Aitana Ferrer y Nicolás Valverde parecían tener el matrimonio perfecto. Nicolás, el hombre más rico y respetado de la ciudad, y Aitana, una mujer dulce y encantadora, conformaban una pareja envidiada por todos. Lo que nadie sabía era que su matrimonio estaba basado en una mentira. Nicolás no la amaba. Se había casado con ella solo para cumplir el último deseo de su padre, sin conocer el secreto que ocultaba el verdadero origen de Aitana. Pero el regreso de Valeria Montenegro, un amor del pasado de Nicolás, lo cambió todo. En la noche de su primer aniversario de bodas, mientras Aitana esperaba darle una noticia que cambiaría sus vidas para siempre, recibe en su lugar los papeles de divorcio de manos del asistente de Nicolás. Esa noche, el futuro de Aitana se desmorona, pero lo que Nicolás aún no sabe es que Aitana guarda un secreto que podría cambiarlo todo: está embarazada. Esta es una historia de traición, secretos y segundas oportunidades, donde el destino de dos almas unidas por un juramento se verá marcado por la verdad oculta tras sus orígenes y las decisiones que tomen en el camino.
Leer másLa luna se alzaba sobre la ciudad, proyectando sombras largas y siniestras sobre el paisaje. Nicolás, envuelto en un abrigo oscuro, se movía con cautela entre los callejones cercanos al hospital donde Adrian estaba ingresado. Había pasado días en la clandestinidad, evitando a la Sombra y sus hombres que lo buscaban incesantemente. Sabía que no podía regresar al cuartel de la resistencia; la Sombra tenía ojos en todas partes, y cualquier movimiento en falso podría costarle la vida. Sin embargo, su misión era clara: debía llegar hasta Adrian.El hospital estaba rodeado por una seguridad férrea. Nicolás había observado durante horas el movimiento de los guardias, cada cambio de turno y cada patrulla que circulaba en los alrededores. Sabía que no sería fácil, pero tenía una ventaja: nadie esperaba que alguien como él, un hombre que todos creían derrotado, se atreviera a acercarse a Adrian en su estado vulnerable.Oculto en la oscuridad, Nicolás observaba la entrada principal del hospital,
En un escondido refugio en las montañas, el grupo rebelde se reunía en una sala oscura, iluminada solo por pantallas que mostraban noticias, mapas y datos que analizaban con precisión. El aire estaba tenso. A pesar de los últimos movimientos, la muerte de Aitana Alarcón no había debilitado a la Sombra como esperaban. Al contrario, parecía haber fortalecido su poder. Los miembros del grupo, que en su momento habían pensado que la caída del Grupo Alarcón marcaría el comienzo de la destrucción de la Sombra, ahora se encontraban replanteando su estrategia.En una mesa larga, rodeados de papeles y dispositivos de comunicación, los líderes del grupo revisaban informes recientes. El más destacado entre ellos era un hombre de mediana edad, de aspecto severo, con cicatrices que narraban su vida de lucha. Su nombre era Martín, uno de los estrategas más experimentados de la resistencia. Junto a él estaba Helena, quien, aunque visiblemente afectada por los recientes eventos, se mantenía firme, de
La noticia de la muerte de Aitana Alarcón se difundió como una tormenta en el mundo empresarial. Las acciones del Grupo Alarcón cayeron estrepitosamente, dejando a todos los asociados en shock, y a sus enemigos, expectantes. La familia, que alguna vez había sido el emblema del poder y la sofisticación, estaba ahora al borde de la ruina total.En la imponente mansión familiar, Victoria Alarcón, la matriarca, permanecía sentada frente a una mesa llena de documentos, mientras su nuera, Sofía, caminaba nerviosamente de un lado a otro.—No puedo creer que Aitana haya hecho esto —dijo Victoria, su voz temblorosa pero firme, mientras examinaba los informes financieros que detallaban el desmoronamiento del imperio. Su mirada estaba fija en el papel, pero su mente divagaba. Sentía una presión en el pecho, una sensación de pérdida irreparable.—La destrucción del Grupo Alarcón estaba en marcha, y ahora con su muerte, no tenemos más opciones —dijo Sofía, deteniéndose un momento y cruzando los br
La luna, imponente en el cielo nocturno, proyectaba un frío resplandor sobre la escena de destrucción que se había desatado en las afueras de la ciudad. El sonido de los disparos había cesado, pero el eco del caos todavía resonaba en el ambiente. Entre los escombros, el polvo y la sangre, Nicolás se encontraba de rodillas junto a Aitana, con el cuerpo de ella inerte entre sus brazos. Su corazón latía con fuerza, un tamborileo de desesperación mientras la realidad lo abrumaba.A lo lejos, los hombres de Adrián se apresuraban en llevar a su líder herido. Apenas se detenían para lanzar una mirada hacia Nicolás, sabiendo que el trabajo que había iniciado Adrián estaba casi completo. Adrián no podía morir ahora, no cuando estaba tan cerca de conseguirlo todo. Sin embargo, la resistencia de Nicolás les había obligado a retirarse antes de acabar con él también.—Aitana… no, no, no —murmuraba Nicolás, su voz entrecortada por el dolor mientras acariciaba el rostro de ella, ya pálido, y manchad
