El sonido de las olas rompen en la orilla resonando dentro de la pequeña cueva, envolviendo a Jazmín e Imran en una burbuja fuera del tiempo. Sus respiraciones entrecortadas fueron disminuyendo poco a poco, hasta que el peso de la realidad cayó sobre ellos.Imran se separa con cuidado y comienza a vestirse apresuradamente. Mira a Jazmín, que aún estaba sentada en la arena, con la mirada perdida en la roca húmeda frente a ella.—Perdóname —susurra, con un deje de culpa en la voz—. Fue un arrebato… no debió pasar. No así.Jazmín tarda en responder, pero cuando lo hizo, su tono fue frío y decidido.—Será mejor que olvidemos esto. Hana no puede saberlo.Imran asintió, terminando de ajustarse el traje de baño antes de extenderle la mano para ayudarla a levantarse. Ella la ignora y se puso de pie por sí misma, sacudiendo la arena de su trasero, mientras siente un líquido caliente deslizarse por su entrepierna. Sin más palabras, ambos salieron de la cueva y nadaron de regreso.El sol estaba
Al terminar y saciar sus deseos Imran se levantó de la cama con movimientos rápidos, casi automáticos, salió de adentro de ella derramando todo lo que sale de ella en la cama.La habitación aún estaba envuelta en una quietud incómoda, con el aire cargado de lo que había sucedido. Jazmín, en la oscuridad, sentía cómo su corazón latía acelerado, su mente agitada por una tormenta de emociones contradictorias mientras llora.Imran no miró atrás al salir de la habitación, aunque su presencia parecía aún colarse entre las sombras. Cerró la puerta con un suave click y se adentró en los pasillos oscuros de la mansión.Jazmín, ahora sola, se quedó inmóvil, su respiración irregular y su cuerpo cubierto de sudor frío y semën. Sentía que la vulnerabilidad la envolvía como una capa densa, pesada. Su mente daba vueltas a lo que acababa de pasar, cuestionándose cómo había llegado hasta allí.¿Por qué no había hecho nada para detenerlo? ¿cómo piensas acabar con aquello?Su mente vaga hacia Hana, haci
Al día siguiente, con una respiración agitada, Jazmín se levanta de la cama y camina hasta la ventana.El día está despejado, como si nada hubiera sucedido la noche anterior."El sol no sabe lo que pasó aquí", pensó amargamente. "El mundo sigue su curso mientras yo me ahogo en mis propios errores"—piensa Jazmín.Mira a su alrededor, los muebles de la habitación, el lujo que la rodeaba. Todo le parecía ajeno, como si estuviera en una pesadilla que no podía despertar. Sin embargo, sabía que no podía quedarse allí. No podía soportar la mirada de Hana, la bondad en sus ojos, sin que la culpa la carcomiera por dentro. Tenía que irse.Se acercó al baño, tratando de tomar aire, de calmarse, pero las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin previo aviso. Se cubrió la cara con las manos y lloró en silencio, temiendo lo que el futuro deparaba para ella. La vergüenza era insoportable, y cada segundo que pasaba en esa casa la ahogaba más.—Voy a salir. Voy a irme. No tengo otra opción— se dij
Jazmín despertó sobresaltada, sintiendo el mismo vacío en el pecho que la había acompañado en los últimos días. Se quedó unos minutos observando el techo, luchando contra esa sensación de ahogo que parecía haberse instalado en su interior.—Debo salir para conseguir un trabajo que me dé un ingreso—murmura para sí misma, con la voz apenas un susurro, pero cargada de una determinación nueva.Se levanta de la cama, se ducha con agua tibia y se mira al espejo. Su reflejo parecía ajeno, como si la persona que la observaba desde el otro lado del cristal no fuera ella. A pesar de los días aún tenía las marcas que Imran le había dejado en su cuerpo lo que la llena de más irá. Pero detrás de esos ojos cansados había una chispa de algo más: la necesidad de cambio.Mientras desayuna sola en la cocina, su mente trabajaba a toda velocidad.“Necesito hacer algo, distraerme, alejarme de estos pensamientos que me persiguen todo el día. No puedo seguir encerrada en esta casa.”—piensaToma su bolso apr
