Una novia de mentiras para el millonario

Una novia de mentiras para el millonario ES

LauraC   En proceso
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Resumen
Índice

Marcelo, destrozado por la traición de su esposa con un hombre más joven, decide vengarse a su manera: contrata a Valeria, una mujer catorce años menor que él, para que finja ser su novia y despertar los celos de su ex. Su único objetivo es verla arrepentida, suplicando volver a sus brazos. Al principio, la relación entre Marcelo y Valeria es estrictamente contractual; después de todo, su diferencia de edad hace que cualquier otro tipo de vínculo parezca imposible. Sin embargo, a medida que comparten momentos y se adentran en el juego de las apariencias, los límites comienzan a desdibujarse. Marcelo se enamora de Valeria sin remedio… y ella también cae en sus redes. Lo que comenzó como una simple estrategia se convierte en un romance apasionado, pero lleno de obstáculos: la diferencia de edad, los celos, las mentiras y, sobre todo, la ira de una ex esposa herida que no está dispuesta a perder lo que alguna vez fue suyo.

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UNA NOCHE INOLVIDABLE
Marcelo Ventura La música atronadora retumbaba en mis oídos, como si la fiesta estuviera dentro de mi cabeza, desorientándome, quebrantando mi paciencia. El agobio crecía con cada segundo que pasaba. Solo quería largarme de ahí.—Edward, amigo, de verdad no me siento bien. Este sitio no es para mí, me siento viejo. Voy a llamar a mi conductor para que venga por mí.Edward se giró y negó con la cabeza.—Ni pensarlo, Marcelo. La noche apenas empieza.Rodé los ojos. Para mí, lo único que valía la pena a esta hora era regresar a casa y dormir. No tenía ánimo para fiestas, no con el maldito dolor que sentía en el pecho.Hacía tanto que no salía con mi amigo que ni siquiera recordaba la última vez. A mis 35 años, siendo un CEO billonario en Nueva York, me sentía más viejo de lo que realmente era. Me casé joven con Samantha, una mujer de mi misma edad, pero con el tiempo sus intereses cambiaron. Se sintió atraída por hombres más jóvenes, y al final sucumbió ante Alan, mi primo menor, un opo
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UN PLAN DESMESURADO
Valeria Collen Salí de la habitación del hotel con el estómago revuelto y la indignación ardiendo en mi pecho. ¿Quién demonios se creía ese tipo? ¿Pensaba que yo era una prostituta? ¿Qué podía pagarme y largarse como si nada? ¡Desgraciado!Cogí el rollo de billetes sin siquiera molestarme en contarlos y me fui directo a mi pequeño departamento. Tampoco dejaría el dinero sobre la mesa, como si no me estuviera haciendo falta. Nicol ya estaba allí, esperándome con ansias la pobre quería saberlo todo.—Casi no llegas, Valeria. Me tenías preocupada. La próxima vez, al menos mándame un mensaje. —Se lamió la cuchara con la que se comía su helado y me miró con picardía—. ¿Y bien? ¿Cómo te fue con el maduro? Dios, qué tipos más deliciosos…Puse los ojos en blanco y le lancé una mirada de advertencia.—No sé qué decirte. Y ya deja de hablar así, suena horrible, Nicol. Solo quiero descansar, esta noche tengo turno en el restaurante.Tiré mi bolso sobre la encimera y suspiré, pero mi amiga no te
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IRRESISTIBLE PROPUESTA