La noche era oscura y silenciosa, pero la tensión era palpable mientras Nicolás y Aitana intentaban escapar de lo que sabían sería su enfrentamiento final. La ciudad parecía respirar a su alrededor, un monstruo dormido que pronto se despertaría al caos. Habían llegado al coche, los motores estaban listos, pero el destino tenía otros planes.Los vehículos de Adrián no tardaron en alcanzarlos. A lo lejos, los faros iluminaban el callejón como si fueran cazadores que ya habían encontrado a su presa.—¡Rápido, entra! —gritó Nicolás mientras abría la puerta del coche para Aitana.—¡Nos siguen! —respondió Aitana, la mirada fija en los destellos de las luces que se acercaban a toda velocidad. Su respiración era irregular, como si ya pudiera sentir el peso del peligro que se cernía sobre ellos.El coche arrancó con un rugido, pero los vehículos de Adrián no se quedaban atrás. Las calles se convirtieron en una trampa mortal, y lo que parecía un escape simple se transformó en una persecución fr
Adrián se sentó en el borde de su escritorio, su mirada fija en las sombras que cubrían la ciudad a través de la enorme ventana de su oficina. Sabía que había sido un error permitir que las cosas llegaran hasta este punto. Debió haber eliminado a Aitana mucho antes, cuando aún tenía el control absoluto. Pero había sido blando. La compasión, un rasgo que siempre había considerado innecesario, lo había traicionado."Es hora de corregirlo", pensó mientras sacaba el teléfono de su bolsillo. Sus dedos se deslizaron por la pantalla, marcando un número que había evitado durante demasiado tiempo.Al otro lado de la línea, la voz de uno de sus hombres de confianza sonó de inmediato.—¿Señor?—Prepárate —dijo Adrián, su voz fría como el acero—. Vamos a eliminar a Aitana Alarcón esta misma noche.Hubo un breve silencio en la línea antes de que su hombre respondiera con un simple "entendido". Era lo que Adrián necesitaba oír.Apagó el teléfono y se quedó unos instantes más en la oscuridad de su o
La mañana siguiente, la ciudad despertó en medio de una tormenta mediática sin precedentes. Las pantallas de los noticieros, las redes sociales y los portales de noticias se llenaban con titulares explosivos que sacudían los cimientos de las grandes empresas y los personajes más poderosos del país."Escándalo Corporativo: Nuevas Filtraciones Revelan Oscuros Vínculos Entre Empresas y El Crimen Organizado.""Los Alarcon, al Descubierto: Documentos Secretos Sacan a la Luz la Verdadera Cara del Grupo Alarcón.""¿Quién Está Detrás del Colapso de las Grandes Fortunas? Filtraciones Sacuden a la Elite Empresarial."Los informes eran implacables. Detalles de transacciones secretas, sobornos y vínculos con organizaciones criminales comenzaron a salir a la luz, manchando los nombres de muchos de los más influyentes. Y en el epicentro de todo ese caos, estaba Adrián y el Grupo Alarcón.---**Aitana**Aitana estaba en su oficina, observando el caos desde la pantalla de su computadora. Los titulare
Nicolás observaba en silencio a Helena mientras ésta, con una mezcla de confusión y sorpresa, sostenía en brazos al pequeño. Era la primera vez que Helena veía al hijo de Nicolás, y le resultaba difícil procesar lo que eso significaba. Sabía que Nicolás había vivido muchas cosas antes de que sus caminos se cruzaran, pero esto... esto era más grande de lo que había imaginado.—¿Un hijo? —preguntó Helena en un susurro, casi como si aún no pudiera creérselo.—Sí —respondió Nicolás, su voz baja y cargada de una extraña mezcla de dolor y determinación—. Tiene un año ya. Es lo único que me queda, lo único que verdaderamente importa.Helena lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones. Sabía que Nicolás estaba envuelto en algo mucho más peligroso de lo que él le había contado. Y ahora, con el niño en medio de todo, la tensión entre ellos parecía estar creciendo.—¿Por qué me lo trajiste? —preguntó Helena, mientras acunaba al pequeño contra su pecho—. Si es tan importante para ti, ¿po
Adrián estaba sentado detrás de su amplio escritorio, su ceño fruncido mientras tamborileaba los dedos sobre la madera oscura. El ambiente en su oficina era sofocante, cargado de una tensión palpable. Sabía que el control se le escapaba de las manos, pero no estaba dispuesto a dejar que todo cayera sin luchar. Si había algo que aprender de las luchas de poder, era que siempre había una última carta para jugar.Uno de sus hombres entró con pasos rápidos y se detuvo frente a él, incapaz de ocultar el nerviosismo.—Señor... no hemos encontrado al hijo de Aitana —dijo en voz baja, como si las palabras pudieran desatar una tormenta—. Revisamos la mansión, todas sus propiedades conocidas y seguimos los pocos rastros que dejamos abiertos, pero no hay señales de él.La mandíbula de Adrián se tensó al escuchar las noticias. Se levantó lentamente, mirándolo con una calma inquietante.—¿Cómo es posible que hayan perdido el rastro de un niño? —preguntó, su voz apenas contenía el filo de su ira—.