LILY BENSONMe llevó hasta el interior de la enorme mansión, dándome cuenta de que era mil veces más costosa que la de Bradley.—Desde ahora vivirás aquí, conmigo… y deberás de acatar reglas para que esto funcione —sentenció con tranquilidad como si fuera algo cotidiano.—¿Reglas? —pregunté incómoda, cruzándome de brazos, pensando en darle el beneficio de la duda. ¿Qué reglas podrían ser? ¿No escuchar música fuerte después de las diez de la noche? ¿No hacer fiestas cuando el salga a un viaje de negocios?—La primera es no hacer preguntas, es más para tu propio beneficio, créeme —contestó con seriedad y entornó su mirada al clavarla en mi rostro, midiendo mi posible respuesta.Entreabrí los labios, pensando en romper justamente la primera regla y bombardearlo de preguntas, pero entre más lo pensaba, más lo entendía, un hombre como él de seguro tenía secretos que no planeaba dejar que descubriera y eso fue como una puñalada directo al corazón. De pronto risas infantiles rompieron mis pen
LILY BENSONEn la primera oportunidad que tuvieron Alex y Max corrieron emocionados hacia el jardín para jugar. Observé a los gemelos desde la ventana y mi sonrisa se ensanchó al escucharlos reír, parecían cachorritos brincando y rodando por el césped. Pronto sentí la presencia de Ethan a mi lado. No sabía cómo lo hacía, pero siempre parecía llenar la habitación con su mera existencia.—Son un par de tornados de energía, ¿nunca se cansan? —comenté intentando ignorar mi piel erizada y mi dificultad para respirar. Ese hombre me hacía colapsar cada vez que lo tenía tan cerca. Ethan se cruzó de brazos, con esa mezcla de desinterés estudiado y orgullo paternal.—Son tercos y de carácter difícil. —Una sonrisa ladeada curvó sus labios, pero se desvaneció tan rápido como rodara los ojos—. Rebeldes y sin miedo a los castigos. —Suena a qué se parecen mucho a ti… —susurré dirigiendo mi mirada hacia Ethan, quién de inmediato entornó los ojos, en el fondo victorioso de que sus hijos se parecier
LILY BENSONEn cuanto estuve sola, dejé caer mi cuerpo sobre la cama, sintiéndome pequeña en medio de todo ese lujo. Las emociones se agolpaban en mi pecho: euforia, miedo, incredulidad. Era abrumador pensar que alguien me valorara de esa manera, pero al mismo tiempo, todo estaba sucediendo demasiado rápido.Saqué mi teléfono y marqué el número de Monet. Necesitaba hablar con alguien que me trajera de vuelta a la tierra.—¿Lily? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó Monet al responder—. De repente desapareciste como si la tierra te hubiera tragado. —Monet, tengo que contarte algo —dije nerviosa. —Creo que me voy a casar.Un silencio cargado se prolongó por unos segundos antes de que Monet estallara. ¡Ya sabía yo que la noticia no le iba a gustar!—¡¿Qué?! ¿Con quién? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Te golpeaste la cabeza o algo así? —Cada pregunta salía más alterada de su boca.Me mordí el labio antes de responder.—Con Ethan Blackwood. —El silencio se prolongó, solo podía escuchar su respiración. ¿
LILY BENSONLa voz de Monet seguía resonando en el altavoz de mi teléfono mientras trataba de convencerme de que había perdido la cabeza. Me recosté en el sillón de la habitación, mirando el techo y suspirando. En eso, una suave pero decidida serie de golpes en la puerta me sacó de mis pensamientos.—Monet, te tengo que colgar. Nos hablamos después, ¿vale? —dije, cortando la llamada sin esperar respuesta.La puerta se abrió lentamente, y dos pequeños pares de ojos brillantes se asomaron con una expresión de inocencia. Max y Alex entraron caminando despacio, con las manos entrelazadas a su espalda y sonrisas que podrían derretir hasta el corazón más duro.—¿Qué pasa, chicos? —pregunté tratando de sonar amable y relajada.—Tenemos sueño… —dijo Alex, alargando la palabra como si estuviera cargada de dramatismo—. Es hora de nuestra siesta de la tarde.—¿Ah, sí? —respondí con una ceja levantada. No parecían para nada cansados.Max asintió con energía.—¿Podrías arroparnos? —preguntaron al
