C5-NUESTRO SECRETO.
POV LIONA. Me desperté con un dolor sordo en todo el cuerpo, especialmente entre mis piernas. El aire de la habitación, cálido y cargado, me hizo parpadear hasta que mis ojos enfocaron el espacio a mi alrededor. No era mi cuarto. Las sábanas suaves y el aroma amaderado que impregnaba el ambiente me confirmaron lo que mi mente aún intentaba procesar: estaba en la habitación del Alfa.El recuerdo de la noche anterior me golpeó como una tormenta. Mis mejillas ardieron mientras mi mente revivía cada instante. Sus manos fuertes, su voz grave, su cuerpo reclamando el mío como si nunca hubiese sido mío para empezar. Sentí un estremecimiento que no supe si era de miedo o de emoción. Había sido mi primera vez... y él... él había dicho esas palabras.
"Tú eres la elegida."Mi corazón se aceleró al recordarlo. ¿Qué significaba eso exactamente? ¿Podría ser...? Por un instante, mi pecho se llenó de una esperanza absurda, casi infantil. ¿Me convertiría en su Luna? ¿En su compañera? Pero la duda me apuñaló con la misma fuerza. ¿Por qué yo? ¿Qué podía significar realmente para alguien como él?
Un ruido me sacó de mis pensamientos. La puerta del baño se abrió, y ahí estaba él.
El alfa Darius. Su imponente figura apenas cubierta por una toalla alrededor de su cintura. Mi respiración se atascó en mi garganta mientras lo veía avanzar hacia mí, sus músculos tensos y perfectos, gotas de agua deslizándose por su piel bronceada.—¿Ya estás despierta? —dijo con su voz profunda, esa que parecía vibrar en mi pecho.
Mi rostro ardió, y rápidamente jalé la sábana hasta mi cuello, como si eso pudiera protegerme de la intensidad de su mirada. Tragué saliva, nerviosa, y conseguí murmurar:
—B-buenos días... señor.Él me observó por un segundo, sus ojos oscuros analizándome con una calma que me ponía más nerviosa. Luego, sin previo aviso, dejó caer la toalla. Abrí los ojos de par en par, incapaz de apartar la mirada.
«¿Cómo podía estar tan bueno? Esto debería ser ilegal.» Me regañé a mí misma, horrorizada por mis propios pensamientos.«¿Desde cuándo tengo ideas tan impuras?» Pero mis ojos traicioneros seguían recorriéndolo, deteniéndose en cada línea de su cuerpo hasta que finalmente se puso los pantalones.—Dejé algo de comida para ti —dijo, señalando una bandeja sobre la mesa.
Mis ojos se desviaron hacia los manjares que probablemente no podría permitirme ni en mil años. Asentí tímidamente.
—Gracias, señor... —susurré.Darius se quedó mirándome, sus ojos oscuros y penetrantes haciéndome sentir pequeña, vulnerable. De repente, se inclinó hacia mí, levantando mi rostro con una firmeza que me dejó sin aliento. Antes de que pudiera decir algo, sus labios se apoderaron de los míos. Fue un beso frío, posesivo, dominante. Sentí su calor, su deseo, y mi corazón latió con fuerza descontrolada. Pero cuando se apartó, su tono cambió. Su voz se volvió helada, cortante.
—Lo que pasó entre nosotros es un secreto. Espero que no abras la boca.
Sus palabras me cayeron como un balde de agua fría. Mi pecho se contrajo, y por un momento, sentí que el aire me faltaba. ¿Un secreto? ¿Eso era todo lo que significaba para él? La ilusión que había comenzado a formarse en mi corazón se desmoronó, dejándome rota. Pero antes de que pudiera siquiera procesarlo, continuó hablando, y lo que dijo a continuación me dejó sin palabras.
—Y a partir de hoy, vendrás cada noche... hasta que te quedes embarazada.
—¿C-cada noche? —balbuceé, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.
Darius, que ya se estaba poniendo la camisa, me miró con esa frialdad que parecía ser parte de él.
—Así es. ¿Alguna objeción con eso?Negué rápidamente con la cabeza, bajando la mirada.
—No, señor... —dije en voz baja, sintiendo cómo mi garganta se cerraba.Él me observó por un segundo más antes de caminar hacia la puerta. Su figura imponente parecía llenar todo el espacio.
—Bien. Entonces... come y vete. Y recuerda lo que te dije: nadie puede saber este secreto.Y con eso, se fue. La puerta se cerró detrás de él, y el silencio llenó la habitación. Fue entonces cuando todo se rompió dentro de mí. Las lágrimas comenzaron a caer, calientes y silenciosas, mientras cubría mi rostro con las manos. Mi pecho dolía, mi corazón estaba hecho pedazos. Me sentía usada, como si no fuera más que un objeto para él.
