándome un ojo. Fue imposible no avergonzarme, ella sabía lo que estaba pasando, no es tonta. —Eres un desastre, cariño —escuché decir, era Bárbara viendo a su novio con la boca totalmente llena de pastel, todos nos reímos de él avergonzandolo, pero Bianca siendo un completo ángel le dio otra rebanada del postre. —Lo mal acostumbras siempre —refunfuñó su hija. Reímos todos a la par. Y éstos momentos eran los que apreciaba muchísimo, porque cosas así nunca las tendría en mi casa y mucho menos con mis padres. Podría asegurar que mi madre no sabe cuál es mi postre favorito. Pero para Bianca nunca fue difícil recordarlo, en cada cumpleaños que pasé aquí, me lo preparó y me dió toda la atención y cariño que necesité. El problema fue que no lo vi como un gesto maternal a partir de los diecisiete años, si no que empecé a verla con otros ojos. Y aunque algunos pensaran que ésto es de gente mal de la cabeza, la verdad es que me importa muy poco. Estaba perdidamente enamorado de esta mujer y no creo que pueda recuperarme si en algún momento todo llegase a terminar. Nos quedamos un rato hablando y pasándola bien hasta que Sophia tuvo que irse porque según ella tenía una cita con un hombre guapísimo. Evidentemente a cenar no irían y por eso confesó haberse arreglado tanto esa noche. Todos nos despedimos de ella y entre Lucas, Bárbara y yo organizamos todo en la cocina y el comedor para ayudar a Bianca. —¿Te quedas hoy, guapo? —me preguntó mi mejor amiga. A lo que asentí y la atraje a mí para darle un abrazo y un beso en la frente. —Me quedaré —respondí. —Bien, así mamá no se queda sola. Lucas y yo iremos a lo de sus padres porque mañana tendremos un día con ellos en la piscina. —¿Y no me invitas? —pregunté indignado. —No, imbécil —replicó Lucas. Bárbara se carcajeó. —Es algo medio especial, es el aniversario de mis suegros. —¿Y tu madre sabe? —fruncí el entrecejo. —Justo le diré ahorita, porque fue hace una hora que mi suegra me escribió haciéndome la invitación formal. —Bueno, acepto quedarme para no dejar a tu mamá sola. —Asegurate que esté lejos de mi papá. No quiero que le haga daño. Yo asentí un poco incómodo y ella beso mi mejilla para salir a lo de su madre para decirle que se iría. Lucas se aseguro de que su novia se hubiera ido totalmente al segundo piso y me miró con picardía. —Aprovecha el tiempo en estos días con tu amada. —Cierra la boca, imbécil. Se carcajeó y siguió arreglando los platos en su lugar. Sin embargo, me sentía un poco incómodo con ésto. Sé que Bárbara no sabe lo que está pasando entre su madre y yo, pero me pone bajo presión el que ella me pida velar por la seguridad de ella. Cuando realmente lo que quiero hacer es tenerla desnuda entre mis brazos. —Serán unos días largos —susurré y Lucas golpeó mi hombro juguetonamente. —Aprovecha y sácala de aquí. Bianca lleva tiempo sin salir a solas. Y medité eso. Lucas tenía razón, los únicos viajes en los que habíamos estado juntos, habían sido los familiares. Pero eso iba a cambiar este fin de semana, haría todo por ella y para ella. —Eres un cabronazo con suerte —soltó y fue inevitable no sonreír. Porque no se trataba de suerte, se trataba del destino. —Es una dicha tenerla y no es cuestión de suerte, si no del destino. Él sonrió y lo ayudé para que terminara más rápido.Bianca—¡Quiero el divorcio! —le grité a la cara al que se supone que es mi esposo.—Estás exagerando, Bianca. —su indiferencia y falta de empatía me hacían pensar en todo lo que habíamos vivido.No puedo creer que de éste hombre me enamoré en mi adolescencia y pensé, solo pensé que nuestro amor duraría toda la vida.Pero no fue así, Iván Méndez se había convertido en el peor esposo desde hace años.Él ya no me quería y eso se notaba, y yo tampoco me esforzaba por gustarle de nuevo, ya estaba decepcionada de todo ésto.Justo hoy le había encontrado muchos mensajes de una mujer pelinegra y unas fotos de su cuerpo desnudo. Más que sentirme molesta, me sentía triste porque a mis cuarenta años, no tengo el cuerpo tan perfecto como antes.Mis tetas estaban un poco más abajo que antes y de los lados de la cadera tengo piel colgando, no es algo para morirse, pero si algo que me genera muchas inseguridades.Ya no quiero sentirme así.—Hoy mismo hablaré con mis abogados, ya basta de obligarnos
Bianca —¿De verdad dijo eso? —me preguntó Sophia con indignación.—Sí, lo hizo, —le respondí apartando los ojos de ella y centrándome en los cuatro chicos en la piscina.Lucas tenía a Bárbara sobre sus hombros y Mateo tenía a Gaby, la hermanita de diez años del novio de mi hija.Los veía tan felices que me contagiaba solo de verlos.—Iván es un imbécil. —finalizó mi mejor amiga.—Solo quiero divorciarme lo antes posible, así yo vivo en paz y él puede cogerse todo lo que quiera, —dije encongiendome de hombros.—¿Hace cuánto dejaste de amarlo?La pregunta de mi amiga me dejo pensando por unos minutos, sin embargo, esa respuesta la sabía desde hace mucho.—Creo que desde la primera infidelidad, yo estaba recién parida y con algo de depresión postparto. Él nunca se detuvo a pensar en mis duros momentos ni en que lo necesitaba cerca para poder seguir adelante y eso mató todos mis sentimientos hacia él.Ella me miró fijamente con los ojos cristalizados y no es para menos, Sophia ha sido mi