Valeria Quería salir indignada, molesta con Marcelo, pero no pude. Su propuesta me había divertido demasiado. ¿Quién en su sano juicio pagaría por tener una sugargirl a los treinta años solo para darle celos a su exesposa? Y lo más absurdo: ¿con una mujer tan simple y sin clase como yo? Lo único que realmente lamentaba de aquella tarde era haber perdido la oportunidad de la entrevista de trabajo. Mis obligaciones me asfixiaban: mi madre enferma esperaba dinero en su pueblo para mantener a mis dos hermanos pequeños, y sobrevivir en esta ciudad no era precisamente barato.Regresé a mi diminuto apartamento. Necesitaba descansar antes de mi turno en el restaurante, donde hacía doble jornada para arañar algo más de dinero. Siempre me rondaba la loca idea de encontrar un trabajo mejor, pero cada intento terminaba igual: un rechazo tras otro. La empresa de Marcelo no había sido la excepción.Por pura curiosidad, revisé mi correo. Nada. Era ridículo pensar que él enviaría algo. Justo cuando
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EL CONTRATO
Marcelo —¿Un contrato de Benefactor? ¿Estás completamente loco? —Edward me miraba como si no pudiera creer lo que estaba escuchando—. Si realmente quieres darle celos a Samantha, busca a una mujer que de verdad te guste, no una que tengas que contratar.Ignorando sus reproches, continué ultimando los detalles para que Valeria tuviera todo lo necesario y cumpliera el papel que necesitaba.—Sé que podría hacer eso —admití sin dejar de revisar el contrato—, pero sigo amando a Samantha. No quiero a otra mujer, solo quiero que ella sienta celos, que se dé cuenta de lo que perdió y vuelva conmigo. Cuando eso pase, terminaré el trato con Valeria y recuperaré a mi esposa.—¡Tienes treinta y cinco años, por el amor de Dios! —Edward resopló, completamente exasperado—. No estás en edad de jugar a ser benefactor, aunque tengas el dinero para hacerlo. Además, podrías estar con la mujer que quisieras. Deja de aferrarte a tu ex. Esa mujer solo quiere dejarte en la ruina, y tú sigues actuando como u
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ESTO ES SOLO PARTE DEL CONTRATO
VALERIA Me escabullí en dirección a los baños en busca de Marcelo. No soportaba un segundo más en compañía de sus amigos de la alta sociedad, hombres que solo hablaban de inversiones, monedas extranjeras y, sobre todo, de mujeres como si fueran objetos. Sus risas burlonas y comentarios sobre lo que harían con "un buen par de senos en la boca" me revolvieron el estómago. ¡Eran asquerosos!Pero mi incomodidad quedó en segundo plano cuando, al levantar la vista, vi a la exesposa de Marcelo caminando por el pasillo. Su porte altivo seguía intacto, pero había algo en su expresión… se acomodaba el cabello con prisa y pasaba los dedos por su mejilla como si intentara borrar una lágrima.Lo que me dejó realmente sin aliento fue la figura que apareció detrás de ella: Marcelo. Mi nuevo jefe, mi supuesto acompañante de la noche, caminaba con un aire de satisfacción evidente. No necesitaba más explicaciones. Estaban juntos.Un nudo de celos me apretó el estómago, tan fuerte que casi me dolió. No
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¿TAL VEZ HAY SENTIMIENTOS?
Valeria—¡Mierda! ¡Qué dolor! — Desperté de golpe al sentir el impacto contra el suelo. Estaba profundamente dormida cuando, de repente, me caí. Abrí los ojos con lentitud, desorientada, y miré a mi alrededor. No estaba en mi apartamento. ¿Había muerto? Porque, a juzgar por lo que veía, bien podría estar en el paraíso. Paredes blancas, un piso de mármol impecable, muebles imponentes… Este lugar no era común ni corriente.—¿Estás bien? — Su voz me sacó del asombro. Extendió la mano para ayudarme a levantarme, y fue entonces cuando lo recordé: estaba en su casa, en la casa de mi benefactor. Y vaya que era una obra de arte.—Sí, estoy bien… Solo un poco adolorida y con resaca. — Me acomodé la falda del vestido y fruncí el ceño. — ¿Qué estoy haciendo aquí?—Es una larga historia. ¿Quieres algo de beber o de comer?Me miraba expectante, como sorprendido, y no era para menos… Debía verme espantosa. Sentía el asqueroso hedor de mi aliento, una mezcla repugnante de alcohol, vómito y quién sab
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NI CREAS QUE TE SALDRAS CON LA TUYA.
