3.

Mateo

Es increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.

Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.

Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.

Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.

Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?

Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pecho desnudo, estaba fuera de lugar, pero quería que me mirara diferente.

Ella a los segundos encendió la lampara del tocador haciéndome saltar de la impresión, no esperaba que reaccionara tan rápido estando medio dormida automáticamente giré en su dirección y me relajé al verle ese hermoso rostro enmarcado por ese cabello de color salvaje que tanto me enloquecía.

Observé su lenguaje corporal y puedo jurar que estaba sonrojada y eso me hizo sentir orgulloso de haber logrado quitarme la camisa.

—Señora Bianca, —la saludé y me impresionó lo ronca que salió mi voz.

Mentalmente quise acercarme a ella y besarle esos lindos labios rosas, pero me tranquilice.

—Discúlpame por invadir tu espacio, no sabía que vendrías hoy.

Me dijo con su dulce voz mientras se quitaba la cobija de encima.

—Esta es su casa, soy yo el invasor. —le respondí, mirándola fijamente.

Su belleza me tenía idiotizado desde siempre, desde niño y ahora que soy un hombre, la veo con ganas de hacerla mía.

Por muy mal que se vea y aunque a los ojos de la sociedad estúpida esté mal.

Ella soltó una risita tierna al escucharme y asintió mientras se levantaba.

Automáticamente sentí como mi pene creció dentro de mis pantalones. La vista que me dio fue más que suficiente para halármela por días.

Tenía una m*****a bata de seda que se le transparentaba en los pechos, dejándome ver un poco de sus pezones erectos.

Tuve que controlarme para no saltar encima de ella y devorármela como lo había soñado en estos últimos años, desde que empecé a verla como una mujer y no como el sueño húmedo de un adolescente.

Me la jalaba tanto a los diecisiete por ella que no podría dar un número exacto.

Fue inevitable no mirarla fijamente detallando todas sus facciones creando una tensión exquisita a nuestro alrededor.

Me la estaba comiendo con la mirada de arriba a abajo y apreciando cómo ese vestido tan corto le apretaba sus gruesos muslos. Que dichoso sería si me asfixiaba con ellos sentándose en mi cara.

Tragué saliva bruscamente al tener esa imagen en la cabeza y la sacudí un poco para tratar de concentrarme en su rostro.

—Será mejor que me vaya, —susurró ella. —Lamento incomodarte.

Yo di un paso hacia adelante para acortar la distancia, pero me recordé que tenía que respetar los límites y me detuve de inmediato.

—No me incómodas, Bianca. —su nombre saliendo de mis labios se escuchaba a gloria y me acordé que muy pocas veces la tuteaba, pero justo hoy quería faltarle el respeto de todas las maneras posibles.

Ella asintió tranquilamente y se cubrió con la cobija cortándome el gusto de verla con poca ropa.

—¿Barbie está sola? —me preguntó y tarde un poco en conectar mis ideas.

—Si, está sola —le respondí finalmente. —¿Quieres que duerma allá y te quedas aquí?

¿O quieres dormir conmigo? —pensé coquetamente, aunque sabía que eso sería imposible.

—No, quédate —me respondió y entendí que ella necesitaba a su hija.

Fue inevitable no cortar la distancia entre nosotros y llevar una mano a su mejilla.

Sentí escalofríos al sentir su piel cálida y ella dio un respingo por mi cercanía y vi atentamente como sostenía la respiración por reflejo.

Mentalmente sonreí, ya que me di cuenta que no me es tan indiferente como lo pensé.

—El señor Iván es un imbécil, —le solté de una y sin remordimientos de decir lo que realmente sentía —Yo no dejaría ir a una mujer tan hermosa como usted.

Vi atentamente como sus ojitos grises se cristalizaron y puso su mano sobre la mía causándome de todo su roce.

—Que bueno que eres un chico listo, espero que no dejes ir a la chica que te cautive en algún momento.

Sus palabras me atravesaron el pecho y solo pensé en ella, esa chica o esa mujer que me tiene cautivo de su belleza es ella misma y desde hace varios años.

Aún dentro de mi ensoñación ella se separó de mi y se despidió de mi.

—Buenas noches, Mateo.

—Buenas noches, Bianca. —le respondí en automático mientras la veía marcharse y escuchaba sus pasos cansados hasta la habitación de Barbie y cuando escuché la puerta cerrarse fui a la mía y le puse seguro para que no me interrumpieran.

Quería halármela mientras mi mente seguía repitiendo la imagen de ella con ese pijama revelador.

