Atada en la penumbra un lujoso cuarto hotel Lily Benson, se encuentra frente a Ethan Blackwood, un frío y calculador CEO que no conoce límites. Lo que comenzó como un secuestro para recuperar una deuda de su esposo, Bradley Foster, se transforma en algo mucho más oscuro e inesperado. Ethan, al no conseguir el dinero que buscaba, decide cobrar su deuda de una forma completamente diferente, marcando su nombre en la vida y en la piel de Lily para siempre. Destrozada por la infidelidad de su marido y atrapada en un torbellino de emociones, Lily no puede ignorar la peligrosa atracción que siente por su secuestrador. Ethan, por su parte, está decidido a poseerla. Fue el primero entre sus sábanas, y no permitirá que ningún otro hombre la toque. Para él, Lily no es solo una obsesión: es suya, un tesoro que protegerá y reclamará a cualquier costo. Mientras Lily lucha por recuperar su libertad y tramitar el divorcio que tanto anhela, se ve inmersa en el mundo caótico de Ethan, donde los límites entre el amor y la obsesión se desdibujan. Sin embargo, hay más en juego: Alex y Max, los adorables y traviesos gemelos de Ethan, quienes comienzan a abrirse paso en el corazón roto de Lily, complicando aún más su vida. Lily deberá enfrentarse a un dilema imposible: ¿Se rendirá ante el único hombre que, a pesar de todo, la hace sentir valorada y deseada como nunca, pese a lo peligroso y dominante que es?
Leer másETHAN BLACKWOODLa música de fondo retumbaba con fuerza en el enorme salón, pero apenas podía concentrarme en ella. Mis ojos estaban clavados en la escena frente a mí, como si se tratara de un accidente del que no podía apartar la mirada. Mi hermano gemelo, Blake, estaba en medio de la pista de baile, enredado con una mujer que parecía una mala imitación de una estrella de cine de los años ochenta. Su vestido era tan ajustado que parecía que iba a romperse en cualquier momento, y el maquillaje en su rostro era tan pesado que me preguntaba si debajo de todo eso habría algo genuino.—¿En serio? —murmuré entre dientes antes de abrirme paso entre la multitud, lo cual no fue difícil, al verme parecían estar ante un fantasma o peor, la misma muerte. Mi reputación me preced&
LILY BENSONLos días siguientes fueron un torbellino de emociones. Monet me ofrecía palabras de consuelo, pero yo sentía que nada podía llenar el vacío que se había formado en mi interior. Me di cuenta de que el dolor que me causó Ethan fue más grande del que sentí con Bradley, tal vez se debía a que me había ofrecido un futuro esperanzador y lleno de amor, para después dejarme caer, mientras que Bradley siempre fue malo conmigo. ¿Qué era peor?Me conseguí un trabajo como mesera en una pequeña cafetería, intentando distraerme, pero el dolor y la confusión seguían persiguiéndome. Todos los días esperaba ver llegar a Ethan, intentando recuperarme, pero ni siquiera una llamada, un mensaje, era como si… se hubiera aburrido de mí
LILY BENSONNo había mucho que guardar, todo lo que tenía en esta mansión había sido comprado por Ethan. Había llegado sin nada y planeaba irme sin nada, no tomaría algo que me hiciera recordar esa breve sensación de sentirme amada y al final ser desechada. De pronto escuché pasos pequeños y apresurados detrás de mí. Me detuve un momento, respiré profundamente y me preparé para lo inevitable.—¿Qué estás haciendo? —preguntó Max con su tono cargado de una mezcla de confusión y curiosidad.Alex lo seguía de cerca con las cejas fruncidas y los brazos cruzados. No los miré directamente, pero pude sentir sus ojos fijos en mí, intentando descifrar lo que sucedía. Cerré la cremallera de mi chamarra con un movimiento firme antes de responder.—Por fin los dejaré en paz, como ustedes querían desde un principio —les dije con un tono suave pero decidido—. Supongo que fue bueno mientras duró. Un silencio pesado llenó la habitación. Por un instante, creí que se habían marchado, pero entonces escu
LILY BENSONHabía una calma engañosa en la casa, una que solo se experimenta después de una tormenta de niños hiperactivos. Monet y yo limpiábamos el desastre que los gemelos habían dejado. Yo fregaba el suelo mientras Monet recogía los cojines que habían sido esparcidos por toda la sala como si un huracán los hubiera arrojado.—¿Sabes? —empezó Monet mientras alzaba una figurita de porcelana milagrosamente intacta—. Los niños son traviesos porque no entienden.La miré con escepticismo.—¿No entienden qué? —pregunté agotada.Ella se sentó en el sillón con un gesto de cansancio y miró hacia donde los niños habían desaparecido, presumiblemente para causar estragos en otra parte de la casa.—No entienden lo que has pasado. Tal vez deberías decírselo. Podría ayudar.Me detuve en seco con el trapo mojado en mis manos.—¿Decirles qué? —Mi voz era más aguda de lo que pretendía.Monet me miró con esa expresión de «no me puedes engañar» que había perfeccionado durante años de litigios.—Que per
