―¿Qué le hiciste a mis hijos, Darius? ¡Dime dónde están! ―Están donde pertenecen, Liona. Y no los volverás a ver... a menos que vuelvas conmigo. Yo, Liona Lindbergh, pasé de ser la chef esclava de la manada Crepúsculo a ser elegida para engendrar los cachorros del Alfa Darius Wolff. En ese momento, creí que era mi oportunidad para acercarme al lobo frío y distante que siempre había amado en secreto. Mi corazón latía con esperanza, imaginando que tal vez, solo tal vez, él podría verme de otra manera. Pero mis sueños se desmoronaron en un instante cuando Darius me rechazó y me marcó con palabras que aún resuenan en mi mente: "No eres más que un vientre sustituto". Esas palabras me destrozaron, dejándome vacía y rota por dentro. Pero el destino nos jugó una carta inesperada. Darius me volvió a ver, pero yo ya no era la misma. Había renacido de mis cenizas, más fuerte, más indomable y más deslumbrante que nunca. Ya no era la loba sumisa que él había conocido. Ahora, mi corazón pertenecía a otro. Gideon Draven, el Alfa de otra manada, me amaba profundamente y sería mi futuro compañero y el padre de mis cachorros. Vi en sus ojos la desesperación, el enojo y el arrepentimiento. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperarme, pero yo ya no estaba segura de querer volver. Las cicatrices del pasado eran profundas, y cada una de ellas me recordaba el dolor que él me había causado. ¿Podría perdonarlo? ¿Podría darle una segunda oportunidad? Las respuestas no eran claras, pero una cosa era segura: yo ya no era la misma Liona que él había conocido. Ahora era dueña de mi destino, y no estaba dispuesta a mirar atrás.
Leer másC76-EL BAÑO BAJO LA CASCADA.El agua caía con un murmullo constante, limpio, hipnótico. Susan estaba bajo la cascada, con los ojos cerrados, respirando lento. El agua le corría por el cuerpo, arrastrando el sudor, la tierra y parte del cansancio del día. En paz.Pero esa paz no duró. No porque algo malo pasara, sino porque lo sintió. Esa especie de electricidad que siempre la recorría cuando él estaba cerca. Abrió los ojos. Y vio a Zander. Apoyado contra un árbol, mirándola como si no tuviera vergüenza de nada.Ella no se sobresaltó. Solo lo miró, arqueando una ceja.—¿Vas a quedarte ahí mirando como un idiota o tienes algo que decir?Zander sonrió. Esa sonrisa. Siempre era la misma: medio descarada, medio encantadora.—Oh, tengo muchas cosas que decir —contestó con voz grave—. Pero no quiero arruinar el espectáculo.Susan soltó una risa seca. No bajó la guardia, pero tampoco se tapó. Se quedó donde estaba, dejando que él la viera si quería.—¿Eso es lo mejor que tienes? Pensé que era
C75- ELEGIR MI FELICIDAD.LIONALa noche se sentía espesa.Silencio en la habitación se rompía con los suaves suspiros de los cachorros durmiendo. Estaban hechos un ovillo bajo una manta tejida, cálidos, inocentes. Me incliné despacio sobre ellos, pasándoles los dedos por sus suaves cabellos con cuidado, como si eso pudiera calmar también el desorden dentro mío.Me ardía el pecho.Estaba cansada.De fingir, de sostenerlo todo, de callarme lo que me rompía por dentro. Sentía un nudo en la garganta desde hacía días. Uno que no se aflojaba ni siquiera cuando sonreía.Y justo cuando creí que tenía un respiro, la puerta se abrió de golpe.El sonido me hizo girar de inmediato. Los cachorros se removieron en sus sueños. Uno gimoteó, otro estiró su manita.Y ahí estaba Gideon. De pie. Tenso. Con la mandíbula apretada, los ojos encendidos como si le acabaran de prender fuego por dentro.—¿Cuánto tiempo pensabas seguir jugando a este juego, Liona? —soltó, sin filtros.Me enderecé rápido, pero n
