Valeria Esperé a que Marcelo se marchara del apartamento. Tardó casi dos horas en irse, supongo que con la esperanza de que regresara, pero mi orgullo era más fuerte que su frágil determinación. De todas formas, la culpa era mía por haber puesto expectativas tan altas en alguien que nunca me prometió nada. Él jamás me obligó a estar con él ni mencionó una relación seria. ¿Qué demonios esperaba yo?El sonido de mi teléfono interrumpió mis pensamientos. No el nuevo, sino el antiguo. Miré la pantalla: era mi madre. O al menos eso creí. Hacía días que no hablábamos.—¿Mamá? Mamita, ¿cómo estás?—Ay, linda, no soy tu mamita. Habla tu tía otra vez.Suspiré, sintiendo una punzada de preocupación.—Oh… Hola, tía. ¿Por qué últimamente solo llamas tú? Mamá no me contesta, no he podido hablar con ella. ¿Qué pasa?—Ya te lo he dicho, está mal. Lo más probable es que pronto te quedes sin madre. Aunque claro, podríamos evitarlo… pagando el tratamiento.Las palabras de mi tía eran cada vez más hiri
Marcelo A pesar de la ausencia de Valeria en mi vida, me he prometido no caer en depresión otra vez. Es lo último que necesito ahora que mi exesposa está a punto de casarse. He intentado concentrarme en el trabajo, venir a la oficina todos los días con disciplina, pero mantener la mente enfocada es un reto.—Señor… señor… ¡SEÑOR! —El grito de Neila me sacó abruptamente de mis pensamientos.—¡Carajo, mujer! ¿Por qué tanta necesidad de gritar? Últimamente, todo el mundo grita.—Pues llevo diez minutos llamándolo y ni caso. Toqué a la puerta y nada. Como vi que estaba entreabierta, decidí entrar. Ya es tarde y me preocupé.—Neila, si ya es tarde, ¿por qué sigues aquí?—Nadie me espera en casa, además, las horas extras ayudan con la nómina. Pero… ¿usted está bien?No supe qué responder. ¿Bien? ¿Mal? ¿Regular? Ni siquiera estaba seguro de si realmente seguía vivo.—Sí, sí, estoy perfecto. Váyase ya… a menos que quiera cenar conmigo.No sé por qué lo dije. Tal vez desde que estuve con Vale
Punto de vista ValeriaNo sé qué se le cruzó por la cabeza a Marcelo cuando decidió aparecerse en mi casa. Aunque mi primera reacción fue querer echarlo, a él y a ese pequeño tigre de utilería que traía —pobrecito, más parecía una criatura de pesadilla que una mascota—, la verdad es que mi corazón lo pedía a gritos. Los abracé a ambos, aprovechando la excusa del reencuentro… necesitaba sentirlo, necesitaba que sus brazos me rodearan.—¡Listo! El gatito ya está comido, limpio y listo para dormir. Se quedará en la habitación con Luna… y nosotros —le dije a Marcelo con una sonrisa, después de casi una hora cuidando al minino.—¿Y yo? ¿Dónde se supone que voy a dormir? —me respondió con un puchero que me sacó una carcajada.—Obviamente en el cuarto de invitados.—¡Ay, no Valeria! Para dormir solo me hubiera quedado en mi mansión… déjame quedarme contigo.—Marcelo, son las dos de la madrugada, estoy agotada. Anda, ven y acuéstate a mi lado.Sin decir una palabra más, empezó a quitarse la r
Marcelo bufó con molestia y su expresión cambió.—Mira, Valeria. Sé lo que pasó con tu dinero, pero no soy adivino. No manejo efectivo, ni cuentas de otras personas porque prácticamente lo tengo todo a mi alcance con una sola tarjeta. Pero si te quedas sin dinero, debes decírmelo. Es más… —se levantó y fue hasta su ropa, sacando algo de una billetera de piel—. Te voy a dar una tarjeta azul. Es para ti. Úsala cuando la necesites, sin miedo, sin pedir permiso. Yo quiero que estés bien, ¿entiendes?Me quedé en silencio, apretando los labios para no llorar. A veces, cuando menos lo esperas, alguien llega a sostenerte justo cuando sientes que ya no puedes más.—No, Marcelo, no es necesario —le dije, sacudiendo la cabeza.—Eso sí es parte del contrato —dijo con una sonrisa ladina—. Y así sean 24 horas, nos vamos. Tengo un avión privado.—¿Qué? —parpadeé, sin poder creer lo que acababa de escuchar.—Sí. Dime dónde es —Marcelo ya estaba tomando su teléfono, marcando con rapidez. Le di la dire