La cafetería se había convertido en un refugio para Jazmín, un lugar donde sus pensamientos se disiparon entre el aroma del café recién hecho y el murmullo constante de los clientes deseables e indeseables.Cada día que pasaba, sentía que recuperaba un poco de control sobre su vida, aunque la sombra de Imran aún rondaba en su mente. Había dejado el fajo de dinero que él le dio en su mesita de noche, como una especie de recordatorio silencioso de que no quería depender de él. No lo había tocado, ni pensaba hacerlo.Sin embargo, el peso de ese secreto y su nuevo trabajo empezaban a hacerse más difíciles de ocultar. Hana, su prima, había notado su ausencia durante las mañanas, y aunque no había dicho nada directamente, Jazmín sabía que las preguntas no tardarían en llegar.Aquella tarde, después de regresar a casa cansada pero con la mente despejada, Jazmín encontró a Hana esperándola en la sala, sentada con los brazos cruzados y una ceja levantada.—¿Dónde has estado? —pregunta Hana, co
La noche se cuela sobre la casa con un silencio casi ominoso. El aire estaba cargado de una tensión que parecía filtrarse por las paredes, una energía invisible pero evidente que hacía que cada sonido, cada crujido del suelo, resonara con más fuerza en la oscuridad.Imran estaba en su despacho, como de costumbre, pero esa noche no podía concentrarse. Los documentos frente a él eran solo una excusa para quedarse sentado, intentando distraer su mente de un solo pensamiento: Jazmín. Desde que había descubierto que ella estaba trabajando, su mente no había encontrado descanso. ¿Por qué lo hacía? ¿Qué estaba buscando? ¿Era una forma de alejarse de él, de marcar una distancia? La idea le quemaba por dentro.El reloj marcaba la medianoche cuando finalmente se rinde. Cierra la carpeta con un golpe seco y se levanta de su silla. Sus pasos resonaron en el pasillo mientras se dirigía hacia la habitación de Jazmín, guiado por un impulso que no podía controlar. Necesitaba verla, aunque solo fuera
Jazmín se queda paralizada, intentando con su mente, procesar lo que acaba de escuchar. La imagen de su prima, siempre perfecta, siempre controlada, se desmorona en su mente.—Mientes —susurra, pero incluso mientras lo dice, siente la duda colándose en su corazón.Imran la mira fijamente, sin apartar la vista de sus ojos.—No tengo razón para mentirte. —Su voz es un susurro grave que resuena en la habitación amargamente. —Pero si quieres comprobarlo, adelante. Habla con ella. Ve si puede mirarte a los ojos y negarlo. Tú que tanta confianza y virtud le profesas. Hasta dudo que el bebé que lleva en su vientre sea mío. La investigué e hice que la sigan y no se separa de el cuando salen.Jazmín da un paso atrás, sintiendo que el suelo bajo sus pies se remueve. No quiere creerlo, pero la certeza en la voz de Imran la hace dudar.—Esto no cambia nada —murmura, intentando recuperar el control. —No tienes derecho a controlar mi vida...y si dudas de tu esposa deberías preguntarle tú mismo.Imr
Jazmín se lleva la mano a la boca. Las palabras de Imran resuenan en su cabeza. No eran mentiras. No del todo.Guarda el teléfono justo cuando Hana sale del probador, luciendo un vestido nuevo.—¿Qué opinas? —pregunta, girando sobre sí misma.Jazmín la mira, su prima, la mujer que creía conocer mejor que nadie, y siente una mezcla de tristeza y traición.—Te queda perfecto —responde con una sonrisa que no llega a sus ojos.De regreso a casa, Hana siguió hablando muy casual con él chofer. Ella parece no notar el cambio de aptitud de Jazmín, charlando ocasionalmente con Tadeo sobre trivialidades. Jazmín, por su parte, está perdida en sus pensamientos. Ahora que sabe la situación aún no puede creer que sea cierto, ¿qué hará si todo es cierto?Cuando llegan, Hana se despide de Tadeo con una sonrisa que dice más de lo que debería. Jazmín observa en silencio, con su mente trabajando a toda velocidad.Sube a su habitación, cierra la puerta y deja caer en la cama. Todo lo que Imran dijo era c