C74- HABLAR CON LA VERDAD.LIONA.Iba rumbo a los galpones de la manada, y me detuve en seco al borde del claro.Las risas, los ladridos suaves, el sonido de hojas crujidas bajo patitas inquietas... todo eso me golpeó de golpe. Me quedé quieta, como si moverme pudiera romper algo sagrado.Y allí estaba el de nuevo. Como lo habia estado los últimos días.Darius.De pie entre un grupo de cachorros, agachado mientras uno se le colgaba de la espalda y otro le mordisqueaba la oreja. Él reía. Era una risa baja, que me hizo estremecer en el buen sentido. Su voz sonaba firme cuando hablaba, pero suave, paciente. Como si estuviera exactamente donde quería estar.Mi pecho se apretó sin aviso al verlo interactuar con los cachorros.«Sería un buen padre…» pensé.No sé por qué ese pensamiento me pegó tan fuerte. Tanto que me dejó inmóvil, como si hubiera dicho algo prohibido en voz alta.Y entonces me volvió a la mente ese sueño.Él mirándome como si fuera su hogar. Tocándome con una delicadeza qu
C73- ¿INTENTAS BORRAR LO QUE PASÓ ENTRE NOSOTROS?El claro del bosque estaba tranquilo, al menos en apariencia. El único sonido era el de los cuchillos chocando, una y otra vez, con ritmo firme. Susan entrenaba, centrada, los músculos tensos, la mirada fija.Zander la vio desde el borde del claro.Estaba quieto, los brazos cruzados, el ceño fruncido. Su mandíbula marcada se movía apenas, como si mascullara algo para sí. El lobo en su interior no paraba de moverse. Inquieto. Celoso. Mordiendo cada segundo de esa escena.Avanzó sin decir nada.El guerrero que entrenaba con Susan lo notó enseguida. Bajó el cuchillo y retrocedió medio paso. La tensión en el aire era tan obvia que hasta las hojas parecían haber dejado de moverse.—Vete —soltó Zander, seco.El otro dudó. Miró a Susan buscando una señal. Pero ella no dijo nada. Ni siquiera lo miró. Al final, el guerrero asintió, incómodo, y se alejó.Susan se cruzó de brazos, con la frente perlada de sudor.—¿Qué crees que estás haciendo?Za
C72- UN COMIENZO.LIONA.Me removí entre las mantas. Sentía el cuerpo caliente, como si algo me quemara por dentro. No podía dormir bien. Me retorcía, sudaba. Algo me jalaba hacia un lugar que no entendía… y, de pronto, lo sentí.El sueño me envolvió sin aviso.Estaba en un bosque. El aire olía a pino fresco y tierra mojada. Todo era demasiado real. Los colores más vivos, como si alguien hubiera subido el brillo del mundo. Las hojas crujían bajo mis pies y un murmullo suave corría entre los árboles, como si el viento hablara bajito.Entonces lo vi.Darius.Más joven. Su pelo más largo, desordenado como siempre. La misma mirada: esa mezcla rara de arrogancia y algo que dolía… como si ya supiera que iba a romperme. Estaba parado ahí, como si me hubiera estado esperando desde siempre.—¿Recuerdas esto? —me dijo, con esa voz suya que se metía directo bajo la piel—. El día en que nuestras vidas se cruzaron.Miré a mi alrededor. Y el lugar me resultaba conocido, pero todo estaba... distorsi
