C72- UN COMIENZO.LIONA.Me removí entre las mantas. Sentía el cuerpo caliente, como si algo me quemara por dentro. No podía dormir bien. Me retorcía, sudaba. Algo me jalaba hacia un lugar que no entendía… y, de pronto, lo sentí.El sueño me envolvió sin aviso.Estaba en un bosque. El aire olía a pino fresco y tierra mojada. Todo era demasiado real. Los colores más vivos, como si alguien hubiera subido el brillo del mundo. Las hojas crujían bajo mis pies y un murmullo suave corría entre los árboles, como si el viento hablara bajito.Entonces lo vi.Darius.Más joven. Su pelo más largo, desordenado como siempre. La misma mirada: esa mezcla rara de arrogancia y algo que dolía… como si ya supiera que iba a romperme. Estaba parado ahí, como si me hubiera estado esperando desde siempre.—¿Recuerdas esto? —me dijo, con esa voz suya que se metía directo bajo la piel—. El día en que nuestras vidas se cruzaron.Miré a mi alrededor. Y el lugar me resultaba conocido, pero todo estaba... distorsi
C73- ¿INTENTAS BORRAR LO QUE PASÓ ENTRE NOSOTROS?El claro del bosque estaba tranquilo, al menos en apariencia. El único sonido era el de los cuchillos chocando, una y otra vez, con ritmo firme. Susan entrenaba, centrada, los músculos tensos, la mirada fija.Zander la vio desde el borde del claro.Estaba quieto, los brazos cruzados, el ceño fruncido. Su mandíbula marcada se movía apenas, como si mascullara algo para sí. El lobo en su interior no paraba de moverse. Inquieto. Celoso. Mordiendo cada segundo de esa escena.Avanzó sin decir nada.El guerrero que entrenaba con Susan lo notó enseguida. Bajó el cuchillo y retrocedió medio paso. La tensión en el aire era tan obvia que hasta las hojas parecían haber dejado de moverse.—Vete —soltó Zander, seco.El otro dudó. Miró a Susan buscando una señal. Pero ella no dijo nada. Ni siquiera lo miró. Al final, el guerrero asintió, incómodo, y se alejó.Susan se cruzó de brazos, con la frente perlada de sudor.—¿Qué crees que estás haciendo?Za
C74- HABLAR CON LA VERDAD.LIONA.Iba rumbo a los galpones de la manada, y me detuve en seco al borde del claro.Las risas, los ladridos suaves, el sonido de hojas crujidas bajo patitas inquietas... todo eso me golpeó de golpe. Me quedé quieta, como si moverme pudiera romper algo sagrado.Y allí estaba el de nuevo. Como lo habia estado los últimos días.Darius.De pie entre un grupo de cachorros, agachado mientras uno se le colgaba de la espalda y otro le mordisqueaba la oreja. Él reía. Era una risa baja, que me hizo estremecer en el buen sentido. Su voz sonaba firme cuando hablaba, pero suave, paciente. Como si estuviera exactamente donde quería estar.Mi pecho se apretó sin aviso al verlo interactuar con los cachorros.«Sería un buen padre…» pensé.No sé por qué ese pensamiento me pegó tan fuerte. Tanto que me dejó inmóvil, como si hubiera dicho algo prohibido en voz alta.Y entonces me volvió a la mente ese sueño.Él mirándome como si fuera su hogar. Tocándome con una delicadeza qu
C75- ELEGIR MI FELICIDAD.LIONALa noche se sentía espesa.Silencio en la habitación se rompía con los suaves suspiros de los cachorros durmiendo. Estaban hechos un ovillo bajo una manta tejida, cálidos, inocentes. Me incliné despacio sobre ellos, pasándoles los dedos por sus suaves cabellos con cuidado, como si eso pudiera calmar también el desorden dentro mío.Me ardía el pecho.Estaba cansada.De fingir, de sostenerlo todo, de callarme lo que me rompía por dentro. Sentía un nudo en la garganta desde hacía días. Uno que no se aflojaba ni siquiera cuando sonreía.Y justo cuando creí que tenía un respiro, la puerta se abrió de golpe.El sonido me hizo girar de inmediato. Los cachorros se removieron en sus sueños. Uno gimoteó, otro estiró su manita.Y ahí estaba Gideon. De pie. Tenso. Con la mandíbula apretada, los ojos encendidos como si le acabaran de prender fuego por dentro.—¿Cuánto tiempo pensabas seguir jugando a este juego, Liona? —soltó, sin filtros.Me enderecé rápido, pero n
