En medio del caos de un conflicto que lo arrasa todo, Jazmín Al-Badawi pierde no solo a su esposo, sino también el hogar y el futuro que construyeron juntos. Obligada a abandonar Palestina con nada más que una maleta y su determinación de sobrevivir, encuentra refugio en Sudáfrica, en casa de Hana, una prima lejana. En este nuevo y desconocido entorno, Jazmín se sumerge en una realidad diferente, marcada por la fragilidad de la vida y el inesperado consuelo de una familia que no sabía que necesitaba. Sin embargo, Hana guarda un secreto que podría unir a Jazmín con su devoto esposo, Imran, antes de su partida. Mientras Jazmín lucha por encontrar su lugar en un mundo destrozado, también debe enfrentarse a preguntas profundas sobre el amor, la lealtad y la posibilidad de un nuevo comienzo. ¿Podrá Jazmín reconstruir su vida sin traicionar los recuerdos de su pasado? ¿O encontrará en los inesperados caminos del destino la fuerza para aprender a vivir de nuevo?
Ler maisImran se deja caer en una de las sillas altas de la isla de la cocina mientras Zaid abría un par de cervezas.El ambiente estaba cargado de cien mil emociones, pero el alcohol ayudaba a aliviar un poco la tensión. Zaid toma un trago y mira a su primo con seriedad.—Escucha, hermano. No puedes seguir permitiendo que tu familia se meta en tu vida. Siempre van a interferir. Si realmente quieres estar con Jazmín, llévatela lejos. A ella y a la bebé. Puedes trabajar donde sea, no dependes de nadie. Yo te apoyo.Imran suspira, dándole vueltas a la botella en su mano. Sabe que su primo tiene razón. Nunca aceptarían a Jazmín, y cada día que pasara, encontrarían nuevas formas de hacerla sentir fuera de lugar.—Tienes razón —murmura, apoyando los codos en la encimera—. Nunca la aceptarán, y yo no pienso perderla. Gracias por traerla y comunicarte conmigo.Ambos continuaron conversando durante una hora más, compartiendo pensamientos y planes mientras las cervezas se vaciaban lentamente. En la ha
Desde la distancia, Amara Lía empieza a llorar en su carreola, como si sintiera la agitación de Jazmin.Jazmín cierra los ojos y se limpia las lágrimas rápidamente antes de acercarse a la niña. La toma en brazos y la acuna contra su pecho, tratando de calmarla.—No te preocupes, mi amor, estarás bien sin mí —le dice en un murmullo tembloroso.Mira la pequeña carita de la niña y un nudo se forma en su garganta.¿Está haciendo lo correcto? ¿Está huyendo sin escuchar a Imran? Pero el recuerdo de Noemí y su sonrisa petulante le devuelve la determinación.No piensa quedarse a esperar más mentiras. No puede volver a confiar en él.Con un último vistazo a la habitación, toma su maleta en una mano y la Nana toma a Amara Lía en las de ella. Salen de la habitación, bajando las escaleras con pasos apresurados.Al llegar a la puerta principal, la ama de llaves la mira con sorpresa.—¿Señora Jazmín? ¿Va a salir? ¿se va de viaje?—Sí. Necesito irme por un tiempo —responde sin dar más explicaciones—
Jazmín lo besa, mientras su respiración es cada vez más rápida, aferrándose a él con la misma pasión.—Imran...Cada beso, cada caricia parecía consumirlos más, borrando cualquier duda que hubiera quedado. Sus manos recorren los cuerpos del otro, buscando algo más, algo que sólo se podía encontrar en ese momento, en esa unión tan íntima.—Jazmin...El contacto de sus labios era suave pero lleno de urgencia, como si los dos intentaran acortar la distancia que los separaba del todo.Jazmín sentía sus dedos recorrer su piel, dibujando caminos invisibles, mientras sus labios responden con la misma ansia. Los besos se hicieron más profundos, mientras se adentra a lo más profundo de su interior, besos más pesados, más exigentes, como si cada uno le pidiera al otro algo que ya sabían que no podían evitar.Imran la acaricia con la delicadeza, pero al mismo tiempo con la firmeza de quien sabe lo que quiere. Jazmín cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, sintiendo cómo su cuerpo respon
La fiesta terminó y los invitados regresaron a sus casas. Cuando la mansión quedó limpia y todos se habían retirado a sus habitaciones ella se quedó en la cocina con una botella de licor.Jazmín sintió cómo el ardor del whisky le bajaba por la garganta, pero no era suficiente para apagar el fuego que le quemaba por dentro. La rabia, la impotencia y la frustración la tenían al borde del colapso.Sentada en la encimera de la cocina, con una botella medio vacía a su lado, respiraba hondo tratando de calmarse, pero cada vez que recordaba la escena de Noemí sonriéndole a Imran y su suegro insistiendo en que la llamara, se le revolvía el estómago.En otro lado de la mansión, Imran, que tampoco podía dormir, bajó a la cocina en busca de agua. No esperaba encontrar a Jazmín en ese estado. Se detuvo en la puerta, observándola con el ceño fruncido.—¿Qué haces aquí a estas horas? —pregunta con tono severo—Te hacia dormida.Jazmín lo mira con una sonrisa sarcástica, levantando la botella, borrac