Punto de vista MarceloNo había podido concentrarme en nada que no estuviera relacionado con Valeria. En ese momento, lo único que realmente me importaba era que ella se sintiera bien, incluso mejor que nunca. La pérdida de su familia había sido un golpe devastador, difícil de poner en palabras, especialmente para alguien como yo que, afortunadamente, aún no había vivido una experiencia tan dolorosa.El día de la boda de Samantha finalmente llegó. Aunque al principio había manifestado mi deseo de asistir —especialmente acompañado de Valeria—, esa idea ya estaba completamente descartada.—Cariño, tengo que ir a la mansión a resolver unos asuntos personales —le comenté mientras ella limpiaba la cocina.—Claro, Marcelo. Has pasado muchos días aquí, imagino que tienes pendientes que atender —respondió sin levantar la mirada.—En cuanto termine regreso, necesito preguntarte algo —llevaba horas dándole vueltas, buscando las palabras adecuadas para planteárselo, pero ya no podía posponerlo m
Punto de vista Marcelo Cuarto día sin saber nada de mis amores. Ahora no solo se trataba de Valeria, sino también de esos dos pequeños indomables de cuatro patas, especialmente mi tigrecito, quien me había salvado de una noche aterradora.—¡Edward, amigo! Qué bueno que me contestas —suspiré aliviado cuando finalmente respondió la llamada.—No puedo seguir molesto contigo, aunque sigues metiéndola, como si fuera un deporte. Dime, ¿qué pasó ahora?—Necesito hablar con tu amiga, la agente de publicidad. Quiero saber quién estuvo detrás de la noticia sobre el matrimonio de Samantha.—¿En serio sigues con la obsesión por Samantha? ¿No habíamos dejado ese tema de lado? El sábado tienes tu supuesto compromiso, deja de lado esa historia, por favor.—Edward, espera, no es lo que piensas. Hay un titular que dice que estuve en la boda con mi nueva novia, y ni yo ni Valeria estuvimos allí. Pero justo esos días no estaba con ella y se está imaginando que fui con otra mujer.—¡Qué inmadurez! ¿No l
Punto de vista ValeriaEn ese instante tragué saliva con dificultad. Porque lo que veía frente a mí no era solo a un hombre guapo o exitoso… era mucho más que eso. Marcelo era la tormenta y el refugio, una contradicción viviente que me hacía temblar. No tenía que ver con su cuerpo perfecto ni con el dinero que poseía; era esa energía magnética, esa conexión invisible que vibraba cada vez que estábamos cerca. Su instinto de protegerme, la forma en que me tocaba, la experiencia con la que me hacía el amor… todo él era una explosión de emociones que no sabía cómo manejar.—Marcelo… yo… no es tan sencillo —balbuceé, perdida entre mis miedos y su cercanía.—¿No es tan sencillo qué, Valeria? —murmuró mientras deslizaba su nariz por mi cuello, aspirando mi aroma como si lo necesitara para respirar.El temblor en mi pecho bajó hasta mis caderas cuando su mano empezó a recorrerme lentamente, rozándome con ternura, dejando pequeños besos encendidos sobre mi piel.—Yo… te quiero, Marcelo. Me gus
Punto de vista MarceloEl gran día por fin había llegado. Y aunque el compromiso con Valeria no era más que una farsa, me sentía inquieto, casi emocionado, como si de verdad me fuera a unir a la mujer de mi vida. Me había mandado un mensaje confirmando que estaba en la peluquería. Como si lo necesitara... Valeria era belleza pura, sin adornos.Los nervios me traicionaban, especialmente por una razón: mis padres. Bueno… siendo sincero, mi madre.El timbre de la mansión sonó. Ya no había vuelta atrás.—¡Mi amor! Mi hijo mayor, precioso, ¿cómo estás? —mi madre me sujetó la cara entre sus manos, besándome las mejillas antes de abrazarme con ese dramatismo que solo ella sabe manejar.—Ay, hola, mamá. Tiempo sin vernos.—Hijo, qué placer verte. No me esperaba un compromiso tan pronto de tu parte, pero bueno… —dijo mi padre, más reservado, dándome un apretón de manos.—Hola, padre. Tampoco lo esperaba, pero bueno… Valeria es espectacular —respondí, sin poder evitar que un poco de ironía se c