C71- LO QUE DEBO Y LO QUE DESEO.LIONA.Habían pasado dos días desde que Runa me dio la poción hecha con flor de plata. Dos días en los que Darius empezó a mejorar. No del todo—todavía le costaba moverse—pero ya no era ese cuerpo inerte que creía que se me iba a ir de las manos.Esa mañana estábamos junto al río. El sol filtraba la luz entre los árboles, dibujando manchas doradas sobre la piel de Darius mientras yo le lavaba las heridas con agua fresca y una tela suave. Me arrodillé a su lado, con cuidado de no lastimarlo. Cada movimiento mío era medido, casi como una caricia.El agua corría tranquila, pero yo no.Él no decía nada. Solo respiraba lento, como si concentrarse en no moverse fuera su única tarea. Y yo... bueno, yo trataba de no mirar demasiado.Pero era imposible.Las cicatrices sobre su torso empezaban a sanar, aunque seguían rojas y algo inflamadas. La piel alrededor se tensaba y se sentía caliente bajo mis dedos. Me detuve en una, justo debajo de sus costillas. Era más
C70-ME HE ENAMORADO, HERMANO. El primer rayo de sol se filtró, el canto de los pájaros se mezclaba con el crujir suave del bosque despertando. Susan abrió los ojos y, por un instante, se quedó inmóvil, con el corazón encogido. El calor del cuerpo de Zander a su lado le quemaba la piel. Recordó sus manos, su boca, las palabras que dijo la noche anterior… y sintió una punzada en el pecho. «Esto fue un error», se dijo con la garganta apretada. Su corazón aún dolía, demasiado reciente, demasiado herido. La imagen de Nico, de su traición, su sonrisa falsa, la forma en que la usó, regresó como una bofetada. Y Zander no podía ser diferente. No podía confiar en él. No debía. Se deslizó fuera de la manta con movimientos suaves para no despertarlo, se vistió sin hacer ruido y salió al fresco de la mañana. El aire olía a tierra húmeda y hojas mojadas, y la brisa le acarició la cara como una advertencia. Caminó hasta el río. Necesitaba pensar. Sentir el agua fría. Apagar el fuego que
C69-NECESITO HACERTE MÍA.Los muslos de Susan temblaban cada vez que el aumentaba la presión, su cuerpo al borde del éxtasis.―Zander... voy... voy a...Sus palabras fueron interrumpidas por un grito de puro placer al correrse, el clímax la atravesó con una intensidad que nunca antes había experimentado. Pero Zander no se detuvo, su lengua siguió lamiéndola como si no tuviera suficiente de ella, como si fuera su comida favorita.Y cuando finalmente se apartó, sus labios brillaban, su pecho subía y bajaba con su propia excitación. Mientras Susan yacía allí, agitada y saciada, con el cuerpo aun hormigueando por las réplicas. Giró la cabeza para mirarlo, al hombre —no, al alfa— que acababa de reclamarla en todos los sentidos.Y solo podía pensar que quería más.La mirada de Zander se encontró con la de ella, una sonrisa posesiva curvando sus labios.―Necesito hacerte mía ―gruñó, con voz baja y primitiva.Y en ese momento, Susan supo que tenía razón. Siempre había sido suya. Solo que no lo
C68- CADA SECRETO QUE GUARDAS.—Zander... —su voz tembló.—Dime que no lo sientes —sus dedos trazaron un camino por sus brazos—. Dime que no te estremeces cada vez que estoy cerca.Susan intentó escapar, pero él la acorralándola más contra la pared. Sus ojos brillaban con un hambre primitiva.—No puedo... —susurró ella.—¿No puedes qué? ¿No puedes resistirte? ¿O no puedes mentirme?—Ambas —admitió ella, con la respiración agitada.Una sonrisa depredadora curvó los labios de Zander.—Entonces deja de luchar.—Tengo miedo —confesó ella.—¿De mí? —sus labios rozaron su sien.—De lo que me haces sentir.Zander gruñó suavemente.—Bien —susurró hasta que una mano se posó en su cintura—. Porque lo que siento por ti me aterra y me obsesiona a la vez.Susan alzó la mirada, encontrándose con sus ojos ardientes.—¿Qué quieres de mí? —susurró.—Todo —su voz era puro pecado—. Tu cuerpo, tu alma... cada secreto que guardas.Sus labios rozaron su cuello.—Quiero hacerte olvidar cada dolor, cada heri