Sinopsis de “Sombras Eternas” Aurora Blackthorn siempre creyó que era una joven común viviendo una vida tranquila en el pequeño y melancólico pueblo de Blackwood Hills. Pero en su vigésimo primer cumpleaños, todo cambia cuando un desconocido de ojos rojos aparece en su camino, desvelando secretos enterrados en las sombras de su pasado. Aurora descubre que no es quien pensaba ser: es la última descendiente de un poderoso linaje de brujas, cuyo legado fue sellado para protegerla de fuerzas oscuras que aniquilaron a su familia. Damien Velkan, un vampiro milenario marcado por la traición y el dolor, ha estado buscándola durante años. Obligado por una deuda de honor y guiado por una profecía que une sus destinos, Damien se convierte en su protector. Pero su misión no será sencilla: la Orden de la Sangre Negra, una organización implacable, quiere usar el poder de Aurora para desatar un caos inimaginable. A medida que su magia despierta, Aurora debe enfrentarse a enemigos que acechan desde las sombras, descubrir la verdad sobre su linaje y aprender a confiar en Damien, un ser tan fascinante como peligroso. Entre la traición, el deseo y la batalla por la supervivencia, ambos se embarcarán en una lucha que no solo pondrá en juego sus vidas, sino también el equilibrio entre los mundos mágicos y humanos. En un mundo donde la oscuridad y la luz se entrelazan, Aurora deberá decidir quién es realmente y si está dispuesta a abrazar su destino… incluso si eso significa perder todo lo que ama.
Leer másEl amanecer trajo consigo un silencio inusual, un eco vacío que contrastaba con el caos de la batalla reciente. Las ruinas del refugio se erguían como testigos mudos del enfrentamiento que casi les había costado la vida. La brisa de la mañana arrastraba el olor metálico de la sangre mezclado con el humo de las antorchas apagadas. Pero entre los escombros, un nuevo desafío se gestaba, uno que pondría a prueba no solo su fuerza física, sino la solidez de sus lazos.Aurora se despertó sobresaltada, su cuerpo adolorido, pero su mente alerta. Sentía el vacío a su lado en el lecho improvisado: Damien no estaba. Su corazón se aceleró mientras se ponía de pie, siguiendo el rastro invisible que sabía instintivamente que la llevaría hacia él. Lo encontró de pie, en el borde del acantilado que dominaba el valle, su silueta recortada contra el cielo grisáceo. Su figura parecía más solitaria que nunca, cargada con un peso que no podía compartir.—¿No puedes dormir? —preguntó Aurora suavemente, ace
La noche caía como un manto pesado sobre el nuevo refugio del grupo. Las llamas de la pequeña fogata parpadeaban, proyectando sombras danzantes en las paredes de piedra rugosa. El ambiente estaba cargado de una tensión invisible, un eco de las decisiones difíciles que habían tomado para llegar hasta allí. Aurora se encontraba sentada, con la mirada perdida en el fuego, sus pensamientos un torbellino de dudas y miedos. El peso de la responsabilidad se sentía más fuerte que nunca, no solo por su propio destino, sino por la vida que crecía dentro de ella. Damien la observaba desde la distancia. Su figura, imponente incluso en la penumbra, parecía tallada en piedra. Pero sus ojos, rojos y brillantes, traicionaban la tormenta interna que lo consumía. Desde la última batalla, algo había cambiado entre ellos. No era solo el cansancio físico o las heridas que marcaban sus cuerpos; era el miedo, el amor y la desesperación, entrelazados en un nudo imposible de deshacer. Aurora se levantó de
La travesía de regreso tras haber encontrado el Corazón de la Fuente no fue más sencilla que la batalla que libraron en el templo. El bosque que los había envuelto en una oscuridad antinatural parecía ahora más hostil. Las ramas susurraban secretos olvidados por el tiempo, y el viento frío parecía acariciar sus miedos más profundos. Aurora caminaba al lado de Damien, su mano entrelazada con la de él, buscando en su tacto la seguridad que el mundo exterior le negaba.El silencio se apoderó del grupo. Freya iba al frente, su arco colgado a la espalda pero sus sentidos alerta, como si en cualquier momento una amenaza pudiera saltar de entre los árboles retorcidos. Kael cerraba la marcha, su espada desenvainada, los ojos oscuros escrutando cada sombra.Vincent caminaba un poco apartado del grupo. A pesar de haber demostrado su lealtad en la batalla contra el Guardián, la desconfianza aún pesaba sobre él como una condena invisible. Damien no le dirigía la palabra, su mirada dura dejaba cla
El amanecer trajo consigo un silencio inquietante, el tipo de calma que llega después de la tormenta, cargada de escombros emocionales y cicatrices que aún no han tenido tiempo de sanar. El campo de batalla, una extensión de tierra ennegrecida y cuerpos esparcidos, era un recordatorio brutal de lo que habían perdido, y de lo que aún estaba en juego.Aurora estaba sentada junto a Damien, quien aún se recuperaba del impacto del hechizo de Vincent. Aunque había despertado, su cuerpo seguía débil, y la sombra de la traición aún nublaba sus pensamientos. La herida física podía sanar, pero el golpe a su confianza era más profundo, más difícil de reparar.Damien abrió los ojos lentamente, su mirada encontrándose con la de Aurora. Ella había estado allí toda la noche, sin moverse de su lado, sus dedos entrelazados con los de él, como si soltarlo significara perderlo para siempre.—Aurora —su voz era un susurro áspero, pero el sonido fue suficiente para que ella soltara un suspiro tembloroso d