MARCELO¡Esto tenía que ser una maldita broma! Después de más de un año sin tocar a una mujer, cuando por fin tenía la oportunidad, el timbre sonaba como si fuera una alarma de incendio.—Más te vale que sea algo importante… —murmuré, ajustándome la evidente erección en los pantalones y soltando un largo suspiro.Con fastidio, me acerqué a la puerta y me asomé por la mirilla. El golpe en el pecho fue inmediato. Una mezcla de emociones se arremolinó en mi interior mientras el timbre seguía sonando sin descanso. Sacudí la cabeza, intentando asimilar lo que veía, y abrí.Samantha entró de un empujón, sin siquiera darme tiempo a reaccionar.—¿Por qué tardaste tanto en abrir? Llevo una eternidad aquí afuera, Marcelo —espetó con ese tono desafiante que conocía tan bien.Sus ojos brillaban con intensidad y su perfume, dulce y envolvente, me golpeó con fuerza. Era irónico que oliera tan suave cuando su personalidad era cualquier cosa menos eso.Vestía un vaquero descaderado y un diminuto top
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ES MEJOR ROMPER EL CONTRATO
Valeria Al llegar a mi pequeño departamento, la sensación de frustración me invadió. Después de haber vivido la fantasía en la mansión de Marcelo, regresar a mi realidad me resultaba casi insoportable. Quería terminar con todo esto, pero ni siquiera estaba segura de si quería alejarme de él.Me despojé de la ropa y me metí en la ducha. Necesitaba agua fría, urgía enfriar el ardor que aún recorría mi cuerpo. A diferencia de él, yo no podía simplemente olvidar lo que había pasado entre nosotros. Mi piel aún temblaba con la memoria de su tacto.Deslicé el jabón por mi cuerpo y, en el instante en que recordé cómo devoró mis senos, una corriente eléctrica me atravesó la entrepierna. No pude evitarlo. Mis dedos se movieron por inercia, buscando liberar el deseo acumulado. ¿Quién lo diría? Mi benefactor despertaba en mí pensamientos más lujuriosos que cualquier otro hombre de mi edad. Su madurez, su seguridad, su manera de ser… todo en él representaba el deseo prohibido de cualquier chica tr
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LA CRUELDAD EN SUS PALABRAS
Punto de vista MarceloSolté un suspiro pesado, lo único que podía hacer en ese momento. Todo lo que estaba ocurriendo me abrumaba, y aunque tenía el poder legal para acabar con Valeria, no lo haría. Ya la había destrozado emocionalmente, y eso era más que suficiente.Tomé mi teléfono y le envié un correo disculpándome una y mil veces, ofreciéndole renegociar el contrato. Esperé más de dos horas por una respuesta que nunca llegó. Estaba claro que no quería saber nada de mí. Resignado, decidí darme una ducha rápida antes de dirigirme a mi empresa. Quién lo diría… hasta los ricos tienen días de m****a.—Señor, buenos días. El desayuno está listo —la voz de Teresa interrumpió mis pensamientos, sacándome de mi ensimismamiento. Ni siquiera me había percatado de su llegada.—Buenos días, no te sentí entrar. ¿Cómo estás?—Muy bien, señor. Fue un buen fin de semana. Pero creo que para usted no tanto, ¿verdad? —me sonrió con calidez mientras me alcanzaba el periódico, como todas las mañanas.—N
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¡Justo en la pobreza!
Valeria Habían transcurrido varios días, y mi vida continuaba sumida en la miseria. La universidad no era suficiente para asegurarme un empleo, y la posibilidad de tener que abandonarla se hacía cada vez más real; el dinero escaseaba y la situación de mi madre era aún más crítica.Era domingo por la mañana, el momento más agitado en el restaurante donde trabajaba. A pesar de estar exhausta por el día anterior, no tenía opción; las obligaciones no se detienen.—Valeria, cariño, necesitamos hablar —Nicolle me interrumpió justo antes de salir.—Nicolle, ¿no puede ser más tarde? Estoy justa de tiempo para el restaurante.—Valeria, debe ser ahora. Llevamos años de amistad y sé que estás pasando por un mal momento, pero mi situación laboral se ha complicado y no puedo seguir pagando la renta de este lugar sola. Necesito dinero, y lo necesito hoy.Las palabras de mi amiga me impactaron como un balde de agua fría; nada me preparó para que ella me diera la espalda de esa forma.—Nicolle, envi
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