LILY BENSONEl caos empezó tan pronto como propuse la idea. ¿Cómo podía imaginar que «decorar la sala» y «hacer galletas» se transformaría en una declaración de guerra?Max y Alex parecieron ver mi propuesta como un reto personal para poner a prueba mi paciencia. En menos de diez minutos la cocina era un campo de batalla: harina en el aire, azúcar derramada en el suelo y huevos rotos por todos lados. Alex había descubierto lo divertido que era lanzar puñados de masa como si fueran proyectiles, mientras Max, con una sonrisa traviesa, había decidido que las paredes necesitaban un toque de «arte contemporáneo» en forma de glaseado multicolor.Intenté mantener la calma:—¡Chicos, por favor, paren! ¡Esto no es un concurso de desastres culinarios!Pero mis palabras fueron ignoradas. Max corrió con un tarro de chispas de chocolate, mientras Alex perseguía a un perro imaginario con un rodillo. Cuando vi que el jarabe de arce amenazaba con caer de la encimera, supe que necesitaba refuerzos.To
LILY BENSONCuando el dolor en mi cadera finalmente comenzó a disiparse, escuché a Max y Alex, con su energía inagotable, llenando la casa de risas y caos. Me asomé fuera de la habitación, era imposible no sonreír al verlos correr de un lado a otro con su imaginación desbordante. —¿Qué vamos a hacer este año, papá? ¿Habrá fuegos artificiales? —preguntó Alex, mientras trepaba al regazo de Ethan, quien estaba sentado en el sofá revisando su teléfono.Max se unió a su hermano con una sonrisa traviesa.—¿Podemos quedarnos despiertos hasta la medianoche?Ethan dejó su teléfono a un lado y los miró con una expresión que, aunque serena, llevaba un rastro de frialdad.—Si eso es lo que quieren, entonces así será —sus palabras parecieron iluminar los rostros de los niños.Pero la paz del momento no duró mucho. Su teléfono comenzó a sonar, y, con un suspiro pesado, lo tomó y se levantó del sofá. Se alejó unos pasos para contestar, y aunque habló en un tono bajo, pude percibir la tensión en su
LILY BENSONSu sonrisa se volvió aguda y seductora, entornó los ojos dándole un aspecto más felino antes de que su boca se posara sobre la mía, al principio solo siendo una suave presión, una manera sutil de ejercer su dominancia sobre mí, pero cuando su boca invadió la mía y sus dientes comenzaron a morder mis labios, fue como si estuviera succionando mi alma y yo estaba más que dispuesta a dársela.Sus dedos se enredaron en mi cabello, apresándolo con fuerza, manteniéndome quieta para él. Cuando su boca se alejó, sus ojos disfrutaron de mis mejillas sonrojadas y mis suaves jadeos que suplicaban por más.—Si no eres una buena niña, tendré que enseñarte a obedecer —susurró con
LILY BENSONLa expresión de Ethan dejaba claro que no aceptaría un «no» como respuesta y los niños, que al principio iban riendo detrás de él, comenzaron a disimular su preocupación conforme nos alejábamos de su cuarto. Ethan cruzó el umbral de nuestra habitación y me depositó con mucho cuidado en la cama, fue entonces cuando me percaté de lo fuerte que era, pues no parecía que le hubiera costado levantar mi peso. Giró ligeramente hacia los gemelos cuando estaban dispuestos a acercarse. Parecían apenados y la alegría de sus rostros había cesado.Ethan no tuvo que levantar la voz, pero la frialdad con la que los vio hizo que los pequeños bajaran la cabeza. Fue entonces cuando intenté interceder. —Ethan, está bien. No pasó nada… —No terminé la frase cuando él habló:—Habrá consecuencias. —Su voz retumbó en la habitación causando eco. Los niños apretaron los labios y lo vieron con determinación, aceptando lo que vendría. —Por favor, son niños, solo fue una travesura, estoy bien —ins
LILY BENSONLa voz de Monet seguía resonando en el altavoz de mi teléfono mientras trataba de convencerme de que había perdido la cabeza. Me recosté en el sillón de la habitación, mirando el techo y suspirando. En eso, una suave pero decidida serie de golpes en la puerta me sacó de mis pensamientos.—Monet, te tengo que colgar. Nos hablamos después, ¿vale? —dije, cortando la llamada sin esperar respuesta.La puerta se abrió lentamente, y dos pequeños pares de ojos brillantes se asomaron con una expresión de inocencia. Max y Alex entraron caminando despacio, con las manos entrelazadas a su espalda y sonrisas que podrían derretir hasta el corazón más duro.—¿Qué pasa, chicos? —pregunté tratando de sonar amable y relajada.—Tenemos sueño… —dijo Alex, alargando la palabra como si estuviera cargada de dramatismo—. Es hora de nuestra siesta de la tarde.—¿Ah, sí? —respondí con una ceja levantada. No parecían para nada cansados.Max asintió con energía.—¿Podrías arroparnos? —preguntaron al