Lo peor es que fue la cosa más sexy que la he visto usar y ella ni se inmutó por su casi desnudez.

Cuando me bajé el pantalón junto al bóxer me quejé por el leve dolor en los testículos porque pedían a gritos eyacular en el cuerpo de esa Diosa divina de cabello rojo y cuerpo de infarto.

No podré recuperarme luego de esa imagen y mi polla lo sabía.

Aún pensando en ella comencé a halármela en honor a sus ojos y a su cuerpo de infarto.

Ella es la mujer más sexy y hermosa que he podido ver y mientras más me acordaba de sus pezones erectos cubiertos de encajes más rápido me pajeaba, hasta que sentí mi liberación y por fin me vine manchando mi mano y parte de mi abdomen desnudo.

Aún con los efectos del orgasmo fui al baño para pegarme una buena ducha y así terminar de bajarme la calentura porque el emborrachamiento se me había terminado cuando la vi con esa m*****a bata.

Cuando salí del baño, puse una alarma en mi celular para levantarme en un rato para hacerle el desayuno a ella y a la morsa de mi mejor amiga.

Cuando aseguré la alarma dos veces en el teléfono, me lancé a la cama y caí en un sueño profundo donde Bianca era el personaje principal.

(....)

Cuando la vi alejarse hasta las escaleras que daban al segundo piso, suspiré profundamente y sentí las ansias de pegarme en el pecho para darle a demostrar a no sé quién que ella pudo drenar cómo se sentía conmigo.

Tenerla en mis brazos fue la cosa más perfecta y épica de mi m*****a vida.

Aún sumido en mis pensamientos fui sorprendido por un puñetazo juguetón de Lucas, el idiota pega fuerte y el brazo me palpito por el dolor.

—¿Eres imbécil o te caíste de niño? —le solté entre dientes.

—El único que está caído eres tú —me respondió mientras subía y bajaba las cejas de manera graciosa.

Aún así me quedé sin entender a lo que él volteó sus ojos con fastidio por tener que explicarse.

—Te vi muy pegadito a mí suegra, Mateo —soltó dejándome helado.

—Solo estaba consolándola —respondí sin demostrar que los nervios podían más que yo.

—No me engañas, Mateito, estás loco por ella y es entendible, ella prácticamente fotocopio a Bárbara y me tiene loco a mi.

Yo suspiré sonoramente y me tomé el puente de la nariz.

—Es una mujer increíble, pero es prohibido. —solté con desgano.

—Si es prohibido, pero que a ti te valga,  —soltó moviendo las manos en el aire.

—Bárbara me mataría, —y era la verdad.

No creo que ella pueda aceptar que su mejor amigo se enamore de su madre.

—Ella lo entendería. Pero si no quieres que sea obvio, deja tú de ser obvio.

Automáticamente hundí mis hombros en una total muestra de rendición. 

—Es casi imposible, hermano. Llevo fantaseando insanamente con ella desde que tengo diecisiete. Y antes, de niño, le decía que era el amor de mi vida. Ella nunca me ha visto de forma diferente, para ella siempre seré el mejor amigo de hija.

Hablar de ese tema me deprimía de sobremanera y el saber que Lucas se dio cuenta de mi tentación prohibida hacia Bianca me había preocupado. Estaba siendo demasiado obvio, y lo peor del caso es que no quería dejar de serlo.

—Yo digo que no te rindas, pero tampoco presiones las cosas justo ahora, ella está saliendo del divorcio con el señor Iván y ni ella, ni Bárbara la están  pasando muy bien que digamos.

 Asentí a sus palabras. No me quedaba de otra que seguir esperando el momento indicado.

También quería saber si era algo netamente carnal o algo más profundo, y sé, muy renuentemente que nada seria fácil.

Mientras, seguiré intentando acercarme a ella porque así lo quiero y así lo deseo. La deseo a ella aunque sea prohibido, quiero ser suyo y que ella sea mía.

Sé que me baso en lo más carnal y prohibido, pero también estoy seguro que si nos esforzamos los dos, podríamos conseguir lo que tanto hemos buscado.

Y con ese pensamiento en mi cabeza, deje a Lucas en la cocina y fui a mi habitación para ducharme y cambiarme con ropa limpia y cómoda para la noche de películas.

Aunque Lucas me dijo que llevara las cosas lentamente, esta noche estaba decidido a dar el primer paso, porque a esa mujer la quería para mi, aunque sea lo ultimo que haga.