C76-EL BAÑO BAJO LA CASCADA.El agua caía con un murmullo constante, limpio, hipnótico. Susan estaba bajo la cascada, con los ojos cerrados, respirando lento. El agua le corría por el cuerpo, arrastrando el sudor, la tierra y parte del cansancio del día. En paz.Pero esa paz no duró. No porque algo malo pasara, sino porque lo sintió. Esa especie de electricidad que siempre la recorría cuando él estaba cerca. Abrió los ojos. Y vio a Zander. Apoyado contra un árbol, mirándola como si no tuviera vergüenza de nada.Ella no se sobresaltó. Solo lo miró, arqueando una ceja.—¿Vas a quedarte ahí mirando como un idiota o tienes algo que decir?Zander sonrió. Esa sonrisa. Siempre era la misma: medio descarada, medio encantadora.—Oh, tengo muchas cosas que decir —contestó con voz grave—. Pero no quiero arruinar el espectáculo.Susan soltó una risa seca. No bajó la guardia, pero tampoco se tapó. Se quedó donde estaba, dejando que él la viera si quería.—¿Eso es lo mejor que tienes? Pensé que era
77-INTENTO DE TREGUA.LIONA.Después de mi conversación con Gideon, no lo había vuelto a ver. No sé si él me está evitando o si simplemente se habia rendido.Tal vez sea lo mejor.Igual, yo, ya tomé una decisión. Amo a Darius. Es un hecho, innegable, profundo y doloroso. Pero eso no significa que lo voy a perdonar así como así.No después de todo lo que pasó.Sin embargo, hay algo más importante ahora: los niños. Son nuestros hijos y no tengo intención de separarlos, no después de todo lo que hemos pasado.Por eso le propondría una tregua. Un acuerdo.Ser buenos padres, aunque el pasado duela, aunque el orgullo esté herido. No he olvidado que Darius tiene una luna, Serena. Y seguramente lo espera en casa.Ese pensamiento me atraviesa el pecho como una lanza afilada, pero decido centrarme en lo que realmente importa: nuestros hijos, su futuro y nuestra nueva vida.Y en ese futuro, me veo abriendo un pequeño restaurante. Me gusta cocinar, y además quiero ayudar a lobos enfermos, ofrecer
C78-ELLA ERA MÍA.DARIUS.Me quedo inmóvil mirándola mientras se desviste. Mi lobo, aunque débil, se agita dentro de mí.«Tranquilo amigo, sé que aún no estás recuperado del todo, pero necesitamos verla», le susurro a mi bestia interior que gruñe en respuesta. «Mírala, es perfecta...»No puedo apartar mis ojos de ella.Hace apenas unas horas, cuando estuvo en mi habitación, casi pierdo el control. Jamás había sentido algo así por Liona, ese deseo tan intenso y salvaje. Y ahora estoy seguro: Serena hizo algo para confundir a mi lobo.Las palabras del viejo brujo cobran más sentido: Liona es mi destinada. Quizás la Diosa no lo hizo de la manera tradicional, pero no me importa. Ella es mi destino.Puedo verlo en sus ojos cuando me mira, en cómo su pulso se acelera cerca de mí, en su preocupación genuina. Su amor sigue ahí, vivo, latiendo. Y eso me da esperanza.Voy a conquistarla de nuevo, voy a darle el lugar que merece como mi Luna.Solo necesito resolver un par de asuntos primero: Gid
C79- MI LUNA.LIONA.—Liona —gruñe Darius, con voz baja y posesiva, el tipo de sonido que debería hacerme correr, pero solo consigue que mis muslos se tensen aún más—. Tu cuerpo siempre ha sido mío. Desde el primer momento en que te vi, lo supe. Este es mi derecho, y no voy a soltarte.No puedo hablar.Mi respiración se entrecorta mientras sus manos se deslizan por mis muslos, ásperas y deliberadas, su toque encendiendo cada nervio de mi cuerpo. El bosque que nos rodea está en silencio, salvo por el sonido de mis exhalaciones temblorosas y su respiración constante y depredadora.No espera una respuesta.Su boca está sobre mi piel antes de que pueda protestar, su lengua dibujando un lento y cálido rastro por la parte interior de mi muslo. Jadeo, mi cabeza cae hacia atrás contra el tronco del árbol detrás de mí. Sus dientes rozan mi carne, y siento un leve escozor seguido del calor de sus labios sellando la marca que ha dejado.Mi marca. Su marca.La sensación me da una sacudida directa