Mateo
Un sueño. Es en todo lo que puedo pensar estando acostado en la cama de mi cuarto. Tenía como dos semanas sin venir a mi casa y mi madre se estaba quejando por mi ausencia. Algo completamente innecesario porque ella no estaba en casa. Siempre estaba trabajando y mi padre igual. Son un matrimonio muy raro, y cada quién lleva su vida por separado. A veces no entiendo por qué siguen juntos, ellos dicen que es por mi, pero ya yo soy un hombre que entiende cuando alguien no es feliz con otra persona. Lo había visto en primera fila con Bianca e Iván, siempre estaban juntos, pero no revueltos, él no la respetaba a ella y ella solo esperaba a que él cambiara hasta hace unos días cuando me sorprendió cuando Bárbara me dijo que su madre le había pedido el divorcio a su padre y lo había despachado de la casa. Fue el día de la piscina, hace unos cuatro días atrás. Fui el hombre más feliz por eso y más cuando me dejo acercarme a ella para consolarla, y fui el más afortunado cuando pude tenerla completamente desnuda para mí. Un suertudo, un hijo de puta con suerte. La mujer con la que siempre había soñado completamente desnuda ante mi y a disposición de mis caricias. Bien metido en mis pensamientos no noté cuando mi madre entró a mi habitación sin hacer ruido. Me asusté cuando la vi apoyada del marco de la puerta. —¿En qué tanto piensas? —me preguntó con el entrecejo fruncido. La miré con fastidio. —En nada, —me limite a responder. Ella me mal miró. —Solo quiero tener una conversación normal contigo. Me reí sin ganas y me senté en la cama para poder verla mejor. —A ti no te interesa nada de lo que tenga que ver conmigo, no finjas. —No entiendo por qué eres tan odioso conmigo, ya ni en la casa quieres estar —me dijo con reproche. —No quiero estar en una casa vacía, mamá —me encogí me hombros. —El estar metido en la casa de tu amiga no te traerá nada bueno, la madre se está divorciando del desgraciado del esposo, y todo eso traerá cola, puedes perjudicar tu imagen. Volteé los ojos, siempre tiene algo que opinar de la familia de Bárbara. —Si sabes que no me importa lo que diga la gente, ¿Verdad? —le dije mientras me levantaba de la cama y hacia mí maleta para quedarme en que Bianca hoy ya que hay una cena familiar y Bárbara me invitó. —Debe importarte, ellos no tienen el mismo nivel social que nosotros. Y allí va de nuevo. —No te metas en mis asuntos, que yo no me meto en los tuyos. Es más, deberías aprender a la señora Bianca, que tuvo el valor de pedirle el divorcio a su marido, mientras tú estás aferrada a la imagen de mentiras de la familia feliz. La dejé sin habla y le pasé por un lado con mis cosas en el bolso. —No quiero estar más aquí, espero que tengas el valor de salir de esto y dejar de ponerme de excusa por tu infelicidad, estoy bien mayorcito y sé cuando una relación no funciona. Y nunca vi a mi padre y a ti siendo felices aunque fingieran que sí. Y con esas palabras salí de mi habitación y de mi casa. Estaba tan frustrado, pero lo único que me alegraba es pensar en Bianca. Entre la carrera y el trabajo, me hacían tener muy poca estabilidad mental. En la universidad estoy cursando el último año en Ingeniería en Informática y Telecomunicaciones. Adicionalmente, tenía un buen empleo virtual como programador que me dejaba tener una buena suma de dinero cada mes. Con eso he ido reuniendo para poder comprarme un departamento para poder ser independiente. Y también quería mi privacidad y más ahora que Bianca y yo nos empezamos a enrollar como yo más quería. Tenía que tener un lugar para los dos, no quisiera que nos descubrieran en su casa ni mucho menos llevarla a un hotel cada vez que quisiéramos hacer algo. Había estado pensando en todo eso, y simplemente no deseo que me vea cómo un hombre que depende de sus padres. Lo bueno de todo esto es que me impulsaba a tener algo mejor aunque ella no lo sepa. Y aunque lo nuestro solo quede en encuentros carnales, me llevaría la satisfacción de saber qué mientras ella esté presente haría todo por mejorar como hombre y persona, porque eso es lo que ella merece. Con ese pensamiento en mi cabeza, me subí a mi auto y conduje hasta la casa de Bianca. En poco minutos llegué y me estacioné en el puesto que siempre tomaba de los tres que había. Me sentía nervioso, de verla después de nuestro encuentro caliente. Más nervioso aún porque quería invitarla a salir a una cita, pero no sabría si me aceptaría. Apagué