Jazmín entra con paso ligero pero con la mente llena de pensamientos a la mansión. Apenas cruza el umbral, su primer instinto fue preguntar por la bebé.—¿Dónde está la pequeña? —pregunta con una sonrisa cansada a la nana, quien le respondía desde la sala.—Acaba de dormirse, estuvo inquieta, pero ya está descansando —responde la mujer con tono amable, acomodando los juguetes de la niña.Jazmín asintió y suspiró con alivio. Era un consuelo saber que la pequeña dormía bien. Imran, por su parte, sacó su billetera y pagó a la nana por su tiempo. La mujer agradeció y salió de la casa tras recoger sus cosas.La ama de llaves apareció entonces, con su presencia siempre diligente y discreta.—¿Van a cenar, señor? Preparé algo ligero —pregunta con amabilidad.Imran negó con la cabeza rápidamente, sin siquiera dirigirle una mirada a Jazmín.—No tengo hambre —responde con frialdad.Jazmín, en cambio, sintió que aquellas palabras no eran más que una excusa. ¿Acaso Imran evitaba cenar para no ver
Jazmín camina con paso firme hasta la cocina con el pretexto de buscar algo, con su mente revuelta por un torbellino de emociones que no logra descifrar del todo.Sentía una punzada de molestia en el pecho, algo que no podía ignorar. Imran había estado demasiado atento a Noemi, y aunque se repetía a sí misma que no era su asunto, no podía evitar la incomodidad.Abre la nevera con más fuerza de la necesaria y saca una botella de agua. Da un largo trago antes de dejarla sobre la encimera con un golpe seco. Respira hondo, tratando de calmarse, pero su piel arde de irritación.—¿Por qué me molesta tanto? —murmura para sí misma, frunciendo el ceño.Imran, que había estado observándola desde la puerta sin que ella se percatara, notó su actitud. Jazmín siempre había sido una mujer de carácter fuerte, pero en ese momento había algo diferente en su postura. Su molestia no era una reacción cualquiera. Estaba celosa.El descubrimiento le causó una extraña mezcla de satisfacción y desconcierto. D
La fiesta terminó y los invitados regresaron a sus casas. Cuando la mansión quedó limpia y todos se habían retirado a sus habitaciones ella se quedó en la cocina con una botella de licor.Jazmín sintió cómo el ardor del whisky le bajaba por la garganta, pero no era suficiente para apagar el fuego que le quemaba por dentro. La rabia, la impotencia y la frustración la tenían al borde del colapso.Sentada en la encimera de la cocina, con una botella medio vacía a su lado, respiraba hondo tratando de calmarse, pero cada vez que recordaba la escena de Noemí sonriéndole a Imran y su suegro insistiendo en que la llamara, se le revolvía el estómago.En otro lado de la mansión, Imran, que tampoco podía dormir, bajó a la cocina en busca de agua. No esperaba encontrar a Jazmín en ese estado. Se detuvo en la puerta, observándola con el ceño fruncido.—¿Qué haces aquí a estas horas? —pregunta con tono severo—Te hacia dormida.Jazmín lo mira con una sonrisa sarcástica, levantando la botella, borrac
Jazmín lo besa, mientras su respiración es cada vez más rápida, aferrándose a él con la misma pasión.—Imran...Cada beso, cada caricia parecía consumirlos más, borrando cualquier duda que hubiera quedado. Sus manos recorren los cuerpos del otro, buscando algo más, algo que sólo se podía encontrar en ese momento, en esa unión tan íntima.—Jazmin...El contacto de sus labios era suave pero lleno de urgencia, como si los dos intentaran acortar la distancia que los separaba del todo.Jazmín sentía sus dedos recorrer su piel, dibujando caminos invisibles, mientras sus labios responden con la misma ansia. Los besos se hicieron más profundos, mientras se adentra a lo más profundo de su interior, besos más pesados, más exigentes, como si cada uno le pidiera al otro algo que ya sabían que no podían evitar.Imran la acaricia con la delicadeza, pero al mismo tiempo con la firmeza de quien sabe lo que quiere. Jazmín cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, sintiendo cómo su cuerpo respon