«Eres una tonta, Liona.» Me reproché entre sollozos. «¿Cómo pudiste imaginar siquiera que significabas algo para él? ¿Cómo pudiste pensar que esas palabras tenían algún valor?»Pero, por otro lado, no podía evitar la chispa de ilusión que seguía ardiendo en mi interior. Ser la madre del cachorro del Alfa, del heredero de la manada... eso debía significar algo para él. ¿O no? ¿Podría haber algo más detrás de su frialdad?
Me abracé a mí misma, tratando de calmar el torbellino de emociones que me consumía. Pero la verdad era clara: estaba atrapada. Y no sabía si mi corazón podría soportarlo.
C6- ¡VA A CASARSE!POV LIONA.Cada noche acudía a su habitación, y cada noche me decía a mí misma que no debía hacerlo. Pero al final siempre terminaba allí, entregándome a él. Al principio, mi cuerpo se resistía, aunque mi corazón lo deseaba. Con el tiempo, esa resistencia desapareció, y lo que comenzó como un acuerdo frío y calculado se transformó en algo que me consumía por completo.Darius ya no era solo el Alfa; era el hombre al que mi corazón había comenzado a pertenecer.Él también cambió conmigo.Las noches dejaron de ser un mero trámite para un objetivo y se convirtieron en algo más. Noches y días enteros de placer, de susurros que me hacían temblar, de caricias que me hacían olvidar quién era y cuál era mi lugar. Incluso comencé a escaparme en mis ratos libres para encontrarme con él en el arroyo del bosque. Allí, lejos de las miradas de la manada, me entregaba a un deseo que ya no podía controlar. Pero siempre, al final de cada mes, la misma pregunta rompía la magia:—¿Está
C7-EMBARAZADA.POV LIONA.Después de que Susan se fue, no podía quedarme quieta. Sentía que mi pecho iba a explotar con cada segundo que pasaba sin saber la verdad. Así que me escabullí hacia la cabaña de una de las sanadoras, fingiendo interés en los cachorros enfermos que estaban bajo su cuidado. Hablamos un rato, sobre cosas triviales, pero mi mente estaba en otra parte. Y cuando finalmente logré tomar una de las pruebas de embarazo, ni siquiera me sentí culpable. Necesitaba respuestas. La agonía de la duda me estaba matando.De vuelta en mi cuarto, con la puerta cerrada y las manos temblorosas, me enfrenté a ese pequeño objeto. La espera fue eterna, cada segundo parecía una hora. Y cuando finalmente vi el resultado, mi corazón dio un vuelco. Estaba embarazada.Me quedé paralizada. Era real. Una mezcla de emociones me invadió: alegría, miedo... y luego, como un puñal directo al pecho, dolor. No pude evitar recordar lo que Susan me había dicho. Quise reír, p
C8- ¿QUIÉN ES ELLA?POV DARIUS.—Felicidades, Alfa. Ella está embarazada. La diosa lo ha bendecido… ¡son trillizos!Las palabras del sanador flotaron en el aire, y por un momento no pude reaccionar. ―¿Trillizos? ―pregunte.El hombre asintió con una sonrisa de satisfacción, como si acabara de darme la mejor noticia del mundo. Y en cierto modo, lo era. Por fin iba a tener a mi ansiado heredero. No uno, sino tres. Tres cachorros. La diosa realmente me había bendecido.Mi mirada se desvió hacia Liona, que seguía dormida en la cama del sanador. Su rostro estaba pálido, pero tranquilo. Mi pecho se encendió al verla. No sabía si era orgullo, alivio o algo más profundo, pero no podía apartar los ojos de ella.Todo había comenzado horas antes, cuando estaba en mi despacho revisando unos papeles y ordené un poco de hidromiel para calmar mi mente. Una de las sirvientas llegó corriendo, con el rostro lleno de preocupación, diciendo que la cocinera se había desmayado en la cocina
C9-¿QUE ES LO QUE NO PUEDES DARME?POV DARIUS.—¿Quién es ella? —preguntó.Odiaba dar explicaciones. Siempre las había odiado. Pero con ella haría la excepción. Después de todo, sería la loba que criaría a mis cachorros. Me alejé de la cama, dejando a Liona descansar, y me volví hacia Serena. Su mirada estaba fija en mí, esperando algo que no pensaba darle.—La madre sustituta que elegí —dije, señalando a Liona con indiferencia.Los ojos de Serena se abrieron de par en par, escandalizados.—¡¿Tú qué?! Pero... ¡Soy tu Luna! ¿Cómo puedes dejar que otra mujer dé a luz a tu hijo? —Su voz era un grito ahogado, una mezcla de incredulidad y rabia como si yo hubiera faltado a mi promesa.Apreté los dientes, sintiendo el fastidio treparme por la espalda como una sombra pesada. Fin, mi lobo, gruñó con más desacuerdo que nunca. Si se lo permitiera, le arrancaría la cabeza a Serena en ese mismo instante. No soportaba tenerla cerca, y su olor, su presencia, solo empeoraban l