LILY BENSONLa expresión de Ethan dejaba claro que no aceptaría un «no» como respuesta y los niños, que al principio iban riendo detrás de él, comenzaron a disimular su preocupación conforme nos alejábamos de su cuarto. Ethan cruzó el umbral de nuestra habitación y me depositó con mucho cuidado en la cama, fue entonces cuando me percaté de lo fuerte que era, pues no parecía que le hubiera costado levantar mi peso. Giró ligeramente hacia los gemelos cuando estaban dispuestos a acercarse. Parecían apenados y la alegría de sus rostros había cesado.Ethan no tuvo que levantar la voz, pero la frialdad con la que los vio hizo que los pequeños bajaran la cabeza. Fue entonces cuando intenté interceder. —Ethan, está bien. No pasó nada… —No terminé la frase cuando él habló:—Habrá consecuencias. —Su voz retumbó en la habitación causando eco. Los niños apretaron los labios y lo vieron con determinación, aceptando lo que vendría. —Por favor, son niños, solo fue una travesura, estoy bien —ins
LILY BENSONSu sonrisa se volvió aguda y seductora, entornó los ojos dándole un aspecto más felino antes de que su boca se posara sobre la mía, al principio solo siendo una suave presión, una manera sutil de ejercer su dominancia sobre mí, pero cuando su boca invadió la mía y sus dientes comenzaron a morder mis labios, fue como si estuviera succionando mi alma y yo estaba más que dispuesta a dársela.Sus dedos se enredaron en mi cabello, apresándolo con fuerza, manteniéndome quieta para él. Cuando su boca se alejó, sus ojos disfrutaron de mis mejillas sonrojadas y mis suaves jadeos que suplicaban por más.—Si no eres una buena niña, tendré que enseñarte a obedecer —susurró con
LILY BENSONCuando el dolor en mi cadera finalmente comenzó a disiparse, escuché a Max y Alex, con su energía inagotable, llenando la casa de risas y caos. Me asomé fuera de la habitación, era imposible no sonreír al verlos correr de un lado a otro con su imaginación desbordante. —¿Qué vamos a hacer este año, papá? ¿Habrá fuegos artificiales? —preguntó Alex, mientras trepaba al regazo de Ethan, quien estaba sentado en el sofá revisando su teléfono.Max se unió a su hermano con una sonrisa traviesa.—¿Podemos quedarnos despiertos hasta la medianoche?Ethan dejó su teléfono a un lado y los miró con una expresión que, aunque serena, llevaba un rastro de frialdad.—Si eso es lo que quieren, entonces así será —sus palabras parecieron iluminar los rostros de los niños.Pero la paz del momento no duró mucho. Su teléfono comenzó a sonar, y, con un suspiro pesado, lo tomó y se levantó del sofá. Se alejó unos pasos para contestar, y aunque habló en un tono bajo, pude percibir la tensión en su
LILY BENSONEl caos empezó tan pronto como propuse la idea. ¿Cómo podía imaginar que «decorar la sala» y «hacer galletas» se transformaría en una declaración de guerra?Max y Alex parecieron ver mi propuesta como un reto personal para poner a prueba mi paciencia. En menos de diez minutos la cocina era un campo de batalla: harina en el aire, azúcar derramada en el suelo y huevos rotos por todos lados. Alex había descubierto lo divertido que era lanzar puñados de masa como si fueran proyectiles, mientras Max, con una sonrisa traviesa, había decidido que las paredes necesitaban un toque de «arte contemporáneo» en forma de glaseado multicolor.Intenté mantener la calma:—¡Chicos, por favor, paren! ¡Esto no es un concurso de desastres culinarios!Pero mis palabras fueron ignoradas. Max corrió con un tarro de chispas de chocolate, mientras Alex perseguía a un perro imaginario con un rodillo. Cuando vi que el jarabe de arce amenazaba con caer de la encimera, supe que necesitaba refuerzos.To