El sonido del cuerno resonó como un presagio, atravesando el campamento y helando la sangre de todos los presentes. Aurora se puso de pie de un salto, su corazón golpeando contra su pecho con una fuerza que parecía querer advertirle de lo que estaba por venir. Damien ya estaba en movimiento, su espada desenvainada brillando con un reflejo metálico bajo la tenue luz del amanecer.El campamento se transformó en un caos organizado en cuestión de segundos. Freya gritaba órdenes, Kael se aseguraba de que las defensas estuvieran listas, y Vincent… Vincent parecía un espectro de su propia culpa, con el rostro endurecido por la determinación y los errores del pasado.Aurora sintió la magia arremolinarse a su alrededor, pulsando con una intensidad que le recordaba lo que estaba en juego. No solo su vida o la de Damien, sino la de su hijo, el futuro que crecía dentro de ella. El bebé era la clave de algo más grande que aún no podía comprender del todo, pero el miedo de perderlo la impulsaba más
La noche se había asentado con un manto de silencio tenso sobre el campamento, solo interrumpido por el crujido de las llamas de la fogata. Aurora y Damien permanecían cerca uno del otro, el recuerdo de sus palabras compartidas resonando en el espacio entre ellos. Pero, incluso envueltos en la intimidad de su unión, la sombra de la amenaza persistía, acechando en cada rincón oscuro.Aurora se despertó sobresaltada, sudor frío en la frente y la respiración entrecortada. Había soñado con la Orden, con un ritual donde ella y su bebé eran sacrificados para liberar un poder inimaginable. El miedo se aferraba a su pecho como una garra invisible.Damien estaba a su lado en un instante, sus ojos rojos brillando con una preocupación que rara vez dejaba ver.—¿Otra pesadilla? —susurró, acariciándole la mejilla con la yema de los dedos.Aurora asintió, incapaz de hablar por un momento. Finalmente, murmuró:—No fue solo un sueño. Sentí que… era una advertencia.Damien frunció el ceño, su mente gi
El amanecer asomaba tímidamente por el horizonte, derramando destellos anaranjados sobre la fortaleza que había servido como su refugio temporal. Aurora se encontraba en uno de los balcones, envuelta en un manto que apenas la protegía del frío matutino. Su mano descansaba sobre su vientre, sintiendo el leve latido de la vida que crecía en su interior. La criatura que llevaba dentro era tanto un símbolo de esperanza como un recordatorio constante del peligro que los rodeaba.Damien la observaba desde la distancia, apoyado contra la pared de piedra. Sus ojos rojos reflejaban una mezcla de admiración y preocupación. Sabía que Aurora no dormía bien, que sus pensamientos eran un torbellino de miedos y recuerdos, muchos de los cuales él mismo había contribuido a crear.Se acercó en silencio, rodeándola con sus brazos fuertes pero temblorosos por una emoción que rara vez dejaba ver.—No deberías estar aquí con este frío —susurró, su aliento cálido rozando la piel de su cuello.Aurora no se a
El silencio después de la revelación del Guardián era una sombra espesa que se cernía sobre el grupo. Sacrificar al bebé.Aurora no podía dejar de sentir las palabras resonando en su mente, como un eco imposible de acallar. Su hijo… la llave para detener la guerra.No. No lo permitiría.Damien estaba a su lado, su mano aferrada a la suya con una fuerza casi dolorosa. Su mirada era un torbellino de emociones: furia, determinación, terror. Jamás permitiría que se llevaran a su hijo.—Nos vamos. Ahora. —dijo Damien con una voz que no admitía discusión.El Guardián los observó con paciencia, sin moverse de su posición en las sombras. No los detendría. No todavía.—Tómense su tiempo —dijo con voz calma. —Pero cuando la brecha se abra, regresarán.Aurora sintió su cuerpo tensarse. Sabía que estaba diciendo la verdad.Pero también sabía que no iba a quedarse de brazos cruzados y aceptar el destino que otros habían elegido por ella.Harían su propio camino.La FugaFreya y Kael aseguraron la
El aire en la base de la Orden era sofocante. Demasiado denso. Demasiado lleno de secretos, de traiciones, de miedo. Aurora sentía el peso de la revelación aún latiendo en su pecho. Su bebé no era solo un niño.Era algo que la Orden quería. Algo que necesitaban.Damien la sostuvo con fuerza, sus dedos clavándose en su muñeca con una mezcla de protección y desesperación. No la dejaría ir. No la perdería.Pero Aurora sabía que no podían quedarse. No ahora.Vincent los observaba con la sombra de la culpa grabada en su rostro. Sabía que los había traicionado. Pero también sabía que lo había hecho por razones que ni siquiera él comprendía por completo.—No tienen mucho tiempo —susurró Vincent, su voz tensa. Rodeada de desesperación. —La Orden sabe que están aquí. Vendrán por ustedes.Damien soltó un gruñido bajo, como un animal acorralado. No iba a permitirlo. No mientras respirara.Kael desenvainó su espada, su mirada fija en Vincent. No confiaba en él. Nadie lo hacía.—Y dime, Vincent… —