Jazmín camina con paso firme hasta la cocina con el pretexto de buscar algo, con su mente revuelta por un torbellino de emociones que no logra descifrar del todo.Sentía una punzada de molestia en el pecho, algo que no podía ignorar. Imran había estado demasiado atento a Noemi, y aunque se repetía a sí misma que no era su asunto, no podía evitar la incomodidad.Abre la nevera con más fuerza de la necesaria y saca una botella de agua. Da un largo trago antes de dejarla sobre la encimera con un golpe seco. Respira hondo, tratando de calmarse, pero su piel arde de irritación.—¿Por qué me molesta tanto? —murmura para sí misma, frunciendo el ceño.Imran, que había estado observándola desde la puerta sin que ella se percatara, notó su actitud. Jazmín siempre había sido una mujer de carácter fuerte, pero en ese momento había algo diferente en su postura. Su molestia no era una reacción cualquiera. Estaba celosa.El descubrimiento le causó una extraña mezcla de satisfacción y desconcierto. D
Jazmín entra con paso ligero pero con la mente llena de pensamientos a la mansión. Apenas cruza el umbral, su primer instinto fue preguntar por la bebé.—¿Dónde está la pequeña? —pregunta con una sonrisa cansada a la nana, quien le respondía desde la sala.—Acaba de dormirse, estuvo inquieta, pero ya está descansando —responde la mujer con tono amable, acomodando los juguetes de la niña.Jazmín asintió y suspiró con alivio. Era un consuelo saber que la pequeña dormía bien. Imran, por su parte, sacó su billetera y pagó a la nana por su tiempo. La mujer agradeció y salió de la casa tras recoger sus cosas.La ama de llaves apareció entonces, con su presencia siempre diligente y discreta.—¿Van a cenar, señor? Preparé algo ligero —pregunta con amabilidad.Imran negó con la cabeza rápidamente, sin siquiera dirigirle una mirada a Jazmín.—No tengo hambre —responde con frialdad.Jazmín, en cambio, sintió que aquellas palabras no eran más que una excusa. ¿Acaso Imran evitaba cenar para no ver
La cena transcurre en un silencio tenso.Jazmín e Imran apenas cruzaban miradas, pero cada vez que lo hacían, un cosquilleo eléctrico recorría sus cuerpos. La imagen de lo sucedido en la ducha aún ardía en sus mentes, y aunque ninguno de los dos quería admitirlo, la incomodidad estaba más cargada de deseo reprimido que de vergüenza.—Pásame la sal por favor—dice Imran con voz ronca.Jazmín alarga la mano, evitando cualquier contacto visual. En su intento de mantener la compostura, golpea sin querer la copa de agua que estaba junto al plato de Imran, empapando su pantalón.—¡Ay, lo siento! —exclama ella, llevándose las manos a la boca.Imran suspira y se seca un poco con la servilleta de tela, mientras nota que Jazmín solo mira su camisa blanca que se le pega al torso. Jazmín tragó saliva, desviando la mirada, pero su cara ya estaba roja como un tomate.—No te preocupes, los accidentes pasan—responde él, aunque su voz tenía un tono más grave de lo usual.Cenaron lo más rápido que pudie
Pasan un par de meses y llega el día que Imran teme. Su cumpleaños.El día amanece tranquilo en la casa de Imran.Aunque era su cumpleaños, no había globos ni decoraciones, ni tampoco esperaba llamadas de felicitación ni sorpresas. Para él, era un día como cualquier otro, una fecha que en el pasado habría celebrado con entusiasmo junto a Hana, pero que ahora solo le recordaba cuánto la extrañaba.Lo único que deseaba era pasarlo con su hija, disfrutar de su pequeña presencia sin distracciones.Jazmín, sin embargo, no estaba dispuesta a dejar pasar la fecha sin hacer al menos un pequeño gesto. Sabía que Imran no quería celebraciones, pero también entendía que necesitaba algo que lo recordara como un día especial, sin forzarlo a nada que no quisiera. Así que decidió regalarle algo sencillo y significativo: una corbata elegante de un azul profundo, su color favorito.Cuando bajó al comedor, encontró a Jazmín sentada con la bebé en brazos, dándole el biberón con paciencia. La luz matutina
Imran estaba sentado en la terraza de su casa, con la vista perdida en el horizonteLa mañana aún estaba fresca y la brisa le revolvía el cabello, pero su mente estaba muy lejos de allí.Apenas había dormido unas horas, su corazón seguía atrapado en el duelo, aunque poco a poco la vida intentaba abrirse paso de nuevo. Su primo Zaid se acercó con dos tazas de café, dejando una frente a él y tomando asiento a su lado.—¿Cómo te sientes hoy? ¿No piensas volver a la empresa por todo esto?—pregunta Zaid con un tono neutro, aunque en su mirada había preocupación.Imran suspira, envolviendo la taza con sus manos sin intención de beber.—Igual que ayer… y antes de ayer —responde con voz ronca—. No sé si alguna vez volveré a sentirme como antes. Y en cuanto al trabajo solo me estoy dando una semana libre. Necesitaba organizar mi mente y mi corazón.Zaid lo observa con atención. Sabía que su primo estaba destrozado, pero también notaba algo más. Desde que había llegado, había visto la forma en