MateoEs increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pec
BiancaRaro...Fue la palabra que se me vino a la mente. -¿Pasó algo? -pregunte a mi hija y a su novio.Pero ella parecía tan impresionada como yo.-No sé que mosca le picó, mamá -soltó ella y se concentró en la tv.Pero miré a Lucas y este se encontraba riendo por lo bajo. Él sabia lo que había pasado.-¿Lucas? -lo llamé sacándolo de sus pensamientos y pegó un salto al escucharme.-Si, suegrita -respondió dándome una sonrisa angelical y detrás de él, mi hija soltó una risita por cómo me llamó.-No te la des de gracioso y dime, ¿Qué le pasó a Mateo? -lo miré con los ojos entrecerrados.-Creo que le dió ganas de cagar, mami Bianca -le sonreí con ternura por como me llamó.Lucas es un yerno muy atento y lo quería como a un hijo.-Tan bello mi niño, -le hablé como si fuera un bebé y se acercó a mi como perrito. Le sonreí abiertamente hasta que estuvo frente mío y ágilmente llevé una mano a su oreja y lo hale de ahí haciéndolo chillar como niña.-Ay, mami, me lastimas -lloró como bebé y
MateoUn sueño. Es en todo lo que puedo pensar estando acostado en la cama de mi cuarto.Tenía como dos semanas sin venir a mi casa y mi madre se estaba quejando por mi ausencia. Algo completamente innecesario porque ella no estaba en casa. Siempre estaba trabajando y mi padre igual.Son un matrimonio muy raro, y cada quién lleva su vida por separado.A veces no entiendo por qué siguen juntos, ellos dicen que es por mi, pero ya yo soy un hombre que entiende cuando alguien no es feliz con otra persona.Lo había visto en primera fila con Bianca e Iván, siempre estaban juntos, pero no revueltos, él no la respetaba a ella y ella solo esperaba a que él cambiara hasta hace unos días cuando me sorprendió cuando Bárbara me dijo que su madre le había pedido el divorcio a su padre y lo había despachado de la casa.Fue el día de la piscina, hace unos cuatro días atrás.Fui el hombre más feliz por eso y más cuando me dejo acercarme a ella para consolarla, y fui el más afortunado cuando pude tener
BiancaMi mente estaba en blanco, no pensaba, no razonaba. Solo lo sentía a él y a sus movimientos bruscos en mi interior.Mateo tenia una manera de hacerme olvidar el mundo que me tenia muy pero muy inestable.Nunca me imaginé estar sobre el mesón de mi cocina abierta de piernas para alguien, pero heme aquí, con Mateo introduciéndose tentadoramente en mi interior. —Dame más, —le pedí, perdida en mi propio placer.Ahora mismo me importaba una mierda ser encontrada por mi hija o quien sea. Solo quería venirme junto a él.—¿Te gusta? —soltó él, con la voz ronca elevándome el placer por escucharlo.Yo le asentí repetidamente, mirándolo fijamente a los ojos con la boca entreabierta y un gemido suave saliendo de mis labios. —Te sientes tan bien, —sus palabras cada vez me llevaban lejos de aquí. —Apretada, caliente y húmeda para mi.Gemí ruidosamente y giré mis ojos dejándolos en blanco. Sus palabras me estaban llevando lejos de aquí, me sentía caliente y necesitada de él.Quiero que esto
MateoMe duché en contra de mi voluntad, porque no quería quitarme el aroma de Bianca de encima, pero tenía que ser razonable.Cuando terminé de arreglarme, me eché perfume y bajé a la sala para ver si ya habían llegado los muchachos.Pero al bajar me encontré con la grata sorpresa, noten el sarcasmo, al padre de mi mejor amiga saliendo por la puerta principal.No entendí muy bien, pero solo me bastó con verle la cara de fastidio a mí amiga que al verme vino a mi encuentro y me abrazó.La apreté a mi pecho y besé su cabello con cariño. Yo la amaba, ella siempre estuvo cuando más la necesité y yo siempre estaré con ella, aunque él corazón me doliera por no poder decirle que también amaba a su madre desde hace mucho tiempo.—¿Pasó algo? —le pregunté en un susurro.—Mi padre quería recuperar las cosas, según él pero mamá lo corrió de la casa —susurró y soltó una risita. —Su descaro es impresionante.Yo reí con ella
BiancaLa chica no dejaba hablar a mí hija, mal miraba a Lucas, hizo muecas de asco ante mi comida y de paso no le quitaba la mirada de encima a Mateo.Sophia la miraba con los ojos entrecerrados cada vez que le pedia algo a Mateo.Yo me mantuve serena, pero iba a reaccionar si volvía a interrumpir a mi bebé.Con Bárbara nadie se mete y menos si yo estaba de testigo.—Justo hoy estaba en clase se ciencias y el profesor me dijo que había pasado con buena nota y...Gabriella volvió a interrumpirla.—Todo el mundo le pasa la materia a ese profesor, linda.Bárbara la miró con una ceja alzada. Pero antes de que mi hija replicara lo hice yo.—Claro, Gabriella, todo el mundo le pasa pero mi hija no es todo el mundo y estoy orgullosa de sus logros académicos.Ella se puso pálida ante mis palabras con cero tono de broma y asintió.Lucas sonrió con burla y la comida prosiguió.—Me puede