el auto y bajé con mi bolso colgado en el hombro, caminé hasta la puerta de la cocina y entré. Inmediatamente me detuve al verla, ella estaba de espaldas moviéndose con gracia por su cocina enfundada en un pantalón corto y una blusa de tiras a juego. Sentí como mi cuerpo se calentaba al verla, es la mujer más auténtica que he visto, o no sé si es por su belleza que me tiene deslumbrado, que me trae loco. Solté el bolso y este cayó al suelo mientras me acercaba a ella. Ella reaccionó saltando del susto y se giro hacía mi con un tenedor en la mano. Cuando me vio, relajó los hombros y me dio una sonrisa brillante que me hizo perder la cabeza. —Me asustaste, —reclamó con voz baja. —Fue sin querer, me quedé paralizado cuando te vi y se me cayó el bolso. Me encogí de hombros y me acerqué a ella lentamente. Ella me sonrió abiertamente y apoyó su espalda en el mesón esperando a que me detuviera frente a ella. —Estamos solos —soltó mordiéndose el labio inferior. Sonreí y la acorrale con mis brazos, apoyé mis manos en el mesón y me acerqué a su cuello para olfatear su rico olor dulce. Con ese gesto, sentí como su respiración cambio y se aceleró. —Me encanta que quieras aprovechar el tiempo conmigo, —solté en un susurro en su odio y escuché un pequeño gemido saliendo de sus lindos labios. De inmediato sentí como mi entrepierna se endurecía por tenerla así. —Esto está mal, pero no puedo parar —soltó con voz ahogada. Me separé de su cuello y la miré fijamente a sus ojos. —No pienses en lo que es correcto o no. Yo quiero esto y tú también lo quieres, y yo puedo darte lo que necesitas el tiempo que tú quieras. Eres tú la que lleva las riendas, Diosa. Ella me sonrió como una m*****a diabla perversa y cada vez que la veo de ese modo entiendo menos a su ex marido. Yo me volvería loco al pensar que otro hombre se atreviera a tocarla. Con decisión la tomé de la cintura y la alcé hasta sentarla en el mesón, ella manteniendo la sonrisa se apoyó en sus manos y abrió las piernas para mí hasta que encaje mi cuerpo entre ellas. Llevaba deseándola desde que me fui en la mañana, pasé el día mal, pero ya la tenía aquí. —Quiero hacer las cosas bien contigo, Diosa —le dije, mientras jugaba con las finas tiras de su blusa. Bajé una y luego la otra. —¿A qué te refieres? —preguntó, sin aliento mientras se inclinaba hacía adelante ante mi tacto. Terminé de bajar la blusa revelando sus tetas preciosas, fijándome en la falta de brasier. Ella me sonrió pícaramente al fijarse en mi mirada hambrienta. Tardé unos segundos en conectarme con mi cerebro nuevamente porque toda mi atención se la llevó esos pezones erectos y rosas. —Me refiero a que quiero follarte duro, pero en privado, quiero invitarte a una cita con final feliz —me reí ante mis palabras y ella me siguió asintiendo a lo que le dije. —Acepto, —pausó lo que me iba a decir porque yo me llevé un pezón a la boca deseoso de su sabor. —También quiero privacidad, porque aquí me da nervios que nos encuentren. Sus palabras eran susurros y nuestros ojos nunca de separaron mientras seguía saboreando su pezón en mi boca. Rápidamente cambié al otro para darle la misma atención mientras Bianca soltaba dulces gemidos de su boca. —No quiero involucrarte en mi divorcio, también quiero algo privado y de nosotros dos. Soltó un quejido cuando mordí suavemente el valle de esas tetas divinas que me estaban matando. Yo le sonreí con picardía y me a acerqué a sus labios. —No te equivoques, Diosa. Yo no quiero las cosas privadas, estaría feliz de gritarle al mundo que la mujer de mis sueños no me es indiferente, pero respeto el proceso que conlleva estar contigo. Ella se sonrojó ante mis palabras y tomándome de sorpresa, se apresuró a mis labios y me devoró en un beso que me hizo bajar todas las defensas posibles. Estaba perdido completamente por esta mujer y no me importaba ni un poco admitirlo. Justo ahora, me importa un culo lo que piensen de nosotros. Quisiera besarla y acariciarla para siempre. Nuestros labios aun reconociéndose, y las lenguas entrelazadas solo me daban ganas de desnudarla aquí y hacerla mía por siempre. Nos separamos con la respiración agitada y pegando nuestras frentes, ella con los ojos cerrados y yo admirando su belleza pura, su piel sonrojada y llena de pecas y esos labios apetitosos entre abiertos y húmedos por nuestros besos. —No sabes las ganas que tengo de hacerte completamente mía, —mi voz salió ronca. Ella