Salí de la ducha con la energía renovada y las ganas de ser el hombre que Bianca necesita.

Soy un niño para ella, sí.

Podría ser mi madre... pero no lo es.

Claro que no lo es.

¿Qué es mal visto por la sociedad?

Si, pero ella me encanta más que ser aceptado por la sociedad.

Bianca es la manzana de la discordia que me quiero comer, es una tentación para mi y cualquier hombre que la mire.

Su cabello es fuego puro, sus ojos te hipnotizan y sus labios te hacen pensar en muchas cosas poco normales.

Me encantaba Bianca desde que era un adolescente. Si antes la miraba con añoro, ahora solo la miro con ganas de poseerla por completo.

Quiero que se deje llevar por la carne y el pecado y que nunca vuelva a pensar que no es suficiente para un hombre. Su casi ex esposo es un idiota que nunca vio ni valoró a la Diosa que tenia como mujer, pero yo soy capaz de incendiar el mundo con tal de tenerla.

Con una sonrisa triunfante y decidido salí de la habitación con un jogger gris, una franela negra y unas pantuflas cómodas. Mi perfume dejaba una estela por donde pasaba y solo tenia el pensamiento en la cabeza que cuando Bianca saliera de la habitación, tendría mi olor en todos los rincones de su casa y si los Dioses me lo permiten también en su cuerpo y en su cama.

Llegué a la sala y ya Sophia tenia todo listo para la noche de películas, fue increíble ya que solo tarde unos cuarenta y cinco minutos en ducharme y prepararme. Y en todo ese tiempo, ella se ducho, vistió con una pijama holgada de Bianca y organizo todo un espectáculo en la sala para ver si acaso una sola película porque todos estaríamos cansados por el día que tuvimos en las piscina.

—¿Te ayudo en algo? —pregunté mientras la veía peleando con el televisor.

—Si, ayúdame a poner esta m****a con N*****x —me entregó el mando de la tv y me reí por sus malas palabras.

Siempre ha sido así desde que lo recuerdo, Bianca la regañaba siempre por su mal vocabulario frente a nosotros pero ella le respondía que en algún momento nosotros seriamos mas mal hablados que ella misma, y es así, aunque Barbara es la que gana de los dos.

—Te escucha Bianca y te amenaza con lavarte la boca con lejía —bromeé con ella y soltó una risa que me contagio a mi por lo divertida que sonaba.

—No puedo creer que te acuerdes de eso —soltó risueña.

—Siempre me acuerdo de lo que dice Bianca, —solté con naturalidad y después fue que caí en cuenta de con quién estaba hablando.

—¿Sí, Mateo? —me preguntó retóricamente.

Yo carraspeé y fingí demencia con una sonrisa inocente. Pero ella no es tonta, y entendió perfectamente lo que quise decir.

Ella sin borrar la sonrisa me guiño el ojo. —Dale tiempo, guapo, no está lista para pecar con un jovencito como tú. —soltó y me palmeó el hombro.

Yo fruncí el entrecejo y antes que se fuera le pregunte:  —¿A qué te refieres con a un jovencito como yo?

Ella giró sobre sus talones. —Apasionado y explosivo —me dio una sonrisa cómplice y se fue en dirección a la cocina.

No me dio tiempo de seguirla porque de las escaleras, aparecieron Bárbara y Lucas entre empujones juguetones y risas.

Fingí que no estaba con la tensión en mis hombros y seguí configurando el Smart con la cuenta de N*****x que tenia el mismo.

—Nada de terror, Mati —me pidió Barbie.

Yo me reí de su puchero, porque conmigo no funcionaria su técnica de manipulación.

—Cobarde —le dije en broma y en segundos giré a las escaleras al escuchar los pasos suaves de Bianca, quien bajo con el cuerpo enfundado en un pijama de mono y camisa manga larga de seda color negro. Sus pantuflas eran de oso y su cabello caía rebelde y húmedo por sus hombros dándole una vibra de mujer inalcanzable.

Y eso es lo que era para mi.

Era increíble como mi cuerpo reaccionaba a su cercanía, tanto que sentí como una erección crecía lentamente.

Inmediatamente le di el mando a Bárbara y salí en dirección a la habitación con urgencia, porque sabia que mi pene no me ayudaría en esta situación.

Mientras apuraba el paso escuchaba los murmullos de Bianca y los otros por la manera rara en la que me fui, pero no sabia donde meter mi pene erecto y tenia que resolverlo ya.

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