C10- SERÁN MIS HIJOS.POV LIONA.Abrí los ojos lentamente, dejando que la luz tenue de la habitación se filtrara en mi visión. Mi pecho aún latía con fuerza, no por el cansancio, sino por lo que había escuchado. Había estado despierta todo este tiempo, fingiendo descanso mientras las palabras de Darius y el sanador flotaban en el aire."Está embarazada", había dicho el sanador, y por un instante, mi corazón se llenó de algo que hacía mucho no sentía: esperanza. Había escuchado la emoción en la voz de Darius, una emoción que me hizo creer, aunque fuera por un segundo, que tal vez... solo tal vez... yo podría significar algo más para él.Pero entonces, esa palabra. Esa maldit@ palabra."Madre sustituta".Lo destruyó todo y el golpe fue tan fuerte que sentí que me arrancaban el aire del pecho. Claro, ¿qué más podía esperar? Para él, yo no era más que un recipiente, un medio para un fin. No era su compañera, no era su igual. Solo un cuerpo que podía darle hijos. Cerré los ojos con fuerza,
C11- BANQUETE REAL.Cuando me dieron el alta, lo único que quería era regresar a mi habitación. No era el lugar más cómodo del castillo, pero al menos era mío… o eso intentaba creer. Caminé por los pasillos despacio, sintiendo como si cada paso me hundiera más en un suelo invisible. El aire se sentía pesado, casi sofocante. Aunque intentaba distraerme, las palabras de Serena seguían dando vueltas en mi cabeza, como un eco que no podía apagar."Ellos serán mis hijos."Cerré los ojos un segundo, pero fue peor. La veía a ella, con esa sonrisa que me cortaba por dentro, sosteniendo a mis cachorros como si fueran suyos. Como si yo no existiera. Como si nunca hubiera importado. El dolor me desgarraba, pero me obligaba a mantenerme firme. Por ellos. Por mis bebés. Aunque la angustia me apretaba el pecho como una garra, intentaba convencerme de que podía soportarlo. Tenía que hacerlo. Pero en el fondo, sabía que no podía seguir así. Había aceptado un trato, sí… pero ahora no estaba segura de
C12- ESTAS INVITADA.«Mis cachorros»Quería gritarle que no los llamara así, que eran míos, no los suyos. Pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta, como si una mano invisible me estuviera ahogando. Sentí un nudo en el pecho, un dolor que se extendía como un veneno lento. Apreté las cejas y asentí, obligándome a no mostrar debilidad, aunque por dentro sentía que me estaba rompiendo en mil pedazos.Serena retiró la mano con elegancia y se giró hacia la mesa donde los platos estaban dispuestos. Tomó una cuchara y probó uno de los guisos. La pausa que hizo después fue intencional, lo sabía. Quería que todos en la cocina estuvieran pendientes de lo que iba a decir.—¡Oh, Liona, esto está… interesante! —exclamó, dejando la cuchara de vuelta en el plato con un gesto exagerado—. Es increíble cómo alguien con tan poca educación culinaria como tú puede intentar algo tan ambicioso. Sin embargo, cariño… —me miró de reojo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—, deberías dejar lo
C13- TENDREMOS CACHORROS.LionaEl aire frío del pasillo me golpeaba en la cara mientras me acercaba al gran salón del castillo. Cada paso que daba hacía que el nudo en mi estómago se apretara más. Quería con todas mis fuerzas que Serena cambiara de opinión, que me dejara quedarme en mi rincón oscuro, lejos de todo esto. Pero no. Incluso envió a uno de los centinelas por mí, y ahora estaba aquí, usando un vestido viejo que ni siquiera era de mi talla, que se sentía incómodo y que resaltaba, de la peor manera, entre los elegantes trajes de las lobas invitadas.Apenas crucé la puerta, todas las miradas se posaron en mí. Podía sentirlas, como dagas en mi espalda. Y los murmullos no tardaron en llegar, y aunque no podía distinguir las palabras exactas, las risas ahogadas eran imposibles de ignorar. Me quise hundir en el suelo.—¡Liona! ¡Has llegado! —La voz de Serena resonó en el salón, clara y melodiosa, como si todo estuviera planeado. Giré la cabeza hacia ella, y ahí estaba, radiante.