soltó un quejido y abrió sus ojos, dejándome cautivo en ellos de inmediato. Es una locura cómo me hacia sentir. Y la atracción no es solo física, es que siento que ella ya es mía. —Yo deseo que me hagas tuya —soltó, dejándome totalmente sorprendido. Llevé mi mano a su nuca y la acerqué a mi boca para volver a devorarla. Ella se aferró a mis hombros y me clavó suavemente sus uñas. Entrelazó sus preciosas piernas a mi alrededor y me atrajo a ella flexionando un poco su cuello para que pudiera besarla más profundo. Como pude lleve mis manos de nuevo a su camisa y la terminé de bajar y llevé mis besos de sus labios a su cuello, embriagándome con su aroma adictivo y besando todas esas pequitas que cubrían su piel. No creo que pueda volver a ser el mismo después de esto. Bianca me tiene mal, desenfrenado y desvergonzado. —No quería hacértelo así —me quejé, pero incapaz de separarme de ella. —Justo ahora no me importa dónde o cómo lo hagas, solo hazlo —me soltó, y con delicadeza paso sus manos por mi pecho y las bajo hasta llegar al dobladillo de mi playera. Inmediatamente me incitó a quitarla y la ayudé para que pudiera pasar sus cálidas manos con uñas perfectas por todo mi torso. La vi como se mordió el labio inferior mientras me recorría con sus manos y ojos, y mi cuerpo tembló de anticipación. Sus ojos se encontraron con los míos y me sonrió como solo ella sabe hacerlo. Se acercó a mi y llevó sus labios a mi cuello y repartió besos húmedos hasta que llegó a mis pectorales y siendo la mujer más sexy del mundo, saco su lengua y la pasó desde el pectoral hasta la clavícula. Mi pene reaccionó de inmediato ante las atenciones que ella me daba, aunque estaba completamente seguro que estaba duro solo porque se trataba de ella. Con decisión, llevé mis manos al elástico de sus shorts y los baje lentamente hasta sacárselo de encima sin nada estorbando ya que cuando la subí al mesón ella se encargo de soltar sus sandalias quedando descalza. Al admirarla, no pude evitar verla como una jodida Diosa, con sus pechos afuera, la camisa que tenia enrollada en su abdomen y una pequeña tanga de color negro que me tenia sudando. ella me sonrió con timidez, insegura de su físico, pero la verdad es que elle era lo mas hermoso que había visto desde que tengo uso de razón. —Eres la mujer más hermosa —le dije, mirándola a los ojos y levemente pude ver su sonrojo. Esta mujer tenia que ser mía para siempre, y no hablo de lo físico, deseaba tener su corazón y atención en lo que me restaba de vida. —Me asusta no cumplir tus expectativas, seguramente antes de mi tuviste mujeres más hermosas y jóvenes. Yo negué ante sus palabras, incrédulo por lo que me decía. —Siempre serás tú, Bianca. Mi corazón lo tenia acelerado y no sabia ni por donde empezar, porque me tenia mal. Pero no fue necesario decidirme ya que ella bajo su embrujo, llevó sus manos a mi cinturón y sin apartar su mirada de la mía lo fue soltando acompañado del botón y bragueta del pantalón. La tomé de la cintura y me pegue más a ella. Pego sus pechos al mío y con una sonrisa en sus labios empezó a contonearse contra mi, creando una divina fricción. —Tómame aquí —susurró bajito en mi oído. Y sin esperar más, llevé mi mano al bolsillo trasero de mi pantalón, y saqué un preservativo de la billetera. Bajo su atenta mirada y con su ayuda me baje el pantalón junto al bóxer. Me estaba desesperando y muy torpemente intenté ponerme el condón, pero ella reemplazó mis descuidadas manos por las suyas y con una sonrisa mortal lo puso por toda mi longitud. Se alejó un poco de mi y mordiéndose el labio inferior se apartó la pequeña tanga a un lado, dejando a la vista su coño rosa y húmedo, gruñí de deseo y posesividad, imaginándomela siendo solo mía. Se apoyó en un codo y abrió más las piernas invitándome a follarla. —Fóllame, —soltó, una orden clara y caliente. Si pensarlo mucho, llevé mis dedos a mi boca para cubrirlos de mi saliva y untar el látex, la tomé de la cadera con una mano y con la otra guie hasta clavarme lentamente en ella. Bianca soltó un gemido ahogado y nunca apartó sus ojos de los míos, así que estuve viéndole todas las reacciones con cada movimiento de mi pene dentro de ella. Desesperado, llevé mis manos a su nuca y la sostuve de ahí para hundirme mas profundo y duro en ella. Con una mano aun apartándose la tanga y la otra enterrada en mi bíceps me alentó a acelerar los movimientos para darle más duro y más profundo. Sus gemidos eran música para mis oídos y era inevitable no gemir con ella por lo rico que se sentía estar dentro de ella. —Más duro, por favor —me pidió en medio de un gemido y fue inevitable no cumplirle sus deseos. —Ay, Mateo —siguió gimiendo mi nombre, llevando al quinto cielo cada vez que lo hacia. Nunca imaginé estar así con la mujer que creía inalcanzable, con la que siempre soñé y que ahora la tengo deseosa de mi mientras me pide más y más.Bianca—¡Quiero el divorcio! —le grité a la cara al que se supone que es mi esposo.