Desde la distancia, Amara Lía empieza a llorar en su carreola, como si sintiera la agitación de Jazmin.Jazmín cierra los ojos y se limpia las lágrimas rápidamente antes de acercarse a la niña. La toma en brazos y la acuna contra su pecho, tratando de calmarla.—No te preocupes, mi amor, estarás bien sin mí —le dice en un murmullo tembloroso.Mira la pequeña carita de la niña y un nudo se forma en su garganta.¿Está haciendo lo correcto? ¿Está huyendo sin escuchar a Imran? Pero el recuerdo de Noemí y su sonrisa petulante le devuelve la determinación.No piensa quedarse a esperar más mentiras. No puede volver a confiar en él.Con un último vistazo a la habitación, toma su maleta en una mano y la Nana toma a Amara Lía en las de ella. Salen de la habitación, bajando las escaleras con pasos apresurados.Al llegar a la puerta principal, la ama de llaves la mira con sorpresa.—¿Señora Jazmín? ¿Va a salir? ¿se va de viaje?—Sí. Necesito irme por un tiempo —responde sin dar más explicaciones—
Imran se deja caer en una de las sillas altas de la isla de la cocina mientras Zaid abría un par de cervezas.El ambiente estaba cargado de cien mil emociones, pero el alcohol ayudaba a aliviar un poco la tensión. Zaid toma un trago y mira a su primo con seriedad.—Escucha, hermano. No puedes seguir permitiendo que tu familia se meta en tu vida. Siempre van a interferir. Si realmente quieres estar con Jazmín, llévatela lejos. A ella y a la bebé. Puedes trabajar donde sea, no dependes de nadie. Yo te apoyo.Imran suspira, dándole vueltas a la botella en su mano. Sabe que su primo tiene razón. Nunca aceptarían a Jazmín, y cada día que pasara, encontrarían nuevas formas de hacerla sentir fuera de lugar.—Tienes razón —murmura, apoyando los codos en la encimera—. Nunca la aceptarán, y yo no pienso perderla. Gracias por traerla y comunicarte conmigo.Ambos continuaron conversando durante una hora más, compartiendo pensamientos y planes mientras las cervezas se vaciaban lentamente. En la ha
—¡Mi niña apresúrate! ¡Ya no podemos tardar más!—¡Oh por Alá! ¡Ya voy!El eco de las explosiones resonaba en la distancia mientras Jazmín se apresuraba a cerrar su maleta. Las manos le temblaban, pero no por el ruido, sino por lo que dejaba atrás. El estrecho departamento en Ramala, que había sido su refugio junto a Omar, ahora se sentía como una cárcel que la obligaba a enfrentar lo perdido.En cada esquina, los recuerdos estaban presentes: las risas compartidas, las caricias furtivas y los sueños que, aunque pequeños, habían sido todo para ellos.Dos años de matrimonio, y la guerra había destruido más que edificios.Se había llevado a su esposo, Omar, y con él, el futuro que habían soñado. Ahora, lo único que podía hacer era huir, llevar consigo los pedazos de su vida que cabían en una maleta y sobrevivir.Jazmín se posa frente a una enorme fotografía de ella y su esposo por última vez para darle una reverencia al difunto.—¡Jazmín, Jazmin! ¿Aún no terminas? —grita su ex vecina Fat
Jazmín se sienta en la mesa del desayuno con una sonrisa cansada pero genuina.A pesar del agotamiento del viaje y la mudanza, estar en casa de Hana le brinda una sensación de extraña familiaridad. La mesa está repleta de pan fresco, frutas y el inconfundible aroma del café recién hecho. Sudáfrica era muy diferente a su país.—Espero que no hayas olvidado cómo mama preparaba sus platos deliciosos, aprendí mucho de ella —dice Hana con una sonrisa juguetona, sirviéndole una taza de café.—Dudo que eso sea posible —responde jazmín, tomando un sorbo—. Aunque el café de Palestina siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.Imran, que lee el periódico con una expresión concentrada, levanta la vista en ese momento. Hay algo en la presencia de jazmín que lo pone nervioso, pero intenta disimularlo tras una sonrisa cortés.—Espero que te sientas cómoda aquí, jazmín, si necesitas cualquier cosa solo dime y te lo traeré—dice con voz firme pero amable.—Muchas gracias, agradezco su amabilidad