—Estás exagerando, Bianca. —su indiferencia y falta de empatía me hacían pensar en todo lo que habíamos vivido.No puedo creer que de éste hombre me enamoré en mi adolescencia y pensé, solo pensé que nuestro amor duraría toda la vida.Pero no fue así, Iván Méndez se había convertido en el peor esposo desde hace años.Él ya no me quería y eso se notaba, y yo tampoco me esforzaba por gustarle de nuevo, ya estaba decepcionada de todo ésto.Justo hoy le había encontrado muchos mensajes de una mujer pelinegra y unas fotos de su cuerpo desnudo. Más que sentirme molesta, me sentía triste porque a mis cuarenta años, no tengo el cuerpo tan perfecto como antes.Mis tetas estaban un poco más abajo que antes y de los lados de la cadera tengo piel colgando, no es algo para morirse, pero si algo que me genera muchas inseguridades.Ya no quiero sentirme así.—Hoy mismo hablaré con mis abogados, ya basta de obligarnos
Bianca —¿De verdad dijo eso? —me preguntó Sophia con indignación.—Sí, lo hizo, —le respondí apartando los ojos de ella y centrándome en los cuatro chicos en la piscina.Lucas tenía a Bárbara sobre sus hombros y Mateo tenía a Gaby, la hermanita de diez años del novio de mi hija.Los veía tan felices que me contagiaba solo de verlos.—Iván es un imbécil. —finalizó mi mejor amiga.—Solo quiero divorciarme lo antes posible, así yo vivo en paz y él puede cogerse todo lo que quiera, —dije encongiendome de hombros.—¿Hace cuánto dejaste de amarlo?La pregunta de mi amiga me dejo pensando por unos minutos, sin embargo, esa respuesta la sabía desde hace mucho.—Creo que desde la primera infidelidad, yo estaba recién parida y con algo de depresión postparto. Él nunca se detuvo a pensar en mis duros momentos ni en que lo necesitaba cerca para poder seguir adelante y eso mató todos mis sentimientos hacia él.Ella me miró fijamente con los ojos cristalizados y no es para menos, Sophia ha sido mi
MateoEs increíble todo lo que me puede provocar. Me encanta admirarla y apreciar lo bella e inalcanzable que es para mí.Cuando entre en la madrugada a la habitación que me corresponde en su casa y vi su pequeño bulto envuelto en un cobertor sobre la que era mi cama, mi cuerpo tuvo una reacción instantánea.Mi imaginación voló y más por los tragos que tenía encima, no saben todo lo que me costó controlar las ganas de acostarme con ella y abrazarla hasta que se sintiera bien.Intenté hacer el menor ruido posible, pero estando medio borracho no coordinaba bien mis movimientos y terminé haciendo un ruido que la despertó.Me maldije por ser tan estúpido y por haber bebido. Pero me vi en la obligación de hacerlo ya que Bárbara me contó que el matrimonio de sus padres iba de mal en peor y que lo que más quería ella era que su padre dejara libre a su madre, ¿Qué más razón importante que esa para beber y celebrar?Antes de que reaccionara luché para quitarme la franela y así mostrarle mi pec
BiancaRaro...Fue la palabra que se me vino a la mente. -¿Pasó algo? -pregunte a mi hija y a su novio.Pero ella parecía tan impresionada como yo.-No sé que mosca le picó, mamá -soltó ella y se concentró en la tv.Pero miré a Lucas y este se encontraba riendo por lo bajo. Él sabia lo que había pasado.-¿Lucas? -lo llamé sacándolo de sus pensamientos y pegó un salto al escucharme.-Si, suegrita -respondió dándome una sonrisa angelical y detrás de él, mi hija soltó una risita por cómo me llamó.-No te la des de gracioso y dime, ¿Qué le pasó a Mateo? -lo miré con los ojos entrecerrados.-Creo que le dió ganas de cagar, mami Bianca -le sonreí con ternura por como me llamó.Lucas es un yerno muy atento y lo quería como a un hijo.-Tan bello mi niño, -le hablé como si fuera un bebé y se acercó a mi como perrito. Le sonreí abiertamente hasta que estuvo frente mío y ágilmente llevé una mano a su oreja y lo hale de ahí haciéndolo chillar como niña.-Ay, mami, me lastimas -lloró como bebé y